No hay dudas de que el futuro de la alimentación de pollos tendrá que adaptarse a nuevos paradigmas. El costo de producción continuará siendo un reto importante para los nutricionistas, y los resultados de los animales continuarán siendo medidos por desempeño eficiente. Pero, más se dará atención a los resultados económicos de las explotaciones, que en algunos casos todavía no es un primero objetivo. Ahora, en este complejo ambiente de la producción animal, la sociedad estará más preocupada por: con qué se alimentan los pollos y cómo son tratados. Así, además de todas las modificaciones esperadas, la transparencia de la industria será cada vez más requerida.
Temas ambientales serán incluídos en las discusiones, donde los nutricionistas deberán participar más activamente.
¿Cómo podrán los nutricionistas colaborar con la sustentabilidad de la producción? Para esto, deberán dar más atención a la calidad de los ingredientes (composición y digestibilidad); mirar los efectos de diferenciación de la producción por fase de alimentación y sexo; cuidar de los aspectos relacionados al tamaño de partículas de los ingredientes y calidad de pellets y, efectivamente, dar más atención a aditivos no antibióticos, considerando que los antibióticos mejoradores de desempeño están siendo restringidos en todo el mundo.
Entre tantos aditivos que pueden tener una parte importante en esta nueva condición de producción de pollos, están las enzimas, así como aquellos que de una manera u otra impactan en la salud del tracto digestivo.