RESUMENLas bacterias causan alrededor del 57% de las toxiinfecciones alimentarias humanas y entre ellas las bacterias los géneros Salmonella, Campylobacter y Listeria son los de mayor significación en los alimentos de origen avícola. Existen más de 2.500 serovariedades de Salmonella enterica de las cuales unas 250 se han aislado de las aves de corral, siendo unas 40 serovariedades las más comunes. Si bien existen tres tipos de Salmonelosis de las aves (Tifosis, Pullorosis y Paratifosis) sólo la última es una zoonosis o sea que se infectan tanto los animales como al hombre, principalmente a través del consumo de alimentos contaminados. En las paratifosis las serovariedades más importantes son S. Enteritidis y S. Typhimurium pues estas dos serovariedades son muy patógenas para los seres humanos y son las más frecuentes en brotes de salmonelosis humana. En los últimos 20 años S. Enteritidis desplazó a S. Typhimurium como la salmonella más frecuente en el hombre pero ambas están siempre presentes.
Las salmonelas paratíficas tienen dos vidas, una dentro del huésped animal (en este caso el ave) y otra en el ambiente. Todas las salmonelas son capaces de multiplicarse con facilidad en el ambiente y así en las explotaciones avícolas intensivas debemos considerar que las salmonelas persisten porque causan una contaminación ambiental de la granja y así las aves están constantemente expuestas a la infección. Sólo algunas serovariedades tienen la capacidad de invadir los tejidos del ave cuando se ingieren y luego persisten durante largo tiempo dentro de las células del sistema inmune. Las serovariedades S. Enteritidis y S. Typhimurium (entre otras) entran en esta categoría. De este modo pueden ser eliminadas por la materia fecal en forma esporádica, fenómeno muchas veces asociado al estrés. Cuando la materia fecal está contaminada con salmonelas, la cáscara de los huevos también se contamina durante la postura cuando éstos atraviesan la cloaca.
Particularmente S. Enteritidis, que es un pariente cercano de S. Gallinarum, está adaptado para sobrevivir en forma latente dentro de la clara de los huevos. Esta forma de transmisión vertical), por contaminación de las cáscaras de los huevos (se denomina transmisión trans-ovo), es la más común aunque también ocasionalmente la salmonella ya puede estar dentro de los mismos huevos antes de la formación de la cáscara (en ese caso se denomina transmisión ovárica directa). Si bien esta última es poco frecuente ello ocurre cuando, por ejemplo, el ave infectada sufre peritonitis en el momento de la ovulación o bien cuando las células que producen la clara del huevo están infectadas secretando albúmina junto con las salmonelas.
De este modo, cuando la granja está infectada con las patógenas serovariedades S. Enteritidis y S. Typhimurium, las salmonelas están tanto en el ambiente y como en las mismas aves. Frente a esta difícil situación, ¿qué podemos hacer? Bueno, tenemos una serie de estrategias que deben ser aplicadas en forma conjunta. Lo primero de todo es comenzar comprando pollitos/pollitas BB libres de Salmonella spp. También puede resultar muy útil administrar flora bacteriana a estas aves en la misma planta de incubación. La granja debe estar muy bien acondicionada en el momento del arribo de las aves. El galpón, si fue utilizado previamente, debe de haber tenido un periodo de "descanso" y desinfección. De ser posible, lo ideal es no mezclar diferentes edades de aves en la misma granja y, si esto no fuera posible, por lo menos alojarlas en galpones con diferente personal y medidas manejo independientes. Al arribo de los pollitos usar cama o implementos (jaulas, bebederos, comederos, etc.) limpios y desinfectados. Luego hay que disminuir los factores de riesgo de contaminación ambiental siendo lo más importante la bioseguridad en las granjas: medidas generales de higiene, control de roedores e insectos, impedir la entrada de pájaros o mascotas en el galpón, estricto control del personal y los vehículos que ingresan a la granja, instaurar duchas y uso de vestimenta que sólo se utilice dentro de la granja, desinfección de implementos, uso de maples para huevos descartables que sean nuevos, etc. Ahora sí, en este contexto podemos comenzar a hablar de vacunas. Porque las vacunas sí deben utilizarse, pero tengamos presente que ninguna vacuna puede controlar una muy alta contaminación ambiental en la granja pues esta alta carga bacteriana produce gran desafío a las aves. Debemos tener presente que contra dosis de desafío excesivamente altas no hay vacuna que pueda frenar la infección.
Actualmente las vacunas están diseñadas en base a un nuevo concepto, ahora se utilizan no sólo para prevenir la enfermedad en las aves, sino que además, lo más importante, sirven para producir productos alimenticios avícolas que sean seguros para el ser humano que los consume. Esto significa que pretendemos que las vacunas sirvan para que tengamos menos salmonelas en los huevos para consumo y menos salmonelas en las carnes de las aves que se faenan. Dado que comparten antígenos en el caso de S. Enteritidis todas las vacunas contra esta serovariedad también proporcionan cierta protección contra S. Gallinarum, lo cual es una ventaja pues son entonces vacunas de doble propósito, ya que esencialmente protegen al hombre pero también en forma complementaria protegen a las aves contra la Tifosis. También es cierto que las vacunas contra S. Gallinarum tienen protección contra S. Enteritidis, aunque si la granja está libre de Tifosis nunca debería usarse una vacuna viva basada en la cepa de S. Gallinarum 9R con el único propósito de prevenir la Paratifosis pues esta cepa es una vacuna "fuerte" que conserva cierto grado de patogenidad ya que mantiene su plásmido de virulencia spv. Por otro lado, como S. Typhimurium es antigénicamente distinta a S. Enteritidis y S. Gallinarum para conferir protección contra esta serovariedad debemos incluir esta misma serovariedad en las vacunas.
