La conservación de los ecosistemas agrícolas o agroecosistemas reviste una gran importancia para la seguridad alimentaria del planeta, por cuanto ellos contienen los elementos necesarios, suelo, agua y biodiversidad, que son consustanciales a la producción agropecuaria. Aunque la agricultura es una forma necesaria en el uso de las tierras que se encuentra en oposición a los ecosistemas debido a que las decisiones sobre las prácticas de manejo y uso del suelo influyen en los procesos ecológicos y las interacciones suelo- agua-plantas, estas decisiones deben tener en cuenta que la calidad de vida de las personas y su bienestar dependen en última instancias del bienestar del ecosistema. Este documento pretende hacer un llamado a reflexionar sobre la responsabilidad que cae sobre los decisores en cuanto al uso de la tierra para garantiza la seguridad alimentaria de forma sostenible.
IntroducciónComo ha planteado Fresco (2005), si bien en el ámbito político se enfatiza a menudo la oposición entre agricultura y ecosistemas, estos elementos están inevitablemente ligados entre si: utilizan los mismos recursos -agua y suelo- y se basan en los mismos procesos biológicos -fotosíntesis y producción de biomasa. La agricultura no es nada más que un ecosistema del cual los seres humanos toman los productos primarios y secundarios. La historia de la agricultura está caracterizada por un control progresivo y una intensificación de los procesos biológicos a fin de incrementar la producción de alimentos y otros productos. Durante el siglo XX esto ha permitido -a escala global- satisfacer la demanda de alimentos de una población mundial que se triplicó y consume el 20 por ciento de la producción total de la biomasa que produce el planeta. Estos resultados no han sido gratuitos sino que han tenido un cierto costo. Tal como se ha enfatizado reiteradamente en las dos últimas décadas, los avances realizados en la agricultura están inevitablemente asociados con alteraciones de los ecosistemas naturales.
Ello obliga a hacer un alto y reflexionar sobre el uso que se hace de los ecosistema para satisfacer las necesidades humanas y los impactos que ha estado teniendo el mismo a largo plazo, así como que va a ocurrir si no tenemos en cuenta estos impactos. El objetivo de este trabajo es llamar a una reflexión al respecto.
ConceptosEcosistema. "ecosistema o sistema ecológico define una unidad básica de la naturaleza compuesta por un conjunto de organismos (comunidad biótica) y el ambiente no viviente, cada uno influenciando las propiedades del otro y ambos necesarios para el mantenimiento de la vida tal como la tenemos sobre la tierra".Odum, (1966): El concepto, que empezó a desarrollarse en las décadas de 1920 y 1930, tiene en cuenta las complejas interacciones entre los organismos -plantas, animales, bacterias, algas, protozoos y hongos, entre otros- que forman la comunidad y los flujos de energía y materiales que la atraviesan.
Los ecosistemas pueden clasificarse de una forma general por ejemplo océanos, ríos, bosques, etc. o bien de forma más específica por lo que se puede considerar como un ecosistema una zona tan reducida como un charco de agua de mar en las rocas. Pero no existe un límite exacto de donde termina un ecosistema y comienza. Se define un área que se ha transformado para favorecer el cultivo agrícola como un agroecosistema. En el agroecosistema intervienen, además de los factores naturales, las acciones del hombre, las que están acordes con la cultura, creencias, costumbres, motivaciones, etc. y las tecnologías que este utiliza.
Los ecosistemas agrícolas, o agroecosistemas, son aquellos "ecosistemas que se utilizan para la agricultura" en formas parecidas, con componentes similares e interacciones y funciones semejantes. (Figura 1) Los agroecosistemas comprenden policultivos, monocultivos y sistemas mixtos, comprendidos los sistemas agropecuarios, agroforestales, agrosilvopastorales, la acuicultura y las praderas, pastizales y tierras en barbecho. Están en todo el mundo, desde los humedales y las tierras bajas hasta las tierras áridas y las montañas, y su interacción con las actividades humanas -comprendidas las actividades socioeconómicas y la diversidad sociocultural- es determinante .
