REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES DE LAS AVES
La formulación clásica de dietas para aves se basa en la combinación de ingredientes para cubrir las recomendaciones nutricionales de las diferentes líneas genéticas.
Para ser eficaz en este escenario los nutricionistas deben conocer las matrices nutricionales de los ingredientes que utilizan y los precios de cada una de ellas. La combinación de los ingredientes para cubrir los requerimientos sugeridos como óptimos por las líneas genéticas se ajustan tradicionalmente a la consigna de mínimo costo.
Los requerimientos sugeridos por las cabañas avícolas se basan en numerosos trabajos científicos. Sin embargo estas recomendaciones son universales y toman un margen de seguridad para que las mismas sean válidas en las diferentes realidades productivas. Así, Cobb (2012) sugiere “especificaciones mínimas recomendadas” para dietas de pollos y Ross (2010) aclara que sus recomendaciones “requieren ser ajustadas a las condiciones locales y a los mercados”. Asimismo los diferentes modelos de estimación de las necesidades de un nutriente determinado calculan para un mismo set de valores distintos requerimientos. Las regresiones generadas por el ajuste de los datos a un modelo cuadrático estima el requerimiento para máxima respuesta. Cuando las mismas respuestas son analizadas por un modelo lineal o cuadrático pero con plateau el requerimiento estimado es menor (Figura 1). Finalmente, cuando se expresa el requerimiento en función de su concentración en el alimento se suele arrastrar el error de la estimación de la ingesta diaria. Los requerimientos estimados mediante ecuaciones de predicción en pollos parrilleros presentan ese inconveniente cuando se expresan en función de la edad de las aves. Así, Rostagno (2011) presenta las necesidades de los pollos parrilleros ajustando la ecuación de requerimientos de lisina para machos y para hembras con dos regresiones específicas en función de la edad de las aves. Mallo y col. (2004a) estimaron los requerimientos de metionina+cistina en pollos Camperos para diferentes respuestas productivas discriminados por sexo. Así, el requerimiento para maximizar la ganancia de peso en dietas del 1º al 21º días de vida fue estimado en 37.22 y de 33.97 mg de Met+Cist total para machos y hembras respectivamente. Sin embargo, la ingesta de machos y hembras para el presente período fue diferente (36.135 vs 32.970 gramos para machos y hembras respectivamente) por lo que la inclusión de Met+Cis en el alimento para maximizar esta respuesta fue de 1.16% para ambos sexos sin presentar interacción para estas variables. Por otro lado, los mismos requerimientos en pollos comerciales estuvieron más influenciados por el nivel de ingesta que por la concentración de metionina+cistina del alimento (Mallo y col. 2004b). Los requerimientos de aminoácidos son específicos para una respuesta siendo insuficiente o excesivo para otra respuesta fisiológica, productiva o económica (Mallo 2004c y Mallo 2009).
Perez-Carbajal (2010) estimó una mejor respuesta a la coccidiosis cuando incrementó los niveles de arginina y vitamina E en el alimento desempeñando un papel complementario en la respuesta inmune innata y humoral a un ataque de Eimeria y potencialmente mejorar la eficacia de una vacuna o la respuesta a infecciones de campo. Asimismo, Bautista-Ortega (2010) observó una mejora sinérgica al suministrar arginina, vitamina E y vitamina C ante la hipoxia hipobárica en pollos parrilleros por aumentar la biodisponibilidad de óxido nitroso y reducir los daños de estrés oxidativo, mejorando así el rendimiento cardiopulmonar.
Las recomendaciones de aminoácidos esenciales de Rostagno (2011) se ajustan al concepto de proteína ideal. Si bien este perfil difiere de los postulados por NRC (1994) Hurwits y col. (1978); de Boorman, y Burgess (1985) y de Baker (1994) todas estas facilitan la tarea del nutricionista cuando desconoce las variables de producción locales. Las particularidades de cada sistema productivo han sido demostrada por Alfaro y col. (2012) para variables sanitarias. Estas condiciones de producción propia de cada empresa deberían ser tomadas en cuenta al momento de generar dietas para esas aves.
EVALUACIÓN DE LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS Y DE LOS RESULTADOS ECONÓMICOS.
Existen numerosas evaluaciones sistemáticas del ambiente productivo en pollos parrilleros pero básicamente alineados con el impacto en el medio ambiente, la sustentabilidad del mismo y el bienestar animal. (Rushen y col., 2011, McKeegan y col. 2013). Por otro lado el impacto de la cantidad de implementos, el estado de la cama, la temperatura, humedad u otras variables se analizan en modelos univariados (Atapattu y col. 2008, Olanrewaju y col. 2010, Wang y col. 2011, Simitzis y col. 2012, Zhao y col. 2012). Arce Menocal y col. (2002) evaluaron el efecto de la adición de temperatura durante 3, 4 ó 5 semanas de vida concluyendo que el frío en etapas iniciales predisponía a muerte por síndrome ascítico y que podría ser prevenido con calefacción hasta la cuarta semana de vida de los pollos. Basados en esta información las líneas genéticas realizan sus sugerencias en cuanto al ambiente ideal para pollos parrilleros (Arbor Acres, 2009, Ross 2010, Hubbard 2013).
Una disminución de comederos o bebederos genera una restricción de la ingesta diaria con una pérdida en ganancia diaria y un aumento en los días de crianza para peso fijo. Cobb (2008) recomienda 2,5 cm por ave de comedero lineal (cadena) o de 1 comedero plato de 33 cm de diámetro para 60-70 aves. Por otro lado, Hubbard (2013) recomienda utilizar 1 cm/ave de comedero canaleta o un plato cada 75 aves antes del día 35 de vida debiendo aumentarlos a 1,5 cm/ave y 60 aves/plato después de esa edad. La forma física en la cual se presenta el alimento y la concentración de nutrientes son dos de las fuentes de variación de la ingesta diaria más importantes (Brickett y col., 2007, Latshaw, 2008) por lo que las dietas para maximizar la respuesta animal deben tener en cuenta esta variable. De otro modo, los parámetros productivos fijados por objetivos no podrán lograrse con una pérdida del resultado económico de la empresa. Estos parámetros se deben tener en cuenta cuando se realizan las formulaciones por mínimo costo y máximo retorno. El control del ambiente también es una variable en los modelos de crecimiento de aves ya que este modifica los rendimientos de las aves o permite modificar las dietas para adecuarlas al mismo. Simons y col (2003) evaluando velocidades del viento menores de 15, 120 y 180 metros por minuto (m/min) determinaron en galpones con túnel que no se modificaba el desempeño de pollos en la 3º y 4º semana de vida de pollos parrilleros pero que en la semana 5º y 6º mejoraba la ganancia de peso y la conversión alimenticia si se aumentaba a 120 m/min o a 180 m/min. A partir del día 42 de vida de las aves las diferencias entre los 120 y 180 m/min de velocidad del aire eran significativas (p<0,05).
Houshmand y col (2012) trabajando con probióticos y niveles de proteína en dietas de pollos parrilleros hallaron una interacción entre el nivel de nutrientes utilizados y la densidad de pollos en el galpón. Una baja en la densidad de proteína dietaria no afectaba a las aves alojadas a una densidad de 16 aves por metro cuadrado pero sí cuando se alojaban a una densidad de 10 aves/m2. Tavernari (2008) muestra a partir de trabajos de Páez (2004) que la relación treonina/lisina ideal para mínima conversión alimenticia para ambientes sucios y limpios es diferente. Por otro lado, la misma relación se cita así con un efecto marcado sobre la salud intestinal ante afecciones por coccidias (Carvalho y col. 2008). Esto demuestra que las dietas no pueden expresar su potencial cuando nos encontramos en ambientes deficiente por lo que se sugiere adecuar las dietas al ambiente imperante.
Un estándar clásico para comparación en avicultura comercial es utilizar las recomendaciones de la línea genética. Otro es el promedio de los resultados productivos de otras empresas avícolas generados por organismos oficiales o privados (Lamelas y col. 2011, Avimetría, 2012). Sin embargo estas comparaciones llevan a errores ya que generalmente son comparaciones de resultados productivos sin tener en cuenta los “qué, cómo, con qué y con quiénes” estamos comparando. Una variación en el sistema productivo (granjas integrada vs granjas propias); en los objetivos de producción (pollo entero vs pollo vivo vs pollo trozado); los ingredientes utilizados en las dietas (harina de soja vs expeller de soja) o el costo de las mismas hacen que la eficiencia productiva no esté de la mano directamente con la maximización del retorno económico.
