La relación de nuestra industria con los antibióticos comienza en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado. En ese momento su producción a nivel industrial y la aparición de nuevos productos, bajaron el precio a niveles que permitieron el uso masivo en producción animal, particularmente, aves y cerdos.
Como vamos a ver, su empleo siguió el camino de los desarrollos tecnológicos y sanitarios de la industria. Pese a la preocupación que se despertó en los productores años después cuando comenzaron las limitaciones a su uso, estas medidas restrictivas llegaron en un momento funcional a nuestros intereses.
¿Cómo comenzó su empleo?
Para poder seguir la evolución de los conceptos debemos separar dos formas diferentes de su aplicación: como tratamiento de afecciones en un caso y formando parte en las fórmulas de nutrición de las aves como otro aspecto diferente.
Es lógico pensar que el uso comenzó para el tratamiento de las afecciones bacterianas. En aquella época estas patologías se presentaban con mayor frecuencia de lo sucede actualmente. Sin embargo, el principal volumen de empleo fue en alimento y no precisamente para el combate de infecciones. Comenzaremos entonces los comentarios por su uso en nutrición y luego pasaremos a las modalidades que denominaremos por el momento de “tratamiento”.
Antibióticos como integrantes de la fórmula de los alimentos
Rápidamente tanto productores como los fabricantes de alimentos se dieron cuenta de los efectos “colaterales beneficiosos” que estaban sucediendo cuando se los empleaba continuamente y en bajas dosis en todos los tipos de fórmulas:
- Menor mortalidad en los lotes
- Mayores incrementos de ganancia en peso corporal
- Mejor conversión del alimento
- Aumento de producción de huevos por gallina alojada.
Es entonces que surge el concepto de Antibióticos Promotores del Crecimiento (o Producción). Los resultados en la mejora de la ganancia de peso corporal en ese momento daban como promedio general un 2 %. Podemos encontrar publicaciones que citan un mínimo de 1.8% con Virginiamicina hasta un máximo de 10.2% con Avoparcina.
¿Cuál es su mecanismo de acción?
Aún tantos años después, se sigue discutiendo el verdadero modo de acción del antibiótico en la promoción del crecimiento o producción. Una hipótesis es que actúan eliminando del intestino una serie de bacterias que compiten con los enterocitos en la absorción de los nutrientes.
La desaparición de estas bacterias “adversas” evitaría la producción de metabolitos depresores. La combinación de estas acciones mejora la absorción y posterior utilización de los nutrientes.
Otros autores lo explican por su acción “anti inflamatoria” a nivel intestinal. Finalmente, se considera que además bajan el “costo metabólico” por hacer innecesario el desarrollo de inmunidad a infecciones entéricas subclínicas frente a determinadas poblaciones de bacterias.
Otros beneficios esperados de su uso
Quienes defendían la posición de emplear continuamente los antibióticos a bajas dosis en alimento argumentaban como hechos positivos a destacar:
1) Mejorar el aprovechamiento de los nutrientes
2) Permitir la total expresión de la capacidad genética de las aves
3) Reducir el precio al consumidor (esto suena a aspiración más que algo concreto)
4) Mantener la salud del aparato digestivo del animal
5) Reducir la incidencia de enfermedades.
Agregaban además una serie de argumentos que harían las delicias de sus nietos ecologistas:
6) Reducir la cantidad de animales necesarios para producir la misma cantidad de carne
7) Disminuir la contaminación ambiental
8) Reducir el consumo de agua potable
9) Evitar destinar mayor cantidad de tierra a la producción de granos
10) Evitar el uso de otros aditivos.
Todos los argumentos eran válidos en el contexto de la realidad de ese momento. Debemos recordar que se formulaba calculando por proteína bruta y no se disponía de aminoácidos sintéticos para equilibrar las fórmulas. La genética que empleábamos era mucho menos evolucionada y por lo tanto los requerimientos nutricionales de las aves eran menores.
