El suelo un agregado de minerales no consolidados y de partículas orgánicas producidas por la acción combinada del viento, el agua y los procesos de desintegración orgánica, ocasionado por la desintegración físico-química de las rocas de la corteza terrestre (Crespo, 2004).
El suelo puede ser conceptuado desde diversos enfoques (agronómico, geológico o de ingeniería civil). El suelo desde un enfoque agronómico; se define, según Crespo (2004), citando a Tschebotarioff, como “la delgada parte superior del manto de rocas en que penetran las raíces de las plantas y donde éstas toman el agua y las demás sustancias necesarias para su existencia”.
Los componentes primarios del suelo son:
1) Compuestos inorgánicos, no disueltos, producidos por la meteorización y la descomposición de las rocas superficiales;
2) Nutrientes solubles utilizados por las plantas;
3) Diferentes tipos de materia orgánica, viva o muerta y
4) gases y agua requeridos por las plantas y por los organismos subterráneos.
El suelo suministra a la vegetación, bajo factores climáticos como temperatura, humedad, aire, precipitación, humedad, luz., los nutrimentos necesarios para su funcionamiento (De las Salas, 1987); bajo el enfoque en agroecosistemas, basado en la teoría de sistemas, el suelo es un componente del agroecosistema.
Existen diversas clasificaciones de suelos acorde al campo de aplicación, necesidad y uso: la clasificación de la Asociación Americana de Funcionarios de Caminos Públicos, la clasificación de la Administración de Aeronáutica Civil y el Sistema Unificado de Clasificación de Suelos, que integra a los dos anteriores mencionados (Crespo, 2004).
La primer paso de las correctas prácticas agrícolas es el uso adecuado de la tierra, entendido este uso, como la acorde a la capacidad de la tierra para una producción sostenida (Hudson, 1982). Existen varias clasificaciones para determinar el uso agrícola del suelo; ya que, factores climáticos, geográficos, edafológicos y socioeconómicos influyen en las clasificaciones debido a la diferenciación que existe entre regiones y países (Hudson, 1982).
Se utilizará la clasificación del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta clasificación, originada de Soil Convervation (Stanlling, 1957 citado por Hudson, 1982), establece ocho clases de suelos y el uso pertinente de ellos; siendo los cuatro primeros aptos y los cuatro restante no aptos en el uso agrícola. A continuación, se presenta la descripción y características de los tipos de suelos.
Clase I
- Excelentes aptitudes para el cultivo.
- Uso 100% agrícola. Uso de métodos ordinarios
- Suelos profundos, fácil laboreo, planos
- No presentan encharcamiento
- Pérdida de fertilidad o formaciones de arcillas (solifluxión)
Clase II
- Limitación moderada en el uso
- Labores adecuadas de fácil aplicación
- Pendiente suave (erosión moderada)
- Profundidad mediana
- Necesidad de drenaje
Clase III
- Importantes limitaciones en su cultivo
- Serios riesgos de deterioro
- Suelos medianamente buenos
- Requiere de la rotación de cultivos
- Riesgo de erosión mayor que 1 y 2; y menor fertilidad
- Se restringe la elección de cultivos y calendario productivo
Clase IV
- Suelos someros, baja fertilidad
- Pendientes moderadas
- Limitado a cultivos herbáceos, deben dedicarse a pastos durante largos periodos
- Posible cosecha de granos cada sexenio
Clase V
- Deben mantener vegetación permanente (pasto o bosque)
- Pendiente casi horizontal
- Encharcamiento que no permite cultivos
- Manejo para evitar pérdidas por encharcamiento
- Poca erosión por viento o agua
Clase VI
- Produce madera o forraje (manejado adecuadamente)
- Pendientes fuertes
- Suelos muy someros
- Pendientes más pronunciadas que IV
- Sujeta a erosión
Clase VII
- Suelos pendientes
- Erosionados o inundados
- Accidentados
- Aprovechamiento de mediano a pobre
- Si existe la precipitación adecuada puede utilizarse para bosques
Clase VIII
- Se emplea para conservación de fauna, esparcimiento, e uso hidrológico
Esta clasificación tiene como fundamento la erosión del suelo pero es de utilidad para establecer una diferenciación entre suelos no marginales (aptos para la agricultura) y marginales (no aptos para la agricultura). Además que, la erosión en uno de los principales procesos de degradación del suelo (Grandía y Meliá, 2003). La expresión “tierras marginales” se utiliza para referirse a los espacios abandonados como consecuencia de su escaso valor productivo; es decir son aquellos suelos (como sinónimo de tierra agrícola) localizados en zonas de precipitaciones débiles e impredecibles, y donde la temperatura y las condiciones de relieve (terrestre) restringen la productividad natural y el establecimiento de sistemas agrícolas (Clase V, VI, VII y VIII) (Grandía y Meliá, 2003). Por ello, se entenderán como suelos no marginales a los considerados en las clases I,II, III y IV.
