En las últimas décadas, la agricultura Argentina presentó un notable avance en la nutrición de los cultivos. Se generaron técnicas de diagnóstico cada vez más precisas y se incorporó la necesidad de aportar nuevos nutrientes al sistema. Paralelamente se desarrollaron nuevas técnicas de aplicación, que junto al avance genético permitieron alcanzar altos rendimientos.
En la actualidad, el avance del monocultivo de soja, incluso en áreas de baja aptitud agrícola, convirtió a los aspectos físicos del suelo, ligados al balance del agua, en la principal limitante a la producción. La porosidad de los suelos es la responsable de captar el agua de las precipitaciones y almacenarla para permitir superar los periodos de déficit. Esta es la base del éxito de la agricultura de secano.
El tránsito en húmedo provocado fundamentalmente durante la cosecha de los cultivos, afecta notablemente las propiedades físicas de los suelos, generando limitaciones al crecimiento de raíces y afectando la movilidad y disponibilidad de agua y nutrientes .Existen también otros efectos negativos de la compactación, como una menor actividad biológica, afectando incluso la nodulación del cultivo de soja (Gráfico 1) (Gerster, Bacigaluppo, 2004). Según estimaciones, en nuestro país, en años húmedos, el área agrícola con problemas de piso a cosecha es de 3 a 4.000.000 has (Bragachini, 2003).
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Gráfico 1: Número y peso seco de nódulos |
Dentro del lote, la proporción de la superficie del suelo afectada es alta. Solamente los rodados de las cosechadoras cubren (pisan) entre un 20 y 28 % de la misma, si se considera además el tránsito de monotolvas, el área afectada por los rodados, en la cosecha, supera el 40 %. En planteos sin una adecuada rotación de cultivos, estos sectores compactos se incrementan año a año. Se generan pisos continuos que afectan el desarrollo del cultivo, pudiendo ocasionar pérdidas importantes de rendimiento, especialmente en años secos.
El nivel de compactación y la presencia de pisos continuos son algunas de las variables que más inciden en el rendimiento de los cultivos de soja, trigo y maíz. En estudios realizados, las mermas de rendimiento ocasionadas luego del tránsito en húmedo, son de 8 qq/ha para soja, 10 qq/ha para maíz y 6 qq/ha para trigo (Bacigaluppo - Gerster, 2001/2002).
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Figura 1: Perfil cultural situación en monocultivo (izquierda) y en rotación (derecha) |
La presencia de estos sectores compactos, a una misma intensidad de tránsito, estaría asociada a la secuencia de cultivos: los lotes rotados presentan en general una menor presencia de bloques masivos y por otra parte alcanzan rendimientos más altos y estables (Figura 1). En situaciones de monocultivo, el resultado obtenido se encuentra más dependiente del régimen hídrico; en situaciones de abundantes precipitaciones se obtienen rendimientos “normales”, pero éstos son menores cuando la disponibilidad hídrica es limitante (Gerster 2001; Bacigaluppo, et al 2006). En la primer situación se producen dos efectos, por un lado al estar el suelo más húmedo se reducen las impedancias mecánicas del perfil, permitiendo la exploración del mismo a mayor profundidad, y por el otro, el cultivo logra un adecuado aprovisionamiento de agua con un crecimiento radical limitado.
Importancia de las gramíneas en la rotación
Los suelos bajo agricultura sufren efectos de compactación y de fragmentación durante cada ciclo agrícola (De Battista J, et. al; 1994). La estructura del mismo en un momento dado, es una consecuencia del balance de estos dos factores.
Las acciones de compactación más importantes son el tránsito de maquinarias y el pisoteo animal, que se potencian en condiciones húmedas, y otra acción de compactación a nivel superficial es el impacto de la gota de lluvia. Dentro de las acciones de fragmentación podemos mencionar los procesos de humectación y desecamiento, la actividad biológica del suelo (micro y mesofauna) y el efecto de las raíces.
Humectación y desecamiento: Estos procesos, que se encuentran íntimamente ligados al contenido de arcillas y su tipo, generan cambios en el suelo. Durante los procesos de humectación y desecamiento (histéresis), aparecen grietas y fisuras, provocadas por los cambios de volumen que generan las arcillas de tipo expansivo y la materia orgánica. Luego son utilizadas por la actividad biológica y las raíces para colonizar el suelo, contribuyendo de esta forma a recuperar la estructura del mismo. En la mayor parte de la región pampeana predominan las arcillas no expansivas por lo cual la aptitud de fisuración de estos suelos es limitada.
