La necesidad de procurar la protección de su dinero, tanto de empresas como de personas, ha sido un gran incentivo para el desarrollo de los mercados de inversiones.
Pero tal vez sea el enorme flujo de dinero excedente el que ha llevado al desarrollo de complejas operaciones, incomprensibles para la mayoría de los mortales. A la sombra de esta situación, los mercados proliferaron y tomaron impulso anclados en la necesidad de estas personas y empresas de tener un legítimo canal para derivar ese flujo de recursos.
¿Qué es entonces lo que llevó, a través del tiempo, a que se reiteraran situaciones críticas de mercado como la actual? Ante los ejemplos expuestos (como hemos trascrito en capítulos anteriores en los casos de la “Gran depresión del 29” y del “Tequila”) las alzas extremas son el escenario que preanunciaron el consecuente “desplome”.
Como intentamos a lo largo de estos 5 capítulos, veremos (en esta conclusión) los elementos fundamentales para analizar la situación actual y tratar de responder la hipótesis de este informe: los altos precios de commodities como elemento estructural o coyuntural por efecto especulativo.
Dividiremos el análisis en 2 aspectos de importancia a tener en cuenta.
Hoja uno del libro con la Teoría de Malthus
Estructurales: Fundamentos económicos, políticos y sociales.
A pesar de los enormes adelantos en varios campos, en la economía de hoy hay distintos embudos que contribuyen al alza en el precio de los bienes conocidos como materias primas.
En principio, el más básico concepto a verificar es la relación existente entre la producción, el consumo y el stock de un bien. Sin perder de vista el dinamismo que hay entre estos tres componentes, desde hace años la relación viene jugando a favor del alza.
La distribución también presenta problemas que, la demora en resolverlos, los torna en estructurales. Por más que la producción sea “récord”, si no existen medios para transportarlos a los centros de consumo, no se verificará en plenitud su efecto. En la actualidad la existencia de una crisis naviera (por la insuficiencia de buques que eleva las tarifas) sumado a que los principales puertos de China están operando al borde de sus posibilidades, es otro ingrediente a tener en cuenta.
Es de primordial importancia la inclusión de China y Rusia para analizar el estado actual de la economía global a partir de sus cambios político-sociales, y a la India como representante del conjunto de países emergentes.
China y Rusia, países de población millonaria en cantidad, tenían un modelo socio/político/económico completamente cerrado.
Hoy, la situación es opuesta. De manera gradual, ofrendaron al mercado global esos millones de habitantes. Los mismos se incorporaron al consumo masivo de bienes y servicios, al incrementar su poder de compra y mejorar su calidad de vida.
Lo mismo sucede con la India (como puntual ejemplo del crecimiento conjunto de una serie de países emergentes). La extrema pobreza postcolonial de este país se contrapone con el alentador contexto actual (a pesar de que persisten la mala distribución e injusticia).
Toda esta “carga” adicional de personas, que aumentaron considerablemente sus posibilidades de consumo, ejercen una presión constante en la demanda de mercado.
A lo antedicho, se suma el problema denominado “competencia” por los recursos. En este item situamos a lo que varios analistas llaman “alimentos vs. energía”.
En ámbitos profesionales, es común que se manifieste que, una de las maneras de alargar el ciclo de vida de un producto, es la de encontrarle al mismo nuevos usos.
En este caso, el espectacular desarrollo de la industria de los biocombustibles (como emergente de la crisis del petróleo) genera una fuerte competencia de recursos que refleja un gran fundamento alcista, al menos, a mediano plazo.
A todo esto se le suma el progreso de las economías de los países centrales que, ya sea por crecimiento genuino o artificial (siguen transando bienes incrementando su déficit comercial), también presionan sobre el consumo.
Como muestra de los desafíos estructurales que debe enfrentar la economía mundial, el “Informe Anual 2007” de la Organización Mundial de Comercio (presentado hoy) señala que “El comercio mundial se multiplicó 27 veces desde 1950, un crecimiento tres veces más rápido que la producción mundial.”
Una conclusión más que elocuente a los cuellos de botella mencionados y a los que vendrán en la medida que avancen los acuerdos para la liberalización del multilateralismo comercial en la discutida Ronda de Doha.
Coyunturales: la distorsión de la especulación
El análisis coyuntural lo centraremos en los aspectos distorsivos que genera la especulación.
Y es la especulación la que, magnificando hasta las noticias más inocuas, incorpora un elemento que genera una gran incertidumbre: la volatilidad.