Por otra parte no disponíamos de equipos para realizar análisis bromatológicos rápidamente. Esto hacía necesario disponer de tiempo suficiente para el control previo de la composición de los ingredientes, formular en base a esos datos y recién luego pasar a su mezcla. Como etapa final realizar el control de calidad del alimento terminado previo a su distribución. El proceso para trabajar con las garantías del caso era largo y consumía mucho tiempo de espera para los resultados intermedios.
A esto podemos agregar que la tecnología de producción de algunas materias primas era primitiva y no disponíamos de muchas opciones en cuanto a la elección de los ingredientes. Eso nos lleva a pensar si en las condiciones actuales, los APC (Antibióticos
Promotores del Crecimiento) tendrían los mismos resultados económicos sobre la producción de las aves como lo tenían en aquellas épocas.
¿Cuándo empezaron los cuestionamientos?
Comenzaron ya al final de la década de los 50´ con datos objetivos obtenidos en el Reino Unido. Las cepas de Escherichia coli resistentes a los antibióticos provenientes de aislamientos de intestinos de aves comenzaron a aumentar en forma rápida y sostenida.
La tetraciclina, uno de los más usados a dosis bajas y en forma continua fue el primer hallazgo.
De un 3.5% resistentes en 1957 saltó a un sorprendente 63,2% en 1960 según publicaciones de la época. Simultáneamente se observan en el hombre la aparición de microorganismos resistentes a los antibióticos usados en diferentes tratamientos:
Surge la idea que el mecanismo para la aparición de la resistencia podría ser vinculado a su uso en los animales
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También debemos considerar la posibilidad de otras alternativas. Existe una resistencia natural por parte de diferentes bacterias debido a sus propias características. Por ejemplo, los Mycoplasmas siempre tendrán una “resistencia natural” a los antibióticos que actúan sobre el metabolismo de la producción de la pared bacteriana ya que ellos carecen de la misma.
Ahora sabemos además que puede ser adquirida por mutaciones que se producen espontáneamente y que la “información” puede ser trasmitida de un grupo bacteriano a otro.
En lo que estamos de acuerdo es que el uso continuo de un mismo antibiótico en pequeñas dosis no terapéuticas tiende a seleccionar poblaciones que se han hecho resistentes por encima de otras que no lo son. Hoy sabemos que la “información” de la resistencia está incorporada en los genes de las bacterias y que se transfiere entre ellas incluso aunque sean de diferente grupo por medio de los plásmidos.
Éstos poseen material genético en forma extra cromosómica, son auto replicantes y no son esenciales para la célula huésped. Se movilizan entre las bacterias por el llamado movimiento de conjugación. Una vez instalados en la otra célula bacteriana son muy estables de ese modo, ésta adquiere así “material genético” adicional a su propio genoma.
Hoy es frecuente encontrar bacterias que son resistentes a varios antibióticos simultáneamente aunque se traten de diferentes grupos químicos así como a varios de los desinfectantes de uso común.
¿Cómo fueron evolucionando los conceptos?
Estudios realizados en los 70´y 80´del siglo pasado en Europa mostraron una evolución de la resistencia a Vancomicina. En un primer momento fue de tipo intra hospitalaria en pacientes de unidades de tratamiento intensivos, los que tenían compromiso inmunológico y los usuarios de catéteres.
En una segunda etapa se comienza a detectar en pacientes en el momento de su admisión. Finalmente aparecen en personas “sanas”, aguas servidas, carne de consumo y animales vivos. Este hecho llevó inmediatamente la siguiente sospecha ¿los antibióticos pertenecientes a un mismo grupo, pudrían generar resistencia cruzada en los microorganismos?
Siguiendo el mismo razonamiento, la Avoparcina de muy amplio uso en Europa en producción animal en ese momento, integra el grupo de los glicopéptidos junto a la Teicoplanina y la Vancomicina de uso en humanos. Entonces en su uso como promotor a bajas dosis ¿estaba en el origen del problema? No obstante, los hechos parecen cuestionar la hipótesis.
En los Estados Unidos es donde se realiza la mayor cantidad de aislamientos en humanos de gérmenes Vancomicina resistentes. Pero allí nunca se permitió el uso en animales de Avoparcina. Mientras que en Dinamarca, siendo un gran usuario del antibiótico, no se presentaba el problema y en el Reino Unido que estaba en la misma situación productiva, los casos de resistencia eran relativamente bajos.
En la década de los 80´ los diferentes países europeos comienzan a prohibir el uso de los antibióticos como promotores del crecimiento en animales. Luego esto se generalizó a toda la Unión Europea la cual a su vez, fue extendiéndose con el ingreso de nuevos países. Mostramos algunos ejemplos
De todos modos la actitud de los diferentes países o bloques es diferente. Por ejemplo, la Unión Europea basa las resoluciones en el Principio de Precaución. Según esta línea de pensamiento no se requiere una base científica que demuestre el riesgo sino que se procede a la prohibición de uso simplemente con la “sospecha fundada”.
En el caso de los Estados Unidos, se sigue el criterio de la demostración científica llamado “Principio de la Prueba”. Este camino es por lo tanto más lento lo que no obsta a que pueda llegar a resoluciones similares. Por ejemplo, en el año 2005 se prohíbe en Estados Unidos el uso terapéutico en aves de la Ciprofloxacina por la aparición comprobada de resistencia de Salmonella.
Alternativas al uso de los Antibióticos Promotores del Crecimiento
Con la prohibición del uso de antibióticos en esta función, la avicultura y la industria farmacéutica que la provee comienza a probar nuevas opciones. Surge entonces el concepto de la salud intestinal.
Según esta idea debemos mantener un equilibrio en la flora microbiana del intestino para evitar que se instalen o limitar el crecimiento de bacterias patógenas o que puedan alcanzar esa categoría, El objetivo se puede lograr mediante cambios en el microambiente a los que es posible llegar desde distintas vertientes. Enumeraremos algunos de ellos:
• Los prebióticos son sustancias que estimulan selectivamente el crecimiento y actividad de bacterias benéficas presentes en el intestino ejemplo de ellos son:
Frutooligosacáridos
Mananooligosacáridos
• Los probióticos son microorganismos que se suministran vivos y que una vez instalados benefician al organismo manteniendo un equilibrio en la microbiota intestinal. Entre ellos citamos:
Lactobacilos
Enterobacilos
Bifidobacterias
Su mecanismo de acción es múltiple ya que compiten por receptores intestinales y los nutrientes disponibles con bacterias potencialmente patógenas. Además, tienen la capacidad de secretar sustancias antimicrobianas mientras estimulan simultáneamente al sistema inmunológico.
• Los simbióticos son productos que suministran simultáneamente sustancias prebióticas con probióticos mejorando el efecto combinando acciones.
• La Flora de Exclusión o Competitiva se basa en la observación de Nurmi y Rentala que concluyeron que los pollitos que eran criados en forma natural por sus madres, adquirían rápida mente desde las heces de ellas, una flora bacteriana que dificultaba la colonización temprana de sus intestinos por Salmonella. En el caso de las aves industriales, al no tener contactos entre las generaciones, demoraban mucho en adquirir su “flora normal” lo que permitía el establecimiento por ejemplo de Salmonella.
Esto llevó a que, principalmente en Europa, se produjeran a partir de aislamientos desde los ciegos de aves adultas sanas, cultivos destinados a parrilleros o a ponedoras lográndose efectos beneficiosos que obviamente no alcanzan el 100% de los casos. Se comercializan en forma liofilizada y se suministran en el agua de bebida.
Esta técnica enfrentó resistencia en los Estados Unidos para su uso ya que simplemente se multiplicaba “toda” la flora usual del ciego sin realizar una identificación de las especies ni la relación cuantitativa de las mismas en el cultivo total. Como es usual, por su propia legislación, no se podía aprobar el uso de un producto cuya composición exacta se desconocía.
