Introducción
La fertilización de los cultivos de grano ha adoptado en las dos últimas décadas una especial relevancia en los sistemas de producción de la región pampeana argentina, donde los principales cultivos son soja [Glycine max (L.) Merr.] y maíz (Zea mays L.) en verano, y trigo (Triticum aestivum L.) en invierno. Para las gramíneas -maíz y trigo-, las recomendaciones de fertilización normalmente incluyen nitrógeno (N) y fósforo (P), y más recientemente azufre (S). En el caso de la soja, las recomendaciones se basan principalmente en la nut rición fosforada y recientemente azufrada, pero generalmente las dosis utilizadas son bastante menores respecto de las gramíneas.
Para facilitar la toma de decisiones, existen diferentes metodologías de diagnóstico mediante las cuales es posible estimar requerimientos, respuestas y/o probabilidad de respuesta a los nutrientes. Para todas ellas, la calibración local es una característica deseada para mejores recomendaciones. Sin embargo, la decisión de fertilización -tomada ex-ante- finalmente depende de aspectos económicos y financieros, donde las relaciones insumo:producto determinan una potencial rentabilidad de la práctica. En una instancia ex-post, normalmente se utilizan indicadores que estiman la eficiencia de uso de los nutrientes, siendo clásico el uso de la eficiencia agronómica (kg respuesta kg-1 nutriente aplicado), dada su utilidad para realizar cálculos económicos (Calviño y Redolatti, 2004; Pagani et al., 2008; Salvagiotti et al., 2011). Sin embargo, existen muy pocos antecedentes donde se analice el desempeño económico de tratamientos de fertilización en ensayos de largo plazo (Zentner y Campbell, 1988).
El uso de las herramientas de diagnóstico mencionadas constituye parte fundamental del desarrollo de las mejores prácticas de manejo (MPM) del uso de fertilizantes en función de características específicas de cada sitio (Bruulsema, 2008). Las MPM de la nutrición de cultivos son estratégicas para incrementar la productividad del sistema de forma sustentable. Este concepto es complejo, y consiste tanto de dimensiones económicas, como sociales y ambientales, que necesitan ser incluidas en las recomendaciones de manejo (IPNI, 2013). En este trabajo, se analizan algunos aspectos de la dimensión económica referidos al manejo de la nutrición nitrogenada, fosforada y azufrada en maíz, trigo y soja en experimentos de fertilización de largo plazo en la región pampeana central.
La red de nutrición de la región Crea Sur de Santa Fe
Desde el año 2000, CREA Sur de Santa Fe, IPNI Cono Sur y Agroservicios Pampeanos SA (ASP)
desarrollan en conjunto la Red de Nutrición de la Región CREA Sur de Santa Fe que consiste en ensayos de nutrición de cultivos en campo de productores de la región pampeana centro-norte (García et al., 2010). Esta red experimental se estableció con once ensayos bajo sistemas de siembra directa estabilizados, de los cuales en este trabajo se analizaron cinco sitios (Tabla 1). El período evaluado estuvo comprendido entre las campañas agrícolas 2000/01 y 2013/14 (14 años). En cada sitio, con el objetivo de evaluar diferentes manejos y respuestas a la fertilización con N, P, y S, se disponen distintos tratamientos que se repiten de forma anual sobre las mismas parcelas (Tabla 2). La soja de primera no se fertiliza con N, mientras que la secuencia trigo/soja de segunda se maneja fertilizando a la siembra del trigo con dosis para ambos cultivos. Las fuentes de nutrientes son urea (46-0-0), fosfato monoamónico –FMA- (11-23-0), y yeso agrícola (0-0-0-19S) para N, P, y S, respectivamente. El diseño experimental de los ensayos es en bloques completos aleatorizados (DBCA), con tres repeticiones. Mayor información sobre el manejo de los ensayos está disponible en García et al. (2010).
Determinaciones
Para el análisis económico se consideraron el margen bruto (MB) de la fertilización (parcial y acumulado) y el retorno de la inversión (RI). En ambos casos, la secuencia T/Sj se consideró como un solo cultivo.
