Las micorrizas llevan 400 millones de años sobre la Tierra, y son los “abonos naturales” que las plantas han utilizado desde siempre. Pero el uso excesivo de fertilizantes y fitosanitarios, la sobreexplotación de los suelos agrícolas y la desertificación las hacen desaparecer. Por eso hay que recuperarlas, reactivarlas y reintroducirlas para devolver a la planta y al suelo el equilibrio natural que han perdido.
Los propágulos de micorriza son el conjunto de esporas, raíces micorrizadas e hifas que hay en el suelo o en el inoculante micorrícico que añadimos. Se llaman “propágulos” porque de cada uno de ellos se puede “propagar” la micorriza. Por lo tanto, el contenido en Micorriza de un inoculante deberia indicarse e número de propagulos. Un inoculante ideal es el que tiene mayor número de propágulos.
Para que un inoculante sea excelente NO BASTA CON TENER SÓLO ESPORAS; es mejor que tenga una COMBINACIÓN DE LOS TRES TIPOS DE PROPÁGULOS (esporas, raíces, hifas), porque eso potencia la actividad de la micorriza. Si un inoculante dice que tiene, por ejemplo, “200 esporas por ml”, es probablemente porque no contenga ningún otro tipo de propágulos, con lo cual está perdiendo gran capacidad de actuación.