A la sombra de ese gran flujo excedente de dinero que mencionábamos, ha crecido notablemente la participación de inversores profesionales, más comprometidos a rendir cuentas a los inversores, que preocupados por ser una pata importante de financiamiento del sistema productivo. Son los llamados especuladores.
Podríamos inferir entonces que, una de las causas que más influyen en el contexto actual es que, la existencia en el mundo de una sobreacumulación de capitales es la responsable de la situación de inestabilidad que afecta a los mercados desde hace tiempo.
Ese tremendo excedente de dinero no es “autónomo” sino que, en definitiva, es manejado por personas que tienen la presión de convalidar su habilidad y presentar utilidades en el manejo de los mismos.
Y como esas utilidades no se conseguirían con negocios tradicionales, estos agentes han desarrollado (en un vocabulario por demás cuidado) “sofisticados instrumentos financieros”.
Pero resulta que, en el derrumbe, todos los inversores “azorados” descubren que han colocado su capital en algo muy parecido a un “cocktail de sobras” (popularmente llamado “mezcladito”), en el que convivían bebidas muy buenas con otras regulares con muchas muy malas (convenientemente disimuladas en el montón).
Ahora bien, el concepto polémico es si estas situaciones de alzas extremas con derrumbes que dejan el tendal de pérdidas ¿son inocentes o creadas artificialmente?
Expongo aquí (forzando un poco la extrapolación) una comparación entre esta circunstancia y la famosa “Teoría sobre población” de Malthus.
Malthus manifestó en su Teoría que, el crecimiento exponencial de la población versus el incremento aritmético en la oferta de alimentos, haría que, en una proyección no muy lejana, sobraría gente o faltarían alimentos.
"El principio de la población de período en período es tan superior al principio productivo de las subsistencias, que para mantenerse al nivel, para que la población existente encuentre alimentos proporcionados, es preciso que a cada instante impida este progreso una ley superior; que la dura necesidad la someta a su imperio; | Entre otras soluciones, Malthus expresó ciertos situaciones que frenarían ese futuro desequilibrio. |
Hasta que punto esto, que pareciera la eliminación del problemático y molesto excedente, no podría compararse con las cíclicas situaciones negativas de mercado?
Entonces: hasta que punto los ciclos y las grandes sumas que arrastra consigo la volatilidad son un mecanismo (real o ficticio) de “purga” del mercado?
Esto que realmente pasa en el mercado (pero no ahora sino desde casi su misma creación) nos lleva a ahondar en detalle sobre el destino de los fondos.
Adónde se esfuman los miles de millones de dólares que se pierden en apenas horas en una jornada bajista? Adónde van a parar “físicamente” y dónde estaban antes? Se los llevó alguien o quedaron en el limbo?
Muchas preguntas y, tal vez, pocas respuestas.
La primera parte de esta conclusión finalizaba con el cuestionamiento de, si las crisis de mercado no pudieran ser, tal vez, un forzado mecanismo de “purga” ante la magnitud de los excesos (en este caso una marcada sobreabundancia de dinero).
También nos preguntábamos dónde se esfuman los miles de millones de dólares que se pierden en apenas horas en una jornada bajista? dónde van a parar “físicamente” y dónde estaban antes? Se los llevó alguien o quedaron en el limbo?
Todas estas preguntas, que conllevan una naturaleza compleja, tal vez tengan respuestas bastante más sencillas de lo que podríamos esperar.
Como síntesis de argumento de peso, tomaré un análisis del economista Lester Thurow.
En su libro “El futuro del capitalismo….”, Lester Thurow, sostiene que “si se analizan las crisis financieras, la cuestión no es: ¿por qué los mercados quiebran? sino, ¿cómo los precios del mercado han alcanzado esos niveles insostenibles? Básicamente, ¿cómo no pueden advertir los seres humanos inteligentes que los activos están sobrevaluados?”
La explicación para este economista está en la codicia. “La gente sabe lo que va ocurrir pero no puede resistirse. A medida que los precios suben en una burbuja, hay una cantidad de dinero para hacer en el corto plazo de manera más rápida, aún cuando todos sepan que los precios son demasiado altos y que finalmente deben caer. Todos se lanzan a los mercados pensando que serán suficientemente astutos de salir antes de que llegue el fin. Si alguien sale demasiado pronto se pierde una cantidad posible de ganancias.”
Entonces, en este párrafo, Thurow menciona algo que se convierte en la clave, la llave para interpretar (y tal vez anticipar) toda la serie de desequilibrios en los mercados: “sobrevaluación de activos”.