Margen bruto de la fertilización
En cada campaña se evaluó la diferencia de producción de granos (kg ha-1) entre cada tratamiento fertilizado (PS, NS, NP y NPS) y el Testigo absoluto. A partir de dichos valores, se estimó el margen bruto parcial por fertilización (MBP, US$ ha-1) como la diferencia entre los ingresos adicionales y los costos de fertilización de cada tratamiento (Ecuación 1):
Retorno de la inversión
Al cierre de la campaña 2013/14 se calculó un índice de retorno de la inversión (RI) como el cociente entre los ingresos adicionales y los costos de fertilización acumulados de cada tratamiento (Ecuación 2):
En todos los casos, con el objeto de contemplar las variaciones en las relaciones grano:fertilizante y el valor monetario, los precios utilizados fueron los correspondientes a la serie histórica entre las campañas 2000/01 a 2013/14, expresados en US$ constantes al 31 de Diciembre de 2013 (INDEC, 2014; FMI, 2014). Las series se elaboraron en base a las cotizaciones de maíz, trigo y soja “Rosario disponible”, y de los fertilizantes (urea, fosfato monoamónico y sulfato de calcio) (Agromercado, 2014; Márgenes Agropecuarios, 2014).
El precio de los granos se ajustó descontando gastos de comercialización (fletes corto y largo a Rosario, secado, acopio, paritaria, zarandeo, impuestos y sellado), y al costo del fertilizante se adicionó un interés por inmovilización igual a la tasa vigente por depósito en plazo fijo (BCRA, 2014) más el costo de aplicación.
Los supuestos de normalidad y homogeneidad de varianzas se evaluaron mediante métodos gráficos y estadísticos. Dada la heterogeneidad de sitios, los análisis de varianza de la producción acumulada de granos, el MBP y el RI se estudiaron dentro de cada sitio. En el caso del MBP de cada tratamiento, se utilizó un modelo con medidas repetidas en el tiempo con una estructura de correlación auto-regresiva de orden 1 (AR1) como el modelo más parsimonioso según el criterio de información de Akaike (AIC). Los análisis estadísticos se realizaron mediante el paquete Infostat versión 2013 (Di Rienzo et al., 2013).
Producción de granos
La producción acumulada de granos de maíz, trigo y soja, mostró importantes variaciones en función del sitio y los tratamientos de fertilización (Figura 1). En general, los cultivos de maíz y trigo fueron los que más respuesta relativa a la fertilización registraron para N y P. Los cultivos de soja de primera y de segunda, manifestaron las mayores respuestas a S. Las variaciones entre sitios en cuanto a las respuestas, dependieron de la disponibilidad de nutrientes en el suelo, la historia del lote y el nivel de rendimiento de los cultivos (García et al., 2010). En todos los sitios, los mayores niveles de producción se alcanzaron con el tratamiento sin limitaciones (NPS) y los más bajos con el Testigo. En ambos tratamientos contrastantes, los niveles más altos de producción se lograron en el sitio San Alfredo (143.1 y 91.1 t ha-1 para NPS y Testigo, respectivamente). Las diferencias más importantes se observaron en el sitio Balducchi (M-T/Sj) donde el Testigo registró una producción acumulada de 57.7 t ha-1 y el tratamiento NPS 129.9 t ha-1 (+125%), mientras las diferencias más atenuadas se registraron en el sitio Lambaré (M-Sj-T/Sj), donde el tratamiento NPS no se diferenció de NS y NP, y resultó 10% y 27% superior a los tratamientos PS y Testigo, respectivamente. Esta condición se refleja en los análisis de suelos de cada sitio, donde se observa que Balducchi y Lambaré fueron los sitios de la Red más y menos degradados, respectivamente (García et al., 2010).
Bajo rotación M-T/Sj, las mayores diferencias comparativas entre sitios se registraron en la producción del tratamiento Testigo. En Balducchi, la producción de granos sin fertilización (especialmente en maíz) fue menor respecto de San Alfredo, dada su condición de menor fertilidad inicial (Figura 1, Tabla 1). Por otro lado, en Balducchi los cultivos de maíz y trigo respondieron en la misma magnitud a la falta de N (-40%); mientras que trigo y soja de segunda fueron los cultivos que más evidenciaron la falta de P (-32%) y S (-30%), respectivamente. En San Alfredo, el cultivo de trigo fue el que más respondió en producción por fertilización nitrogenada (-26%) y fosforada (-29%); mientras que la soja de segunda fue el cultivo que manifestó en mayor medida la falta de S (-13%).
