El tema de la salud intestinal es un área muy compleja, en la que combina nutrición, inmunología, microbiología y fisiología. Cuando tienes problemas relacionados con la salud intestinal, esto afecta directamente la digestión y absorción de nutrientes, provocando pérdidas económicas y una mayor susceptibilidad a enfermedades. Esto significa que los trastornos de la salud intestinal pueden afectar una o varias funciones sistémicas y, desafortunadamente, la mayoría de los problemas de salud intestinal permanecen indetectables ya que no se reflejan necesariamente en los síntomas clínicos.
La búsqueda por comprender el sistema gastrointestinal ha ganado protagonismo en las aves de corral, debido a la creciente demanda de bienestar, reducción de impactos ambientales, economía, seguridad alimentaria y crecientes restricciones en el uso de antimicrobianos como promotores del rendimiento (Morgan, 2017).
Cuando se habla de salud intestinal, un error muy común es centrarse únicamente en el control de enfermedades intestinales (coccidios o enterobacterias específicas). Generalmente, el exceso de nutrientes en el intestino, debido a altos niveles de nutrientes en la dieta o mala digestión, es el problema real que hace que estos microorganismos proliferen (Bedford, 1995; Apajalahti y Bedford, 1999; Brown et al., 2012), con la consecuencia de perturbar el equilibrio en el microbioma (Round y Mazmanian, 2009; Weiss y Hennet, 2017), provocando inflamación metabólica (Kogut et al., 2018).
No cabe duda de que unos intestinos sanos son fundamentales para optimizar la digestibilidad, minimizar la excreción de nutrientes y, en consecuencia, mitigar los impactos ambientales del amoniaco, olores y otras emisiones de gases con efectos sobre la salud y el bienestar, dentro y fuera del aviario (Costa et al., 2008).
Componentes de la salud intestinal
El intestino de las aves es el órgano con mayor superficie que interactúa con el medio, por lo que el intestino debe ser una barrera eficaz que reduzca la exposición a toxinas ambientales y microorganismos patógenos, pero que permita la absorción de nutrientes y la secreción de desechos.
El intestino también proporciona una plataforma para el crecimiento de una microbiota diversa, que regula el desarrollo y la maduración inmunes, proporcionando metabolitos para la nutrición del huésped (Sargeant et al., 2014). Contiene una gran cantidad de neuronas, hormonas intestinales y mensajeros secundarios, por lo que se considera el órgano neuroendocrino más grande del cuerpo y, por lo tanto, regula una multitud de funciones fisiológicas del huésped. (Neuman et al., 2015)
Morfológicamente, el tracto gastrointestinal es un tubo hueco que va desde el pico y termina en la cloaca, siendo la función principal la conversión de los alimentos en sus componentes para su absorción y uso por parte del ave. Como se ve en la figura 1, el intestino se divide en buche, proventrículo, molleja, intestino delgado (duodeno, yeyuno e íleon) e intestino grueso (ciego, colon y recto) y órganos glandulares (glándulas salivales, hígado y páncreas) que no son parte del tracto, pero secretan sustancias dentro de él a través de conductos que conectan los órganos con el tracto (Bell, 2002). Cada región tiene un papel específico en el proceso de digestión y absorción de nutrientes.
Figura 1. Estructura del tracto gastrointestinal de las aves.
La porción más larga es el intestino delgado, siendo el responsable de la digestión final de los alimentos y la absorción de casi todos los nutrientes. La mucosa intestinal presenta proyecciones microscópicas, que se denominan vellosidades, constituidas por tres tipos de células, enterocitos, células caliciformes y células enteroendocrinas (Maiorka, 2004). Los nutrientes absorbidos por los enterocitos son transportados por los vasos sanguíneos presentes en las vilosidasas. Las células enteroendocrinas funcionan para activar el páncreas exocrino cuando los alimentos ingresan al intestino delgado. Las células caliciformes, por otro lado, son importantes para la producción de moco, en el que protegen mecánicamente la mucosa contra la entrada de patógenos, evitando que se adhieran a la pared del órgano e inicien un proceso infeccioso (Guerra, 2018).
Desarrollo del tracto gastrointestinal
En el momento de la eclosión, el tracto gastrointestinal de las aves está anatómicamente completo, pero funcionalmente inmaduro (Maiorka, 2004). El rápido desarrollo del tracto gastrointestinal está relacionado con el consumo de alimentos y cuando la alimentación se retrasa, las aves muestran un menor desarrollo intestinal con un rendimiento reducido (Maiorka et al., 2003).
