El objetivo de este trabajo fue ajustar la densidad de plantas en el cultivo de maíz ante variaciones en la disponibilidad de recursos, determinados principalmente por cambios en la profundidad efectiva del suelo.
El experimento se realizó en un lote situado en las cercanías de la ciudad de Vázquez, partido de González Chaves. El suelo pertenece a la serie de suelo Tres Arroyos, esta serie se caracteriza por la presencia de un manto calcáreo a profundidades variable que limita la profundidad efectiva para el crecimiento de las raíces y la capacidad de almacenaje de agua. El ensayo se sembró el 21 de noviembre de 2017, las densidades evaluadas (24000; 34000 y 44000 pl Ha-1) se dispusieron en franjas atravesando ambientes o sitios con distinta productividad. El experimento se realizó con el híbrido DK7310.
Considerando las variaciones en el índice NDVI construido a partir de imágenes Sentinel entre los mes de enero y marzo se construyó un mapa de ambientes. Mediante el análisis geoespacial se determinaron tres ambientes contrastantes. La cosecha se realizó en dos modalidades, la primera etapa consistió en una cosecha a mano, recolectando tres muestras por ambiente. En cada sitio de muestreo se midió la profundidad del suelo, se realizaron los recuentos de plantas, macollos, espigas, y se determinó el rendimiento fraccionando según las fuentes que lo generaron: rendimiento proveniente de la espiga principal (E1), de la secundaria (E2) y de las espigas de macollos (Em). La segunda modalidad de cosecha se realizó a fines de junio con una cosechadora equipada con monitor de rendimiento y balanza.
Resultados y discusión
Durante el ciclo del cultivo las lluvias resultaron significativamente inferiores a las normales comparadas con el registro histórico de la CEI Barrow (Fig. 1). Sin embargo, las precipitaciones durante el barbecho resultaron suficientes para alcanzar la capacidad de campo a la siembra del maíz.
Rendimiento
La escasez de precipitaciones de la campaña se reflejó en el rendimiento logrado. Para el promedio de los ambientes estudiados, la densidad de 2,4 pl m-2 obtuvo el mejor resultado agronómico (Fig. 1). Además, se encontraron diferencias entre la metodología de cosecha (manual vs. máquina). Si bien, para la cosecha a mano solo se tomaron tres repeticiones por ambiente, las diferencias entre cosecha mecánica y manual resultaron mínimas en las densidades de 2,4 y 3,4 pl m-2 (< a 100 kg Ha-1). Es decir, tomando como referencia la cosecha con máquina, con un muestreo direccionado por un mapa de NDVI se logró suficiente precisión para la información recolectada a mano. Sin embargó, la diferencia de rendimiento entre modalidades de cosecha resultó muy elevada en la densidad de 4,4 pl m-2. El factor principal de esta diferencia fue la presencia de plantas quebradas (2% de plantas quebradas en 2,4 pl m-2; 8,5% en 3,4 pl m-2 y 29% en 4,4 pl m-2). Las pérdidas de cosecha aumentaron considerablemente en la densidad mayor y redujeron notablemente su rendimiento agronómico (cosechadora, Fig. 2).
En los tres ambientes evaluados la densidad de 2.4 pl m-2 obtuvo los mejores resultados (Fig. 3). La densidad mayor obtuvo el mejor resultado en los picos máximos de rendimiento (4.4 pl m-2: 13500 Kg Ha-1 vs 2.4 pl m-2:12500 Kg Ha-1). No obstante, el rendimiento promedio para el ambiente de mayor productividad se obtuvo con la menor densidad. La presencia de sitios de bajo rendimiento dentro del ambiente profundo pudo haber generado esa disociación. Además, las deficiencias nutricionales pudieron afectar con mayor intensidad al ambiente profundo e incrementar su intensidad con la densidad. Si bien, no se presentaron signos visuales de deficiencias de nutrientes como clorosis o punta de espiga sin grano, puede que estas deficiencias hayan incrementado el quebrado de la planta que resultó similar en todos los ambientes. En el otro extremo, en los ambientes intermedio y somero las diferencias de rendimiento entre densidades resultaron muy bajas, poniendo de manifiesto una gran adaptabilidad del genotipo evaluado.
La falta de respuesta a la densidad es coherente con el bajo rendimiento alcanzado y con una elevada plasticidad reproductiva del híbrido evaluado. La plasticidad reproductiva minimizó los requerimientos crecientes de densidad ante niveles crecientes en la oferta de recursos. Entonces, en este marco experimental la plasticidad reproductiva permitió suplir el incremento de densidad ante incrementos de la productividad del ambiente. En todos los ambientes, la reducción del aporte de la espiga principal ante reducciones en la densidad (E1; Fig. 4), fue compensada por un incremento del rendimiento proveniente de la segunda espiga (E2) y de las espigas en los macollos (Em). No obstante, debemos considerar que la plasticidad tiene limitaciones, que hay diferencias genéticas en su expresión y que estos resultados son coherentes con una campaña marcada por un déficit hídrico con dinámica creciente.
Consideraciones
Las restricciones hídricas de la campaña limitaron notablemente el rendimiento del cultivo de maíz, acoplándolo con la calidad del ambiente edáfico. En estas condiciones, la densidad de 2,4 pl m-2 logró el mejor resultado agronómico en todos los ambientes evaluados producto de una gran plasticidad reproductiva en el genotipo utilizado. Sin embargo, incrementar la densidad hasta 4,4 pl m-2 no determinó una pérdida considerable en el rendimiento. Esto pone de manifiesto la capacidad productiva de los híbridos modernos en condiciones restrictivas. No obstante, se observó una notable reducción del rendimiento agronómico producto del incremento en la tasa de quebrado de tallo en la densidad de 44.000 pl Ha-1.