El cultivo de soja ha tenido un crecimiento sostenido en Entre Ríos, estabilizando su superficie desde la campaña 2005/06 hasta la fecha en alrededor de 1.300.000 hectáreas, ocupando el 73% de la superficie agrícola actualmente utilizada (BCER, 2018).
Una de las limitantes productivas principales en los suelos de Entre Ríos es el bajo nivel de fósforo (P) disponible para las plantas debido a las características del material originario y a que la reposición del P exportado por los cultivos es de un poco más del 50%, originando balances negativos, es decir, mayores remociones en granos que reposición por fertilización. Es por estas razones que las respuestas a la aplicación de fertilizantes fosfatados son generalizadas en diversos cultivos en la región.
Para el eficiente manejo de la nutrición fosfatada es conveniente conocer la capacidad del suelo para proveer este elemento, siendo el análisis de suelo la herramienta diagnóstica más importante para evaluar la disponibilidad de P para los cultivos, donde la variable que lo estima se denomina P Bray.
Diversos trabajos realizados en la Pampa Húmeda citan respuestas a la fertilización fosfatada desde 600 kg ha-1 de soja cuando el P Bray del suelo es muy bajo (alrededor de 5 ppm), hasta respuestas nulas cuando el nivel del P disponible se acerca a 16 ppm . Sin embargo, esta relación puede estar condicionada por el tipo de suelo.
Otro nutriente que se cita como deficitario en algunas regiones del país es el azufre (S). Por esta razón se ha difundido la práctica de fertilizar con S el cultivo de soja. Si bien en una red de ensayos (con muy pocos sitios) se relacionó la respuesta a S con valores de azufre en el suelo (menos de 10 ppm de S de sulfatos), en general, las relaciones entre respuesta de soja a la fertilización azufrada y variables de suelos no se han podido cuantificar consistentemente.
En este trabajo se resume la información generada en siete ensayos realizados sobre el cultivo de soja en los ciclos agrícolas 2014, 2015 y 2017, todos en el departamento Diamante, excepto uno (8) en Victoria, que cuantifican para la región las respuestas al fertilizar el cultivo con P y S en la región.
Fertilización con fósforo
En todos los ensayos se evaluaron dosis de 0 y 20 kg de P por hectárea (equivale a 100 kg por hectárea de súper fosfato triple, SFT), donde la ubicación del fertilizante fue tanto en la línea de siembra como al voleo (excepto ensayo 7 que fue sólo al voleo).
No se encontraron diferencias según la ubicación del fertilizante, por ello en la Tabla 1 y para cada ensayo se promedian los rendimientos fertilizados.
La respuesta a la fertilización con P (rendimiento del tratamiento fertilizado menos el testigo) estuvo condicionada por el P Bray del suelo (Figura 1). La respuesta a la aplicación de P es nula con valores por encima de 11 ppm de P Bray en el suelo (Figura 1).
Tabla 1. Detalle de los ensayos de fertilización fosfatada realizados en Victoria (8) y Diamante (resto).
*P-valor < 0,05 indica diferencias significativas debidas a la fertilización fosfatada contrastada con testigo sin fertilización.
Cuando el nivel de P Bray del suelo es bajo, es esperable que el rendimiento de soja aumente alrededor de un 20% por el agregado de P (Figuras 2 y 3).
Fertilización con azufre
En la Tabla 2 se detallan los ensayos realizados. En ninguno de los ensayos se encontró beneficio por el agregado de S, a pesar de que en todos los sitios el valor de S estuvo por debajo de las 10 ppm (Tabla 2, Figura 4). Todos los sitios estuvieron ubicados en el departamento Diamante, excepto el sitio 5 (Victoria).
Tabla 2. Detalle de los ensayos de S realizados en Victoria (5) y en Diamante (resto).
*P-valor < 0,05 indica diferencias significativas debidas a la fertilización azufrada contrastada con la fosfatada.
Conclusión
El P es el nutriente que mayormente limita la producción de soja en nuestras condiciones productivas y la herramienta adecuada para poder predecir la magnitud de la respuesta a la fertilización es el análisis de suelos, siendo mayor la respuesta en suelos donde la disponibilidad de P es menor a 11 ppm.
No se puede afirmar que el S limita la producción de soja en nuestra zona, y el valor de sulfato obtenido en el análisis de suelos no es una variable que pueda ayudar a predecir la respuesta al agregado de este nutriente.
Agradecimientos
A los productores Andrés Rattero, Alfredo y Francisco Gutiérrez, Elbio Fischer, Germán Bierig, Mario Schanzenbach, Ángel Olivero, Oscar Larracoechea. Al Sr. César Reatto, secretario de la AER Diamante y al Ing. Agr. Roberto Rotondaro (ACA).