Los pollos que se crían por su carne (también conocidos como broilers), son los animales de granja que más espectacularmente han aumentado sus resultados productivos.
Baste saber que, si hace 30 años necesitábamos más de 60 días para obtener un pollo de 2 Kg de peso, hoy en día lo hacemos en poco más de un mes. Sorprendente lo conseguido por la genética avícola, ¿no?
Y todo ello, claro, acompañado por una nutrición acorde con la máquina que se ha diseñado y sus exigencias de crecimiento. En otras palabras, un Ferrari no funciona bien con diésel, ¿a qué no?
Por otro lado, esta velocidad de crecimiento y la reducción del tiempo de cría conllevan trabajar con animales cada vez más jóvenes e inmaduros.
Y es aquí donde hay que romper una lanza a favor de la sanidad avícola, sobretodo la preventiva, pues se trabaja con animales inmunológicamente inmaduros y con densidades muy elevadas.
Trasladen este desafío a la dimensión humana. ¿Se imaginan una guardería con 10 ó 20.000 niños y niñas (o más) y conseguir que todo vaya bien?
Pues esta pediatría avícola la practican a diario sus veterinarios en colaboración con los granjeros para que al consumidor le llegue una carne nutritiva, saludable y a un precio más que razonable.