28 de junio de 2013
Cordial saludo señor H V S:
Aunque otrora se consideraba estrictamente necesaria la concurrencia de tres factores (1- Luz solar, 2. Sustancia sensibilizante o agente fotodinámico (AF) y 3. Piel blanca (despigmentada) para la presentación de la fotosensibilización o fotodermitis, hace ya un tiempo apreciable se ha revaluado el papel de la pigmentación, pues, si bien los animales con piel despigmentada tienen una mayor susceptibilidad, se ha comprobado que la enfermedad afecta igualmente animales de razas tan bien pigmentadas como las cebuínas, particularmente en el medio tropical, en épocas del año en los que la radiación solar es más intensa. Para muestra un botón: puede ver en mi perfil de Engormix una fotografía que acabo de subir –posición 7 del álbum Intoxicación del ganado por plantas-, en la cual se observa una vaca cebú brahman de la región del Magdalena medio colombiano -clima cálido húmedo con intensa radiación solar y abundancia de múltiples malezas-, con severas lesiones de la forma cutánea de la enfermedad. Adicionalmente, en el enlace http://www.vet.ufg.br/uploads/66/original_9-Brachiaria_ovinos_Para.pdf?1334926190, podrá apreciar un ovino de excelente pigmentación, afectado por la forma edematosa de fotosensibilización causada por consumo de B. brizantha, en un caso natural e investigación bien descritos y documentados por estudiosos brasileños del tema en el estado de Pará, Brasil, en 2010. Se ha comprobado gran variación en la susceptibilidad entre especies, razas y aún entre individuos de una misma raza y rebaño.
La etiología de la enfermedad es compleja, como ya lo mencioné en otro escrito en este foro. Se ha comprobado que varias drogas, productos químicos y diversas plantas causan fotosensibilización en animales domésticos. De acuerdo con la etiología, se han propuesto cuatro tipos de fotosensibilización, a saber:
1.- Fotosensibilización primaria o primitiva (Tipo I), en la cual la sustancia sensibilizante (AF exógeno) se ingiere preformada y en cantidad anormal, lo que ocurre cuando los animales en pastoreo consumen grandes cantidades de la planta que se encuentra en fase verde activa, en momentos de rápido crecimiento y dominando la composición vegetal del potrero. Los animales se afectan a los pocos días de haber sido introducidos en la pradera y, como alguien lo anotó en otro foro sobre este tema en Engormix, se recuperan en igual tiempo luego de haber sido retirados del potrero problema. Entre los agentes fotodinámicos preformados que se encuentran en estado natural en las plantas, figuran principalmente la hipericina en la hierba de San Juan, denominada chites en Colombia (Hypericum perforatum) –caso en el cual la enfermedad recibe el nombre específico de hipericismo-, así como en otras especies del género Hypericum; la fagopirina en el trigo sarraceno o alforfón (Fagopyrum esculentum) –en este caso específico se la denomina fagopirismo-; además, la ricina en el ricino, higuera del diablo o palmacristi (Ricinus communis) y furocumarinas fotoactivas (psoralenos) en ameo bastardo, apio cimarrón o flor de obispo (Ammi majus) -contiene furanocoumarin-, perejil de primavera o zanahoria silvestre (Cymopterus watsonii), Thamnosma texana, bledo (Chenopodium album), ruda o arruda (Ruta graveolens), ursina, pie de oso (Heracleum spondylium) y Heracleum mentegazzianum. Muchas otras plantas han sido sospechosas de producir fotosensibilización primaria, pero los AF no han sido identificados.
Adicionalmente, derivados del alquitrán, fenotiazina, sufonamidas, tetraciclinas y colorantes de acridina han inducido fotosensibilización primaria y es bien conocida la actividad fotosensibilizante de sustancias como eosina, fluoresceína, rosa de bengala y tripaflavina.
2.- Fotosensibilización por síntesis aberrante o imperfecta de pigmentos endógenos (Tipo II), causada por alteraciones en el metabolismo de las porfirinas. La porfiria congénita hereditaria de los bovinos, conocida también como porfiria eritropoyética congénita bovina, osteohemocromatosis o “diente rosado”, hereditaria en holstein, shorthorn, ayrshire y cruzas, que cursa con lesiones en piel y depósito del pigmento en diferentes tejidos, la protoporfiria eritropoyética bovina, hereditaria en ganado Limousin, en la que sólo se desarrolla fotodermatitis y la porfiria en gato siamés, en las cuales el organismo produce exceso de profirinas, todas ellas fotodinámicas, son los únicos ejemplos conocidos de este tipo de fotodermitis en animales.