Bajo rotación M-Sj-T/Sj, la producción de granos sin limitaciones fue similar para los cuatro cultivos en los tres sitios. Cabe destacar que la menor producción acumulada del sitio La Hansa se debe principalmente a que el sitio cuenta con un cultivo de maíz menos dado que el ensayo comenzó en la campaña 2001/02 con el cultivo de soja de primera (Figura 1). La producción de granos acumulada en el Testigo fue mayor en Lambaré respecto de los otros dos sitios, reflejando una mejor condición de fertilidad inicial debida, en parte, a su historia agrícola más reciente que además incluía rotación con pasturas. Por otra parte, en La Blanca los nutrientes más limitantes fueron N en maíz (-17%), P en trigo (-23%) y S en soja de primera (-14%). En La Hansa, el cultivo más limitado por nutrición fue maíz por omisión de N (-36%), S (-20%) y P (-13%). En Lambaré, la principal limitante se observó en maíz por omisión de N (-14%), mientras que, en menor medida, la omisión de P afectó principalmente a trigo (-6%) y la de S a soja de segunda (-3%).
Margen por fertilización
Durante el período analizado, las relaciones de precios registraron altibajos que generaron momentos más y menos favorables para la inversión en fertilizantes (Figura 2). Las relaciones de precios (kg grano para comprar 1 kg de nutriente) de los granos con N, P y S variaron 29%, 37%, y 24% para trigo, y 22%, 34%, y 13% para maíz. Por su parte, para soja variaron 39% y 21% para P y S, respectivamente. Estas variaciones, mayores para el caso de P, se relacionan principalmente con el alza de precios de los fertilizantes debida a la crisis financiera internacional de 2008-2009, que se normalizó en las campañas siguientes. La inversión total realizada en fertilizantes en las 14 campañas según las diferentes estrategias de fertilización fue de: 2094, 2374, 3579 y 3965 US$ ha-1 para los tratamientos PS, NS, NP y NPS, respectivamente, en los sitios con rotación M-T/ Sj (Balducchi y San Alfredo); y de 1920, 1694, 2761 y 3129 US$ ha-1 para los tratamientos PS, NS, NP y NPS, respectivamente, en los sitios bajo rotación M-Sj-T/Sj (La Blanca, La Hansa y Lambaré). El resultado de esta inversión, evaluado como MBP anual, varió entre -255 y 1202 US$ ha-1 año-1, según cultivo, tratamiento, sitio, condiciones climáticas, incidencia de enfermedades, y relaciones de precios de cada campaña (Figura 3). De un total de 276 sitios*campaña que recibieron fertilización, en un 74% de los casos se obtuvo ganancia. La frecuencia media de MBP positivos fue de 71%, 78%, 67% y 74%, para los tratamientos PS, NS, NP y NPS, respectivamente. En los sitios más degradados en fertilidad como Balducchi, la frecuencia de MBP positivos fue superior respecto de sitios menos degradados como Lambaré.
Por ejemplo, la fertilización NPS en Balducchi generó MBP mayores a US$ 100 en más del 86% de los casos, mientras que en Lambaré solo se logró en el 15% de los casos.
En los sitios bajo rotación M-T/Sj, los MBP obtenidos en maíz y el doble cultivo trigo/soja de segunda, generalmente resultaron similares entre sitios, y el tratamiento NPS fue el de mejor comportamiento. En el global de los años, el segundo mejor tratamiento para maíz fue NS, y para el doble cultivo T/Sj fue PS. Estas diferencias entre maíz y el doble cultivo, respectivamente, indican por un lado el mayor potencial de respuesta a N del maíz y a P del doble cultivo, y por otro, la importancia del S para ambos cultivos. Para los sitios en rotación M-Sj-T/Sj, en general, el maíz fue el cultivo con mayores MBP, a excepción de La Blanca, donde la soja de primera generó mejores resultados en las últimas campañas. En este sitio, la tendencia de MBP crecientes en soja de primera es la más notoria entre todos los sitios (datos no mostrados).