Figura 1. Agroecosistema
Degradación de los ecosistemas
El desarrollo agropecuario sostenible está fuertemente vinculado a la interpretación que se haga del ecosistema sobre el cual crece y a la aplicación consecuente de los conceptos adecuados en su manejo. Si no se tienen en cuenta las características propias de cada ecosistema, su capacidad para la producción de biomasa y los factores que limitan su capacidad productiva en el momento de tomar decisiones sobre su uso, se estará contribuyendo a su destrucción a largo plazo.
"La salud, la riqueza y calidad de vida de la gente se hallan unidas de forma indisoluble, con la diversidad, la productividad y la calidad del ecosistema del cual forman parte. Consecuentemente, la sostenibilidad depende del mejoramiento y mantenimiento de ambos, del bienestar de la gente y de los ecosistemas en forma conjunta y con igual importancia. Existe una tensión constante entre las necesidades de la gente y los ecosistemas, así como entre los diferentes grupos de personas. Estas tensiones deben enfrentarse si pretendemos desarrollar combinaciones de bienestar ecológico y social que puedan ser sostenibles" (UICN, 1997)
La degradación de un ecosistema es la disminución persistente de su capacidad de proveer servicios .
Hay diferentes grados de alteración de las comunidades naturales que constituyen un ecosistema, que van desde la simple explotación de algunos de sus recursos vegetales y animales que conduce a cambios en las densidades demográficas de las especies explotadas, hasta la radical destrucción de las comunidades y del suelo en que éstas se desarrollan, como ocurre en los casos más extremos de erosión.
Siempre que un trastorno o una perturbación, viole un ecosistema ya establecido, (climax), hierbajos invasores y agresivos, como pueden ser el aroma o el marabú se adueñan del suelo yermo y se extienden rápidamente estableciendo un dominio temporal denominado sistema pionero o sistema inmaduro. Las plantas compiten por la luz solar con el objetivo de capturar la máxima energía disponible mientras intentan cubrir la tierra desnuda tan rápidamente como le sea posible. En tal sistema, la energía se pierde, la diversidad es mínima y las plantas son, generalmente de una calidad y utilidad práctica inferiores. Mientras que su rendimiento es prodigioso, su utilización de los recursos no es muy eficaz. (Hawken, 2000)
Sin embargo, los sistemas pioneros crean la base para ecosistemas más maduros, porque estabilizan el suelo, contienen la erosión, suben oligoelementos desde el subsuelo e impiden un deterioro adicional del área. Una vez establecido un sistema pionero, los colonizadores iniciales son reemplazados por los organismos y relaciones cada vez más complejas hasta que se logre el sistema más adaptado que permita el escenario. (Figura 2).
Figura 2. Esquema de una sucesión o repoblamiento gradual de una zona, hasta la regeneración de la comunidad viviente original a partir de un campo de cultivo abandonado, cuando existe aún el germoplasma necesario para que reaparezcan las especies originales de la comunidad. (tomado de Vázques y Orozco, 1995)Gracias al movimiento realizado entre 1972 y 1992, se celebra la primera Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro (Brasil), donde se reunieron dignatarios de estado de todo el mundo, junto con representantes de organizaciones no gubernamentales involucradas en el área y expertos en el tema, para definir los lineamientos mundiales para el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y el control de la contaminación y la degradación de los ambientes. A partir de la cumbre de 1992, aumentó significativamente el número de estudios y proyectos realizados en el campo de la ecología de la conservación y aun se encuentran en un auge económico e investigativo considerable, puesto que a pesar de contar con convenios y tratados internacionales, las actividades humanas siguen teniendo un impacto negativo sobre el ambiente .
En el 2002 se celebró la segunda Cumbre de la Tierra en la ciudad de Johannesburgo (Sudáfrica), la que también fue denominada Rio+10 porque tenía como meta principal evaluar los primeros diez años de la conservación de la Tierra; lamentablemente esta cumbre, a diferencia de Rio 92, dio pocos resultados tangibles.
