Introducción.
Mycoplasma gallisepticum (MG) es un microorganismo carente de pared celular y causante de la Enfermedad Respiratoria Crónica que afecta a las aves, la cual se caracteriza por un cuadro de tipo respiratorio con signos como: tos, estornudos, estertores, descarga nasal y ocular. Entre las lesiones más frecuentes podemos encontrar aerosaculitis, traqueítis, conjuntivitis, sinusitis, pneumonia, perihepatitis, pericarditis y salpingitis. MG se transmite tanto vertical como horizontalmente y la prevención se logra comprando aves de lotes libres de esta enfermedad e inmunizando (Biró; 2015; Boulianne, 2013; Liu, 2013; OIE, 2018).
Objetivo.
Discutir el papel que juegan las 3 cepas vacunales disponibles en la prevención de la caída de postura ocasionada por MG, así como las ventajas y desventajas del uso y combinación de las cepas, tomando en cuenta su virulencia, vía de administración y edad de las aves.
MG afecta los parámetros productivos de las gallinas de postura.
Debido a que MG tiene la capacidad de colonizar el tracto reproductor de las gallinas, ocasiona alteraciones en la calidad interna y externa del huevo (tamaño del huevo) y en los siguientes parámetros productivos:
Por lo tanto, los avicultores disponen de bacterinas y vacunas para combatir esta enfermedad, sin embargo, las bacterinas no protegen completamente contra cepas silvestres pues la protección dura 7 semanas aproximadamente (Jacob, 2014; Liu, 2013; Machado, 2016; OIE, 2018). Por ello, la vacunación se considera el único método para la prevención y el control de esta enfermedad en zonas endémicas con granjas multi-edades (Jacob, 2014). Existen tres cepas vivas atenuadas disponibles, las cuales se observan en la figura 1:
Figura 1. Características de las cepas vacunales (Jacob, 2015; Leigh, 2010; OIE, 2018).
Existen tres factores importantes que se deben tomar en cuenta en la vacunación contra MG:
1. Vía de inmunización.
La cepa ts-11 se administra vía ocular, 6/85 por aerosol (gota fina) y MGF se puede aplicar vía ocular, aerosol e intranasal, entre ellas, la vía ocular es por lo menos 10 veces más efectiva que la vacunación intra-nasal, probablemente porque la glándula de Harder desempeña un rol en la respuesta contra MG. La vía oral no es tan efectiva en la producción de anticuerpos, además de que las tres cepas vacunales son muy sensibles a la lisis osmótica al carecer de pared celular. La cantidad de vacuna depositada en los ojos por el método de aspersión representa 1/700 parte de la dosis total aplicada, por lo que, se necesitan altos niveles de la vacuna en los ojos y una metodología de aplicación consistente para lograr resultados reproducibles (Evans, 2015; Leigh, 2011; Leigh, 2018).
2. Edad de las aves.
Generalmente se vacuna antes del inicio de la postura para proteger contra las cepas de campo, pero MGF ocasiona un retraso en el inicio de la producción de 7 días (Armour, 2015) y una disminución en la producción de huevo del 5.76 a 5.8% (Branton, 1988), aunque no se afecta el grosor del cascarón, el peso del huevo, ni características de la clara o la yema. Por otro lado, se ha demostrado que las infecciones por MG a las 45 semanas de edad tienen mayor impacto en el desempeño productivo de las gallinas en comparación de las que se infectan antes. (Jacob, 2014; Machado, 2016).
3. Combinación de cepas.
Debido a la baja virulencia de las cepas ts-11 y 6/85, las vacunas se pueden combinar para prolongar la inmunidad reduciendo los efectos adversos de MGF, de tal manera:
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Con esta combinación no se han observado alteraciones en el huevo ni afección a la función normal del tracto reproductor de las gallinas (Leigh, 2010; Peebles, 2015; Vance, 2008b; Viscione, 2008; Viscione, 2009), sólo se ha reportado un incremento del inicio de la producción hasta las 43 semanas de edad del porcentaje lipídico de la yema empleando ts-11 a las 10 semanas de edad (Jacob, 2015; Vance, 2008a). Desafortunadamente, el uso de una bacterina no proporciona ventajas por si sola o junto con ts-11 (Jacob, 2015; Machado, 2016; Vance 2008; Viscione, 2008).
Conclusión.
MG es un patógeno de distribución mundial que afecta principalmente el tracto respiratorio, pero también el tracto reproductor de las gallinas, ya que retrasa el desarrollo normal del oviducto y ovario, lo que conlleva a una disminución en la producción y alteración en la calidad del huevo. Existen diferentes opciones para prevenir esta enfermedad, de todas ellas, la cepa denominada F es la que aporta más beneficios, sin embargo, por si sola conlleva riesgos productivos. Por ello, se recomienda vacunar a las gallinas a las 10 semanas de edad, con una cepa de muy baja virulencia para disminuir los efectos negativos de MGF a las 45 semanas de edad, preferentemente por vía ocular, pues es el método que garantiza un mejor rendimiento productivo en zonas endémicas a MG. Por otro lado, las bacterinas no han demostrado ser capaces de proteger eficazmente a largo plazo por si solas y tampoco pueden aminorar los efectos negativos de MGF.
*Trabajo previamente presentado cómo cartel en el 1er Curso Internacional de Postura ANECA-WPSA 2019.