Adicionalmente, se observó que aquellos tratamientos donde las gramíneas de la rotación recibieron N (NPS) registraron mayores rendimientos,
y por tanto, mayores MBP en soja de primera (La Blanca y La Hansa) y soja de segunda (Balducchi y San Alfredo) respecto del tratamiento sin N en las gramíneas previas (PS) (Figura 3). Estos resultados podrían ser explicados, en parte, por un mayor volumen y calidad de rastrojo producido con el tratamiento NPS. Por un lado aportaría más N, y por otro, durante las primeras etapas del cultivo de soja, más biomasa de rastrojos también podría inmovilizar más N y transferirlo hacia etapas más avanzadas. Esto reduciría los riesgos de un potencial efecto negativo inicial de la disponibilidad de N en el suelo sobre el proceso de fijación biológica (FBN), y aportaría parte del N que la FBN no alcanza a cubrir (Collino et al.,2015; Salvagiotti et al., 2008).
Luego de catorce campañas agrícolas, los mayores MBP acumulados por fertilización se registraron en los sitios bajo rotación M-T/Sj (Figura 4), principalmente debido a la mayor proporción de maíz y menor de soja respecto de la rotación M-Sj-T/Sj. Maíz y soja son los cultivos que más y menos respondieron a la fertilización, y que más y menos inversión en fertilizantes registraron, respectivamente. En el sitio Balducchi (con mayor historia de agricultura continua y más degradado), los márgenes acumulados fueron de 1849, 2873, 2162 y 5484 US$ ha-1 para los tratamientos PS, NS, NP y NPS, respectivamente. Para los mismos tratamientos, los márgenes acumulados en San Alfredo fueron de 1127, 1345, 2079 y 3042 US$ ha-1, respectivamente. En Balducchi, el margen por fertilización comenzó a diferenciarse entre tratamientos a partir de la segunda campaña y, a partir de la sexta, el beneficio acumulado del manejo NPS comenzó a ser notoriamente superior al resto. En San Alfredo, comenzaron a registrarse diferencias significativas a partir de la sexta cosecha y, desde la octava campaña, el tratamiento NPS fue claramente superior al resto.
Por otra parte, los sitios bajo rotación M-Sj- T/Sj, presentaron márgenes acumulados por fertilización relativamente menores respecto de la rotación M-T/Sj (Figura 4). El sitio La Blanca registró márgenes acumulados por 1540, 1443, 978, y 1937 US$ ha-1 para PS, NS, NP y NPS, respectivamente. Para los mismos tratamientos, en La Hansa (con una campaña menos) se obtuvieron beneficios por 894, 2221, 725 y 2173 US$ ha-1, y en Lambaré los márgenes fueron de -149, 1081, -211 y -559 US$ ha-1, respectivamente. En estos dos últimos sitios, el tratamiento NS registró los
mejores MBP dada la baja respuesta a P debido a los altos niveles de PBray-1 en el suelo. En la Hansa, el tratamiento NS obtuvo MBP muy similares a NPS desde la tercera campaña. Por otro lado, en Lambaré todos los tratamientos comenzaron a generar MBP positivos a partir de la décima campaña –acusando agotamiento de fertilidad-, pero el tratamiento NS resultó el único con MBP acumulado positivo al final del período evaluado. La decisión de adoptar una práctica de manejo, en este caso la fertilización, se asocia a un riesgo de pérdida así como la decisión contraria a un riesgo de ganancia no percibida, o lucro cesante. Los MBP acumulados de los tratamientos más redituables en cada sitio indican que, respecto de un manejo sin fertilización (Testigo), además de degradar progresivamente la fertilidad del suelo, en el período evaluado el productor tuvo lucros cesantes por 392, 217, 138, 171, y 77 US$ ha-1 año-1 en Balducchi, San Alfredo, La Blanca, La Hansa, y Lambaré, respectivamente. En este sentido, las MPM de la nutrición de cultivos –como, por ejemplo, el uso del análisis de suelos como herramienta de diagnóstico para mantener una fertilización balanceada- aportan a disminuir tanto el riesgo de pérdida como el de lucro cesante.
A nivel de nutriente, N y S tuvieron un mayor impacto relativo sobre el MBP respecto de la aplicación de P (Tabla 3). Mientras Balducchi y San Alfredo (M-T/Sj) manifestaron mayor respuesta económica a la fertilización con N, La Blanca, La Hansa y Lambaré (M-Sj-T/Sj) manifestaron mayor impacto económico por la fertilización con S. En el primer caso, el mayor impacto de N puede relacionarse a la mayor presencia de gramíneas en la rotación M-T/Sj. En el segundo, la mayor respuesta económica a S puede estar relacionada a la mayor proporción de soja en la rotación (Martínez y Cordone, 2000; 2003; Díaz Zorita et al., 2002; Salvagiotti et al., 2005; Gutiérrez Boem et al., 2007).