3.- Fotosensibilización hepatógena (o hepatotóxica, tipo III), en la cual, la sustancia fotosensibilizante o AF es la filoeritrina, producto final de la degradación microbiana de la clorofila -pigmento verde de las plantas- en el tracto digestivo, la cual es normalmente excretada por la bilis. Esta es la forma más común de fotosensibilización y es causada por defectuosa eliminación biliar (hepatitis, colangiohepatitis, hepatomegalia) con acúmulo de filoeritrina en la sangre y por medio de ésta en tejidos como la piel, donde absorbe y libera energía luminosa, la cual inicia una reacción fototóxica. La hepatitis y la colangiohepatitis previas, que llevan a la obstrucción de la secreción biliar, son producidas por: (a) micotoxinas generadas por hongos que las colonizan bajo determinadas condiciones medioambientales, como la esporidesmina del hongo Pithomyices chartarum, que parasita pastos como el ballico perenne o rye grass inglés (Lollium perenne) llegando a producir el eczema facial de la oveja y el braquiaria amargo o pasto peludo (Brachiaria decumbens), en el que se origina una fotosensibilización bien documentada en las sabanas tropicales de América y en Australia, conocida en los Llanos orientales de Colombia como “síndrome braquiaria”; las toxinas de los hongos Periconia spp. en el pasto bermuda (Cynodon dactylon) -¿también en estrella africana (Cynodon nlemfluensis)?- y las phomosinas del hongo Phomosis leptostromiformis asociado a los altramuces (Lupinus angustifolius); (b) compuestos hepatotóxicos contenidos en las plantas, como los triterpenos, algunos de ellos bien identificados como el lantadeno A y el lantadeno B (lantanina) en la mundialmente reconocida planta fotosensibilizadora Lantana camara, comúnmente denominada en Colombia con los nombres de venturosa, lantana, verbena, cariaquito o carraquillo, e icterogenina y ácido remánico –similar al lantadeno A- en la maleza Lippia rehmanni; alcaloides pirrolizidínicos en viborera (Echium sp.), lengua de perro (Cynoglossum affianale), especies de crotalaria (i.e. C. retusa –maraca, cascabelillo o cascabel fétido-), senecios (S. jacobeaus –hierba de Santiago-, S. erraticus –senecio, flor amarilla, margarita amarilla-) y Heliotropium (H. índicum?, –rabo de alacrán-, H. europaeum – heliotropo-); saponinas esteroides que producen colangiopatía asociada con cristales en varias gramíneas (braquiaria -B. decumbens, B. brizantha-, mijo -Panicum coloratum, P. miliaceum.-), árboles como el orejero (Enterolobium cyclocarpum) y en plantas diversas (lechuguilla o maguey del cerro -Agave lechuguilla, que contiene además porfirina-, abama o nartecia -Narthecium ussifragum-); cetonas hepatotóxicas (nagaiona) en el árbol ngaio o siempre verde (Myoporum laetum); microcistinas producidas por cianobacterias asociadas a algas que se encuentran en charcas o aguas llamadas azul verdosas (Microcystis flos-aquae) y otras toxinas no identificadas en plantas como madias (Amsinckia intermedia), Holocalyx glaciovii, ciprés de verano (Kochia scoparia), kleingrass (Panicum colomtum), hierba del sauce (Lasiospermun bipinnatum), orozú (Lippia nodiflora), zacahuiste o palmilla (Nolina texana) y especies de hierba caballera (Tetradymia canexicens, T. glabrata).
Plantas como la lechuguilla o maguey del cerro (Agave lechuguilla) pueden provocar los dos tipos de fotosensibilización más frecuentes: tipos I y III.
Diversos compuestos químicos usados con diferentes fines pueden afectar el hígado produciendo hepatitis y fotosensibilización, como es el caso del fenantridio, utilizado para el tratamiento de las tripanosomiasis y del tetracloruro de carbono, otrora muy usado como antiparasitario trematocida para combatir la fasciolasis. Es posiblemente este último, actualmente en desuso, al que se refiere usted en su intervención.
Igualmente, se ha observado el tipo III de fotosensibilización en casos de daño hepático severo por Fasciola hepática y leptospirosis y está documentada una fotosensibilización congénita en ovinos Corriedale y Southdown, en la cual está incriminada la filoeritrina como AF.
4. Fotosensibilización de etiología incierta (Tipo IV). La fotodermitis también se ha observado en animales alimentados con alfalfa o lucerna (Medicago sativa), trébol duro (Medicago denticulata), trébol sueco (Trifolium hybridum), colza (Brassica rapa), aguja de pastor, agujas, alfileres (Erodium citutarium) y macha o plántago (Erodium moschatum). En estos casos no se ha definido claramente si la fotosensibilización es primaria o consecutiva a hepatitis.
Los médicos veterinarios que trabajamos con el Instituto Colombiano Agropecuario ICA, en las pasadas décadas de los años 80 y 90 del siglo XX, atendimos un buen número de casos de fotosensibilización en la región del Magdalena medio santandereano, los cuales asociamos frecuentemente con el consumo de las malezas conocidas como pata de tórtola o guayabita de tórtola (Croton hirtus y C. trinitatus), especies que dominaban la composición florística de los potreros al comienzo de la estación lluviosa, luego de una sequía intensa de comienzos de año, cuando las malezas rebrotaban rápidamente y de modo exuberante a partir de sus semillas dispersas en el suelo, llegando a poblar con frecuencia más del 90% del área en muchos casos, siendo consumidas con avidez por los animales sometidos a una hambruna previa, cuando las plantas se encontraban en producción de semilla y/o en estado de floración. Estas malezas acumulan aceite de crotón en sus semillas, el cual es un purgante extremadamente irritante, que produce eritema sobre la piel; sospechamos que contenga además compuestos hepatotóxicos o AF.
