Estamos en un momento de desafío para el mantenimiento de resultados zootécnicos. La presión de la sociedad y rutinariamente del gobierno, nos impone nuevos desafíos que deberán ser debatidos y vencidos el próximo año 2019. Un buen ejemplo de ello se refiere al informe sobre la intensa prohibición de uso de antimicrobianos promotores de crecimiento (tilosina, lincomicina, virginiamicina, bacitracina y tiamulina) reportado en la
Portaria 171 de 13 dediciembre de 2018 de Brasil.
Esta Portaria se trata de una sugerencia del Ministerio de la Agricultura brasileño, que concede un plazo de 45 días, contados a partir de su publicación, para recibir manifestaciones técnicas que puedan refutar la decisión de prohibición/banimiento de estos promotores. Este hecho refleja con mayor énfasis la necesidad de una búsqueda constante de nuestra clase en el desarrollo de estrategias para mantener los aspectos productivos dentro de un costo adecuado.
En la óptica de la nutrición animal, venimos abordando este tema en mis columnas, sobre la definición de Nutriología (como presentado en mi segunda columna en la revista Gessulli, en Febrero de 2018). La Nutriología, término hasta entonces utilizado sólo para la ciencia médica humana, se caracteriza por una especialidad de la medicina que estudia, investiga y evalúa los beneficios y maleficios causados por la ingestión de los alimentos. Esta rama de la ciencia nutricional, exige un profesional que aplique el conocimiento de la nutrición para la evaluación de todas las necesidades orgánicas de los animales, buscando no sólo el desempeño productivo, sino también el mantenimiento de la salud y reducción de riesgo de enfermedades.
Uno de los aspectos importantes sobre este tema se refiere a la maximización del aporte nutricional de los animales, siendo que la calidad de pellet es algo que puede ayudarnos en esta búsqueda. Natel (2014) reportó, en su trabajo de conclusión de curso, una evaluación del uso de aceite post-peletización con relación a la mejora de calidad de pellet de pollos después del procesamiento. Para eso, el autor trabajó con una dieta única, con una proporción de 3,5% de aceite de soja en el alimento final, pero este volumen fue agregado totalmente en el mezclador (antes del proceso de peletización) o parcialmente agregado después del enfriador, en la proporción de 0,5% a 2,5% (Tabla 1).
Tabla 1. Proporción del volumen de aceite utilizado directamente en el mezclador o después del enfriador.
El simple aumento de inclusión de aceite después del enfriador, genera un beneficio importante en la calidad de pellet, llegando a mejorar el PDI en hasta el 10,8% (Figura 01), generando un nivel ideal del 2,33% de inclusión de aceite post-peletización. Pero el mismo autor describe que un balance debe ser evaluado, pues una inclusión inferior al 2,5% de aceite en la dieta interfirió en la productividad de la peletizadora.
Figura 1. Valores de Índice de Durabilidad de Pellet o PDI (del inglés) de dietas con la misma composición final, pero con diferentes proporciones de inclusión de aceite en el mezclador y después del enfriador.
Esta ganancia en calidad de pellet genera un beneficio de rendimiento zootécnico en aves y cerdos.
Cutlip et al. (2008)realizaron un estudio evaluando prácticas de temperatura y presión en el proceso de peletización sobre la calidad de pellet y sus reflejos en el desempeño de pollos. Los autores evaluaron 4 tratamientos, como se describe en la Tabla 2. En general, el mejor resultado de PDI fue obtenido cuando se adoptó la producción en régimen de alta presión y temperatura, pero acompañado de cerca por el tratamiento de baja presión y alta temperatura, los tratamientos de baja temperatura obtuvieron los peores resultados de PDI, independientemente del tipo de presión utilizada (Figura 2).
Tabla 2. Tratamientos utilizados en el experimento.
Figura 2. Resultados de PDI% de dietas procesadas en diferentes temperaturas y presión durante el proceso de peletización y el resultado de conversión alimenticia de pollos de corte de 21 a 39 días que consumieron estas dietas.
Fuente: Adaptado de Cutlip et al. (2008). Aún de acuerdo con los autores, en este trabajo los cambios en el proceso fabril que generaron mayores valores de PDI no impactaron en la productividad (P>0,05), lo que demuestra que ajustes en la temperatura y presión pueden ayudar en cuanto al impacto de utilizar aceite agregado después el enfriador. Por último, los autores asociaron los datos de PDI con desempeño de pollos de 21 a 39 días de edad, siendo observado ganancia de hasta 7,8% en la conversión alimenticia comparado al tratamiento de menor PDI, con lo que obtuvo un PDI más elevado Figura 2). La misma ganancia se observa en cerdos, como se ha reportado en el trabajo de Chae& Han (1998).
Sin embargo, se resalta la importancia de no exceder las temperaturas de peletización superiores a 90ºC, pues podemos observar pérdidas de aditivos, generando impactos negativos en la performance del animal, por mejor que sea la calidad del pellet generado.
El asunto es realmente complejo. De esta forma, en estos nuevos tiempos, debemos dar énfasis a acciones cada vez más eficaces en la búsqueda de desempeño de aves y cerdos, buscando eficiencia en otros campos, incluso en lo que se refiere a la ingeniería de producción de alimentos. Debemos ver a los ingenieros como aliados en la búsqueda de producción de alimentos de alto rendimiento, optando siempre por proveedores que traigan una asesoría cada vez más especializada y presente en la línea de frente de las fábricas en un sistema de postventa más desarrollado.
El trabajo es parte Integrante de la Columna Mensual de Gessulli