La actividad biológica: puede generar cambios a nivel micro y macro, su actividad es dependiente de la materia orgánica del suelo y de una adecuada provisión de nutrientes. Lotes degradados, física y químicamente en situaciones de monocultivo presentan una actividad biológica limitada. Esta puede ser promovida realizando una adecuada rotación de cultivos, contemplando una fertilización integral que utilice criterios de reposición de nutrientes.
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Figura 2: Desarrollo de raíces de Maíz , trigo y Soja en suelos normales y compactados |
El crecimiento de raíces, en especial de gramíneas, es uno de los principales factores que contribuyen a regenerar la estructura del suelo. Los cultivos de nuestra región tienen diferentes capacidades para explorar áreas densificadas (Figura 2) y por otro lado, la capacidad de exploración de estas áreas está condicionada al nivel de humedad del perfil. Cuando el suelo se encuentra con valores de humedad cercanos a capacidad de campo, la resistencia que presenta al crecimiento de las raíces es sustancialmente menor que cuando está seco, permitiendo una mejor exploración en el perfil.
Aportes del trigo a la sustentabilidad del sistema.
En la región pampeana central el cultivo predominante es soja de primera, ocupando un 80 % del área. La distribución de este cultivo está asociado a aspectos económicos ligados a su rentabilidad y baja inversión inicial, y a su simplicidad en especial desde la difusión de los cultivares resistentes al glifosato. La siembra de un solo cultivo de verano y el uso de barbechos químicos, que mantienen el área libre de malezas el resto del año, genera una subutilización de los recursos disponibles, ya que por ejemplo, durante el barbecho no es aprovechada la energía solar para generar moléculas orgánicas. En consecuencia, el monocultivo de soja, trae aparejado una pérdida continua de materia orgánica, alcanzando en algunos casos, valores paupérrimos (menores al 1,8 %) inimaginables en otras épocas, para la pampa húmeda. La inclusión de un cultivo invernal permitiría utilizar en forma más eficiente los recursos, aportando residuos que además de producir granos, permite lograr un efecto de cobertura contribuyendo a un mejor balance de la materia orgánica del suelo.
Aportes del trigo a la rotación:
La presencia del trigo en la secuencia es importante, dado que es común que las raíces de este cultivo encuentren el suelo húmedo por periodos prolongados, teniendo por lo tanto, mayores posibilidades de crecer en los sectores compactados. En este aspecto, tiene ventajas sobre el cultivo de maíz ya que éste, no siempre se desarrolla con buenas condiciones de humedad en el perfil.
En las Figura 2 observamos el desarrollo de raíces de soja, trigo y maíz en condiciones normales (testigo) y compactadas. Si bien las etapas de crecimiento del sistema radical de los cultivos fue diferente, en ningún caso de los presentados hubo un déficit hídrico importante. Podemos observar claramente que el cultivo de soja presentó las mayores dificultades para crecer en áreas compactas. El trigo fue el que presentó un mapa de raíces más cercano al testigo. El maíz presentó un desarrollo de raíces intermedio pero con una mayor presencia de raíces de mayor diámetro. Estos mapas destacan la ventaja de incluir en la rotación ambas gramíneas, el trigo por su capacidad de explorar, y el maíz por su capacidad de generar poros de mayor diámetro, que son los que contribuyen en lograr una mayor velocidad de infiltración de agua.
Por otra parte, por el tipo de cobertura y su distribución, al ser un cultivo que se implanta en líneas cercanas (19 a 21 cm) presenta características muy favorables para sistemas de siembra directa continua.
Estos aspectos explican por qué los suelos en siembra directa, con una adecuada rotación de gramíneas, mediante el efecto de las raíces y de la actividad biológica, asociado a procesos de humectación y desecamiento, tienen la capacidad de recuperar la estructura. Este proceso, que depende de las características de cada lote (cobertura, materia orgánica, etc.), puede demorar varios años. La inclusión de gramíneas en la rotación permitiría recuperar los sectores densificados, generando grietas y canales que incrementen la velocidad de infiltración del agua y el desarrollo de raíces de otros cultivos.
Intensificar la agricultura con una mayor presencia de gramíneas es un desafío, involucra un mayor desarrollo de aspectos técnicos, productivos y empresariales. Es cambiar un sistema de gran simplicidad por otro, más complejo pero sin duda; más eficiente, rentable y sustentable.
Bibliografía: