En Córdoba, un grupo de especialistas evaluó diversas alternativas para lograr acuerdos razonables para todos.
El precio de los arrendamientos es el costo de mayor impacto a la hora de analizar los números de la agricultura nacional. En el pasado cercano, si bien se registraban valores elevados, el mercado, en términos generales, los validaba. Sin embargo, para la campaña que ya comienza, el panorama pinta bien diferente. Varios factores concurren para hacer que la incertidumbre sea la mayor certeza del negocio.
Intervención estatal de los mercados, impuestos distorsivos, imprevisibilidad de las políticas públicas y del escenario político interno, junto a la sequía en la última campaña que dejó diezmada la capacidad financiera de las empresas agrícolas, hacen que las condiciones de negociación de contratos apunten a cambiar significativamente.
En este contexto, un equipo de productores y asesores liderados por Carlos y Hernán Pastor, junto con el contador Roberto Domínguez, quienes elaboraron una metodología de análisis y discusión para abrir nuevos caminos de negociación, utilizando herramientas y conceptos conocidos. "Son elementos que pueden aportar datos concretos que ayuden a generar un punto de encuentro entre dueño e inquilino", afirmó Carlos Pastor.
La propuesta consiste en "determinar una rentabilidad objetivo que el negocio debería brindar teniendo en cuenta las características y el riesgo asociado a la actividad, para un determinado precio (actual o futuro) y con un nivel de rendimiento promedio", precisó Domínguez.
Para ello, proponen calcular "la rentabilidad objetivo como el cociente utilidad/inversión en capital de trabajo", destacó Carlos.
Si bien desde el punto de vista técnico "este indicador es de menor calidad que otros instrumentos económicos-financieros que contemplan el valor tiempo del dinero -como el Valor Actual Neto o la Tasa Interna de Retorno- este efecto es minimizado por el breve horizonte de análisis considerado", precisó Domínguez.
Más allá de estas precisiones, resulta claro que el negocio del arrendamiento se mide en términos de pesos ganados por peso invertido, más que de pesos por hectárea sembrada. "Esta lógica es la que justifica el "uso de la nueva herramienta por sobre la tradicional del Margen Bruto", agregó Domínguez.
Sin embargo, ambas herramientas tienen una limitante: que sólo consideran el horizonte temporal anual, lo cual no es compatible con las decisiones de mediano plazo, que al menos exigen los tiempos biológicos y agronómicos (Ver Yendo más allá.).
Una vez determinada esta renta objetivo "se debe calcular cuál es el costo meta a alcanzar para que la misma se cumpla", precisa Domínguez. Es decir, el paquete tecnológico mínimo indispensable para alcanzar el rendimiento esperado. Lo interesante es que "el costo meta se calcula incluyendo distintas modalidades de arrendamiento que van desde pago al contado por anticipado, a arrendamientos 100% variables, o una serie de modalidades intermedias", precisa Hernán Pastor.
Del análisis de cada modalidad "se obtiene información sobre cuáles son los niveles de arrendamiento que el negocio puede afrontar y el capital de trabajo necesario, aspecto vital en esta campaña", agrega Carlos.
Los entrevistados realizaron un interesante estudio, para la región circundante a Río Cuarto, Córdoba, que puede servir como referencia para amplias zonas. "Tomamos un horizonte temporal anual, y nos propusimos una renta objetivo de 25%. Para ello, planteamos un cultivo de soja de 2.900 kg/ha de rendimiento con precios actuales y futuros", precisó Carlos.
En cada caso, estimaron los arrendamientos que cada escenario podría soportar, compatible con esa rentabilidad presupuestada.
"Si el arrendamiento se estipula en quintales de soja fijos, pagadero por adelantado, el precio no debería superar los 9,3 qq/ha", destaca Hernán. En el otro extremo, con arrendamientos fijos, pero a cosecha, "el precio podría estirarse hasta 13 qq/ha", agregó.
Sin embargo, otras variantes están apareciendo, que consideran el "compartir el riesgo productivo y de precio entre dueño e inquilino", destacó Carlos Pastor. Una opción que ya se escucha entre las negociaciones abiertas en el sudoeste cordobés es la de realizar contratos con pago parcial adelantado y el resto a cosecha, aunque se mantiene el contrato a quintales fijos. Siguiendo con el análisis, "una modalidad 50% adelantado y 50% a cosecha permitiría pagar 5,13 qq/ha adelantados, y casi 6 qq/ha a cosecha", aclaró Hernán.
Lo más interesante, aunque por ahora no es tan común, son los contratos en los que el dueño e inquilino comparten el riesgo del negocio, sea de rendimientos como de precios. Según el análisis realizado por Pastor y Domínguez, "si el alquiler es 100% variable, con pago a cosecha, se podría pagar hasta un 48%, disminuyendo el capital de trabajo", precisaron. Y también aparecen variantes combinadas, como por ejemplo "un alquiler fijo de 4,32 qq/ha por adelantado o en cuotas, más un 26% del ingreso bruto a cosecha", aclararon.
Sin embargo, los resultados pueden variar sustancialmente, frente a variaciones en el rendimiento real logrado o bien frente a cambios en el precio. "Es por ello que la herramienta considera análisis de sensibilidad", precisa Domínguez (Ver Números...).
"La renegociación de contratos está a la orden día", informa Hernán. Sin embargo, no parece ser un proceso rápido y expeditivo. Por el contrario, "las conversaciones entre dueño y arrendatario -incluso entre aquellos que ya tienen una experiencia de relación anterior- vienen con lentos avances", precisó Carlos. Recién "después de las elecciones legislativas parecen haberse acelerado", agregó Domínguez.
Como primeras conclusiones puede observarse que:
.- Bajas en el valor de alquileres "en torno a 25 al 30% en varias zonas en las cuales estamos trabajando; como Villegas, Río Cuarto y Junín", detalló Carlos.
.- Pagos fraccionados, preferentemente un porcentaje en cuotas bimestrales o trimestrales, más un porcentaje a cosecha. Por el contrario, "no se ve una tendencia importante al pago por adelantado, ya que la limitante es el financiamiento", aclara Hernán.
Finalmente, Domínguez argumenta que las ideas que desarrollaron "no sólo son útiles para el arrendatario; sino también para el dueño del campo". Específicamente, y según sus mentores, "esta herramienta permite descartar combinaciones que no le convienen a ninguna de la partes". Por la idea es que todos ganen.