Y es aquí en donde comienza a dilucidarse la activa participación de la especulación, como amalgama de los dos componentes mencionados: sobreabundancia de capitales y codicia.
Pero estos componentes no son los únicos integrantes del cocktail que determinan las crisis, sino que operan de guía, de luz de faro que es seguida por la manada de grandes, medianos y micro inversores que, tentados por subirse a la “ola”, juegan todos al mismo número en la ruleta.
Cuando surge el menor ruido huyen espantados dejando, en su irracional carrera, un terreno sembrado de “cadáveres”.
Esto muestra el más temible de los elementos que intervienen en los mercados: el “factor psicológico” o “psicosis”. Cuando la psicosis se apodera de una o un grupo de personas, ni el razonamiento más poderoso es capaz de frenar la estampida.
En verdad, es la mezcla de ciertos componentes la que se torna incontrolable: la especulación, la desconfianza y la incertidumbre que (casi con seguridad) desemboca en la psicosis.
Veamos lo que, en una reciente nota, reproducía la Revista Mercado: “Otro factor en la corrida hacia productos primarios y bonos de tesorería reside en el creciente escepticismo respecto de las colocaciones bursátiles, especialmente en Wall Street. Los diarios maquillajes de indicadores y otras maniobras para prolongar burbujas o frenar retrocesos no ocultan un problema de fondo: nadie sabe cuándo ni cómo acabarán las crisis de malas hipotecas y de liquidez financiera. El desplome, en pocos días, de Merrill Lynch y Citigroup ha puesto muy nerviosa a mucha gente.”
Y otra nota actual de Reuters decía: “Además de la demanda física creciente, la escalada de las materias primas y la energía ha sido alimentada por el dinero de especuladores que buscan grandes ganancias. Los precios también han recibido un impulso porque los inversores de carteras más conservadores se han diversificado a las materias primas y la energía como una protección contra la inflación y contra las pérdidas potenciales en sus inversiones principales. Un sondeo de Reuters entre 15 firmas de administración de fondos con sede en Estados Unidos halló que sus asignaciones a inversiones alternativas como las materias primas saltaron desde el 1 por ciento en agosto a un 3,2 por ciento en septiembre. Mientras que los precios más altos de materias primas como el petróleo han despertado preocupaciones acerca del potencial crecimiento de la demanda en Estados Unidos, otras naciones consumidoras no son tan vulnerables."
Conclusión.
Desde ya que sería erróneo analizar al mercado actual y sus posibilidades como si fuera una ciencia exacta, aferrándose exclusivamente al factor de equilibrio en la asignación de recursos que impone la “mano invisible” y su influencia entre la oferta y la demanda.
Vemos en la actualidad que, la naturaleza del hombre, ha sido consecuentemente impiadosa para lograr herir a la longeva teoría por la cual Adam Smith ha pasado a la inmortalidad (al menos una de ellas).
Es cierto que, como se mostró a lo largo de este informe, existen valederos fundamentos económicos como para que, cualquier gurú, prediga que existen elementos que auguran un alza sostenible en el mercado de las materias primas.
Sin embargo la rara naturaleza descripta anteriormente, nos enfrenta a un componente de subjetividad que puede hacer errar hasta al más “endiosado” de los economistas (aquellos que habitan en el Olimpo).
Hay en estos momentos un coro de voces que pronostican la continuidad del alza de los commodities. Algunos por 3, otros por cinco y hay quienes se animan a decir hasta 10 años.
Mi temor es a la especulación y la psicosis.
Que va a pasar mañana, cuando Australia supere su actual contexto de sequía y reingrese normalmente a los mercados. O tal vez China se vea obligada a enfriar su economía, modificando su tipo de cambio, dejando de subsidiar a sectores de su producción con su enorme superávit o aceptando plenamente los mandatos de la OMC. O quizá EEUU. termine cayendo en una recesión (como profecía auto anunciada por demasiados especialistas) y el dólar se siga debilitando con los serios riesgos que ello implica.
Tal vez en ese momento los especuladores sientan que un “ángel” ha enviado una señal y corran espantados a retirar sus inversiones para colocarlos, con la misma velocidad, en otros bienes que pasarán a estar de moda y serán las nuevas inversiones “seguras”. Como decía mi abuela en materia de amores, “un clavo saca a otro clavo”.
Espero el día de mañana no tener que escribir otra nota que relacione esa frase aplicada a los mercados verificando que, finalmente, “una burbuja reemplaza a otra burbuja”.