Las gallinas ponedoras modernas son uno de los animales seleccionados genéticamente para ser máquinas de alta eficiencia en la producción de proteína de alta calidad.
Es así como las ponedoras de líneas blancas pueden llegar a producir hasta 360 ó 370 huevos por ciclo de 80 semanas y las marrones entre 355 y 365; pueden producir diariamente a su peso corporal entre el 2,6% de su peso en huevos, las blancas y 2,16% las marrones, lo que equivale a 10 veces lo que produce un bovino de carne, de alta eficiencia de conversión alimenticia y en con un requerimiento de espacio infinitamente menor.
Para llegar a esta eficiente máquina productora de proteína, los genetistas han tenido que hacer un gran esfuerzo, encaminado a lograr un menor peso corporal, para disminuir sus requerimientos de mantenimiento y por ende obtener un menor consumo de alimento, una mejor conversión alimenticia, una mayor producción, un mayor número de huevos por ave encasetada, una menor mortalidad y una mayor precocidad.
Si nos remontamos a los años 50, la ponedora comercial apenas alcanzaba la mitad de los huevos que produce hoy; y si hablamos de los años 80 producía un 20% menos de los que produce hoy; por lo que al tratar de alimentar la ponedora moderna, tenemos que ser muy cuidadosos en llenar sus requerimientos nutricionales para que ella pueda expresar su potencial genético.
Para cumplir con los objetivos productivos de una ponedora moderna, es necesario hacer interactuar factores inherentes a varias disciplinas como la administración, la sanidad, la genética, el manejo y la nutrición y todos ellos son tan importantes, que un error u omisión en cualquiera de éstos, provocaría como consecuencia que la ponedora no produzca la cantidad de huevos necesarios para llenar las expectativas de la línea o estirpe.
Una de las consideraciones más importantes en la nutrición de ponedoras, es que los requerimientos se basan en la ingesta de nutrientes real en mg/ave/día y no en porcentajes teóricos como algunos técnicos lo manejan habitualmente. Las ponedoras poseen requerimientos de nutrientes para mantenimiento, crecimiento, formación de plumas, producción de huevos, estrés y deposición de grasa
Resumen de los requerimientos nutricionales por etapas de las ponedoras modernas
De la anterior tabla puede concluirse que, las etapas de iniciación pollitas y la de iniciación de producción, tienen características nutricionales parecidas, excepto por el nivel de calcio, que en la ponedora se incrementa por la formación de la cáscara del huevo.
También de manera general, debemos mencionar los nutrientes importantes a tener en cuenta cuando se va a manejar la nutrición de una ponedora, los cuales deben ser debidamente balanceados; entre ellos tenemos, los aminoácidos de importancia en las ponedoras, los cuales son: Metionina, Lisina, Fenilalanina, Arginina, Histidina, Isoleucina, Leucina, Treonina, Triptófano, Valina, Cistina, Tirosina. Las vitaminas de importancia en aves son: las liposolubles: vitamina A, vitamina D3, vitamina E y vitamina K; las hidrosolubles: tiamina, riboflavina, biotina, piridoxina, niacina, ácido pantoténico, acido fólico, cianocobalamina y colina. Los Minerales de importancia en Aves son: los denominados mayores o macrominerales como el calcio, fósforo, magnesio, sodio, potasio, cloro y azufre; y los denominados menores o microminerales como el hierro, cobre, manganeso, yodo, cobalto, molibdeno y selenio; además de los anteriores, debemos mencionar la importancia de satisfacer el requerimiento de un acido graso esencial, el ácido linoleíco.
Alimentar a la ponedora correctamente, se hace tan importante, debido a que el costo del alimento oscila entre el 65 y 75% del total de los costos de producción de un huevo.
El objetivo de un plan de alimentación es el de llenar los requerimientos nutricionales de las aves para que en cada etapa productiva expresen su potencial genético, maximizando la relación beneficio-costo; su éxito depende de la calidad de la ración, de la cantidad de ración suministrada, y de las prácticas de suministro, además de la calidad de los ingredientes utilizados. En su diseño deben tenerse en cuenta variables como, la línea o estirpe, sus requerimientos nutricionales, la etapa de producción, el medio ambiente al que estará sometida la ponedora, las instalaciones y el equipo, la sanidad y los objetivos productivos que se haya planteado el productor avícola.
