Debido a la difusión del cultivo en los últimos años, la incidencia de las enfermedades foliares en la cebada han aumentado en forma considerable. Esto se debe en una gran medida a los cambios en el ambiente, originados en las modi-ficaciones de las prácticas de cultivo, como la siembra directa y a cambios climáticos que permiten que los patógenos se establezcan en nuevas áreas y a la difusión de variedades que son susceptibles a las mismas.
El efecto de las enfermedades foliares en la pérdida de ren-dimiento está dado por la disminución que ellas provocan del área foliar activa, que es la encargada de interceptar la radiación en un lapso de tiempo determinado, para que la misma sea transformada en lo que llamamos biomasa o materia seca, que a partir de la floración del cultivo se moviliza en una alta proporción hacia los granos. Es por esto que a partir de que el cultivo entra en la etapa reproductiva o sea a partir de la elongación de los tallos, el seguimiento de estas enfermedades adquiere una fundamental importan-cia.
Las enfermedades fungicas más importantes que afectan a este cultivo, son la “roya de la hoja”, la “mancha en red”, la “escaldadura” y la “mancha borrosa”, que producen pérdidas de rendimiento muy variables dependiendo de muchos factores, entre ellos por ejemplo, la variedad utilizada, las condiciones del ambiente, el momento del ciclo del cultivo en que el patógeno ataca a la planta, etc.
El nivel o cantidad de enfermedad presente en un cultivo, estimado de acuerdo a la presencia de la enfermedad (inci-dencia) y/o a la cantidad de área foliar afectada (severidad), nos dan una idea de la pérdida de rendimiento originada por las enfermedades. También estos niveles o umbrales, nos indican a partir de que momento es beneficioso económica-mente realizar el control con la aplicación de fungicidas. Una aplicación anticipada, nos generará un costo mayor a la pérdida de rendimiento que la enfermedad ocasiona ya que cierta disminución en el rinde es tolerable, por otra parte una aplicación tardía, además del costo de la aplicación, nos agregará al mismo una pérdida de rendimiento que ya no es posible evitar.
En lo que respecta a la aplicación de medidas preventivas antes de la siembra del cultivo, son de importancia la utiliza-ción de una semilla sana o tratada con fungicidas específicos, la utilización de variedades más tolerantes y la elección de lotes que estén en rotación, sobretodo por la posible presencia de plantas guachas u otros hospedantes alternativos del patógeno que causa la enfermedad.
En el caso de que estas medidas preventivas no sean suficientes, nos queda como recurso la utilización de productos químicos, que es siempre una medida de emergencia, y debido a que esto genera un costo adicional, se deberá tomar la decisión de aplicación cuándo sea realmente necesaria. Para esto el monitoreo del cultivo es de fundamental importancia para establecer el nivel o umbral de enfermedad que nos justifique la realización del tratamiento, sobretodo a partir de la etapa de fin de macollaje hacia adelante. La utilización de un fungicida de acción preventiva y curativa nos asegura la reducción de la multiplicación del pa-tógeno en el comienzo de una epidemia. Finalmente se puede decir que una aplicación en el momento y con el producto adecuado nos puede representar de acuerdo al tipo de enfermedad, aumentos de rendimiento que oscilan según distintos trabajos en el orden del 20%.