La Coriza Infecciosa es una enfermedad bacteriana muy contagiosa producida por Avibacterium paragallinarum. Afecta el tracto respiratorio superior de pollos y gallinas (Gallus gallus) y también se ha aislado de codornices y psitácidos. Son susceptibles de padecerla aves de todas las edades. Aunque la enfermedad es muy conocida en gallinas, muchas veces su presencia pasa desapercibida en pollos de engorde infectados subclínicamente, porque los métodos bacteriológicos usuales no siempre detectan a esta bacteria. Por otro lado, es importante diferenciarla de otra enfermedad conocida como “coriza de los pavos”, que es totalmente distinta y está causada por una bacteria diferente: Bordetela avium.
Pérdidas productivas
Presenta amplia distribución mundial y se encuentra principalmente en países con producción intensiva, pues el hacinamiento y el estrés de estos sistemas de crianza incrementan la susceptibilidad de las aves y el contagio. Produce importantes pérdidas económicas debido a una considerable reducción de la producción de huevos (hasta un 40%) en gallinas ponedoras o reproductoras después de que alcanzan su pico de postura; al retraso del crecimiento y pérdida de peso en pollos de engorde (ocasionado por la diarrea y la reducción del consumo de agua y alimento); y al incremento del número de pollos descartados en el matadero por muerte por asfixia antes de ser colgados en el gancho y, a veces, por lesiones de dermatitis y celulitis.
Patogenicidad y virulencia de Avibacterium paragallinarum
Los antígenos hemoaglutinantes (hemoaglutininas) de Avibacterium paragallinarum son las estructuras principalmente relacionadas con su antigenicidad, patogenicidad e inmunogenicidad. Estos antígenos hemoaglutinantes bacterianos constituyen las adhesinas que permiten la adhesión de la bacteria a estructuras en la superficie celular de la mucosa y son consideradas necesarias para la infección de las células epiteliales de la mucosa del tracto respiratorio. Por lo tanto, la protección activa del ave infectada depende principalmente de la presencia de anticuerpos humorales inhibidores de las hemoaglutininas, debido a su acción neutralizante de la adherencia. Se han descripto otros factores de virulencia, entre ellos se destaca la cápsula de cepas causantes de septicemia que podría actuar inhibiendo la fagocitosis y permitiendo la distribución tisular de la bacteria.
Duración de la enfermedad
Cuando la infección no está asociada con otros agentes infecciosos, presenta un período de incubación corto (variable entre 1 a 3 días) que se caracteriza por una alta morbilidad y baja mortalidad. En estos casos los síntomas persisten durante 3 a 7 días, aunque también puede cursar de forma asintomática o por el contrario producir septicemia y muerte si las cepas involucradas son muy patógenas. Sin embargo, cuando se asocian otros agentes bacterianos o víricos el curso de la enfermedad se prolonga durante varias semanas (Gráfico 1).
Síntomas y lesiones
Los signos clínicos incluyen descarga nasal, inflamación facial con notable hinchazón de la cara, lagrimeo, anorexia, diarrea y también se puede escuchar un ronquido o estertor traqueal cuando las aves tienen afectado el tracto respiratorio inferior. La inflamación de los barbillones es muy poco frecuente aunque puede manifestarse en gallos.
Las aves enfermas, según sus signos clínicos y lesiones de la cabeza, pueden ser clasificadas en cuatro grados: Grado 1 (leve conjuntivitis); Grado 2 (hinchazón de zona periorbital y senos paranasales con o sin conjuntivitis o lagrimeo); Grado 3 (edema e hinchazón de zona periorbital y senos paranasales, sinusitis, secreción nasal y ocular, cierre parcial del ojo); Grado 4 (conjuntivitis con el ojo totalmente cerrado, abundante secreción nasal y ocular, párpados adheridos e hinchazón muy severa de zona periorbital y senos paranasales). Sólo se consideran enfermas aquellas aves con grados 2, 3 y 4 (Fotos 1, 2 y 3).

