El cambio climático y los bosques están íntimamente ligados. Por una parte, los
cambios que se producen en el clima mundial están afectando a los bosques
debido a que las temperaturas medias anuales son más elevadas, a la
modificación de las pautas pluviales y a la presencia cada vez más frecuente de
fenómenos climáticos extremos.
Al mismo tiempo, los bosques y la madera que producen atrapan y almacenan bióxido de
carbono, con lo cual contribuyen considerablemente a mitigar el cambio climático.
En el reverso de la medalla sucede que la destrucción, explotación excesiva o incendio de
los bosques puede producir bióxido de carbono, gas responsable del efecto invernadero.
La FAO ha advertido que es necesario tomar medidas ahora para hacer frente a esta
compleja serie de interrelaciones de una forma integral.
"Sin duda es necesario frenar la deforestación y ampliar la superficie boscosa - señala
Wulf Killmann, Secretario del Grupo Interdepartamental de Trabajo de la FAO sobre
Cambio Climático- . Pero también es necesario sustituir los combustibles fósiles con
biocombustibles elaborados con madera de bosques gestionados de forma responsable, a
fin de reducir las emisiones de carbono. Hay que utilizar además más madera para
producir productos duraderos capaces de mantener el carbono fuera de la atmósfera
durante períodos más largos de tiempo."
Los bosques atrapan un billón de toneladas de carbono
Los combustibles fósiles liberan bióxido de carbono al quemarse e incrementan la
presencia de este gas en la atmósfera que, a su vez, contribuye al calentamiento del
planeta y el cambio climático.
Los árboles y los bosques ayudan a mitigar estos cambios al absorber el bióxido de
carbono de la atmósfera y convertirlo, a través de la fotosíntesis, en carbono que
"almacenan" en forma de madera y vegetación. Este proceso se denomina "fijación del
carbono".
En los árboles el carbono supone en general alrededor del 20 por ciento de su peso.
Además de los árboles mismos, el conjunto de la biomasa forestal también funciona
como "sumidero de carbono". Por ejemplo, la materia orgánica del suelo de los bosques -
como el humus producido por la descomposición de la materia vegetal muerta- también
actúan como depósito de carbono.
En consecuencia, los bosques almacenan enormes cantidades de carbono. En total, los
bosques del planeta y sus suelos actualmente almacenan más de un billón de toneladas
de carbono, el doble de la cantidad que flota libre en la atmósfera, indican los estudios
de la FAO.
La destrucción de los bosques, por otra parte, libera en la atmósfera unos seis mil
millones de toneladas de bióxido de carbono al año, y para el equilibrio de este elemento,
así como para la conservación del medio ambiente, es importante evitar que escape este
carbono almacenado, explica la FAO.
Aprovechar los bosques para combatir el cambio climático
Una correcta gestión puede ayudar a combatir el cambio climático mediante repoblación
forestal (plantar nuevos árboles) y reforestación (volver a plantar zonas deforestadas),
además de evitar la tala de los bosques.
En las zonas tropicales en particular, donde la vegetación crece con rapidez y, en
consecuencia, elimina el carbono de la atmósfera con mayor celeridad, plantar árboles
puede eliminar grandes cantidades de carbono de la atmósfera en un tiempo
relativamente breve. En este caso, los bosques pueden almacenar hasta 15 toneladas de
carbono por hectárea al año en su biomasa y en la madera.
La FAO y otros grupos de expertos han estimado que la retención mundial de carbono
producida por la disminución de la deforestación, el aumento de la repoblación forestal y
un mayor número de proyectos agroforestales y plantaciones podrían compensar un
15 por ciento de las emisiones de carbono producidas por los combustibles fósiles en los
próximos 50 años.
La madera que se obtiene también funciona como sumidero de carbono. La madera
utilizada para construcción o para hacer muebles almacena con eficacia el carbono
durante siglos. La fabricación de materiales de construcción como los plásticos, el
aluminio o el cemento, por lo común requiere grandes cantidades de combustibles
fósiles. Sustituirlos con madera ofrece, por lo tanto, grandes beneficios en materia de
reducción de las emisiones de carbono.
Asimismo, el uso de madera como combustible en vez de petróleo, carbón y gas natural,
puede en realidad mitigar el cambio climático. Si bien la combustión de madera y
biomasa libera bióxido de carbono en la atmósfera, si esos combustibles proceden de un
bosque cuya gestión es sostenible, esas emisiones de carbono se pueden compensar a
través de plantar nuevos árboles.
En efecto, con una gestión adecuada los bosques pueden suministrar bioenergía casi sin
emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera.