Los efectos del amoníaco en la producción avícola - Monitoreos regionales en Argentina - Parte 3

Los pollos de engorde deben estar protegidos del estrés por frío, especialmente en el inverno, noches y madrugadas frías. Para proteger a los animales, los avicultores han utilizado diferentes estrategias, para aumentar el nivel de aislamiento térmico y disminuir las pérdidas de calor.

CONTEXTO
Como resultado del metabolismo animal, del proceso de descomposición de la cama y del uso de calefactores de combustión, se genera calor, humedad, gases nocivos como amoníaco y monóxido de carbono, y polvo [1, 2]. El deterioro de la calidad del aire puede afectar tanto a la salud y el bienestar de los animales como a los trabajadores, constituyendo un alto riesgo.

En este contexto es importante dar especial atención a la calidad del aire en el interior de los galpones avícolas como parte de la producción bajo parámetros de bienestar animal [3,4] también bajo normas internacionales sobre calidad y emisión de gases de efecto invernadero [2, 3].

MONITOREOS
Durante el invierno 2019 el equipo de Cladan, uniendo sus técnicos a campo y de I+D, haciendo uso de detectores de calidad de aire, realizaron más de una docena de monitoreos en varias integraciones avícolas de Argentina, enfocándose en la medición de amoníaco y su influencia en sobre la producción.

En Argentina, las áreas de producción avícola se concentran en mayor proporción en las provincias de Entre Ríos 50,42% y Buenos Aires 36,95%, según datos de 2020 [5]. El resto de la producción se distribuye en Córdoba 3,51%, Santa Fe 4,30% y Río Negro 2,71%. Por tanto, las integraciones evaluadas se ubicaron en estas provincias, en diferentes ciudades (Figura X).

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Dentro de cada galpón monitoreado, y con el fin de testear toda su extensión, se realizaron entre 20 y 30 mediciones sectoriales de la concentración de amoníaco, para detectar zonas más “problemáticas” y zonas “limpias”, siempre considerando la dirección en la circulación de la ventilación.

De esta manera, se estableció en primer lugar un promedio por galpón y luego por integración. A modo de resumen, en la Tabla 1 se muestran los niveles de amoníaco medios de las integraciones evaluadas según su ubicación regional:

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En todos los casos, se observan niveles de concentración de amoníaco particularmente altos durante la primera semana de cada ciclo, sobrepasando el valor máximo de 25 ppm recomendado para aves y personas.

Las estrategias más frecuentes observadas entre los productores incluyen la ventilación de los galpones, con la consiguiente pérdida de la calefacción de los recintos, y/o el volteo de la cama, el cual en un primer momento aumenta las emisiones y niveles observados.

Las aves criadas en las mencionadas condiciones se ven afectadas en su salud y, por tanto, en el desempeño productivo (Tabla 2) ocasionando pérdidas económicas significativas.

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El control de las emisiones de amoníaco a lo largo del ciclo productivo es uno de los factores a considerar para lograr una mejora productiva que muchas veces resulta difícil de justificar desde lo nutricional o sanitario, pero que es clave a la hora de evaluar uno de los principales insumos que el ave precisa para su desarrollo adecuado: el aire.