Rodolfo Gil, de INTA Castelar, quien abordó la disponibilidad de agua y su variabilidad por ambientes, con el objetivo de poner de relevancia el rol del agua en como recurso significativo en la generación de rendimientos. Gil comenzó su exposición explicando que en el proceso fotosintético, cuanto más transpira una planta más dióxido de carbono incorpora, y que para producir más cada vez deberíamos lograr que las plantas transpiren más. “La única salida del campo que es rentable y sustentable es el agua que se va por transpiración. En ese intercambio de agua por dióxido de carbono producimos materia orgánica, que es el otro elemento fundamental para m! antener la estructura productiva de los suelos”, agregó.
Al comparar los niveles de eficiencia en el uso del agua, realizó una comparación entre los cultivos que definió que el maíz produce 25 kilos por hectárea por milímetro de agua, la soja 9 kilos y el trigo, 15 kilos. “La disponibilidad y utilización de agua depende de la textura y de la profundidad de los suelos. Pero estos dos factores no los podemos manejar. Lo que sí podemos hacer es aumentar la capacidad de captura del agua, a través del manejo, mediante la reducción de la evaporación y el escurrimiento del agua”, sostuvo.
La situación, sin embargo, es más compleja, porque no todos los suelos “entregan” agua de la misma manera, ni en todas las circunstancias los cultivos la extraen de igual forma. El especialista describió que “Los dos elementos que definen la energía del suelo y su habilidad para entregar agua son la textura –que no se puede manejar- y la cantidad de sales. Por su parte, la habilidad que tiene el cultivo de extraer agua depende principalmente del desarrollo de las raíces, y su crecimiento es producto de dos factores: la cantidad de agua en el suelo -las raíces no ‘buscan’ agua, sino que crecen porque hay agua-, y la temperatura”.
Para concluir, recomendó pensar en los cultivos y en los suelos a partir de prever probabilidades de estrés hídrico, aumentar la eficiencia de los barbechos, e incorporar la nutrición ambiental para mejorar la captura del agua. “Debemos mejorar la estructura de los suelos y su cobertura, el nivel de materia orgánica, lograr una nutrición balanceada; y es sumamente importante conocer cómo funcionan los ambientes, es decir, alcanzar un cabal conocimiento de la relación entre el clima y nuestros suelos, buscar la mejor genética y los ciclos de madurez más adecuados. Nuestro desafíos es generar conocimiento y adaptar las tecnologías para cada ambiente, para que este manifieste su potencial con el mínim! o disturbio”, cerró.