Una herramienta importante para prevenir la degradación del suelo es la designación de su capacidad de uso la cual considera factores como la profundidad de la capa fértil suelo, la pendiente, el tipo de suelo, etc. Entre más severas las condiciones del suelo, mayores son las restricciones en su capacidad de uso. Si estas restricciones se sobrepasan mediante un manejo y uso del suelo por encima de su capacidad, el resultado es la degradación de sus características físicas, químicas y biológicas (Montoya, 2005)
Es bien conocido que las decisiones sobre las prácticas de manejo y uso del suelo influyen en los procesos ecológicos y las interacciones suelo- agua-plantas. Sin embargo, las decisiones de los productores agrícolas por lo general se toman para obtener metas a corto plazo, más bien que las metas de largo plazo sobre la productividad y la salud del suelo. Las prácticas insostenibles de uso del suelo y la intensificación de la agricultura son causas significativas de la pérdida de la biodiversidad y los impactos relacionados sobre la función y la resistencia del ecosistema. Una mejor comprensión de la relación entre la vida del suelo y la función del ecosistema y los impactos de la intervención humana, permitirá, no sólo reducir los impactos negativos, sino una más efectiva obtención de beneficios de la actividad biológica del suelo para una productiva y sostenible agricultura (Bennack, Brown, Bunning y da Cunha, 2003)
Toda la agricultura actual, cualquiera que sea la tecnología que se emplea, conlleva a la reversión de un sistema clímax a un sistema pionero.
De acuerdo con lo informado por Clark (2006), los suelos del mundo han perdido como promedio 25,3 millones de t de humus por año, desde que la agricultura comenzó, hace unos 10 mil años. En los últimos 300 años, la pérdida promedio fue de 300 millones t/año los últimos 50 años, este promedio fue de 760 millones t/ año, lo cual evidencia la aceleración de la pérdida de los servicios de los ecosistemas y apremia sobre la necesidad de conservarlos utilizando las tecnologías adecuadas.
Sin embargo, Rodríguez, (2005) planteó que la agricultura es una forma necesaria y extensiva de uso de la tierra y desde sus comienzos, hace aproximadamente 12 000 años, se han cultivado y cosechado cerca de siete mil especies de plantas, como alimento para los humanos, pero en la actualidad solo cerca de quince especies de plantas y ocho de animales constituyen el 90% de nuestra alimentación. De acuerdo con este autor, ello es debido a que el rápido crecimiento de la población humana y los cambiantes patrones de consumo han provocado que la agricultura evolucione de formas tradicionales a modernos sistemas intensivos de cultivo, (sobre todo aquellos intensivos en capital que utilizan maquinaria y agrotóxicos). La agricultura es una de las causas principales de transformación de hábitat a escala global junto a la urbanización, lo que la convierte también en una de las principales causas de la degradación de los ecosistemas.
En América Latina, los agroecosistemas que más impactos negativos han recibido son los asociados a la producción para el mercado internacional, debido a la deforestación y a la contaminación de los suelos y las aguas, asociado a la producción de banano, palma africana, caña de azúcar y otros cultivos exportables
La intervención humana ha dañado más de la mitad de los ecosistemas terrestres lo cual pone en riesgo el bienestar, no sólo del resto de las especies terrestres, sino también para la especie humana...Los efectos negativos de esta degradación podrían aumentar significativamente en los próximos 50 años .
Por otro lado, la FAO considera que la agricultura juega un papel clave en la solución de muchos de los actuales problemas del medio ambiente, ya que, si bien la agricultura es a menudo responsable de los daños al medio ambiente, por factores como la producción no sostenible de alimentos, el mal uso de los combustibles, el agotamiento de los recursos naturales y la explotación excesiva de los ecosistemas, al mismo tiempo, los campesinos deben ser considerados un elemento clave para detener la degradación de ecosistemas vitales y la agricultura figurar en el centro de la escena "si se quiere conservar el equilibrio ecológico del que dependen la actual generación y las generaciones futuras". Para ello se necesita que el sector agrícola y los ministerios implicados participen en el debate sobre biodiversidad, el cambio climático y la bioenergía.
Por otra parte, la Organización de las Naciones Unidas, en marzo de 2005, emitió un Informe que lleva por título Evaluación de los Ecosistemas del Milenio. Dicho informe, dirigido, preferentemente, a quienes están encargados de tomar decisiones, presenta un diagnóstico del estado del Planeta Tierra y sus ecosistemas y entrega respuestas a acciones necesarias a seguir para mejorar la conservación y el uso sostenible de éstos (FAO, 2005)
Las conclusiones principales de este informe son:
Durante los últimos 50 años, los humanos han alterado la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas del mundo de manera más rápida y generalizada que en ningún otro período de la historia de la humanidad. ... Estos cambios se han llevado a cabo sobre todo para satisfacer la demanda creciente de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible. El resultado de todo esto ha sido una pérdida sustancial y en gran medida irreversible de la diversidad de la vida en la Tierra
Las alteraciones causadas a los ecosistemas han contribuido a ganancias netas sustanciales en el bienestar humano y en el desarrollo económico de la mayoría de los países.