Para la comparación integral se recomienda generar, mediante una evaluación retrospectiva, una línea de base propia y, de esta forma, implementar un plan de seguimiento y control del sistema productivo. Las evaluaciones de campo se deben realizar de forma sistemática y metódica (Mallo, 2004c) teniendo que generar una línea de base para la comparación sistemática. Realizando monitoreos seriados de salud, Alfaro y col. (2011) demostraron la utilidad de utilizar estos sistemas como herramienta de salud integral, pero observaron que estos datos no pueden ser extrapolados entre empresas (Cuadro 1). Este es el estándar interno de “salud productiva” que uno debería utilizar para comparar los resultados productivos y económicos en un plan de puntos críticos de control. Estos monitoreos y los análisis de su impacto en producción y en la rentabilidad del negocio han sido evaluados para sistemas productivos en Argentina pudiendo cuantificar el impacto de las tecnologías utilizadas para la mejora productiva y económica (Mallo, 2009a). Mallo (2009b) clasifica a las tecnologías utilizadas en nutrición aviar en tecnologías de insumos y tecnologías de procesos. Esta misma clasificación es válida al momento de categorizar las tecnologías en producción de aves de engorde. Basados en comparaciones antero-post Mallo y Torres (datos no publicados) evaluaron la implementación de una capacitación en recepción de pollitos BB sobre el resultado a la primera y segunda semana de edad de pollos Cobb 500. Esta herramienta de extensión para la mejora productiva (Torres 2013) ha sido una tecnología de procesos fundamental al momento de diseñar una estrategia para la mejora de los resultados productivos en la fase preinicial. Esta capacitación de supervisores y granjeros tuvo mejor retorno económico que el incremento de la concentración energética y de nutrientes en la dieta preinicial. Por otro lado, el monitoreo de los resultados productivos permiten optimizar los gastos en insumos de la empresa avícola. LIñeiro (2013), a partir de resultados obtenidos en una unidad experimental adaptada a su situación de campo (Iglesias y col., 2011) modificó los perfiles vitamínicos redundando en una mejora del retorno económico en sus condiciones. Alasio (2013) analizó las variables de campo que afectaban a la producción de pollos de engorde. En su modelo categorizó las variables en 1. Instalaciones, 2. Manejo Externo del Galpón y 3. Manejo del Microambiente del Galpón. En su modelo de predicción de los resultados de cierres de granja pudo cuantificar el impacto de las tecnologías de insumos y de procesos propuestas por Mallo (2011) a las condiciones de campo de la producción de pollos. Por otro lado, propuso un método de trabajo rutinario para cuantificar el estado de las granjas de pollos parrilleros con impacto en los resultados productivos (Alasio, 2013).*
En el programa Crianz-AS 3.0 de seguimiento de resultados productivos de pollos de engorde, Gliot (2013) generó un estándar interno para la comparación de datos productivos de la integración de pollos. Esa comparación permite observar las variaciones de cada parámetro productivo con los objetivos de producción dados por la gerencia de la empresa. Estas aplicaciones permiten al nutricionista monitorear on-line la respuesta productiva para ajustar las dietas a las observaciones de campo. Estos modelos requieren de una actualización de los datos ya que sobre ellos se toman las decisiones de ajustes de nutrientes en las dietas para programación lineal. Guevara (2003) plantea el uso de programas no-lineales para optimizar la respuesta productiva tomando como variable la densidad energética del alimento. Diversos programas de modelaje se están desarrollando para su aplicación en avicultura comercial. Algunos hacen foco en la variabilidad de las materias primas utilizadas como los propuestos por Zhang y Roush (2002). Otros focalizan la solución a los problemas devenidos de la formulación a mínimo costo en la simulación del crecimiento (Gous y col. 2006) y en la modulación de la respuesta animal (Blanco 2004a y 2004b) para parametrizar el margen económico (Ortega Sanchez de Tagle 1999) con modelos lineales. Asimismo, existen diversos modelos que pueden optimizar el rendimiento productivo en pollos parrilleros como los modelos no-lineales propuestos por Guevara (2004) o utilizando redes neuronales y simulación de datos (Ahmad, 2009). Sterling y col (2005) realizaron un ensayo donde pollos de 7 a 17 días fueron alimentados con niveles crecientes de proteína cruda y lisina en la dieta con 3200 kcal / kg de EM encontrando una respuesta lineal al consumo de proteína pero una respuesta cuadrática al consumo de lisina sobre la ganancia de peso. Esto confirma que la ganancia de peso marginal disminuyó a medida que la ingesta de lisina en la dieta aumento. Así, las interacciones presentadas generan un modelo económico cuyas respuestas deben ser consideradas en conjunto.
Las relaciones de precios entre los macroingredientes aportadores de aminoácidos como el componente soja y los aminoácidos esenciales modifican los parámetros para la formulación de las dietas siendo una ventaja competitiva el utilizar modelos de máximo retorno sobre los de mínimo costo. Del análisis de las modificaciones más comúnmente realizadas basados en los resultados de campo podemos citar en orden decreciente de frecuencia:
1. Ajuste de la concentración energética.
2. Modificación de la relación de aminoácidos.
3. Cambios en la concentración de minerales.
4. Modificación en el perfil vitamínico. Por último y a manera de conclusión, podemos afirmar que la adecuación de los niveles nutricionales utilizados a los monitoreos de salud propuestos por Alfaro y col (2011) y, basados en el seguimiento de los resultados parciales y de cierres de granja propuesto por Alasio (2013) y Gliot (2013), se puede ajustar el aporte dietario a los objetivos productivos planteados maximizando el retorno económico.
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Figura 1. Requerimientos de Metionina + Cistina en pollos parrilleros para Ganancia de Peso de 1 a 21 días de edad dependiendo del modelo matemático utilizado (adaptado de Mallo y col. 2004). Modelo cuadrático y Modelo lineal y plateau.
Cuadro 1. Score de lesiones e incidencia de lesiones en pollos a diferente edad en empresas avícolas de Argentina (Alfaro y col. 2011).