El suministro de ácidos con el alimento como una forma de colaborar en el control del pH intestinal, también es frecuente entre ellos citaremos como los más frecuentes:
Propiónico
Butírico
Láctico
Fórmico
• Los fitógenos son productos extraídos de plantas que se adicionan al alimento las que promueven un mejor desempeño según los principios activos que aportan. Entre ellos tenemos:
Canela
Eucalipto
Jengibre
Orégano
Tomillo
Además, debemos considerar que en los mercados se dispone de diferentes enzimas, inmunomodeladores y bacteriófagos que también tienen un rol en la salud intestinal.
El uso masivo de todas estas opciones nos irá dando datos productivos solos o combinados y podremos evaluar objetivamente en las condiciones de cada país su eficacia y eficiencia.
Uso de los antibióticos en tratamientos
Debemos evaluar ahora el uso de los antibióticos que en primera instancia parece como más obvio: tratamiento de afecciones bacterianas. Ese concepto rápidamente se “deformo”. Así podemos agrupar los diferentes casos en:
- Terapéutico: concepto fácil de entender, se aplican a aves enfermas
- rofiláctico: se utilizan con criterio “preventivo”
- Metafiláctico: Realmente significaría aplicarlos en lotes donde existen aves enfermas y sanas para evitar la difusión del agente.Pero su uso se popularizo aplicándolos cuando una variable está fuera de lo normal. Por ejemplo, una baja repentina de la postura en un lote sin fácil explicación de su origen
En un comienzo y durante muchos años el uso de los antibióticos fue, por lo menos desaprensivo. Su precio relativamente bajo llevó a que se aplicaran sin muchas consideraciones previas.
Como es lógico debería realizarse previamente a su uso. un aislamiento e identificación del agente actuante. Luego realizar un antibiograma aunque fuera con las técnicas más sencillas y finalmente aplicarlos de acuerdo a los resultados.
Los hechos que realmente acontecieron fueron que durante un largo período se usaran sin ningún estudio previo. Frente a resultados bajos o nulos, los productores comenzaron a usar dosis más altas que las recomendadas. En otros casos los que se vendían para uso en agua, se empleaban por vía intramuscular para bajar el precio de su aplicación. El costo relativamente bajo de la mano de obra en aquellos días lo permitía.
La idea de pasar a los antibiogramas cuantitativos es posterior, es así como se vio que en algunos casos, la concentración de un antibiótico que era eficiente para eliminar una determinada bacteria, era tan alta que lo volvía tóxico para los animales. Algunos lo aprendieron por la vía más cara.
Pasemos ahora al concepto “profiláctico”. La vida útil de un antibiótico empleado a dosis tratamiento tiene un efecto limitado en el tiempo ya sea por su metabolismo en el organismo o su eliminación por vía fecal o urinaria, su acción tiene un plazo corto.
Además, tienen una acción específica a nivel de las bacterias, bloquear la producción de sus proteínas, de su pared, etc. Entonces si no estamos seguros de que las bacterias patógenas están presentes en un lote ¿qué sentido tiene aplicar los antibióticos? ¿Sobre quién actuarían?
En realidad, en aquel momento se los utilizaron para tapar una serie de ineficiencias. En los años 60´ se comienza a usar extensamente en las plantas de incubación la vacuna contra la enfermedad de Marek.
La idea surgió inmediatamente ya que todas las aves van a ser inyectadas al día de su nacimiento ¿Qué mejor que agregar además un antibiótico? Una vez solucionado el problema de compatibilizar el uso de vacuna – antibiótico en una sola aplicación, fue ideal para “solucionar” una serie de problemas. Hagamos un somero recuento. Se usaron los antibióticos adecuados para minimizar la transmisión vertical de Salmonella y Mycoplasma. Además, se ocultaron errores de incubación o manejo del huevo fértil desde su producción hasta la incubación. Ello eventualmente hubiera derivado en cuadros graves de onfalitis.
Pero además algunas de las vacunas usadas en aquel momento despertaban mayores reacciones adversas que las que usamos en este momento. Si agregamos a esto las malas condiciones ambientales, la no existencia del concepto de bioseguridad como eran la regla entonces y la pobre tecnología de su aplicación, teníamos las condiciones ideales para que actuaran como oportunistas los Mycoplasmas y E. coli.
A esto debemos agregar que en la mayoría de los casos los antibióticos eran prescriptos por extensionistas no veterinarios o por el mismo propietario de las aves con el criterio de evitar las “complicaciones” adjudicadas a la vacuna.
Las tecnologías de elaboración cambiaron mucho desde entonces y hoy disponemos de las vacunas recombinantes, cepas de muy baja o nula capacidad patogénica residual, etc. que hacen que la aplicación sea muy segura.
El uso en forma metafiláctica es todavía más discutible. Frente a una caída de postura no muy marcada, un chasquido en las aves percibido por la noche, una conversión elevada, se hizo casi que una costumbre, dar un antibiótico en el alimento.
Algunas veces se lograba algún efecto de respuesta inespecífico pero la argumentación para su empleo, generalmente directamente por los productores, era tan inconsistente que se utilizó algunos antibióticos de actividad estrictamente entérica frente a “sospechas” de cuadros respiratorios.
En ese momento, no existía ni conciencia ni preocupación por los residuos en los productos de consumo: carne y huevos.
Pero el cuadro de resistencia a los antibióticos se fue complicando cada vez más se agregaron casos de E. coli resistentes tanto en el hombre como en animales a:
Fluorquinolonas
Cefalosporinas
Polimixina
Además de Klebsiella pneumonae resistente tanto a Polimixina como a Carbapenem todos ellos correspondientes a grupos químicos de uso mucho más reciente a los anteriormente citados.
¿Cómo fueron operando los cambios?
La óptica fue cambiando y se pasó a una mayor integración entre las ramas biológicas: medicina veterinaria y humana. Con ello se agregan otras preocupaciones. Una es la posibilidad que los residuos de los antibióticos utilizados en animales lleguen con los alimentos a ser consumidos por el hombre.
De allí surgen los tiempos de retirada que es el espacio que debe mediar entre el último uso en los animales y el momento de faena de los mismos para asegurar que hayan sido eliminados de las carcasas al momento de integrarse a la cadena alimenticia.
Lo mismo sucede con los huevos de consumo donde las advertencias en algunos de los envases de antibióticos resultan hasta graciosos como: “Se prohíbe su uso en ponedoras.
Se emplearse, el huevo producido no podrá ser consumido en el plazo de 28 días a partir del fin de su administración” Como se esto fuera lógico desde el punto de vista económico. Pero este no fue el único tema introducido. La eliminación por parte de las aves en las heces y orina de antibióticos suministrados a ellas aún en forma activa. Ello implica la contaminación posible de fuentes de agua, la tierra en zonas de producción, alimentos de animales de producción o compañía, fauna silvestre, cosechas en el campo y eventualmente los operarios que entren en contacto.
Todo esto implica ciclos naturales muy complejos y que escapan a las posibilidades de control.
Pero ¿es este un temor con base científica? Lamentablemente si, ya que un 75% a 90% de los antibióticos usados en animales se excretan sin ser metabolizados por las fecas y orina. Pensemos solo en esto: usualmente pollinaza y gallinaza se utilizan como mejorador orgánico de las tierras y los procesos a los que son sometidas no necesariamente los inactivan.
Pero ¿Se tomaron otras medidas además de la prohibición de su uso como APC?