Retorno de la inversión en fertilización
El retorno de inversión (RI) en fertilización también marcó diferencias importantes entre sitios y tratamientos (Figura 5). En Balducchi, los manejos con mayor índice de retorno fueron NPS (2.38 US$ US$-1), NS (2.21 US$ US$-1), seguidos de PS (1.88 US$ US$-1) y NP (1.60 US$ US$-1). En San Alfredo, con un RI medio de 1.61 US$ US$-1, no se detectaron diferencias entre tratamientos. En La Blanca, se determinaron diferencias significativas entre NP (1.35 US$ US$-1) respecto de PS (1.80 US$ US$-1) y NS (1.85 US$ US$-1), mientras que NPS (1.62 US$ US$-1) no se diferenció de ningún tratamiento. En La Hansa, el tratamiento NS registró el mayor retorno (2.37 US$ US$-1) seguido de NPS, PS, y NP con 1.72, 1.48, y 1.27 US$ US$-1, respectivamente. En Lambaré, el sitio de mejores condiciones iniciales de fertilidad, solo resultó rentable el tratamiento NS (1.64 US$ US$-1), mientras que el resto de los tratamientos registró un RI medio de 0.89 US$ US$-1 invertido.
Estos resultados, indican que la rentabilidad media de la práctica en Lambaré, con un manejo nutricional razonable dados los altos niveles de P en el suelo, fue de un 64%.
La fertilización con S fue la que mejor pagó la inversión en fertilización en la rotación (Tabla 3), relacionado al bajo costo relativo de las fuentes de S y a la creciente respuesta de los cultivos a la fertilización azufrada. Esta tendencia creciente de casos con respuesta a la aplicación de S en cultivos extensivos se ha documentado extensamente para la región pampeana desde finales de la década de los ’90 (Martínez y Cordone, 2000 y 2003; Díaz Zorita et al., 2002; Salvagiotti et al., 2005; Reussi Calvo et al., 2006; Gutiérrez Boem et al., 2007; Pagani et al., 2009).
La respuesta esperada en rendimiento para trigo, maíz y soja en la región pampeana es de alrededor del 10% (Steinbach y Álvarez, 2014). Esta condición sumada a que el S es un nutriente acompañante en la formulación de varias fuentes fosforadas y nitrogenadas, y que las fuentes como yeso agrícola o S elemental poseen un bajo costo, hacen de la fertilización azufrada una interesante inversión. La fertilización fosforada, por su parte, impactó en menor medida sobre el MBP de la rotación y registró los menores niveles de RI (Tabla 3). Es importante destacar que las dosis de P aplicadas fueron de reposición más un 5-10%, aun en situaciones de alto nivel de P Bray (García et al., 2010). En estas condiciones, las respuestas fueron muy bajas en ensayos con alto P Bray inicial como los de Lambaré y La Hansa, para los cuales no se hubiera recomendado fertilización fosfatada en condiciones de producción comercial. Sin embargo, es pertinente destacar que la omisión o no de P (u otro nutriente) implica un costo/beneficio “oculto” (o internalidad) correspondiente al empobrecimiento o construcción de los niveles del nutriente en el suelo que generalmente no es considerado en las evaluaciones económicas de los programas de fertilización (Viglizzo et al., 2011; Cordone y Trossero, 2012; Sutton et al., 2013).
Otras experiencias de largo plazo
En forma similar a la Red de Nutrición del CREA Sur de Santa Fe, otros ensayos similares conducidos con enfoques de largo plazo, arrojan resultados más que interesantes en materia económica de la práctica de fertilización.
Sudeste de Córdoba
Desde la campaña 1999/00, INTA Marcos Juárez, Aapresid, Agro-Servicios Pampeanos e IPNI Cono Sur llevan a cabo dos experiencias de fertilización a largo plazo en los establecimientos “Don Osvaldo” y “Los Chanaritos” del productor Hugo Ghío en la zona de Corral de Bustos y Camilo Aldao (Córdoba), respectivamente. Los ensayos comprenden 6 tratamientos diferentes de fertilización en un esquema de rotación M-T/ Sj (Tabla 4, ver detalles en Ghio et al., 2010).