En el período inicial de 48 horas después del nacimiento, la yema contribuye al mantenimiento y desarrollo del intestino delgado. Durante este período, el ave debe pasar de usar energía en forma de lípidos, de la yema, a una dieta rica en carbohidratos (Noy y Sklan, 1999). Por lo tanto, el ave debe tener un acceso rápido a la alimentación, para evitar dañar la función intestinal. Para el desarrollo intestinal, el momento y la forma de los nutrientes disponibles después de la eclosión es fundamental, por lo que el acceso temprano a los alimentos fomenta el crecimiento y el desarrollo intestinal (Potturi et al., 2005).
Para el desarrollo y mantenimiento de la mucosa intestinal deben ocurrir dos eventos citológicos asociados: a) renovación celular, que es el proceso de proliferación y diferenciación celular; yb) pérdida de células, que es el proceso de extrusión (Maiorka et al., 2003). Es necesario que haya un equilibrio entre estos eventos para garantizar el mantenimiento del número de células y la capacidad funcional del epitelio (Oliveira et al., 2012).
Además, después de la eclosión, el ave está en contacto continuo con microorganismos (alimento, agua, ropa de cama, insectos, polvo y personas), lo que favorece el desarrollo de comunidades microbianas (Macari et al., 2014). Existen factores endógenos y exógenos que pueden modificar la microbiota, tales como: malas condiciones higiénicas y sanitarias de creación, estrés y nutrición inadecuada (Figueira et al., 2014). Es importante destacar que la microbiota intestinal puede beneficiar o perjudicar al ave. La microbiota en equilibrio (eubiosis) es fundamental para el bienestar y la salud, resultando en la calidad de la mucosa intestinal y una mejor absorción de los nutrientes del pienso, con la consecuente mejora del rendimiento productivo.
Factores que afectan la salud intestinal
El mantenimiento de la salud intestinal depende del equilibrio entre el ave, la microbiota intestinal, el medio intestinal, además de la formulación del pienso. Algunos factores pueden afectar la salud intestinal, tales como: calidad de las materias primas, micotoxinas, bioseguridad, infecciones (virus, bacterias o coccidiosis), temperatura, ventilación y calidad del agua.
La estructura y funcionalidad de la microbiota intestinal son cruciales para la salud de las aves, ya que tiene una fuerte influencia en el desarrollo del epitelio intestinal y en la modulación de las funciones fisiológicas necesarias para mantener la homeostasis intestinal (es decir, inmunidad, digestión, integridad). de la barrera intestinal), y, a su vez, estas funciones son fundamentales para optimizar la eficiencia del uso energético por parte del hospedador, lo que se traduce en mejoras en el desempeño productivo de las aves (Carrasco et al., 2019).
Es importante tener en cuenta que para lograr una digestibilidad óptima, las dietas deben estar elaboradas con ingredientes de buena calidad. Por lo tanto, las empresas deben poner más énfasis en los ingredientes de los piensos para evitar problemas con la salud intestinal.
Se debe tener en cuenta la forma física del alimento, ya que el exceso de partículas finas puede resultar en el rápido paso de los alimentos al intestino delgado, sin tiempo suficiente para la degradación de las proteínas y, en consecuencia, empeorando la digestibilidad, dando lugar a una mala absorción de los mismos. proteínas y aumento de la viscosidad en el intestino, aumentando el riesgo de disbacteriosis. Además, el desequilibrio en la población de microorganismos puede producir algunos metabolismos que provocan irritación intestinal, destruyen la superficie de las vellosidades y reducen la superficie disponible para la absorción de nutrientes.
Cuando se habla de micotoxinas, son capaces de comprometer varias funciones del intestino, lo que se traduce en una disminución de la absorción de nutrientes, ya que reduce la superficie, modula el transporte de nutrientes y pierde la función de barrera (Grenier y Applegate, 2013). Otro factor que se debe tener en cuenta son los aceites y grasas rancificados, ya que están relacionados con la patogenia de las enfermedades entéricas (Collet, 2005). Las condiciones adecuadas de almacenamiento de grasa deben evaluarse con frecuencia para controlar el desarrollo de peroxidación en la fábrica de piensos. Por lo tanto, los proveedores de piensos deben implementar medidas, entre ellas, la adición de antioxidantes y aglutinantes de micotoxinas al alimento puede reducir los efectos de las micotoxinas y peróxidos.