Frente a este panorama la AAAP (Asociación de Patólogos Aviares de los Estados Unidos por sus siglas en inglés) hace más de 30 años sugirió que se agruparan los antibióticos siguiendo el siguiente criterio según su uso en el hombre:
• Clase I Importantes por su uso den medicina humana. Ejemplos: Enrofloxacina, Sarafloxacina. (Ciprofloxacina prohibida posteriormente en 2005). Mantener en “reserva” para su uso en aves
• Clase II De uso en humanos pero que tienen alternativas a su empleo: Eritromicina, Penicilina, Gentamicina, Sulfonamidas, Tetraciclina, Cefalosporinas
• Clase III Uso mínimo o sin uso en medicina humana: Bacitracina, Estreptomicina, Tylosina, Lincomicina, Espectinomicina, Neomicina.
Ya entonces se llamaba a hacer un uso racional de los antibióticos, los del grupo I solo en humanos, limitar estrictamente a los del grupo II y utilizar los del grupo III ya que no se usan en el hombre. Agrega además las siguientes recomendaciones que mantienen una total vigencia:
1) Prevenir las infecciones cuando y como sea posible
2) Efectuar un diagnóstico correcto
3) Utilizar los datos de laboratorio (antibiogramas)
4) Agotar otras opciones
5) Aplicación de los antibióticos bajo dirección y control de un veterinario
6) Aplicar solo en animales enfermos o bajo riesgo
7) Utilizar antibióticos de Clase II en aves solo por una razón justificada
8) Reducir la aplicación en tiempo y dosis al mínimo
Todas estas medidas son totalmente aplicables sin mayores problemas en cualquier uso terapéutico que se plantee en las aves. Durante el tiempo trascurrido desde entonces, muchas cosas han cambiado en la producción avícola.
Para empezar se centró buena parte de las medidas de prevención en aplicar el principio de la bioseguridad. El concepto que encierra el término está claro para los avicultores. Las nuevas granjas se comienzan a construir con medidas que antes se usaban solo en reproductoras. El aislamiento pasa a ser un eje de la estrategia: separación efectiva de los vecinos, limitar o prohibir las visitas, utilizar mallas antipájaros para evitar el ingreso de los mismos al galpón.
Se instalan esclusas sanitarias al ingreso tanto de vehículos, que deben pasar por rodiluvios como del personal debe tomar obligatoriamente un baño con cambio de ropas.
El mantenimiento del galpón entre cada cría incluye un protocolo de limpieza, lavado y desinfección que se aplican sistemáticamente y en ese orden. Se impide el ingreso de todo tipo de animales incluyendo los domésticos además de un programa sistemático contra las plagas: fundamentalmente roedores, moscas y otros insectos.
Toda el agua que consumen los animales debe ser adecuadamente tratada. Como es obvio una antigua recomendación: edad única por galpón y si es posible, por granja.
Otros cambios a tener en cuenta
La combinación de todas estas medidas logró un importante efecto “preventivo” que antes se procuraba con antibióticos.Las instalaciones de alojamiento de las aves cambiaron sustancialmente. Hoy disponemos de galpones cerrados que tienen control automático de la ventilación, temperatura, humedad y velocidad del aire en el interior. En materia de las vacunas a germen vivo que se utilizan con tanta frecuencia, se mejoró la técnica de aplicación y su efectividad. Hoy disponemos del equipamiento que permite una aerosol o nebulización adecuado a cada necesidad. Se ha difundido ampliamente la vacunación en planta de incubación con equipamientos que dan seguridades de alcanzar a un muy alto porcentaje de las aves expuestas en forma eficaz. Disponemos de vacunas contra agentes que no teníamos antes como E. coli. Dentro de las vacunas vivas, las nuevas cepas de NewCastle con índice de patogenicidad (IPIC) 0,0 que no desencadenan reacciones adversas en la aves, etc.
Las vacunas recombinantes de las que se dispone con base a diferentes vectores, (Marek, Viruela, etc.) permiten proteger a las aves con seguridad de no tener reversión a la patogenicidad del microorganismo incorporado. En esencia, un segmento importante para despertar la inmunidad en el ave pero no relacionado a su capacidad patogénica (Por ejemplo de: Enfermedad de Gumboro, Laringotraqueítis Infecciosa, o incluso serotipos de Influenza Aviar), se introduce en el virus de HVT de Marek o Viruela.