Foto 1: Grados de Coriza Infecciosa en aves inoculadas experimentalmente y observadas al 2° día post-infección.
A. Grado 0 (ave inferior) sin lesiones y Grado 1 (ave superior) con leve conjuntivitis.
B. Grado 2. Conjuntivitis con el ojo parcialmente cerrado e hinchazón de zona periorbital y senos paranasales.
C. Grado 3. Conjuntivitis con el ojo parcialmente cerrado, párpados no adheridos e hinchazón notable de la zona periorbital y senos paranasales.
D. Grado 4. Conjuntivitis con el ojo totalmente cerrado, párpados adheridos e hinchazón muy severa de la zona periorbital y senos paranasales.
Foto obtenida de: SORIANO VARAS, E.; TERZOLO, H.R. Epizootiología, prevención y control de coriza infecciosa. Epizootiology, prevention and control of infectious coryza. Veterinaria México 35 (3): 272, 2004.
Foto 2: Coriza Infecciosa en casos naturales de infección en gallinas. (A) A. Grado 2. Obsérvese la leve inflamación del seno infraorbitario y el abundante moco espeso al abrir el pico. (B) B. Grado 4. Obsérvese la grave hinchazón de la cara, los ojos cerrados con párpados adheridos, secreción nasal y ocular y moco en la cavidad bucal.
Foto 3: Coriza Infecciosa grado 4 en pollo de engorde o parrillero (broiler) de 35 días de vida inoculado experimentalmente y observado al 2° día post-infección. Obsérvese la severa hinchazón de la cara, secreción ocular, ojos cerrados con párpados adheridos e intensa inflamación de los párpados.Enfermedades asociadas
Cuando la Coriza Infecciosa se encuentra asociada a otros agentes infecciosos víricos o bacterianos como el virus de la bronquitis infecciosa, Mycoplasma gallisepticum, Avibacterium gallinarum (antes denominada Pasteurella gallinarum), Escherichia coli, Salmonella spp. o Pasteurella multocida, la enfermedad se agrava y prolonga su curso denominándose “Coriza Infecciosa Complicada” (Gráfico 1).
Gráfico 1. Gráfico comparativo de la producción y viabilidad esperadas para la línea Lohmann Brown Classic y las observadas en un severo brote de Coriza Infecciosa Complicada con asociación de Mycoplasma gallisepticum y parásitos intestinales, además de mal manejo de la granja y pobres condiciones de bioseguridad. Nótese que la viabilidad de las aves prácticamente no se ve afectada mientras que la postura lo hace de forma significativa. Obsérvese la pronunciada caída de la postura a partir de la semana 32 y la dificultad para mantener la producción de huevos luego de sucesivos tratamientos antibióticos (semanas 33, 34 y 35). A partir de la semana 46 se suspendió el suministro de alimento durante 5 días para producir un replume con ausencia total de producción, la misma se reinició a partir de la semana 51.
En pollos de engorde, puede causar un cuadro clínico descripto como “síndrome de la cabeza hinchada” en el cual Avibacterium paragallinarum se asocia a otros agentes infecciosos, como por ejemplo Escherichia coli, Bordetella avium, Mycoplasma gallisepticum y/o los virus de la Rinotraqueítis del Pavo (TRT) o de la bronquitis infecciosa, entre otros.
Las aves que sufren un cuadro complicado no se curan fácilmente y suelen permanecer con diversas secuelas, siendo común un aumento de la mortalidad y el descarte de un número importante de aves.
Vías de infección y persistencia del patógeno en las granjas
La bacteria no persiste mucho tiempo en el ambiente y por ello el principal reservorio de la infección lo constituyen aves que se han enfermado y, una vez curadas, no presentan ningún signo de la enfermedad pero continúan hospedando de forma crónica a Avibacterium paragallinarum. Estas aves portadoras permanecen aparentemente sanas por mucho tiempo pero infectan a nuevas aves jóvenes susceptibles que se introducen en las granjas. Por ello no se recomienda la crianza de aves en granjas con edades múltiples.
