Desde hace varios años se viene prestando particular atención a la salud intestinal de las aves comerciales. Una preocupación permanente es llevar a cabo monitoreos que indiquen el estado del intestino. Si bien en una inspección a la necropsia, se observan una serie de parámetros en toda la organología del ave que indican su estado de salud, su principal objetivo es detectar las coccidiosis subclínicas ya que desde que las aves se crían en extremas condiciones de hacinamiento y confinamiento, se han transformado en las presentaciones de mayor frecuencia de tal enfermedad.
Los coccidios de las aves pertenecen al género Eimeria del que se conocen fehacientemente 7 especies, 6 intestinales: E. acervulina; E. maxima; E. mitis; E. praecox; E. brunetti y E. necatrix y una cecal: E. tenella. Entre sus principales características se consigna que su ciclo de vida es siempre intracelular, de allí el daño que producen en el intestino y por lo tanto en la productividad del animal. El conocimiento de dicho ciclo, permite comprender algunas de las razones por las cuales pueden existir varias maneras de detectar la coccidiosis en sus diversas presentaciones.
Si bien no es el propósito aquí describir detalladamente el ciclo, es interesante brindar un breve resumen que aclare la comprensión de su conocimiento. Existe una fase asexual del ciclo en donde se produce, una serie de alteraciones del epitelio por la multiplicación de las células coccidiales en su interior. Esta etapa llamada esquizogonia puede repetirse varias veces (dos o más), dependiendo de la especie de eimeria de la cual se trate. Luego, cumplida esta fase las diversas células de coccidios se diferencian en los dos gametos necesarios para cumplir el estadio de reproducción sexual que dará como resultado, luego de transformaciones estructurales y citofisiológicas a la forma infectante del parásito denominada ooquiste.
De lo dicho, se desprende que este ciclo posee una duración diferente para cada especie. Long y Reid en el año 1982 establecieron, en horas el lapso temporal de las diversas especies, que condiciona lo que en parasitología se denomina período de prepatencia que para el caso de las coccidiosis aviares puede definirse, como el lapso que media entre la llegada del agente patógeno al interior del animal y la manifestación de los primeros síntomas clínicos y, para los casos de presentaciones subclínicas, a la excreción de los primeros ooquistes.
Período de prepatencia de las diversas especies de eimerias, expresadas en horas
La coccidiosis puede ser diagnosticada mediante diversas metodologías, sin embargo cada una de ellas nos permitirá obtener diferentes conclusiones acerca de la enfermedad. Para las presentaciones clínicas sin duda la observación macroscópica de lesiones, según la escala de intensidad de 1 a 4 de Johnson y Reid (1970) será un indicativo importante de presunción. No obstante a excepción de E. acervulina, cuyas lesiones pueden ser consideradas patognomónicas a través de la observación de los clásicos puntillados blanco grisáceos, para las de grado 1 hasta las bandas de coalescencia o la hemorragia generalizada de la mucosa, para los grados más avanzados, las demás especies requieren una confirmación microscópica. Es que todas ellas, si bien se describen con lesiones más o menos definidas siempre necesitarán una confirmación a través del microscopio ya que con cierta frecuencia pueden ser confundidas con otras afecciones del intestino.
El diagnóstico mediante el recuento de ooquistes por gramo de materia fecal (OPG) nos indicará que estamos en presencia de una coccidiosis clínica (o mas raramente subclínica), habiendo superado ya el período de prepatencia, es decir que la enfermedad está en pleno curso y, por lo tanto, el ave se encuentra contaminando la cama y el ambiente en general, dando lugar a la posibilidad de un mayor desafío futuro.
Por su parte el diagnóstico por recuento de ooquistes por gramo de cama solo nos permitirá saber en qué medida el desafío es real y, cuál es el riesgo para futuras crianzas. Este dato es relativo, y será necesario saber si tales ooquistes son provenientes de cepas de campo o bien son de origen vacunal, en cuyo caso nos indicará que estamos en pleno ciclo de su acción. Saber el grado de desafío es conveniente para poder prever el desarrollo de futuras crianzas. Un bajo número de ooquistes no indicará necesariamente que los lotes futuros no tendrán riesgo, así como un elevado nivel tampoco asegurará que la coccidiosis será intensa ya que en definitiva para su desarrollo habrá que tener en cuenta la enorme cantidad de variables intervinientes, como el manejo, la sanidad general el estado inmunitario y, obviamente el programa anticoccidial utilizado. No obstante no se debe soslayar su importancia como indicador de futuras acciones a emprender.
Por último el Método de Raspajes Seriados de la Mucosa Intestinal (MRSMI) descrito por Mattiello y col (1990, 1994) es seguramente el más importante desde el punto de vista clínico y epidemiológico ya que gracias a éste se puede detectar la afección clínica en su período de prepatencia es decir antes de que aparezcan los primeros síntomas ya que se pueden observar las diversas formas de desarrollo –ya sea asexuadas como sexuadas--, permitiéndonos de esa manera adelantarnos a la presentación clínica. Por otra parte el MRSMI tiene un importante valor agregado y es que permite descubrir fácilmente las presentaciones subclínicas, que hoy por hoy son las de mayor frecuencia de presentación. Con respecto a estos puntos, en un estudio epidemiológico realizado durante 12 años se pudo determinar que no menos del 11% de los casos negativos al OPG, resultaron positivos por el MRSMI. Es precisamente por este motivo que es importante conocer someramente el ciclo de vida del parásito y el período de prepatencia de las especies, tal como fuera explicado mas arriba. El raspaje se realiza con bisturí sobre la mucosa intestinal; se coloca el material entre porta y cubre y se recorre todo el preparado en forma de guarda griega observándolo con microscopio óptico con un aumento de 40X.
Brevemente el MRSMI consiste en la realización rutinaria de 4 a 5 raspajes, de la manera descripta, en diversas porciones tanto de duodeno como de yeyuno-íleon en por lo menos 5 a 6 pollos cada 10.000 de un solo galpón de la granja sometida a revisión. Ello permite, por un lado, determinar positividad o negatividad diagnóstica en la granja con una confianza estadística del 98% y una precisión del 97,5% cuando la prevalencia de la afección en el lote es del 50% (Mattiello y De Franceschi, 1994). Como se puede apreciar su realización es sumamente sencilla y es posible realizarla a campo ya que requiere un mínimo equipamiento.
Referencias: X Raspajes en Duodeno
O Raspajes en Yeyuno- íleon
El MRSMI debería formar parte de todos los monitoreos de salud intestinal, aunque no siempre se realiza como tal, pues no se conocen con precisión sus alcances clínicos y epidemiológicos. Un monitoreo rutinario no termina con un simple informe, si no que debe ser complementado con un análisis pormenorizado donde se estudien las asociaciones epidemiológicas que incluyan época del año; ubicación geográfica; plan anticoccidial utilizado; asociación con otras enfermedades y afecciones derivadas del manejo y monitoreo integral de salud intestinal entre otras, buscando de esta manera obtener un mejor provecho a los estudios que las diversas empresas realizan.