Otro dato muy relevante según Oviedo-Rondón (2019) es la calidad de la harina de maíz y soja para la salud y el desarrollo intestinal. La soja mal procesada tiene factores antinutricionales, como los factores antitrespsina, que se correlacionan directamente con el paso rápido del alimento, lo que conduce a la disbateria (Ruiz et al., 2015). En el caso del maíz, la genética, las temperaturas de secado y las condiciones de almacenamiento pueden jugar un papel en la formación de almidón retrógrado y la reducción de proteína soluble, lo que disminuye la digestibilidad (Odjo et al., 2015). El secado también puede afectar las características físicas de los granos de maíz, el tamaño de las partículas producidas durante la molienda y, a su vez, el comportamiento de alimentación de las aves (Gehring et al., 2012; Odjo et al., 2015). Por lo tanto, todos los componentes de los alimentos deben ser evaluados en busca de factores que puedan afectar su digestibilidad, y se debe hacer un mayor esfuerzo para asegurar la producción de alimentos de alta calidad.
La calidad del agua y la limpieza de los bebederos son fundamentales para la salud intestinal. Deben medirse y controlarse las características fisicoquímicas y microbiológicas del agua. El pH debe mantenerse ligeramente ácido, entre 5,5 y 7, ya que el agua básica reduce la actividad de la mayoría de las enzimas digestivas (Oviedo-Rondón, 2019). La reducción de la ingesta de agua afecta negativamente la fisiología intestinal, la digestión y el rendimiento de las aves (Vieira y Lima, 2005).
Otro factor fundamental para la salud intestinal es la nutrición de las presas pesadas, ya que se encarga del correcto desarrollo de la progenie, que es totalmente dependiente de los nutrientes depositados en los huevos. Los nutrientes como la vitamina D, los oligoelementos, los carotenoides y los ácidos grasos juegan un papel importante en la inmunidad y el desarrollo intestinal (Calini e Sirri, 2007; Oviedo-Rondón et al., 2013).
Aditivos para la salud intestinal
Algunos aditivos alimentarios y minerales pueden influir positivamente en el desarrollo del músculo intestinal, ayudando a mantener la salud intestinal, mejorando así la digestión y la absorción de nutrientes. Para promover la salud intestinal, hay muchos productos disponibles, que se pueden agregar a través del agua o del pienso. Entre estos aditivos tenemos: probióticos, prebióticos, enzimas, ácidos orgánicos, aceites esenciales, aminoácidos como la glutamina y algunos minerales como el cromo.
Los probióticos introducen microorganismos deseables en el tracto gastrointestinal con la función de mejorar el rendimiento, la salud general y la productividad, que generalmente se logran al afectar las poblaciones microbianas intestinales. Los prebióticos, en cambio, son carbohidratos no digeribles por bacterias patógenas y por aves, que promueven el crecimiento y actividad de bacterias beneficiosas, favoreciendo la microbiota intestinal, es decir, mejorando la salud intestinal.
Los ácidos orgánicos actúan como controladores de carga microbiana, como fórmico, acético, propiónico, etc. Y también puede actuar como potenciador de la morfología intestinal como el ácido butírico. Los aceites esenciales pueden ser bacteriostáticos o inmunoestimulantes, siendo una mezcla de compuestos fitoquímicos como carvacrol, timol y cinamaldehído, entre otros, los cuales tienen propiedades antimicrobianas selectivas (Guo et al., 2004).
Las enzimas se utilizan para ayudar a eliminar los efectos antinutricionales del fitato, los polisacáridos distintos del almidón y / o alterar sustratos para mejorar la proliferación de algunos microorganismos beneficiosos (Kiarie et al., 2013). La glutamina, un aminoácido no esencial, actúa como sustrato energético para células de rápida proliferación como los enterocitos, teniendo un efecto beneficioso sobre la mucosa intestinal.
El cromo orgánico actúa indirectamente sobre la salud intestinal, ya que actúa reduciendo los efectos provocados por el estrés en las aves, además de actuar en el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas.
Consideraciones finales
El tracto gastrointestinal es clave para el éxito del proceso de producción, ya que se encarga de digerir y absorber los nutrientes, transformando los granos / cereales en proteína animal. Por tanto, la salud intestinal tiene un efecto directo sobre la productividad, el bienestar animal, la seguridad alimentaria y el impacto medioambiental.
Para que el ave pueda expresar todo su potencial genético, el intestino debe estar sano. Una estrategia interesante para modular la microbiota intestinal de las aves es la manipulación de dietas con el uso de aditivos que tienen una acción directa o indirecta sobre la salud intestinal, ya que son una herramienta que contribuye a una mejor digestibilidad de nutrientes, rendimiento productivo y salud intestinal de las aves.