Además, este agente puede introducirse en granjas libres de Avibacterium paragallinarum por vía aérea. Por estas razones, son muy importantes las medidas de bioseguridad y la distancia entre las granjas para prevenir el ingreso del patógeno, ya que una vez presente en las instalaciones su erradicación es muy dificultosa, especialmente en granjas con edades múltiples.
Diagnóstico
El diagnóstico clínico de coriza resulta relativamente fácil para el veterinario cuando la presentación es clásica y no se complica con agentes causales de otras enfermedades. Sin embargo, aún en estos casos es muy importante el envío de muestras al laboratorio para confirmar el diagnóstico y definir con certeza el grupo serológico actuante, e incluso conservar cepas que eventualmente puedan utilizarse en vacunas adaptadas a la región geográfica afectada. A continuación se detalla la forma adecuada y práctica para tomar las muestras en las granjas y remitirlas al laboratorio, utilizando la propiedad de la bacteria para resistir la congelación sin necesidad de disponer de ningún medio de transporte. Además se incluyen técnicas específicas de laboratorio que permiten obtener abundante desarrollo, en comparación con otras técnicas de bacteriología clásica.
Muestras para diagnóstico
Cuando se observan signos clínicos de Coriza Infecciosa en la granja, se recomienda enviar a un laboratorio de diagnóstico entre tres y cinco cabezas seleccionadas recientemente de aves con signos agudos de la enfermedad sin tratamiento antibiótico. Es importante que las cabezas se envíen congeladas de modo tal que permanezcan en ese estado durante todo su transporte y hasta llegar al laboratorio.
El aislamiento bacteriano se realiza a partir de muestras de moco sinusal. Para ello se debe cauterizar la piel de la región infraorbital mediante una espátula metálica que se calienta al rojo vivo con un mechero Bunsen y luego se practica una incisión de la piel sobre el seno infraorbitario. Posteriormente se separa la piel en la zona de la incisión y se introduce un hisopo estéril (Foto 4), previamente humedecido con un caldo nutritivo o con una solución tamponada de fosfatos a pH neutro o ligeramente alcalino (pH 7,2 - 7,4). Otra técnica de muestreo consiste en cortar el pico superior detrás de los orificios nasales y mediante un hisopo humedecido, tal como se indicó arriba, se recolecta el moco directamente del interior de los cornetes nasales. Además, en casos de septicemia es posible aislar esta bacteria a partir de cultivos de órganos internos, tales como pulmones, sacos aéreos, hígados y bazos; en casos agudos se ha aislado incluso del interior de los globos oculares. Tanto las cabezas como los órganos pueden transportarse congelados mediante la utilización de nieve carbónica o hielo seco.

Foto 4: Toma de muestra con hisopo del interior del seno infraorbitario de un pollo de engorde o parrillero (broiler). Previamente al corte se ha cauterizado la piel para evitar la contaminación de la muestra. Aislamiento de Avibacterium paragallinarum
El hisopo se puede sembrar sobre placas con agares nutritivos con el agregado de sangre sin hemolizar y con el cultivo en conjunto con una cepa nodriza de Staphylococcus aureus o bien, sobre agar chocolate o agar con sangre equina hemolizada, que no requieren el agregado de una cepa nodriza. La incubación se realiza a 37°C durante 48 horas bajo una atmósfera microaerofílica, que puede obtenerse mediante el clásico método de incubación de las placas con vela en un recipiente herméticamente cerrado, o usando los distintos sobres o gases comerciales disponibles para atmósferas microaerofílicas para bacterias del género Campylobacter. Como puede observarse utilizando agar sangre sin hemolizar (Foto 5) Avibacterium paragallinarum crece muy débilmente alrededor de las colonias nodrizas (fenómeno denominado satelitismo) y sólo dentro del área de la hemólisis producida por la cepa nodriza. En cambio, utilizando agar con el agregado de sangre lacada o lisada, Avibacterium paragallinarum desarrolla colonias grandes y en forma abundante, cubriendo toda la placa de agar y sin depender de la cepa nodriza (Foto 6).