Las vacunas contra S. Enteritidis son de dos tipos: vivas y muertas o inactivadas (bacterinas). En general se acepta que las vacunas vivas atenuadas son más eficaces para controlar la salmonelosis que las vacunas muertas. A pesar de ello, en algunos países existen restricciones sobre el uso de vacunas atenuadas debido al potencial peligro de reversión. Por ese motivo las legislaciones entre los distintos países varían en cuanto a la aprobación o no de determinadas vacunas por las respectivas autoridades sanitarias. Por ejemplo, en algunos países (Ej. Japón) no está permitido el uso de ninguna la vacuna viva, en otros países (Ej. Argentina) sólo está permitido el uso de vacunas vivas elaboradas con la cepa de S. Gallinarum 9R pero no de vacunas vivas atenuadas elaboradas con S. Enteritidis, mientras que en otros países, por ejemplo de Latinoamérica, se permite el uso de vacunas vivas elaboradas tanto con S. Gallinarum 9R como con S. Enteritidis lo cual permite combinar las distintas vacunas en planes adaptados a las necesidades de cada granja. En consecuencia los posibles planes de vacunación dependerán de las vacunas disponibles en el mercado, según hayan sido aprobadas por las autoridades sanitarias de cada país, y serán seleccionadas y aplicadas en distintos planes según el estado sanitario de cada granja y la epidemiología de cada país.
A diferencia de las vacunas vivas atenuadas, las vacunas inactivadas comerciales están permitidas en todos los países y por lo tanto son de uso universal. Todas las vacunas inactivadas deben ser administradas en forma inyectable, ya sea subcutánea o intramuscular; en este sentido las vacunas atenuadas tienen la ventaja de que son más fáciles de administrar pues pueden administrase tanto en forma oral en el agua de bebida como por vía parenteral. En general las vacunas inactivadas no tienen contraindicaciones, salvo la poco frecuente posibilidad de que se produzcan reacciones secundarias en el punto de inoculación, debidas a una combinación de determinados adyuvantes con los antígenos bacterianos de la salmonela utilizada como antígeno; en esos casos la reacción vacunal local encapsula los antígenos y la vacuna no protege a pesar de las aves tienen dolor e inflamación local. Si no se realiza una necropsia exploratoria de algunas de las aves afectadas estas lesiones pueden pasar desapercibidas cuando la inoculación es intramuscular profunda. Afortunadamente estos casos son raros pero si ocurren deben ser reportados al fabricante de las vacunas. En general, si la vacuna fue bien administrada el foco inflamatorio es aséptico aunque cabe señalar que una mala praxis en la técnica de inoculación (por ejemplo el uso de agujas o jeringas mal esterilizadas) puede conducir a reacciones inflamatorias sépticas debidas a infecciones de gérmenes contaminantes.
La duración de la inmunidad de las vacunas inactivadas es más larga que la de las vacunas vivas. Además el tipo de inmunidad es diferente según el tipo de vacuna y la vía de administración que se utilice: las vacunas vivas administradas por vía oral inducen un tipo de inmunidad celular y de las mucosas, mientras que las vacunas muertas siempre generan muy buena inmunidad humoral (anticuerpos circulantes); por otro lado si la vacuna viva se administra en forma inyectable se genera tanto inmunidad celular como humoral. Por ello, la protección más efectiva para aves muy expuestas a las salmonelas es combinar vacunas inactivadas con vacunas vivas atenuadas, pero si las aves no están expuestas lo mejor es usar sólo vacunas muertas o inactivadas.
La inmunidad humoral tiene relación directa con el nivel de anticuerpos maternales transmitidos por el huevo y así tiene la ventaja de que protege al "producto", ya sea este un pollito BB si el ave que se vacuna es una gallina reproductora o un huevo para consumo humano si es una gallina ponedora. Para que una vacuna inactivada ejerza una protección efectiva del producto (el huevo) debe ser activado el conocido efecto "booster" de la curva de anticuerpos y para ello siempre debe ser administrada en dos dosis separadas entre sí por un intervalo mínimo de 3 a 4 semanas; en esas condiciones la protección durará entre 7 meses a 1 año dependiendo del tipo de vacuna y los adyuvantes que ésta contenga. La última dosis debe ser administrada como mínimo 3 semanas antes de que las gallinas inicien la postura. Las vacunas vivas protegen mucho mejor que las inactivadas a las aves frente a un desafío, aunque debe considerarse que esta protección es mucho más corta que la de las vacunas inactivadas. Por ejemplo, se ha demostrado que las vacunas atenuadas de S. Enteritidis y de S. Gallinarum 9R ejercen muy baja o casi nula protección luego de transcurridos 3 meses después de la última vacunación.
El plan de vacunación que se utilice dependerá de cada situación en particular. ¡Pero sí, debemos vacunar contra S. Enteritidis y mejor aún contra S. Enteritidis y S. Typhimurium!
Lo invitamos a acceder a una entrevista realizada al Dr. Terzolo sobre el tema de referencia en Avicola 2010 en conjunto con Porcinos realizado en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) en el mes de junio pasado