Cuando se aplica la vacuna (viva) para estas afecciones, además de multiplicarse el virus original de Marek o Viruela, también lo hace el segmento correspondiente a la Enfermedad de Gumboro insertado en él despertando así la reacción inmunológica con total seguridad, sin los efectos indeseados de una “reacción a la vacuna”. La reversión a la patogenicidad es imposible, ni siquiera es el virus completo.
Todo lo mencionado más planes de inmunización adecuados para enfermedades bacterianas u gérmenes presentes en el ambiente local hacen innecesario el uso de los antibióticos en su anterior uso “preventivo”.
¿Vamos en camino de prohibir el uso de los antibióticos en avicultura?
La respuesta es terminante: NO. Vamos a un uso “racional” de los mismos. Ello implica que solamente se utilizarán en tratamientos, bajo receta y control directo de un veterinario. Lo que sí desaparecerá en toda la industria es su uso como “preventivo” “metafiláctico” o “promotores del crecimiento” además se restringirá o eliminará del uso aquellos que se consideren de empleo fundamental para la medicina humana.
Volvemos a la opinión de la AAAP según dio a conocer en el White Paper del 25/03/2016, razones éticas, los veterinarios deben tratar los animales enfermos y evitar sufrimiento y muertes dentro de lo posible. Específicamente dice: “Los antibióticos deben permanecer como una opción apropiada y necesaria para la salud y el bienestar animal aún cuando el mercadeo y la preferencia del consumidor dicte lo contrario”.
Por otra parte desde 2014 la industria norteamericana y el USDA tienen en funcionamiento el Sistema Nacional de Monitoreo de Resistencia Antimicrobiana. Las reglamentaciones disponen que debe existir una prescripción veterinaria para usar aditivos en alimento o antibióticos en agua de bebida.
La realidad actual es que aproximadamente un 70% de los parrilleros que se crían en ese país lo hacen en régimen de “Libres de Antibióticos” al igual que un porcentaje importante de los pavos.
Un informe oficial sobre el uso de los antibióticos publicado en diciembre de 2019 sobre el año anterior muestra que:
Es muy interesante además considerar cuáles han sido los antibióticos utilizados:
*En el último caso el total es consistente con el momento de su prohibición.
Para tener una idea de lo que significa podemos considerar que en el país se utilizaron en el año de referencia 5.788.387 kilos considerando aves, cerdos, ganado, peces y otras especies de menor peso relativo.
Durante ese año, solamente el 13,8% del total se usaron en parrilleros y un 11.5% en pavos. Se destaca que el uso en ponedoras es tan ínfimo que la FDA lo incluyó dentro de los usados en los parrilleros.
La resistencia microbiana y su relación con las aves: situación actual
Los criterios han cambiado sustancialmente en los últimos años. En el año 2004 un autor reconocido (Allen) sostenía “El uso de antibióticos como promotores de crecimiento es lo más discutido por el empleo de dosis subterapéuticas que propician la selección de poblaciones bacterianas resistentes”.
Como pudimos observar previamente, para ese entones un número muy importante de países habían prohibido su uso con ese destino ya hacía años.
Resulta muy interesante para evidenciar al alcance del problema, el resultado de una investigación financiada por el gobierno del Reino Unido y el Welcome Trust publicada en 2016 que proporciona las siguientes informaciones:
- Se estima que anualmente mueren 700.000 personas por bacteria resistentes a los antibióticos, 25.000 de ellas en la Unión Europea
- De no cambiar las circunstancias, se considera que para 2050 pasarán a ser 10.000.000 anuales lo que supera a las enfermedades crónicas que actualmente encabezan la lista.
- El costo estimado llega a U$S 100.000.000.000 anuales
No obstante, la tendencia a cargar las tintas sobre la relación entre el uso de los antibióticos en los animales de producción y la resistencia microbiana es puesta en duda por otros estudios.