Foto 5: Desarrollo de Avibacterium paragallinarum sobre agar Columbia con agregado de 7% (v/v) de sangre bovina sin hemolizar luego de 2 días de incubación a 37°C. Avibacterium paragallinarum sólo desarrolla alrededor de las colonias de Staphylococcus aureus (satelitismo) y dentro de la zona de hemólisis (flechas).
Foto 6: Abundante desarrollo de colonias de Avibacterium paragallinarum en cultivo puro después de 2 días de incubación a 37°C en agar Columbia con un agregado de 7% (v/v) de sangre equina hemolizada en baño maría a 56°C durante 35 minutos. Avibacterium paragallinarum desarrolla en toda la extensión de la placa como colonias mucoides y brillantes.Serogrupos y pruebas serológicas
Según el esquema de Page, Avibacterium paragallinarum se clasifica en tres serogrupos denominados A, B y C. Actualmente mediante el esquema de Kume modificado por Blackall se reconocen nueve serovariedades distribuidas en los tres serogrupos: A-1, A-2, A-3, A-4, B-1, C-1, C-2, C-3 y C-4.
Se han descripto varias pruebas serológicas para la detección de anticuerpos contra Avibacterium paragallinarum en las aves: prueba de inhibición de la hemoaglutinación (HI), precipitación en gel, aglutinación en placa, aglutinación en látex y ELISA. La prueba de HI con antisueros de conejo es utilizada rutinariamente para determinar el serotipo circulante de las cepas aisladas en cada región. De este modo se puede establecer qué serogrupo está presente en un brote y, en consecuencia, definir qué vacuna se debe aplicar.
Vacunación
En la actualidad se emplean bacterinas o vacunas inactivadas bivalentes (serovariedades A-1 y C-1) o trivalentes (A-1, B-1 y C-2) según la incidencia de los serogrupos en las distintas regiones geográficas. Sin embargo, se han descripto casos en los cuales las vacunas utilizadas no protegieron adecuadamente, como ocurrió con las cepas de la serovariedad B descriptas como “variables” y que poseen muy alta patogenicidad. Debido a ello, estas cepas tuvieron que adicionarse a la formulación estándar de algunas vacunas comercializadas en las regiones en donde se encuentran presentes. Esto ocurre porque cuando se utilizan vacunas basadas en antígenos muertos no existe protección cruzada entre los tres serogrupos y en algunos casos tampoco entre las 9 serovariedades, de modo que es necesario incluir aquellas serovariedades que estén presentes en la zona geográfica a la cual se destinan las vacunas. Por lo tanto, en ciertos casos, la aplicación de autovacunas o bacterinas autógenas que incluyen la cepa aislada de la granja es la única medida preventiva eficaz.
Las vacunas se inyectan a las aves durante la recría, usualmente antes de la postura y se recomienda vacunar por vía subcutánea en la región dorsal del cuello, en el área distal de la cabeza, aunque también pueden inocularse por vía intramuscular en la pechuga. La inmunización de las aves debe realizarse antes de las 20 semanas de vida, administrando dos dosis separadas por un intervalo de 3-4 semanas, recomendándose que la última dosis sea administrada unas 3 semanas antes del comienzo de la puesta de huevos. En zonas expuestas a la enfermedad, es recomendable aplicar una dosis inicial extra a las 5 semanas de vida. Sólo en casos de riesgo de brotes de la enfermedad se recomiendan las vacunaciones de refuerzo en gallinas ponedoras y reproductoras en postura. Por otro lado, para las gallinas replumadas es conveniente revacunar 10 días después de que haya finalizado el replume.