En este ensayo, los tratamientos con N, P y S acumularon un beneficio similar hasta la octava campaña, a partir de la cual la mayor inversión relativa del tratamiento de reposición (NPSr, Tabla 4) combinada con una serie de campañas con sequía y relaciones de precios menos favorables, se tradujo en un mayor margen y retorno para NPS por suficiencia (Figura 6). Por otra parte, en términos económicos, el S resultó ser el nutriente más destacado: aplicar solo S (Ss) registró un beneficio acumulado de 3154 US$ ha-1 y un retorno de US$ 8.97 por cada US$ invertido. Sin embargo, aplicar S sobre una base de N y P (NPS vs. NPd), generó un beneficio de 3707 US$ ha-1 con un retorno de US$ 9.44 por cada US$ invertido en S.
Norte de Buenos Aires
Desde la campaña 2006/07, INTA Pergamino, con el patrocinio de Profertil, lleva a cabo un ensayo de nutrición a largo plazo en la localidad de Arribeños, partido de General Arenales (Buenos Aires) (Ferraris et al. 2012 y 2015). Los tratamientos representan 5 estrategias de fertilización bajo un esquema de rotación M-Sj-T/Sj-Ce/Sj (ver más detalles en Ferraris et al., 2012 y 2015). Este experimento se caracteriza por contar, además de un testigo absoluto, con un tratamiento denominado “tecnología de uso actual” el cual pretende emular la estrategia más utilizada por el productor medio de la zona. Referido a la rentabilidad de la práctica de fertilización, este tratamiento aporta a la noción de cuán lejos se encuentra la adopción de la tecnología tanto de la estrategia más austera (testigo) o de la más ambiciosa de reponer nutrientes y reconstruir niveles de fertilidad. Los resultados económicos de este ensayo muestran que si bien la inversión media del productor en nutrientes resulta menor, también los ingresos y la rentabilidad lo son. Así, las estrategias más ambiciosas incrementan la inversión en fertilizante, pero al mismo ritmo que incrementan los ingresos y la rentabilidad (Figura 7).
Conclusiones
• El análisis de experimentos de largo plazo, como los expuestos en este artículo, propone un enfoque alternativo al tradicional en materia económica de la inversión en fertilización. Si bien los tratamientos experimentales pueden no representar de manera estricta situaciones agrícolas de coyuntura, si representan un gradiente de escenarios donde es posible analizar el efecto del manejo de la nutrición de cultivos sobre la evolución de variables edáficas, productivas y, como en este caso, económicas.
• En general, las mayores ganancias acumuladas se obtuvieron con las estrategias de fertilización más ambiciosas, que además influyeron positivamente sobre los niveles de fertilidad del suelo. Sin embargo, las combinaciones de disponibilidad de nutrientes en el suelo, la historia del lote y el nivel de rendimiento de los cultivos determinaron resultados específicos en cada experiencia. En este sentido, reafirmamos la utilidad del análisis de suelo como herramienta de diagnóstico periódica, para saber dónde estamos y hacia dónde vamos con las estrategias de fertilización que utilizamos. Por ej. en el caso del P, donde es posible analizar residualidad en el suelo, se puede valorizar tanto el agotamiento como la construcción de fertilidad fosforada.
• Destacamos la inclusión de S en el manejo nutricional de los cultivos debido al bajo costo relativo de la fertilización azufrada y a los altos RI observados, dada la creciente y cada vez más generalizada respuesta al nutriente.
• Como valor de la tecnología en los casos estudiados, la fertilización con N, P y S generó ganancias de hasta 392 US$ ha-1 y retornos de hasta 3.53, 2.90 y 11.63 US$ US$-1 invertido en fertilizantes nitrogenados, fosforados y azufrados, respectivamente. Sumado a la degradación del recurso suelo, esto ratifica como aspecto clave la necesidad de un correcto manejo de la nutrición de los cultivos pensando en sistemas de producción sustentables.
• Es importante mencionar que los resultados presentados de estas experiencias, no valorizan económicamente las dos clases presentes de internalidades para la empresa agropecuaria: i) por un lado la pérdida de nutrientes, en el caso de dosis menores que las de reposición; y ii) por otro lado tampoco valorizan el mantenimiento y reconstrucción de los niveles de fertilidad.
Agradecimientos
A todos los productores, asesores técnicos y personal de la Región CREA Sur de Santa Fe, y a Agroservicios Pampeanos (ASP) por su apoyo continuo a la Red de Nutrición.
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