Uno de los grandes retos para el productor agropecuario y los agrónomos como responsables técnicos del manejo del suelo, es lograr las condiciones óptimas para el desarrollo del cultivo.
El uso de herramientas y diagnósticos es indispensable para lograr una aproximación real al estado natural del suelo (sus recursos nutricionales y su disponibilidad) y por otro lado debemos conocer las exigencias propias del cultivo, en función de su potencial genético y de los rendimientos esperados por el productor.
En mi experiencia profesional, desarrollada en las áreas de cultivo que van desde el sur de México (Chiapas) hasta Panamá a lo largo de mi vida profesional, me han dado la posibilidad de entender y descubrir que no siempre se inicia esta aproximación desde el punto más importante como fuente de nutrientes, “el suelo”.
Los análisis de suelo son poco utilizados y cuando son realizados la interpretación muchas veces se queda en la lectura de lo que hay, sin profundizar en aspectos tan importantes como clasificar las deficiencias:
- en aquellos nutrientes que podemos adicionar con fuentes externas y obtener resultados rápidos
- las relaciones de elementos que puedan afectar su disponibilidad
- la diferencia en suelos tropicales entre pH y acidez intercambiable (la importancia de esta última)
- condiciones de estructura que puedan afectar el desarrollo de las raíces y su capacidad para absorber los nutrientes
- el balance de bases y la disponibilidad de estas
- la toxicidad de elementos como el Hierro, Aluminio y Manganeso
Esa lectura más detallada, esos cálculos colaterales al resultado del análisis y ese trabajo en lograr contribuir en neutralizar acidez, elementos tóxicos y favorecer el equilibrio de bases, han demandado mi esfuerzo, tiempo y trabajo especialmente en los últimos 20 años.
Al leer el análisis de suelos partimos de los nutrientes presentes según el resultado, así sabemos que el Fósforo, por su dinámica en el suelo es fácilmente atrapado por el Calcio y Aluminio, principalmente, pero si está presente, el uso de enmiendas facilitará su disponibilidad, por eso este es de los nutrientes importantes para diferentes procesos metabólicos de la planta y no solo para el desarrollo radicular, (como insisten algunos colegas en colocarlo) que su manejo es estratégico y de fácil aproximación.
De igual manera el Nitrógeno, nutriente demandado en cantidades más elevadas que muchos otros, su aporte y manejo es relativamente fácil, siendo fuentes a tomar en consideración la adición de materia orgánica, producto de procesos de compostaje preferiblemente. Aquí es importante valorar el efecto sobre la acidez del suelo, aplicación continua de fertilizantes que dejan residuos ácidos. Ej. los fertilizantes nitrogenados conocidos en el mercado como Urea, Sulfato de Amonio (SAM) y Nitrato de Amonio, contienen o transforman su Nitrógeno a la forma amoniacal (NH) que, al oxidarse en el suelo, se NITRIFICA (NO3-), liberando Hidrógeno (H+), el cual acidifica el suelo.
Otros factores a considerar en su aporte a la acidez del suelo están: durante el proceso de descomposición de la materia orgánica se liberan ácidos en el suelo, disminuyendo el pH.
El lavado continuo del suelo como consecuencia del uso excesivo de la maquinaria y del agua de riego o en zonas con altas y frecuentes lluvias. Este proceso se conoce como lixiviación del suelo.
Algunas reacciones de intercambio de cationes que ocurren en la interface raíz-suelo generan acidez.
Origen del suelo por las rocas que lo han formado y otros factores externos
Por alguna razón fácilmente comprensible los productores entendieron, que la adición de Potasio favorece el grosor, color y sabor de las frutas y su uso en cantidades importantes en los cultivos de frutales es de gran extensión.
Sin embargo, es aquí donde inicia el trabajo más arduo en lograr que el Potasio adicionado no interfiera en el equilibrio de bases, afectando la disponibilidad del Calcio y el Magnesio (normalmente deficientes o en su defecto en desequilibrio).
Los profesores de química de suelos de principios del siglo anterior estaban influenciados por prácticas y teorías que estaban a su vez cimentadas en estudios de suelos de países no tropicales, en nuestros suelos la dinámica de los mismos es más compleja y la presencia de materia orgánica, alta humedad en períodos largos de tiempo.
No podemos olvidar que: el concepto de suelo es, por tanto, un concepto evolutivo. Este se forma como consecuencia de un proceso dinámico, que implica un cambio progresivo desde que la roca se pone en contacto con la atmósfera como consecuencia de la erosión, hasta su desarrollo completo.
La acidez del suelo afecta directamente los cultivos y podemos rescatar algunos efectos directos como los siguientes: reducción del crecimiento de las raíces, disminución del rendimiento de los cultivos, reducción en la calidad de las cosechas, incremento de plagas y enfermedades, toxicidad de Hierro, Aluminio y Manganeso, deficiencias de Fósforo, Calcio, Magnesio y Zinc.
Es aquí en donde el aporte de las enmiendas agrícolas es de esencial importancia, pero lo que no se puede, es utilizarlas como un agente paliativo y dejar sobre el Carbonato de Calcio o la Dolomita toda la responsabilidad.
El análisis de suelo y sus resultados de laboratorio, nos darán en forma compleja y no uniforme, aun en una misma finca, necesidades y soluciones muy diferentes. No podemos ni debemos enfrentar este reto con “recetas únicas” y sin fundamento, las fuentes enmendantes del suelo son muy amplias y por lo tanto la dinámica de su utilización es igual de amplia.
La capacidad de neutralizar la acidez del suelo de un material enmendante depende de la composición química y de la pureza del material.
A continuación, y como una guía se proporciona información técnica de los materiales enmendantes y sus calidades en cuanto a composición química y su capacidad de neutralización de la acidez, esto nos aporta criterio para considerar en la búsqueda del equilibrio de bases, neutralización de la acidez y aporte de nutrientes al suelo, según sus necesidades producto de los resultados de análisis de suelos.
En la búsqueda del equilibrio de bases y la neutralización de la acidez del suelo, no debemos perder de vista que la formación del suelo y los procesos químicos, biológicos y físicos que dan origen al mismo, no son producto de un día, así que los cambios y aportes externos que realizamos deben ser en forma gradual y equilibrada para obtener en un menos tiempo los resultados deseados, altos volúmenes de aplicación y períodos cortos de tiempo entre los mismos generan desordenes y reacciones que pueden afectar directamente un cultivo ya establecido, puede considerarse volúmenes un poco mayores en renovación o preparación para nuevos cultivos, sin embargo los mejores resultados son producto del constante monitoreo y el aporte gradual pero sostenido del material enmendante necesario.