Las unidades de producción representan la entidad mínima para generar una sostenibilidad operativa. El sudoeste bonaerense podría liderar cambios, en la región pampeana, a partir de priorizar este enfoque sistémico en el ámbito agrícola.
Contexto global
La alta concentración en grandes ciudades es un problema global. Especialmente por el impacto ambiental pero también por salud y seguridad. Argentina ostenta el dudoso récord de ser el país con mayor concentración y polarización de habitantes. En el mundo la población urbana-rural llegó a un equilibrio en 2008. Los pronósticos actuales de urbanización, en un 90%, se cumplirán en regiones subdesarrolladas: Asia, África y América Latina. Queda claro que el crecimiento de ciudades y mega ciudades ya no es -necesariamente- un indicador de progreso.
El Covid-19, como externalidad positiva, se encargó de desmitificar muchas cosas poniendo blanco sobre negro y viceversa. Los resultados exponen o visibilizan niveles de irracionalidad humana mucho más peligrosa que la del propio virus.
Diagnóstico nacional
El rol de la distribución humana, aunque frecuentemente soslayado, es un punto decisivo de los modelos de desarrollo. En Argentina, precisamente, el problema estructural más determinante es su alta distorsión geodemográfica, es decir la radicación humana en el territorio.
La gravedad se refleja en los siguientes números: 93 % de la población tiene residencia urbana; un tercio del total de habitantes se localiza en el 0,1 % de la superficie; un 50 % del conjunto se radica en un 10 % del territorio nacional y una sola provincia (de 24) cuenta con el 40 % de la población, en el 8 % del país (Tabla 1).
Hay otras limitantes, pero estos guarismos ejemplifican el alto grado de inviabilidad que padecemos. Sólo partiendo de una cierta identidad-país será posible pensar en un proyecto nacional enfocado en transformar nuestro territorio y nuestro paisaje. En esa línea, la primera política de Estado debe ser la de Ordenamiento territorial, luego acompañada de sostenibilidad agrícola y educación ambiental.
El caso sudoeste bonaerense
Los sistemas de producción representan la entidad mínima para generar una sostenibilidad operativa. El sudoeste bonaerense podría liderar una transformación rural, en la región pampeana, a partir de un enfoque que priorice la sostenibilidad de sus sistemas agrarios. Lo que sigue es una apretada síntesis de una propuesta, ya elaborada, que combina aspectos tecnológicos con la escala del predio.
Tabla 1. Distribución geodemográfica, sobre el total nacional.
La zona en cuestión, ocupa un 23 % de la superficie de la provincia de Buenos Aires. En población implica un 4 % del distrito, pero con un sexto de la densidad media. En el censo de 2010, de los siete partidos que disminuyeron la población neta -en la provincia- seis correspondieron a la sexta sección electoral.
Buena parte de este resultado se liga a una visión economicista de las pymes agropecuarias. En efecto, la unidad económica agraria (UEA) ya supera -en la región- las 1000 ha, siendo el tamaño más frecuente (modal) de los establecimientos igual a 630 ha. Cabe aclarar que la UEA es la superficie que permite el sustento y el progreso de una familia tipo. Este proceso, que ya lleva muchas décadas, debilita la comunidad y la calidad de sus producciones primarias, contribuyendo a la desertificación social y ecológica.
Soluciones
Para abordar este diagnóstico, varios profesionales de la región diseñamos una propuesta, a partir de un proyecto de investigación (PICTO 2010/13 nro. 0027). Uno de los resultados, es la publicación del libro “Buenas prácticas agrícolas con desarrollo local para el sudoeste bonaerense” que fundamenta esta ponencia. En la Tabla 2 se sintetizan, esquemáticamente, los pasos a seguir.
Tabla 2. Secuencia conceptual y operativa para acceder al desarrollo local.
Consideraciones finales
No se concibe sostenibilidad sin buenas prácticas y lo inverso tampoco es viable. Una propuesta sistémica y normativa, irremediablemente contiene elementos políticos que impactan en toda la sociedad. Más aun cuando se involucra el criterio de sostenibilidad, en términos integrales.
Se trata de iniciar la transición de una producción comercial en territorial, promoviendo sistemas que respondan a un paradigma agrosocial o agroecológico. Esta nueva figura se conforma con tres atributos básicos: escala (pequeña a mediana), buenas prácticas agrícolas (de procesos y bajos insumos, agroecológicas u orgánicas) y multifuncionalidad (resultante), que integra produccion de bienes comerciales y publicos.
El carácter social, productivo y ambiental -de estos sistemas- supera el criterio limitado de la UEA y la estrecha visión sectorial de la producción primaria. Condice, en cambio, con un enfoque multiescalar (local, nacional y global), acreditando patrones de resiliencia y sostenibilidad.
El tamaño de cada unidad, por debajo de la UEA, debe ser compensado por sus prestaciones sociales y ambientales. Se asume que esta política de desarrollo es una óptima inversión, por todo concepto, de la sociedad. Entre otras cosas, porque incluye valiosos aportes al ordenamiento territorial, a la salud pública y al paisaje.