Adicionalmente, algunos estudiosos del tema han postulado una posible causa en la intoxicación por nitratos-nitritos.
Los grandes problemas de fotosensibilización en América tropical, posiblemente comenzaron a hacerse muy evidentes a partir de la década de los años 70, con el advenimiento de la tecnología del braquiaria (B. decumbens, B. brizantha), que facilitó la rápida expansión del área sembrada gracias a la disponibilidad de semilla para su multiplicación. La enfermedad en estos casos, quizá los más frecuentes, se ha relacionado con la presencia del hongo Phitomyces chartarum, generador de la hepatotoxina esporidesmina, que explica la ocurrencia natural en muchas ocasiones, pero no en todas, ya que en otros casos se ha demostrado la acción de sustancias diferentes como las saponinas presentes en los pastos, como lo comprobaron en B. brizantha Albernaz, T.T. y colaboradores en 2010, en el trabajo que se puede consultar en el enlace relacionado anteriormente, al comienzo de esta nota. Otros casos se deben, sin embargo, a varios de los forrajes y malezas mencionados anteriormente (rye grass, alfalfa, trébol, lantana, rabo de alacrán, chites, ¿pata de tórtola? principalmente, en nuestro medio colombiano) y corresponde en cada ocasión hacer la evaluación clínico-epidemiológica para descubrir la planta (¿qué consumieron los animales?) o compuesto químico causante del problema y proceder a su control, procurando en cada situación apoyar el diagnóstico con resultados de necropsia para valorar especialmente el daño hepático, o con los niveles de transaminasas (GGT, AST), lo que generalmente se dificulta por no tener la fortuna de acceder oportunamente a un buen material para necropsia (cadáver fresco) o por razones económicas esgrimidas por los productores, quienes, en general, no están dispuestos a costear los exámenes de laboratorio.
Finalmente, en la actualidad se reconocen dos formas clínicas de presentación de la fotosensibilización: una forma cutánea (1), caracterizada por eritema, necrosis, acartonamiento y desprendimiento de la piel e hiperpigmentación subsiguiente, de localización preferencial en áreas de la piel más directamente expuestas a la radiación solar y/o desprovistas de pelo, como orejas, papada, dorso, flancos, ubre y periné; y una forma edematosa (2), con presentación de hinchazones debidas a acumulación de líquido bajo la piel en orejas, párpados, papada, región ventral del cuello y entrada del pecho principalmente, la cual, es generalmente más grave y se acompaña frecuentemente de deshidratación, shock hipovolémico y mortalidad elevada; ésta forma de igual manera puede terminar con manifestación de lesiones cutáneas. En ambos casos son evidentes el lagrimeo, fotofobia, prurito –agitación de cola y orejas, frotación contra objetos, relamido-, desasosiego, la búsqueda de sombra protectora o la inmersión en fuentes de agua, salivación, depresión o decaimiento, el enflaquecimiento progresivo y en algunos casos ictericia, fiebre y síntomas nerviosos. Pero debe tenerse presente que los edemas no son exclusivos de esta enfermedad y constituyen manifestación de numerosas patologías, clasificándose en dos grandes tipos a saber: a) edemas calientes, que son de origen inflamatorio, ya sea por infección o trauma de la piel o como manifestación de procesos inflamatorios profundos, asociados a enfermedades infecciosas como carbón bacteridiano, edema maligno, fiebre de embarque, influenza equina, etc., algunas parasitarias como tripanosomiasis, en urticaria (edemas pequeños), anafilaxia o enfermedad del suero, mordeduras de serpientes, etc., y b) los edemas fríos, debidos a lesión cardíaca o hepática o por desnutrición avanzada (hipoproteinemia). Ante esta multiplicidad de causas de los edemas, se evidencia la importancia de la intervención del veterinario clínico, quien debe realizar un completo y ordenado examen clínico-epidemiológico, un buen diagnóstico diferencial y, en lo posible, apoyarse en pruebas complementarias para confirmar su presunción diagnóstica o rebatirla. Es importante considerar que cuando hay ayuno por largas jornadas de transporte y permanencia en sitios de concentración animal (ferias ganaderas) o en situaciones climáticas de extrema sequía, que propician la escasez forrajera y favorecen el consumo de malezas que por su milenaria y proverbial adaptación al medio permanecen verdes, además de problemas tóxicos (por nitratos-nitritos, glucósidos cianogénicos, oxalatos, fotosensibilización y otros), los animales también sufren de desnutrición y pueden desarrollar edemas fríos por hipoproteinemia, debiéndose tener las consideraciones pertinentes, así como las relacionadas a enfermedades parasitarias (haemoncosis, fasciolosis, paramfistomiasis, etc.) e infecciosas extenuantes (i.e. paratuberculosis) al momento de emitir un diagnóstico, como el que en su momento realizó uno de los foristas, caso que bien ilustra gráficamente en su perfil en Engormix.