Durante muchos años y hasta hace poco se utilizaron planes normales de alimentación en ponedoras, que incluían dos alimentos para cría y recría: iniciador pollitas (1ª - 8ª semana), levante de pollas (9ª semana - 5% de producción) y dos alimentos para producción: fase 1 (5% de producción - 60ª semana) y fase 2 (de 61ª - 80ª semanas); dichos planes de alimentación, tuvieron que ser replanteados ante la presión de mejores resultados y al no llenar éstos los requerimientos de los exigentes nuevos paquetes genéticos entregados por las casas incubadoras, y después de revisar que en algunas etapas no se llenaban a satisfacción los requerimientos nutricionales de las aves.
Posteriormente, se replantearon los planes de alimentación, incluyendo algunos alimentos para etapas críticas, amainando con esto las diferencias entre los requerimientos nutricionales; quedando con 4 alimentos para cría y recría, y 4 alimentos para producción: pre-iniciador (1º día - 3ª semana), iniciador (4ª - 10ª semana), levante (11ª - 16ª semana), pre-postura (17ª semana -1º huevo), ponedora especial (1º huevo - 26 semanas), ponedora pico (27ª - 41ª semanas), fase 1 (42ª - 60ª semanas) y fase 2 (61ª - 80ª semanas). Con este último plan se han obtenido muy buenos resultados, superando incluso las exigencias de las diferentes tablas de las líneas de ponedoras; sin embargo, así, estos nuevos planes hayan aparecido, aún se presentan problemas que están en vía de solucionarse, como la no obtención de pesos en el levante, la "crisis" de las 18ª a las 35ª semanas, la caída de producción después de llegar al pico o la consecuente pérdida de peso en esa etapa.
La alimentación de la ponedora, empieza con el de la pollita; y debemos tomar como premisa básica que, "los errores cometidos en la alimentación de la ponedora en las etapas de cría y levante, son muy difíciles de corregir durante la postura" y generalmente afectan el desempeño productivo del lote, y por ende los resultados económicos de la explotación.
El balance de las dietas siempre debe hacerse con base en el consumo real de alimento, nunca por la edad y el cambio de las dietas; debe hacerse por peso corporal y uniformidad, no por edad, sin exceder de un par de semanas durante la cría y levante, para no generar un bajo desarrollo del tracto digestivo de la pollona.
El objetivo de la etapa de cría y levante es de producir aves que se encuentren lo mejor preparadas posible, al comenzar su vida productiva, para proporcionarnos la máxima puesta de huevos de calidad, con el menor consumo de alimento posible. Durante esta etapa existen algunos factores claves que afectan a la futura ponedora, como son, el peso de pollita al 1º día, el plan de recibo y desinfección, el plan sanitario y de vacunación, el medio ambiente, las instalaciones, la cantidad y calidad del equipo avícola, el alimento (calidad y cantidad suministrada) y el agua (calidad y cantidad suministrada).
Los problemas más importantes que pueden suceder en estas primeras etapas pueden ser, los bajos pesos, la baja uniformidad, el bajo consumo, enfermedades u otros eventos sanitarios, deficiencias nutricionales provocadas por un bajo consumo y/o una dieta de baja calidad. Debido a lo anterior, se hace necesario que se implementen controles como, los pesajes y la uniformidad semanal, medidas de desarrollo corporal, como la longitud del tarso (permitiría corregir rápidamente un problema de talla), el consumo de alimento, el consumo acumulado de nutrientes, entre otros.
En caso de identificar un problema que genere el no cumplimiento de los objetivos, se debe recurrir al uso de correctores como: una variación en el plan de alimentación, buscando llegar al peso esperado, realizar reloteos o grading, buscando mejorar permanentemente la uniformidad, estimulación de consumo, variación en el programa de luz y revisar permanentemente el plan de manejo, y el plan sanitario y de vacunación.
Durante la etapa de cría ó iniciación, se utiliza un plan de alimentación que incluye, un alimento preiniciador pollitas (del 1º día a la 3ª semana); normalmente y de ser posible debería ser un alimento granulado y en caso de no tenerse peletizadora o granuladora, puede usarse un alimento de pollito de engorde, el cual llenaría los altos requerimientos de proteína, aminoácidos y energía.
Durante las 4 primeras semanas de vida, la pollita multiplica hasta por 6 su peso corporal, y alcanza en esas 4 semanas a llegar al 19% del peso objetivo a las 18ª semanas.
El peso a la 5ª semana tiene una alta correlación con la mayoría de parámetros de importancia económica, como el inicio de la puesta, la persistencia, la supervivencia a las 72 semanas y con el índice de producción de huevos. Posteriormente, debe usarse un alimento iniciador pollitas (de la 4ª a la 10ª semana), el cual debe suministrarse hasta alcanzar peso, y mínimo hasta una semana después del despique
El peso a la 10ª semana tiene alta correlación con el inicio de la puesta, y la uniformidad a las 16ª semana tiene alta correlación con la persistencia, el índice de producción y la supervivencia. De lo anterior puede concluirse, que para obtener resultados productivos óptimos, son muy importantes los pesos de la 5ª y 10ª semanas y la uniformidad en la 16ª semana.
Los objetivos de la etapa de levante o recría, son los de obtener aves con alta uniformidad, peso ojalá entre un 5 a 10% arriba de tabla, buena precocidad, que tengan buenas reservas grasas y buen desarrollo esquelético (tarsos largos), buen desarrollo de su tracto digestivo y que hayan logrado los consumos acumulados de nutrientes. El alimento debe suministrarse desde la 11ª hasta la 16ª semana y su característica en cuanto al perfil nutricional es de baja proteína, media energía y alto en fibra digestible.
La dieta de prepostura debe suministrase desde la 17ª semana hasta que aparezca el primer huevo, su objetivo primordial es el de generar un buen desarrollo del hueso medular y formar reservas óseas de calcio, para lograr un buen manejo mineral en la ponedora y evitar una futura osteoporosis; esta debe ser una dieta intermedia entre los parámetros nutricionales de levante y producción pero debe estar incrementada en grasa para generar a la vez un buen desarrollo del sistema reproductivo. El suministro de este alimento debe suspenderse al aparecer el primer huevo o al llevar 10 días de uso.
En la alimentación de la ponedora durante la fase de producción, es muy importante tener en cuenta la ingesta de alimento, el clima, la etapa de producción (máxima, normal o terminal), el peso corporal y el peso deseado del huevo, para poder balancear las dietas acordes con el nivel de ingesta de nutrientes necesario. Más importante que el consumo de alimento, es la ingesta de nutrientes, la cual debe medirse en mg/día.
Durante el inicio de producción, las dietas deben ser lo suficientemente concentradas en proteína, aminoácidos, calcio, fósforo y energía metabolizable, para que las aves reciban la cantidad suficiente de nutrientes y no gasten sus reservas corporales, generando como consecuencia, la pérdida de peso corporal, del tamaño de huevo y por ende de la producción. El reto de esta dieta no solo es llenar los requerimientos, sino ser capaz de suministrar nutrientes para que el ave siga ganando peso, pues las aves todavía deben ganar al menos, del 25% al 30% del peso necesario para ser una ponedora adulta. Debemos recordar otra premisa básica: "la cría y el levante de una ponedora moderna, termina a las 35ª semanas". Esta primera dieta resulta particularmente costosa, pero debido a que normalmente los consumos no son altos, y a la importancia de llenar los requerimientos de esta etapa, que son los más altos durante toda la vida del ave, al final no es tan costoso. La dieta de arranque de producción podría utilizarse por más tiempo del requerido, de acuerdo con una baja ingesta de alimento y simplemente con pequeños ajustes.
La etapa entre la semana 18ª y la 35ª, es la de máximos requerimientos de la ponedora, debido a que tiene requerimientos de mantenimiento, ganancia de peso, emplume, producción de huevos y estrés. Del manejo de la alimentación y nutrición de esta etapa reina, depende que se presente o no la denominada "crisis de las 18ª a 35ª semanas", la cual cuesta demasiado dinero a los avicultores.
Como mencionábamos antes, el plan de alimentación que se usa ahora y que generalmente llena las expectativas de los productores y de las casas genéticas, incluye 4 alimentos como son: ponedora especial (1º huevo - 26ª semanas), ponedora pico (27ª - 41ª semanas), fase 1 (42ª - 60ª semanas) y fase 2 (61ª - 80ª semanas); pero más importante que seguir un plan determinado, es el de revisar permanentemente que la ingesta diaria de nutrientes, si se está cumpliendo. Reitero la importancia de hacer el balanceo de las dietas con base en el consumo de alimento y no con base en la edad.
Hay un gran número de factores que deben tenerse en cuenta al momento de diseñar dietas y planes de alimentación de las ponedoras modernas y que pueden afectar los resultados productivos:
1.) La luz: La luminosidad tanto del galpón de levante como del de producción, deben ser tenidos en cuenta; debemos recordar las dos premisas básicas que tiene que ver con el manejo de la luz, y que han sido olvidadas a veces, "en levante nunca aumente luz" y "en producción nunca disminuya luz". Si aplicamos programas de luz, que incluyan apenumbramiento u oscurecimiento, debemos tomar como regla a cumplir, que el estímulo lumínico de las pollonas, debe hacerse por peso (mínimo 1350 g. para blancas y 1450 g. para marrones) o cuando hayan cumplido mínimo 16 semanas. Con lo anterior, estaríamos garantizando, un mejor tamaño del huevo y una mejor viabilidad durante toda la fase productiva. Debemos recordar que la postura es una función reproductiva, en donde interviene activamente la hormona FSH (hormona folículo estimulante), la cual es producida por estímulo lumínico y tanto los excesos como los defectos en el estímulo lumínico, pueden provocar una pobre producción de huevos por efecto de la falta de luz, como la híper-ovulación, estrés y alta mortalidad por el exceso. Como norma práctica, podrá tomarse que, la luz del galpón de levante debe ser mínimo, la mitad de la luz del galpón de producción y esta a su vez, no debe exceder 5 veces la luz del galpón de levante.
2.) El calcio: El manejo del calcio también es un tema bien importante al momento de hablar de la alimentación de la ponedora moderna, para ello debe recordarse que, durante la fase de cría, la pollita tiene una alta susceptibilidad a los altos niveles de calcio, los cuales le generarían problemas con el manejo de este mineral a nivel renal, generándole a la pollita y a la futura ponedora problemas de depósitos en el sistema urinario de sales calcáreas o de uratos (gota visceral) en el sistema urinario, los cuales serían recurrentes durante toda la vida probablemente haciéndose necesario recurrir al periódico uso de sustancias acidificadoras de la orina.
Durante el levante, se hace imperante el desarrollo del hueso medular, para que la ponedora genere y active los depósitos de calcio que van a ser utilizados para depositarlos en la cáscara del huevo. Es bien importante poner mucho cuidado para lograr un buen desarrollo del hueso medular durante las semanas 14ª a 18ª, por lo que se recomienda usar la dieta de prepostura, con por lo menos el doble del calcio de la dieta de inilevante, y con muy buen nivel de grasa; en caso de no poder utilizar la dieta de prepostura, se hace necesario recurrir a la suplementación de fuentes de calcio de alta biodisponibilidad entre las 14ª a 18ª semanas.
Otra de las razones por las que se debe usar una dieta de prepostura, además del calcio y de la grasa, es la de que el calcio participe como desencadenante de la función reproductiva, además de favorecer el desempeño mineral de las pollonas ya aptas para la postura.
En la etapa de producción, se debe tener especial cuidado en suministrar una parte del carbonato de calcio en forma de piedritas ó grit en el alimento, con una granulometría de 2 a 4 mm, y dependiendo del clima, podrían usarse proporciones que van desde 70% polvo: 30% grueso, para clima templado y hasta 50:50 para clima cálido. El balance del calcio, debe hacerse teniendo en cuenta la cantidad de calcio retenido en la molleja, ya que la ponedora no tiene una gran habilidad para retener partículas con granulometría inferior a 2 mm.
La suplementación de piedras de carbonato de calcio durante la etapa productiva de la gallina, ha sido muy discutida desde hace varios años, sin embargo, lo primero que debe hacerse es, estar seguro de la granulometría del calcio que se utiliza y posteriormente, replantear la granulometría a adicionar al alimento y/o la necesidad de suplementar piedras de carbonato de calcio para corregir la posible deficiencia.
