El amoníaco (NH3) es un gas alcalino invisible, soluble en agua, que resulta peligroso para el medio ambiente. Si llega a contaminar el suelo o el agua, puede causar problemas ambientales como acidificación y eutroficación, lo que puede perjudicar a los sistemas de vegetación sensibles, alterar la biodiversidad y reducir la calidad del agua. En la Unión Europea (UE), el sector agrícola es responsable de la gran mayoría (93.3%) de las emisiones totales de amoníaco. El manejo del estiércol de los animales (recolección, almacenamiento y esparcimiento en el terreno) representa casi tres quintos de las emisiones de amoníaco agrícolas, mientras que las emisiones de los suelos agrícolas representan el resto (Figura 1).
Emisiones de amoníaco en las casetas
El amoníaco de una caseta proviene de las propias aves. El nitrógeno no utilizado es excretado como ácido úrico (80%), amoníaco (10%) y urea (5%). Cuando el gas amoníaco se expone a la humedad, reacciona y forma una solución básica corrosiva que contiene amonio. Esta solución acuosa de amonio causa daño a las aves. El amonio corroe el revestimiento del tracto respiratorio de los pollos y paraliza o incluso destruye los cilios de las células epiteliales. En tales condiciones, el moco de la superficie mucosa de la tráquea no puede ser eliminado por los cilios, quedando así atrapadas las bacterias. Cuando las bacterias llegan a los pulmones o los sacos aéreos, causan infecciones.
Considerando la salud tanto humana como animal, los niveles guía de exposición para amoníaco en muchos países están fijados en 20-25 ppm. Sin embargo, en la práctica, la concentración de amoníaco en algunas casetas de pollos de engorde puede exceder fácilmente las 30-70 ppm, particularmente en invierno. La directiva de la UE (Directiva 2007/43/EC del Consejo) establece que la concentración de NH3 no debe exceder las 20 ppm en ningún período de ocho horas o las 35 ppm en ningún período de diez minutos durante el ciclo de producción de las aves.
Efectos del amoníaco en la salud y el desempeño productivo de las aves
Una alta concentración de amoníaco en la caseta tiene efectos adversos en la salud y el desempeño productivo de las aves. Sin embargo, no es fácil medir la magnitud de dichos efectos adversos.
Normalmente, las aves no están expuestas a una concentración muy alta de amoníaco por largos períodos de tiempo, a menos que la ventilación sea deficiente o las aves sean alimentadas con una dieta nutricionalmente desequilibrada. Investigaciones recientes han revelado que pueden ocurrir muchos cambios moleculares cuando las aves son desafiadas con una alta concentración de amoníaco, aun durante períodos cortos. La presencia en el aire de niveles excesivamente altos de amoníaco, independientemente de la duración, causará malestar en las aves.
El amoníaco es un poderoso factor de estrés oxidativo que puede causar inflamación. Los ensayos han demostrado que las altas concentraciones de amoníaco pueden alterar la función normal de los órganos en los animales, afectar el metabolismo energético, inducir apoptosis celular y causar daño a las mitocondrias de la mucosa del tracto gastrointestinal.
La baja tasa de crecimiento y desempeño productivo de las aves que crecen con concentraciones elevadas de amoníaco atmosférico están fuertemente relacionados con la influencia de este compuesto en la inmunidad de las aves y su histomorfología intestinal. La exposición a altas concentraciones de amoníaco afecta negativamente el desarrollo del sistema inmunitario de las aves, así como las vellosidades intestinales y el proteoma de la mucosa.