En la actualidad, el tema de los biocombustibles a tomado relevancia por razones ambientales (menor emisión de CO2 al entorno) y económicas (incremento de la demanda de energía a nivel mundial), y el decrecimiento de los combustibles fósiles tradicionales (petróleo y carbón), además de los altos precios del petróleo (SGPyA-IICA, 2006); por lo que se ha generado un aumento en la demanda de los productos agrícolas para la producción de energía (IICA, 2007).
Se define biocombustible como el tipo de combustible procedente de la biomasa, entendida ésta como la materia de origen biológico que es susceptible de ser utilizada en recursos energéticos (Seoánez, 2002). Los biocombustibles se obtienen mediante la industrialización de productos agrícolas como soya, maíz, girasol, sorgo y caña de azúcar; así como de productos no tradicionales como el cártamo (SGPyA-IICA, 2006); La caña de azúcar, los cereales, la remolacha (de la caña de azúcar) son utilizados para producir bioetanol como sustituto de la gasolina mientras que los aceites vegetales se utilizan para la producción de biodiesel (IICA, 2007); pero la producción de biocombustibles se ha basado principalmente en los cultivos del maíz y caña de azúcar por dos razones: 1) Estos cultivos presentan los mayores rendimientos agrícolas para la producción de etanol (Cunningahm, 2007) y 2) El 90% de la producción total de biocombustibles se destina al etanol (IICA, 2007). Por lo que la producción de biocombustibles, principalmente etanol, a generado interés en los países desarrollados, con el objetivo de crear una fuente de energía que sea utilizada en el transporte, principalmente (Cunningahm, 2007) y que les permita disminuir su dependencia del petróleo extranjero.
Pros del uso de suelo no marginal para la producción de biocombustibles
- En la actualidad, la escasez de petróleo y los altos precios del mismo afectan la economía mundial (Alessandro, 2006; IICA, 2007) por lo que existe la necesidad de encontrar fuentes alternas de energía al petróleo, que sean renovables. Los biocombustibles, principalmente maíz y caña de azúcar, se producen en suelos no marginales.
- Existen protocolos internacionales (Kyoto) que establecen la reducción de emisión de gases de invernadero; y es mediante el uso de biocombustibles como se pretende hacer esta reducción para evitar el calentamiento global.
- El cambio en las fuentes de energía y la reconversión de la agricultura a la producción de biocombustibles permitirá que los países Latinoamericanos exporten mayor volumen de producción a los países industrializados. Bravo (s/f), acorde a estadísticas de la European Commission, menciona que Europa se convertirá en el principal importador de productos agrícolas tanto para el consumo como para la producción de biocombustibles y América Latina será su principal proveedor; ya que la Unión Europea importa el 75% de proteína vegetal tanto sólo para la alimentación del ganado (Alessandro, 2006 y Bravo s/f).
- EEUU, principal socio comercial de México, importa el 61% del petróleo crudo que consume por lo que ha buscado reducir su dependencia al petróleo extranjero mediante la producción de biocombustible (bioetanol) a base del maíz (Pimentel 2003); ya que es el principal productor del grano a nivel mundial (SAGARPA, 2008).
- Mayor dinamismo económico en los países con economías emergentes; lo que representa para América Latina, y en especial México, una oportunidad de negocio. Walter (2005) menciona que, para América Latina se han generado grandes megaproyectos para la producción de biocombustibles o para encontrar sostenibilidad en la producción de monocultivos del maíz y caña de azúcar para la producción de biocombustibles.
Contras del uso de suelo no marginal para la producción de biocombustibles
- Incremento en la escasez de alimentos. En los países industrializados, han comenzado a sustituir la producción de petróleo por biocombustibles lo que ha generado una reconversión de la agricultura (bioetanol principalmente) (Soonet, 2007).
- Presión económica y política de las potencias económicas sobre los países con economías emergentes para el suministro de materias primas tanto para la producción de biocombustibles como para el consumo; lo que generaría un déficit alimentario en los países en vías de desarrollo. Al respecto, Sooner (2007) menciona que, los países industrializados han comenzado a sustituir la producción de petróleo por biocombustibles ya sea en sus sistemas agrícolas o mediante la importación de materias primas de países con economías emergentes.
