La microbiota se puede definir como el conjunto de microorganismos que coloniza la luz intestinal y que cumple funciones cruciales como la fermentación de la fibra, la biotransformación de micotoxinas, la producción energía y la síntesis de vitaminas y otros nutrientes esenciales. Además, estos microorganismos comensales compiten contra los patógenos por espacio y nutrientes, lo que impide posibles infecciones intestinales, al mismo tiempo que promueven la salud. Por otro lado, el término microbioma comprende a la microbiota, con sus metabolitos y genes asociados (Guerre, 2020).
La colonización del intestino por parte de la microbiota puede comenzar al momento de la eclosión, o incluso antes cuando los pollitos se exponen a los microorganismos comensales de origen materno que ingresan a través de los poros del cascarón. Posterior a la eclosión, los pollitos adquieren parte de su microbiota del medio ambiente. Esta colonización temprana determinará la morfología y fisiología del intestino, el desarrollo del sistema inmune y, por ende, la susceptibilidad a enfermedades en las aves adultas (Rinttilä, 2012).
Posterior a la eclosión, las poblaciones de la microbiota se incrementan rápidamente, principalmente en los ciegos, hasta que alcanzan un estado de maduración llegando a un punto en el cual las células microbianas comensales superan en gran medida a las células somáticas del hospedero (Figura 1). En el pollo de engorda, se estima que la maduración de la microbiota se alcanza alrededor de las 3 semanas. Sin embargo, en las gallinas es más difícil de estimar ya que existen múltiples cambios en la composición de la microbiota, habiéndose descrito cuatro etapas en el desarrollo de la microbiota cecal en el primer año de vida (Rinttilä, 2012; Carrasco, 2019).
Figura 1. Distribución de la microbiota en el tracto digestivo de las aves (Fathima, 2022).
A pesar de que el microbioma es confinado a la luz intestinal a través de la mucina (moco), las Inmunoglobulinas A (IgA) y los péptidos antimicrobianos, tiene una estrecha relación con el funcionamiento del sistema inmune (Cuadro 1). Estudios recientes han demostrado que los cambios en la microbiota se correlacionan con las variaciones en el perfil de citocinas expresados por las células intestinales en respuesta a diferentes grupos bacterianos. Por ejemplo, el incremento en el filo Proteobacteria, donde se encuentran bacterias potencialmente patógenas, se correlaciona con un perfil proinflamatorio de citocinas. De manera inversa, el filo Firmicutes se asocia a un perfil antinflamatorio. Por lo tanto, cualquier desbalance en la microbiota afecta directamente la homeostasis del sistema inmune entérico (Carrasco, 2019; Fathima, 2022).
Debido a los múltiples beneficios que el microbioma aporta a la salud de los animales de producción, se han desarrollado aditivos como los prebióticos, probióticos, simbióticos y nuevos productos como los estimbióticos que estimulan selectivamente el desarrollo y la actividad de las especies de la microbiota que degradan fibra de la dieta favoreciendo así su fermentación. Asimismo, se incrementa la producción de AGV lo que mejora la función intestinal (Davies, 2024).
En conclusión, a pesar de la compleja interacción que existe entre el hospedero y el microbioma, éste aporta grandes beneficios nutricionales, a la vez que moldea el sistema inmune del hospedero y evita la colonización por microorganismos patógenos. Por ello, se ha incrementado la demanda de aditivos que fomenten su buen desarrollo y funcionamiento, lo cual se verá reflejado en la salud y, en consecuencia, en el buen desempeño productivo de las aves comerciales.