Manejo del amoníaco en la producción avícola
El objetivo de la mayoría de los productores es evitar desde un principio las altas concentraciones de amoníaco, o bien controlar las infl amaciones inducidas y minimizar los efectos en la salud y el desempeño productivo de las aves. A continuación se presentan cinco formas de reducir los niveles de amoníaco en las casetas:
Dentro de esta lista, el manejo de la dieta es la medida preventiva más importante. La cantidad total de nitrógeno en las heces de las aves puede reducirse considerablemente formulando dietas basadas en el requerimiento de aminoácidos de las aves, en lugar de la proteína cruda total. Conforme el porcentaje de proteína cruda de la dieta se reduce y las fuentes convencionales de proteína (p. ej. harina de soya, harina de girasol) son remplazadas con aminoácidos sintéticos, la retención de nutrientes se maximiza. Reducir la proteína de la dieta en un 3-5% puede causar una reducción del 60% o más en la excreción de nitrógeno total de pollos de engorde y gallinas ponedoras.
Una dieta bien equilibrada contiene ingredientes altamente digeribles y aditivos funcionales que pueden mejorar la digestibilidad de los nutrientes en el intestino delgado de las aves. La infl amación causada por estrés puede disminuir drásticamente la capacidad de las aves para digerir y absorber nutrientes, incluidas las proteínas.
Un intestino inflamado y poco saludable no es capaz de absorber el alimento digerido, aun cuando la digestión haya sido mejorada con enzimas exógenas. Mantener el tracto gastrointestinal sano y funcional durante todo el período de crecimiento resulta fundamental para reducir la excreción de alimento no digerido y no absorbido en las heces, lo que a su vez reducirá la volatilización de amoníaco en la caseta (Figura 2).
1. Composición de la ración y manejo de la dieta. El suministro de una dieta equilibrada y completa es de suma importancia. Los problemas debidos a la genética de alto rendimiento, la formulación del alimento y la medicación pueden conducir a la producción de estiércol húmedo, causando un aumento del amoníaco y la liberación de olor junto a una reducción del desempeño productivo de los pollos de engorde y la efi ciencia alimenticia.
2. Optimice la densidad poblacional de las aves para ayudar a limitar el exceso de humedad en la caseta, reduciendo así los procesos anaeróbicos.
3. Ajuste la tasa de ventilación. Si los niveles de amoníaco aumentan, es necesaria una mayor ventilación. No obstante, esto solo debe realizarse de acuerdo con el clima y la temperatura de la caseta.
4. Deben realizarse ajustes de temperatura con relación al bienestar y el clima de la caseta.
5. Mejore la digestibilidad de los nutrientes. Esto también puede lograrse suplementando las dietas con aditivos.
Aditivos fitógenos (AFs)
Los aditivos fitógenos son capaces de aumentar la digestibilidad de los nutrientes dentro del tracto gastrointestinal y reducir la inflamación intestinal causada por factores de estrés. Estos dos efectos importantes de los AFs pueden aumentar considerablemente la integridad intestinal de las aves. Los aditivos fitógenos también modulan la microbiota intestinal, minimizando el efecto negativo de las bacterias perjudiciales en el intestino. A partir de un intestino sano pasarán menos nutrientes no digeridos y no absorbidos a las heces, lo que significa una menor excreción de nitrógeno de las aves al ambiente. La menor excreción de nitrógeno reduce en gran medida la volatilización de amoníaco dentro de la caseta de los pollos.
En un ensayo reciente, se agregó Digestarom® Poultry, el AF de BIOMIN, a la dieta de un grupo de aves mientras que al grupo control no se le agregó AF. En el transcurso del ensayo, la concentración de amoníaco en la caseta con Digestarom® Poultry fue 12.12% menor que en el grupo control. El caudal de aire fue 14.19% menor y las emisiones de amoníaco se redujeron signifi cativamente (11.71% menores) en el grupo tratado, en comparación con el grupo control. El nitrógeno total en el lecho del grupo tratado fue 33.93 kg/t, 8.01% menor que los 36.89 kg/t medidos en el grupo control. Al mismo tiempo, el desempeño productivo de las aves en el grupo Digestarom® Poultry aumentó, tanto con relación a la ganancia diaria de peso vivo como a la tasa de conversión alimenticia. Las mejoras medidas alcanzaron los 1.6 g/d y 4 puntos de TCA - tal como se muestra en las Figuras 3 y 4 respectivamente.
Artículo publicado en la revista Science& Solutions Número 47 - Aves, de Biomin.