El desafío que Argentina está afrontando es transformarse en un país industrializado para ser económica y socialmente sustentable. Esto lo puede lograr de la mano del campo, promoviendo el desarrollo de la agroindustria. Para esto, es necesario considerar la gran diversidad de productos que se pueden colocar en el mercado internacional y que esos productos tengan el mayor valor agregado posible. Es decir, dejar la idea del otrora granero del mundo y ofrecer al mercado productos elaborados de gran calidad agroindustrial y alimenticia. Para esto se requiere entrar en una nueva estrategia de producción cuya finalidad es la producción de productos industriales, ya sea semielaborados (granos de calidad diferenciada, aceites crudos, etc.) y elaborados (harinas, aceites refinados, pastas, biocombustibles, bioplásticos, etc.). Es relevante considerar a muchos de estos productos y subproductos dentro de la producción animal intensiva (carnes, leches, etc.), todos integrados en una sola cadena agroindustrial haciéndola más rentable.
Esto implica integrar en un solo proceso industrial a la producción primaria de los granos en el campo, transformarlos localmente y colocarlos en el mercado internacional de acuerdo a la demanda. Esa integración de la etapa productiva con la de comercialización, permite a cada uno de los actores en conjunto visualizar desde un comienzo cuáles productos elaborar y cuáles son los requerimientos necesarios durante toda la cadena productiva. Es lo que el concepto de
calidad integral persigue.
Hoy en día no se admite producir granos sin una planificación previa que tenga en cuenta: la calidad del producto a obtener, cómo obtenerlo, cómo industrializarlo y la demanda del mercado, para lograr la máxima rentabilidad. Desde luego, en un planteo de sostenibilidad y conservación del medio ambiente.
Este último concepto tiene un significado económico muy grande ya que, si consideramos en términos generales a toda la cadena productiva- comercial, solamente del 15 al 25% del valor final del producto puesto en la góndola lo recibe el productor primario. La principal ganancia la captan los intermediarios, los comercializadores y los expendedores (góndolas). Un estudio efectuado por la Universidad de Nebraska (ver Figura 1) indica que esta tendencia será cada vez más significativa y que en corto plazo el productor primario solo percibirá el 10 al 15%. Es decir que el valor relativo de las materias primas irá cada vez disminuyendo y aumentando los beneficios que toman los intermediarios y los expendedores.
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Figura 1: Evolución de la distribución del ingreso del sector agropecuario.
Fuente: Nebraska University: Adaptado por C. Fernández Alsina
Es aquí donde el productor agropecuario debe fijar su atención para mejorar su rentabilidad y tomar parte de las ganancias de los demás integrantes de la cadena para su propia renta. Este es el gran desafío que hay que afrontar hoy en la Argentina. Un país productor de materia prima no es económicamente ni socialmente sustentable. Lo mismo ocurre con el productor agropecuario, para continuar en un agrosistema económicamente sustentable deberá afrontar tarde o temprano la industrialización de los productos primarios, agregarle el mayor valor posible y transformarlos en productos industriales. Esto permitirá un crecimiento más equilibrado de las comunidades del interior del país, capitalizando localmente los excedentes, generando una mayor demanda de mano de obra y reduciendo los costos relativos del transporte. Posiblemente uno de los beneficiarios más relevantes sean los municipios, ya que tendrán un incremento muy significativo de sus ingresos por el impuesto aportado por la agroindustria, mientras que el impuesto de las materias primas en gran proporción se lo llevan las provincias y la nación.
Esto que estamos presentando puede ser el nuevo paradigma de la producción agropecuaria Argentina para que se transforme en una producción agroindustrial, con la particularidad del desarrollo de PYMES en el interior del país, siendo cada una de ellas un potente engranaje de la gran AGROINDUSTRIA ARGENTINA.
Esto no se contrapone con lo que han hecho las grandes empresas agroindustriales del país y que han contribuido significativamente al desarrollo del país y debemos estar orgullosos de ello. Esta propuesta es un complemento de lo que ya existe en el país. Además, se plantea la posibilidad que esas grandes industrias, que hoy colocan en el mercado mundial grandes cantidades de aceites crudo, deban ellas también afrontar el desafío de refinar ese aceite y colocarlo en el mercado internacional como producto terminado, aceite comestible ya embotellado y listo para el consumidor. Ese aceite crudo que hoy se coloca en el mundo no deja de ser para ese mercado un “commodity” más.