Los datos aportados por la evaluación del período 2013 – 2018 por el gobierno del Reino Unido en la publicación "5 Years Microbiological Resistance Strategy" afirma como conclusión: Existe una evidencia creciente que sugiere que lo que sucede clínicamente con los hechos de resistencia microbiana que enfrenta la medicina humana son primariamente resultado del uso de los antibióticos en humanos más que por su empleo en animales”
Como es obvio, constituye una preocupación de primera línea al presente. Los organismos internacionales han combinado sus esfuerzos tanto para fijar posiciones como para relevar el estado actual del problema.
Fundamentalmente la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial para la Salud Animal (OMSA) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) trabajan en conjunto en el marco de UNA SOLA SALUD proporcionando información, directivas, sugerencias y apoyo a los países respecto a la resistencia a los antimicrobianos (RAM) y el uso racional de los mismos.
Se realizaron recomendaciones para todos sus miembros respecto al uso de los antibióticos desde 2017. En general, son las mismas que hemos visto previamente:
1) Reducción de uso de todas las clases de antibióticos de importancia médica en animales destinados a la producción de alimentos.
2) Restricción completa para uso como estimulantes del crecimiento.
3) Restricción completa de uso “preventivo”, solamente después de un diagnóstico de laboratorio.
4) Solo uso terapéutico no utilizando antibióticos en animales de producción considerados críticos en medicina humana.
Paralelamente la OMS confeccionó una lista sobre las bacterias patógenas para el hombre donde se considera que debe enfocarse la investigación y desarrollo de nuevos productos antibióticos. Existe cierto temor por la disminución de la cantidad de dinero que se invierte en ese sentido. La investigación propiamente dicha y posteriormente lo que implica cumplir con las severas condiciones para aprobar su uso en los principales países, hacen que deban destinarse fondos muy importantes en ello.
El mercado potencial para esos eventuales nuevos productos, se reduce muchísimo si luego no podrán ser utilizados solamente en animales de compañía o deportivos. El gran mercado estaba siempre en los usados para la producción de alimentos.
¿Qué otro frente tenemos planteado?
Hay otro jugador participando: los consumidores. Estos, aunque no sean conscientes de ello, están respaldados por un gran aparato económico y de la prensa.
Sociedades ambientalistas, animalistas y otras apoyan fervientemente el no uso de los antibióticos. Por otra parte, grandes cadenas de comida rápida, encontraron en ello, la posibilidad de “separarse” de la acusación de comida chatarra y presentarse como innovadores preocupados por la salud del consumidor.
La actitud de la industria debería ser la de informar claramente la situación. Para empezar no utilizarlos como APC es ya una realidad en la mayoría de nuestros países. Todas las mejoras que mencionamos en la producción hacen cada vez menos necesario el uso con fines terapéuticos que seguirá permitido bajo condiciones de control. Ello no implica ningún riesgo para el consumo de la carne de ave ya con la precaución de los tiempos de retirada se cumplen correctamente.
La industria reaccionó a ese desafío publicitando sus planes auditados de cría libre de antibióticos pasando a utilizarlo como un argumento de promoción de sus ventas.
De todos modos la pregunta es: ¿Qué esperan de diferente los consumidores? Esta, no tiene una respuesta fácil. No implica diferencias en la inocuidad del producto ni de los atributos considerados parte de la “calidad”. Ni siquiera habrá diferencias en el precio final de venta.
Conclusiones:
• El cambio de política respecto al uso de antibióticos es funcional a la industria en la etapa de desarrollo que ha alcanzado. Se crea un nuevo nicho de mercado con la producción “libre de antibióticos” que con sus variaciones, alcanzó el
60% de la producción de carne de ave en algunos casos.
• Una buena bioseguridad, mejoras en el ambiente donde realizamos la cría, junto a un control adecuado de la salud y nutrición de las aves los hará cada vez menos necesarios y centrados en su fin primordial: el tratamiento de afecciones.