Argentina - Biodiésel, el nuevo tesoro para los inversores
Publicado:22 de septiembre de 2006
Fuente:Infobae
Si desde hace algunos años se considera a Brasil como la futura Arabia Saudita de los biocombustibles, por ser el primer productor mundial de bioetanol (con un 50% del mercado), la Argentina podría convertirse en un jugador muy importante del mercado, gracias a su potencial de producción de biodiésel y de bioetanol.
Las inversiones que se están realizando en el sector, junto con las que se anuncian, dan la pauta de que el país podría, en el mediano plazo, alzarse con el primer puesto en materia de exportación de biodiésel, ya que desde la devaluación del peso en el 2002, la producción agrícola se ha vuelto muy competitiva a nivel mundial (incluso frente a países como los EEUU y la Unión Europea que subsidian a sus agricultores), lo que ha generado un importante flujo de inversiones destinadas a expandir la capacidad productiva.
Esta semana, se informó que el magnate estadounidense George Soros volvía a mirar hacia la Argentina para invertir, con el objetivo de desarrollar una planta de producción de bioetanol en el sur de Santa Fe. Pero son muchas las empresas multinacionales que ya han comenzado a construir plantas para la producción de combustibles. Y de hecho, la región que más está concentrando esta nueva industria es la provincia de Santa Fe, gracias a su polo de crushing de soja, que es el más grande del mundo, ubicado cerca de Rosario y a la vera del río Paraná.
Escasez
Aparte del atractivo que genera la mayor demanda de biocombustibles a nivel mundial, que permitiría impulsar las exportaciones argentinas, para el mercado interno la producción de estos combustibles derivados podría ser la solución a un problema de escasez que se va a plantear en poco tiempo más. De hecho, el horizonte de reservas de la Argentina es de 9,1 años para el petróleo y de 10,2 años para el gas, lo que obliga a pensar en otras fuentes de energía.
Para Rogelio Pontón, titular del Departamento de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, la razón principal de este auge de los biocombustibles se debe a la escalada en los precios del crudo, sumado a la sensación de que la “era del petróleo barato ya llegó a su fin”, como sostiene una publicidad de la petrolera Chevron, que es lo que está disparando a muchos países a impulsar fuertemente la producción de estos combustibles alternativos.
De hecho, la revista especializada Oil World considera que la producción de biodiésel debería crecer hasta alcanzar las 15 millones de toneladas para el año próximo, y unas 24 millones de toneladas en 2008.
Inversores
“El uso de los biocombustibles es una tendencia firme en el mercado internacional y, por ello, Repsol YPF entiende que, con las oportunidades que representa la Argentina como productora de oleaginosas, es importante poner en marcha un programa para producir biodiésel en el país”, señaló la compañía en un comunicado. Otra de las inversiones más importantes que se han anunciado en los últimos meses fue la de la aceitera Vicentín, de u$s40 millones, para instalar una planta productora de biocombustibles en la localidad de San Lorenzo, provincia de Santa Fe. Su objetivo es exportar unas 200.000 toneladas, aprovechando las economías de escala que genera estar cerca de la principal zona sojera del país y de las plantas aceiteras.
De acuerdo con Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH), ya hay unas 26 empresas que han iniciado o evaluado proyectos de inversión en materia de biodiésel y otros biocombustibles. La capacidad prevista por el total de la plantas a instalar es de 3,1 millones de toneladas de biodiesel anuales, lo que permitiría convertir a la Argentina en el mayor exportador del mundo.
Cómo se produce
A diferencia del diésel, el biodiésel es producido a partir de productos renovables, como los aceites vegetales y las grasas animales. Los aceites vegetales que más se utilizan son los de soja, girasol, maní, colza, canola, e incluso aceites usados que se reciclan para usarlos como combustibles.
Para producir el biodiésel, el aceite se extrae de la semilla cultivada, dejando atrás harina de semilla que puede usarse como forraje animal. El aceite es refinado y sometido a la transesterificación, lo que produce glicerina como un derivado. El biodiésel puede usarse en su forma pura (100% biodiésel) o “cortado”, es decir mezclado en cualquier proporción con diésel regular. La Ley de Biocombustibles que fue sancionada este año en la Argentina estipula que los combustibles deberán ser cortados con un 5% de biodiésel a partir del año 2010.