La Evaluación de Ecosistemas del Milenio ha desarrollado cuatro escenarios para explorar posibles situaciones futuras para los ecosistemas y el bienestar humano. En los escenarios, las presiones crecientes sobre los ecosistemas durante la primera mitad del siglo XXI resultan en un fuerte aumento del consumo, una pérdida continua de biodiversidad y una mayor degradación de algunos servicios de los ecosistemas
El reto de dar marcha atrás en el proceso de degradación de los ecosistemas al mismo tiempo que se satisfacen las demandas crecientes de sus servicios puede conseguirse en parte en algunos escenarios que implican cambios significativos en las políticas y en las instituciones, innovaciones tecnológicas sustanciales y mejoras en la capacidad de las personas para gestionar los ecosistemas locales y para adaptarse a la alteración de los mismos.
Sin embargo, el aprovechamiento del potencial de los recursos naturales con métodos de manejo sustentable tiene una importancia central para resolver los problemas vinculados a la seguridad alimentaria. La mayoría de los pobres rurales son pequeños productores -aproximadamente dos tercios del total, o 52 millones- en ecosistemas frágiles, tierra insuficiente y formas de tenencia inestable. Desde el punto de vista de la producción agrícola, esta situación ha determinado el uso de sistemas y técnicas de producción que favorecen los procesos de degradación, los que a su vez provocan un continuo deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas y de la capacidad de producción. Se considera que alrededor del 20% del área total de América Latina se encuentra afectada por procesos de desertificación, siendo la mitad de ella de moderada a severa, mientras que un 50% del área total corre riesgos altos de desertificación (FAO, 2002)
Necesidad de mantener la biodiversidad de los ecosistemas
La conservación y el uso sostenible de la biodiversidad agrícola son elementos esenciales para la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible de la agricultura. La biodiversidad agrícola es por lo tanto un tema importante para la Convención para la Diversidad Biológica así como para la FAO, los Gobiernos, organizaciones internacionales y grupos no gubernamentales, por lo cual se ha iniciado un proceso para asegurarse de que la biodiversidad agrícola constituya una parte integral de sus políticas, planes y programas respectivos en el campo de la agricultura y de los recursos naturales (FAO, 1998).
Los recursos genéticos son indispensables para incrementar la seguridad alimentaria y mejorar las condiciones de vida de las personas. La agricultura depende de las diversas especies vegetales y animales cuya materia prima y combinaciones genéticas los proporciona la biodiversidad (Boza, 2004, Escalona, 2005). "Miles de variedades distintas y singulares de cultivos y razas le deben la existencia a 3 000 millones de años de evolución biológica natural y a la cuidadosa selección y cuidado de nuestros antepasados agricultores y pastores, durante aproximadamente 12 000 años de historia agrícola. Los recursos genéticos animales y vegetales -ya sea que se utilicen en los sistemas agrícolas tradicionales, en el mejoramiento genético convencional o moderno o en la ingeniería genética- son un activo mundial de inapreciable valor para la humanidad. Al perderse la diversidad genética, perdemos capacidad de mantener y mejorar la productividad agrícola, forestal y ganadera, así como de responder ante cambios en las condiciones predominantes" (FAO, 2008)
Sans (2007) propuso el desarrollo de métodos de gestión agrícola que permitan armonizar la producción agraria, la conservación de los recursos naturales y el desarrollo rural como una necesidad urgente, partiendo de los postulados de la agroecología, disciplina que tiene por objetivo el conocimiento de los elementos y procesos clave que regulan el funcionamiento de los agroecosistemas y establece las bases científicas para una gestión eficaz, en armonía con el ambiente. La agroecología propone el diseño de modelos de gestión agraria basados en un enfoque más ligado al medioambiente y socialmente más sensible, centrados no únicamente en la producción, sino también en la estabilidad ecológica de los sistemas de producción.