Se deben desarrollar verdaderas PYMES especializadas en productos agroindustriales. Empresas que generen cada vez más valor agregado a sus productos y cada vez con más calidad. El agregado de valor a un producto primario debe ser una constante, siempre se puede dar un paso más y permanentemente ir agregando valor mediante la industrialización. El país en su conjunto debería estar encausado en este desafío, Universidades, Entidades Oficiales, Gobierno Nacional, Gobiernos Provinciales y Municipales. Entidades y Asociaciones Privadas, el Sistema Cooperativo y todos los Productores deberían prepararse para este gran cambio que se propone.
El desarrollo de PYMES en diferentes formas de asociaciones de productores, es quizás el primer y más difícil desafío que tendremos los argentinos. Comprender que debemos y podemos asociarnos entre varios para formar empresas que nos darán la posibilidad de progresar como productores, empresarios y como sociedad. Luego vendrán otras demandas para conocer cuales son los productos a elaborar, la determinación y dimensionamiento de los mercados, el equipamiento más adecuado y la determinación de los procesos más eficientes, etc. Todo esto bajo un marco distintivo de “bajos costos y alta calidad”. Es decir que el producto agroindustrial que se logre debe ser altamente competitivo a nivel local e internacional. Tenemos las condiciones para hacerlo.
Todo este planteo requiere además, de un nuevo sistema de producción primaria, ya no es solamente producir “granos” y después vemos que sucede. Esto demanda una agricultura mas programada, más exigente y mas precisa. Si consideramos solamente el punto de vista productivo, el manejo del cultivo es la base fundamental para lograr la calidad inicial de los granos a nivel de campo, incentivando la fertilización y el riego según las posibilidades. Asimismo hay que controlar los procesos de cosecha y postcosecha para evitar pérdidas y el daño mecánico del grano, que en ciertos cultivos es muy elevado. Para esto, se debe incluir a esta etapa de producción primaria dentro de un marco de “aseguramiento de la calidad”.
Además, si se piensa producir un grano de calidad y tener una rentabilidad extra por esa calidad, hay que pensar no solamente en el manejo del cultivo, sino también en la variedad que le dará los mejores rendimientos, la mayor cantidad de proteínas, el mayor porcentaje de aceite, la menor concentración de taninos, etc., según de la especie que se trate.
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Cuanto menor es el deterioro desde el campo, mejor será su conservación. Con esto se obtiene calidad y se reducen significativamente los costos de almacenamiento. En la etapa de poscosecha, los granos deben ser acondicionados para preservar la calidad lograda a campo. Ese acondicionamiento tiene un objetivo básico: almacenar el grano seco, sano, limpio, libre de insectos y de contaminantes biológicos y químicos.
Por lo tanto es necesario pensar que estos alimentos deben estar libres de contaminantes biológicos (micotoxinas), lo cual se logra con un adecuado manejo del cultivo, cosechando sin daño mecánico y acondicionando el grano para guardarlo seco y limpio. Lo mismo ocurre con las exigencias de los mercados internacionales en cuanto al bajo nivel de residuos químicos que admiten. Para esto, el manejo integrado de plagas evitando el uso de los productos restringidos y la sobredosis de otros, es la base fundamental para afrontar este problema.
Cabe destacar que la agricultura de precisión ocupará un papel cada mas importante para mejorar la eficiencia productiva del cultivo y la disminución de la contaminación del grano y del ambiente, permitiendo implementar un sistema de trazabilidad a través de toda la cadena agroindustrial. Es el gran aporte que puede hacer esta disciplina a la sustentabilidad económica y ambiental del agrosistema.
Por otra parte, en el aspecto del mejoramiento genético, además de lograr granos de la mayor calidad intrínseca posible específica para cada producto (proteínas, aceite, biocombustibles, etc.), la búsqueda de mecanismos naturales de resistencia al deterioro, debe ser la base para mejorar la calidad de los granos y su conservación posterior.
Finalmente, debemos destacar que el objetivo final de la producción de granos debe ser un producto elaborado, con una gran calidad alimenticia y altamente competitivo a nivel internacional. El requisito básico es la obtención de un buen producto primario (grano) e integrar esta producción a la industria alimenticia para poder proveer al mercado mundial alimentos de calidad y accesibles a todas las demandas. Para esto es necesario considerar a la producción de granos y alimentos en conjunto como una agroindustria bajo el concepto de calidad integral.
Agroindustria, hacia la "calidad integral" La calidad de los granos comienza en el campo con el manejo del cultivo, luego hay que controlar el proceso de cosecha y en la etapa de poscosecha es necesario conservar la calidad lograda en el campo, considerando además, el destino final del grano dentro de la cadena agroindustrial. Para obtener buenos precios, no solo se debe lograr una “buena calidad” de los granos, sino también es necesario tener en cuenta el destino agroindustrial y las demandas del mercado.