Se ha demostrado que la ponedora es uno de los animales que soporta relaciones Ca: P que en otros animales serían incompatibles con la vida; ella solo utiliza el exceso de calcio en las horas de descanso o de formación de la cáscara del huevo, para lo cual suceden toda una serie de procesos bioquímicos, como el bajón de pH del buche y la molleja para solubilizar el calcio presente.
El calcio presente en el tracto digestivo, es el responsable de aportar, al menos el 75% del calcio de la cáscara; por lo que el hecho de que haya siempre piedras de calcio en el buche y/o en la molleja, nos garantizará que la ponedora tendrá fuentes para la formación de la cáscara, y no tendrá que recurrir en exceso al calcio óseo, garantizándonos una ponedora con esqueleto fuerte y sin osteoporosis, además de un huevo de excelente fortaleza de cáscara. Una norma práctica para la suplementación de calcio, es la de utilizar 1, 2, 3 y 4 g. de carbonato/ave/día durante las diferentes etapas de la postura desde el inicio de producción (1g/ave/día) hasta la postura terminal (3 ó 4 g/ave/día), suministrados al menos 3 veces por semana y con una granulometría cercana a los 4 mm.
3.) El Clima: Para el manejo nutricional de ponedoras en clima cálido, es importante recurrir a prácticas como: usar alimento con granulometría gruesa; alimentar solo en las horas frescas del día, lo cual se logra suministrando el 30% del alimento en las horas de la mañana y un 70% en las horas de la tarde, después de las 2 pm; lo que garantizará que las aves no tengan acceso al alimento en las horas más calurosas del día evitando con esto la hipertermia y la consiguiente mortalidad por "golpe de calor"; además de lo anterior deben balancearse dietas frescas o frías, que son aquellas que incluyen niveles altos de aceite vegetal de buena calidad para evitar la generación de calor metabólico en exceso, que sucede al metabolizar los carbohidratos; también puede combinarse con el uso de la súper cena (encender la luz y suministrar alimento entre las 11 pm y la 1 am), y procurar mantener el agua lo más fresca posible y la caseta con una ventilación arriba de 1,5 m/seg para favorecer el intercambio de calor. Es importante comentar que, la práctica de la súper cena y la alimentación 30/70 solo debe aplicarse en zonas cálidas, pues solo allí se hace necesario adoptar esta estrategia de alimentación.
4.) La crisis de las 18ª a las 35ª semanas: es frecuente encontrar que esta etapa se vuelva crítica para las ponedoras y generalmente se debe a que no logran el consumo requerido para mantener cubiertos los requerimientos de nutrientes que aquí, son particularmente altos; esta situación puede haberse provocado desde la alimentación en cría y levante, pues la presión permanente por dar los pesos semana tras semana, hacen que los nutricionistas formulen dietas cada vez más concentradas, olvidándose de los requerimientos de fibra mínimos y provocando con dietas de alta densidad, que las aves lleguen a las 18ª semanas con un tracto digestivo sin el suficiente desarrollo para poder ingerir la cantidad de alimento necesario para llenar sus requerimientos. Debemos recordar que el peso con más correlación para todos los parámetros productivos de importancia económica para la ponedora es el de la 5ª semana, y luego el de la 10ª y posteriormente debemos preocuparnos más por el desarrollo y la talla corporal y para más adelante hacer énfasis en la uniformidad a la 16ª semana.
En conclusión; alimentar a la ponedora moderna es todo un reto, pero basta con aplicar el conocimiento del medio ambiente, la línea y los recursos que tenemos para llenar los requerimientos nutricionales, además de darle el máximo confort para que esta máquina de fabricar proteína de alto valor biológico pueda desempeñarse, fabricar alimento en estos tiempos de escasez y generar empresas rentables. Solo debemos aplicar con certeza, el menos común de los sentidos, "el sentido común".
Una ponedora con sus necesidades nutricionales cubiertas sin excesos, en un medio ambiente amigable, siempre podrá expresar su potencial genético con eficiencia.
VII Seminario Regional Avicola ASPA – Bucaramanga, Colombia Agosto 25 y 26 de 2011