Desde mi punto de vista, hay que estar preparados, con la llegada del señor Trump y su visión ultra – nacionalista a la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, que va a suponer un cambio significativo en la estrategia comercial mundial global. El mismo cabe pensar acabará afectando, sí o sí, a la Unión Europea y a su sector agrario.
Como lo ha expuesto, con la brillantez habitual, el Profesor Jaime Lamo de Espinosa, en su carta como director de la revista VIDA RURAL: “el señor TRUMP con su lema “América first” parece cada vez más un nacionalista exaltado”.
Ésta, para mí, sin duda y lamentablemente, es la realidad. La misma puede tener, a lo largo de este segundo mandato del señor Trump, cuya temporalidad está por ver, consecuencias importantes para el sector agrario, agrícola y ganadero, de la Unión Europea y, por ende, lógicamente, de España como un Estado miembro de la Unión que es.
En este sentido, no hay que perder de vista un objetivo clave del señor Trump con su ya mencionada visión “ultranacionalista”: reducir rápida y significativamente el déficit comercial de los EE.UU. de América, que supera actualmente los noventa y ocho mil millones de dólares anuales.
Con esta finalidad, pretende revisar, en general, los acuerdos comerciales existentes y todo apunta a que ello implicará la instauración de una nueva política arancelaria con el objetivo de defender a los EE.UU. de las importaciones; fundamentalmente de las que los EE.UU. considera fundamentales y estratégicas y es aquí donde todo parece indicar que, de alguna manera, puede tener un protagonismo destacado el sector agrario.
Para la Unión Europea (que tiene un superávit comercial global que, actualmente, supera los 150.000 millones de euros anuales) el mercado de los Estados Unidos de América es absolutamente fundamental.
El mismo es el destino número uno de las exportaciones totales de la Unión Europea, que genera, por esta razón, un superávit comercial muy importante, si bien España, tiene, en este caso, un notable déficit comercial con los EE.UU. El mismo, el año pasado, superó los diez mil millones de euros (atención a este dato).
Por lo tanto, para España es fundamental, con una visión a medio plazo, reducir, en la medida de lo posible, este déficit comercial (y tener bien presente aquí lo que aconteció con la política arancelaria de los EE.UU. en el tema de las aceitunas negras).
Como muy bien escribe el profesor Jaime Lamo de Espinosa: “nuestro Gobierno debe cuidar, hoy más que nunca, el cuadro de las relaciones personales e institucionales”. Sí señor, total y absolutamente de acuerdo.
Y, en el marco general, que analizo en esta nota, tampoco cabe minusvalorar, ni por un instante, el hecho de que los EE.UU. son el segundo mercado para las exportaciones en el ámbito agrario de la Unión Europea y, paralelamente, son el cuarto en lo que se refiere a las importaciones agrarias de la U.E – 27.
Y no cabe tampoco ignorar la gran importancia, estratégica y también política, que tiene su sector agrícola para los EE.UU. El mismo genera cerca del 1 por 100 del PIB nacional, si bien, en estos momentos, está en una compleja fase de decrecimiento que le sitúa al borde de la recesión y le aproxima a la crisis que ya vivió en el año 2007.
La razón de esta situación debe buscarse en la elevada volatilidad de los precios de las materias primas y en las dificultades financieras en que están sumidos muchos agricultores y ganaderos en los Estados Unidos.
De ahí el interés real del señor Trump, como ya lo ha manifestado en más de una oportunidad, en el devenir del sector agrario de su país.
En definitiva, la Unión Europea debe prepararse, con profesionalidad y urgencia, para la nueva etapa. ya iniciada, referida a las importantísimas relaciones comerciales de la U.E. – 27 con los EE.UU. de Norteamérica y, en el futuro de las mismas, deberá tener muy presente a nuestro sector agrario.
Nos va mucho en ello.