- El uso de suelos no marginales destinados para la producción de alimentos será cambiado para la producción de biocombustibles. Por ejemplo, Dakota del Sur e Iowa, principales productores de maíz en EEUU, dedican el 50% de su producción a la producción de biocombustibles; lo que genera un déficit en suministro de maíz para alimento tanto para consumo humano como de la ganadería (Bravo, s/f). Otro ejemplo de ello se presenta en la Unión Europea; quién acordó que para el 2020 todos los combustibles (para medio de transporte) deben contar con 10% de origen biocombustible; por lo que tendrá, tque destinar el 72% de la superficie agrícola a la producción de energía (Bravo, s/f).
- Los países con economías emergentes no cuentan con el volumen de producción suficiente para destinar la producción al consumo humano y animal y a la vez les permita la producción de biocombustibles o la exportación de los mismos. Según datos de la SAGARPA (2008), en el año 2007, de la disponibilidad total de maíz (producción e importación) que tenía México el 56% se destinó para consumo humano, 27% para el sector pecuario, 11.5% para la industria, y 5.3% para otros usos.
- El establecimiento de monocultivos, como el maíz y caña de azúcar, tanto para el consumo humano como para la producción de biocombustibles aumentará el número de plagas y enfermedades, por la falta de rotación de cultivos (Pimentel, 2003).
Pros del uso de suelo marginal para la producción de biocombustibles
- Utilización de áreas no utilizadas. Por lo que se podrían ocupar los suelos clasificados como V, VI, VII y VIII siempre y cuando se desarrolle la tecnología (variedades y equipo) para tal efecto.
- La producción de cultivos con fines bioenergéticos en suelos marginales presenta factibilidad ya que no compiten con la producción destinada para el consumo humano en cuanto a disponibilidad de suelo, agua y otros recursos necesarios para la producción (Bravo, s/f).
- Incorporar a la producción comercial a productores que destinan su producto al autoconsumo; lo que les generará mayores beneficios económicos.
- Utilización de productos no tradicionales (como la remolacha) en suelos marginales que permitan la producción de biocombustibles; de tal forma que la producción de cultivos tradicionales sea destinada para el consumo humano y animal y el cultivo de los no tradicionales para la producción de biocombustibles; con lo cual, se evitarían problemas de déficit alimentario. Esto bajo la premisa que las características agronómicas de los cultivos no tradicionales sean las adecuadas para su establecimiento, desarrollo y producción en suelos marginales.
Contras del uso de suelo marginal para la producción de biocombustibles
- Tanto el maíz como la caña de azúcar requieren de condiciones agroecológicas específicas para su desarrollo y funcionamiento que permitan una producción adecuada para la generación de biocombustibles; pero la mayoría de los suelos marginales carecen de éstas condiciones. Por lo que la relación clima-planta-suelo debe considerarse como un sistema integrado. En el caso específico de la caña de azúcar, Jiménez et al., (2004) menciona que, las características inadecuadas del suelo crea restricciones en el desarrollo y funcionamiento del cultivo.
- Acorde a la clasificación de suelos presentada en las páginas anteriores los cultivos del maíz y caña de azúcar, como los principales cultivos ocupados para la producción de biocombustibles, no pueden establecer en suelos marginales (Clases V, VI, VII y VIII).
- Además, acorde a lo planteado por Cunningahm (2007), el maíz y caña de azúcar presentan los mayores rendimientos agrícolas para la producción de etanol; pero al no contar con las condiciones agroecológicas adecuadas los rendimientos serán menores a lo esperado e incluso nulos. Aspecto relacionado a la definición de “tierras marginales” (espacios abandonados como consecuencia de su escaso valor productivo).
- Bravo (s/f) menciona que la incorporación de tierras marginales para la producción de biocombustibles no es una solución que permita que todos los todos los involucrados obtengan beneficios; ya que en la mayoría de los casos, los suelos marginales se encuentran en posesión de indígenas o productores que destinan la producción al autoconsumo; y la pretensión de sacarlos de este tipo de producción para incorporarlos a la agricultura para la producción de biocombustibles puede generar perturbaciones en los poseedores de estos suelos.
- Además, en la mayoría de los casos se requerirá de paquetes tecnológicos adecuados que permitan el establecimiento, desarrollo y producción de cultivos (tradicionales o no tradicionales) para la producción de biocombustibles con la finalidad que los rendimientos obtenidos sean suficientes para satisfacer la demandan de materias para la producción de biocombustibles.
Literatura consultada
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