La gran ventaja que posee el biodiésel es que se produce a partir de insumos renovables, como son los cultivos agrícolas. Pero además, se valora el hecho de que sea biodegradable y que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero. En materia de consumo, su energía específica es un 5% menor que la del gasoil, pero su elevada lubricidad compensa esta diferencia, por lo que el rendimiento energético de ambos combustibles es esencialmente el mismo. Los expertos señalan que la lubricidad del biodiésel es muy significativa, ya que duplica la vida útil de los motores que lo utilizan.
Historia
El biodiésel fue el fruto de un experimento realizado por investigadores brasileños durante la segunda guerra mundial, a falta de combustibles fósiles, que intentaron suplir la escasez de demanda con energías renovables. Sin embargo, recién en los años ’70, y gracias a la crisis petrolera, se pudo desarrollar para su producción a gran escala. Hoy, con el precio del barril de petróleo que este año alcanzó los u$s78, el desarrollo de la industria en el mundo a gran escala es una realidad palpable.
Hoy en día, países como Alemania, Austria, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Malasia y Suecia son pioneros en la producción, ensayo y uso de biodiésel en automóviles. El objetivo de la Argentina es alcanzar muy rápidamente un estado de desarrollo del sector similar a los países de punta. Su competitividad le permite convertirse en uno de los principales “players” a nivel mundial.
Revalorización
Uno de los mayores beneficiados de este boom de los biocombustibles es el sector agropecuario, que ve cómo puede llegar a mantenerse un ciclo alcista en el precio de sus principales commodities, gracias a la demanda de economías emergentes como China y la India, pero también por este desarrollo del sector de combustibles renovables.
Pero el valor de la tierra también se espera que crezca, ya que la legislación de la Unión Europea en la materia exige que se cultiven 105 millones de hectáreas para cumplir con los requisitos en el corte de las naftas dentro de 5 años. La UE cultiva actualmente 90 millones de hectáreas, por lo que tendría que conseguir el resto fuera del continente (15 millones), y esto podría beneficiar a nuestro país.
“La Argentina todavía sigue siendo barata en el valor de la tierra, no solamente con respecto a Europa, sino también frente a Brasil. En la zonas limítrofes con Corrientes, la hectárea vale entre u$s2.000 y u$s3.000, y del lado argentino está a u$s500-u$s700”, indica Martín Fraguío, director ejecutivo de la asociación Maizar.
Dentro del panel de acciones líderes de la Bolsa de Comercio, la empresa que más puede sacar provecho de esta situación es Cresud, dedicada a la explotación agropecuaria y a los negocios inmobiliarios. De hecho, la compañía se presenta como una especie de Real Estate Investment Trust en el sector agropecuario, una figura muy difundida en los EEUU. En lo que va del año 2006, la acción de Cresud creció un 73,6%, pero si se mide su rendimiento en los últimos 12 meses, la suba fue del 81,4%.
Soros vuelve a la Argentina de la mano del biocombustible
George Soros, el inversor y magnate de origen húngaro, que se hizo famoso en 1992 cuando forzó la devaluación de la libra esterlina, ha tenido un vínculo muy significativo con la Argentina en los últimos años. Sus primeras incursiones fueron en el sector inmobiliario, con IRSA (desarrolladora de varios de los principales shoppings del país) y Cresud (dedicada a la compra y explotación de campos), y luego de la crisis del 2001 prefirió batir en retirada y “desensillar hasta que aclare”.
A la vista de la última visita del presidente Kirchner a los EEUU, parece que para Soros llegó la hora de reinvertir en la Argentina. En una reunión con el ministro De Vido en Nueva York, Jonathan Soros, hijo del magnate, anunció el interés de invertir en el sector de los biocombustibles unos u$s300 millones para producir bioetanol en la zona de Venado Tuerto, en el sur de la provincia de Santa Fe.
Pero este proyecto de Soros no es aislado, porque hace varios años que viene siguiendo la evolución del mercado de los biocombustibles, al igual que otros grandes inversores como Hill Gates, fundador y CEO de Microsoft. Sin embargo, a diferencia de Gates, Soros tiene un mayor interés en invertir en América latina, ya que la conoce desde hace varios años. Sin ir más lejos, en febrero de 2006, el magnate decidió comprar una usina para producir etanol en Brasil, en el estado de Minas Gerais. Este emprendimiento que se anuncia para Santa Fe está en línea con esta nueva orientación de su cartera de inversiones.