Si se desea mantener agroecosistemas complejos y estables, semejantes a los sistemas naturales, se requiere eliminar o reducir de forma considerable, prácticas tales como el monocultivo, la fertilización química, el total control de las especies silvestres mediante laboreos convencionales o mediante la aplicación de herbicidas y el control de plagas con pesticidas todo lo cual compulsa la disminución de la biodiversidad, y sustituirlos por la diversificación de los hábitats mediante las rotaciones, los policultivos, los cultivos de cobertura, el mantenimiento de la vegetación de los márgenes, la fertilización orgánica y los laboreos superficiales los cuales proporcionan el incremento de la biodiversidad.. La complejidad y la estabilidad de los sistemas agrícolas, de manera parecida a la de los sistemas naturales, se basa en su diversidad. Esta diversidad, constituida por un mosaico de elementos -el paisaje agrario- relacionados por una serie de flujos (materiales, energía, organismos, etc.) horizontales entre ellos y verticales dentro de cada uno de ellos en interacción con el uso local de los recursos propios de la cultura rural, es la base para una gestión de agrosistemas sostenibles y el diseño de prácticas que mantengan o aumenten la fertilidad, la productividad y la calidad de las producciones y regulen las poblaciones de las plagas (Sans, 2007)
Cuba no escapa a los problemas ambientales más comunes que afectan a la humanidad. La enorme devastación de los bosques producida por la explotación colonial y neocolonial durante casi cinco siglos que los llevaron hasta el límite del 14% hizo que los valores naturales se vieran seriamente afectados.
A partir de 1900, se aceleró un proceso de deforestación de los campos cubanos para el establecimiento de la caña de azúcar, como principal renglón exportable, que llevaron el área forestada de 59 a 14 % entre ese año y 1959. Con el triunfo de la revolución se inicia un proceso de recuperación del área forestal pero esta se incrementa hasta 26 % en 2007, según declaraciones del CITMA. Este pobre crecimiento se debe a que durante esa etapa la agricultura convencional se desarrolló tomando como base la emergente Revolución Verde, los grandes latifundios nacionalizados se convirtieron en grandes empresas donde prevaleció el monocultivo agroexportador, lo cual produjo impactos negativos numerosos y considerablemente peligrosos acentuándose la erosión, la compactación, la salinización, el encharcamiento de los suelos y la contaminación ambiental. El paradigma convencional tendió al incremento de los costos en la medida que el aumento de los insumos y sus precios intentaban contrarrestar la baja fertilidad de los suelos erosionados así como la pérdida de los controles naturales de las plagas mediante la utilización de fertilizantes y pesticidas.
Por ello, al surgir la debacle del campo socialista europeo, y reducirse o eliminarse la importación de los insumos necesarios al modelo productivo vigente en ese momento, los ecosistemas, que estaban produciendo por encima de su capacidad con el subsidio en energía que se les intrucía, redujeron drásticamente los bienes que aportaban a la alimentación de la población.
Aunque existe en Cuba un movimiento que promueve la agricultura de bajos insumos, congruente no solamente con la necesidad de proteger el medio ambiente, sino con la situación socioeconómica que atraviesa el país, todavía prevalece la cultura de altos insumos en el proceso agrícola, lo cual produce inercia en los productores que esperan por el regreso de esas tecnologías. El movimiento de agricultura ecológica ha prendido en los pequeños agricultores, y en la agricultura urbana, pero no aún en aquellos que poseen el mayor porcentaje de la tierra cultivable, como son las CPA, las UBPC y las Granjas Estatales. Igualmente se observa el predominio de la cultura de altos insumos en la tecnoburocracia, lo cual se manifiesta en la falta de contextualización de la asistencia técnica que ofrece.
Sin embargo, ya existe un interés y conocimiento, que va creciendo, en nuestra población rural a favor de nuestra biodiversidad y el escenario que les ha tocado trabajar para así garantizar una variada producción de alimentos indispensables para la familia cubana sin agredir los ecosistemas que bien pudieran convivir e interactuar con las necesidades básicas del hombre pero sin ser agotados por éste .
Referencias bibliográficas
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