La protección completa de las gallinas se alcanza a partir de los 15-20 días después de la segunda dosis y dura entre 11 y 14 meses, de acuerdo con el tipo y calidad de adyuvante de la vacuna. En el mercado se dispone de vacunas con adyuvantes de gel de hidróxido de aluminio y otras con emulsiones oleosas, entre otras.
Los pollos de engorde sólo se vacunan excepcionalmente cuando se crían en zonas muy expuestas al contagio, administrando una sola dosis al primer día de vida o a los 15 o 20 días de vida.
Tratamiento
Se han empleado distintos quimioterapéuticos y antibióticos administrados en el agua de bebida, muchas veces combinados con tratamientos inyectables en las aves más afectadas. Dado que la difusión de la enfermedad suele ser lenta entre las hileras de jaulas, se debe inyectar y reinyectar a los animales que presentan síntomas y al mismo tiempo medicar en el agua o en el alimento. Algunos ejemplos serían el uso de enrofloxacina a razón de 10mg/kg de peso corporal o amoxicilina a razón de 20mg/kg durante por lo menos una semana. También se han utilizado las combinaciones de sulfacloropiridazina-trimetoprima y sulfadimetoxina-trimetoprima en el agua de bebida, pero su administración debe ser muy cuidadosa porque pueden causar lesiones renales en las aves.
Frecuentemente los casos de Coriza Infecciosa se complican con Mycoplasma spp.; en esos casos un ejemplo de tratamiento clásico y que aporta muy buenos resultados es el uso de estreptomicina a razón de 100 mg/kg de peso corporal, conjuntamente con tilosina (30 mg/kg), inyectando la combinación de ambos antibióticos por vía subcutánea. Otros tratamientos parenterales por vía subcutánea para casos no asociados a Mycoplasma spp. son enrofloxacina (20-25 mg/kg) o kanamicina (30 mg/kg) asociada con gentamicina (5-8 mg/kg).
Aunque estos tratamientos han dado resultados satisfactorios, se ha observado un incremento en la resistencia bacteriana. Por este motivo, y considerando que la susceptibilidad antimicrobiana es variable, lo más recomendable es realizar pruebas de sensibilidad a la cepa aislada para seleccionar el antimicrobiano más adecuado y definir estrategias de rotación de los medicamentos a utilizar. El uso indiscriminado y periódico de antimicrobianos sin la realización de pruebas para determinar la sensibilidad de las cepas presentes en la granja, promueve la resistencia de la bacteria a los antimicrobianos reduciendo el efecto del tratamiento, lo que además resulta en un gasto innecesario.
Fumigación
Adicionalmente es importante fumigar (con gota gruesa) con amonios cuaternarios para evitar el contagio por vía aerógena sobre los animales, realizando una pasada rápida 2 veces por día. Es importante resaltar que la fumigación sólo funciona como medida complementaria en aves vacunadas, pero su acción es de poca ayuda cuando las aves no se han inmunizado.
Debe considerarse que, después del tratamiento, la infección puede controlarse pero nunca se logra eliminar totalmente de la granja, siendo muy importantes los programas de bioseguridad y desinfección. Las aves que han enfermado, una vez recuperadas actúan como portadoras sanas, por lo que lo más recomendable es tratarlas en primera instancia, realizar pruebas de sensibilidad para futuros tratamientos en la granja y además realizar la inmunización de todas las nuevas aves que ingresen al establecimiento afectado.
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Agradecimientos
Los autores agradecen al Dr. Fernando Navarro (Veterinaria Lazomar, Mar del Plata, Argentina) y al Dr. Bernardo Kojic Rousseil (Granja Don Cosme, Buenos Aires, Argentina), por sus aportes y comentarios técnicos.