1. Introducción
El coste de las materias primas supone en torno al 65-80 % de los costes totales de alimentación en avicultura de carne, con los diferentes procesos implicados en la fabricación del pienso, en especial la molienda y el granulado, representando el principal coste restante. Las aves destacan por su gran capacidad visual y táctil, lo que les permite seleccionar y consumir aquellas partículas con el tamaño, dureza, textura y consistencia que consideran más atractivo y mejor adaptadas al tamaño del pico (Melcion et al., 1995). El pico y la lengua son los principales medios de recepción de señales táctiles (Picard et al., 2002), con una importancia a considerar de los sensores presentes a lo largo del tracto gastrointestinal (TGI) (Ferket, 2006). De hecho, la adaptación de las aves a la dureza y el tamaño de las partículas del pienso es mucho más importante y rápida que la adaptación a cambios nutricionales (Nir et al., 1994).
Pese al rápido tránsito y corto tiempo de retención de la digesta en el TGI, las aves optimizan su capacidad digestiva mediante diversos mecanismos, incluyendo el almacenamiento del alimento en el buche, la molienda y selección en la retención de partículas del pienso en la molleja y los movimientos antiperistálticos que tienen lugar a lo largo del TGI. De hecho, las características físicas de la dieta tales como el tamaño de partícula y la presentación del pienso influyen directamente y de forma notable sobre el desarrollo, la motilidad y la funcionalidad del TGI y, por lo tanto, sobre la eficiencia digestiva, la absorción de los nutrientes y la salud intestinal de las aves.
El TGI de las aves está particularmente adaptado para triturar los alimentos mediante la molleja, lo que hace que su respuesta a diferentes tipos de molienda sea diferente a lo que ocurre en otras especies. Las aves prefieren tamaños de partícula groseros que mejoran el funcionamiento y desarrollo de este órgano y disminuyen la velocidad de tránsito en la parte proximal del TGI. Además, moliendas groseras reducen los costes de fabricación y las pérdidas de alimento previo a ser consumido. Por su parte, una molienda fina mejora la uniformidad y la calidad del gránulo, reduce la capacidad de selección y aumenta la superficie del alimento accesible para la posterior acción enzimática. Los piensos para p se presentan bien en forma de harina, bien en gránulo o bien en migaja. Los beneficios de la presentación del pienso en forma de gránulo o migaja se atribuyen a un aumento del consumo y de la velocidad de tránsito con reducción del desperdicio, una menor capacidad de selección por parte de las aves y mayor palatabilidad (Bennett et al., 2002; Brickett et al., 2007). Por contra, en piensos en harina un tamaño de partícula grosero mejora el desarrollo y funcionalidad del TGI desde un punto de vista fisiológico (Engberg et al, 2002). Ambos efectos, tamaño de partícula y presentación del pienso, pueden ocasionar efectos contradictorios en la fisiología digestiva a tener en cuenta en formulación práctica.
El objetivo del presente estudio es analizar el impacto del procesado del pienso, concretamente del tamaño de partícula y la presentación, sobre la productividad y la salud intestinal en pollos.
2. Tamaño de partícula
El proceso de molienda es el segundo gasto energético más importante en la fabricación de piensos tras el granulado (Reece et al., 1985). La molienda consiste en reducir el tamaño de las partículas de los ingredientes favoreciendo el proceso de mezclado y la homogeneidad de las partículas del pienso a la vez que incrementar el área de superficie para el ataque de las enzimas y jugos digestivos (Lawrence, 1970). Sin embargo, el tamaño de partícula óptimo de un ingrediente o pienso, así como su grado de homogeneidad dependerá del molino utilizado (martillos vs. rodillos), materias primas utilizadas, densidad de la dieta, forma del pienso (harina vs. gránulo) y sistema de alimentación, así como de la edad del pollo y de su estado sanitario (Abdollahi et al., 2018).
Un aumento en el tamaño de partícula del pienso mejora el desarrollo, motilidad y funcionalidad de la molleja, lo que da lugar a una mejora de la digestibilidad de los nutrientes al aumentar el tiempo de retención de la digesta en el TGI prolongando el proceso de digestión enzimática. Por su parte, la molienda fina beneficia la absorción de los nutrientes debido a la mayor superficie de contacto con las secreciones digestivas.
El granulado reduce el tamaño de partícula y mejora la homogeneidad de las partículas del pienso. Como consecuencia, el efecto positivo del tamaño de partícula sobre la productividad y la salud del TGI es más evidente en dietas en harina que en dietas en gránulo o migas (Serrano et al., 2012 y 2013; Abdollahi et al., 2018).
Cuando el pienso se suministra en forma de harina, el consumo voluntario de pienso depende en gran medida del tamaño de partícula y no solo de su composición nutricional (Portella et al., 1988; Herrera et al., 2018). De hecho, el pico de las aves posee numerosos mecanorreceptores capaces de distinguir las partículas por su tamaño (Gentle, 1979) lo que les permite seleccionar aquellas partículas más groseras y apartar aquellas más finas, especialmente en aves adultas (Schiffman, 1968; Allen y Perry, 1977).
Asimismo, un pienso uniforme reduce el tiempo y la energía empleados por los pollos en seleccionar aquellas partículas que le resulten más atractivas (Amerah et al., 2007a). A destacar que un aumento en la selección de las partículas más groseras por parte de las aves puede tener un efecto negativo sobre la productividad y la eficiencia alimenticia, especialmente con piensos con abundante presencia de finos. Esto se debe a que la composición nutricional de las diferentes partículas del pienso varía en función del tamaño de partícula, por lo que una excesiva selección por parte del ave impide el consumo balanceado del pienso (Portella et al., 1988).
Moliendas groseras mejoran el desarrollo y la motilidad del TGI, aumenta el consumo, reducen el pH del TGI proximal, actuando como barrera frente a patógenos y aumentan el tiempo de retención de la digesta en la molleja. Como resultado, las moliendas groseras benefician tanto a la salud intestinal como al crecimiento de los pollos (Engberg et al., 2002). No obstante, el tipo de cereal utilizado en la dieta modifica el efecto del tamaño de partícula sobre estas variables. En el caso del trigo, moliendas finas en piensos en harina provocan aglutinación del pienso en el pico debido a la concentración del gluten y además aumentan la viscosidad de la digesta en el intestino delgado, lo que reduce el consumo. Mientras los efectos positivos de una molienda grosera sobre el consumo y la salud intestinal son evidentes en piensos basados en trigo, estos efectos no son tan evidentes, o incluso opuestos, cuando se utiliza maíz como cereal principal. La menor capacidad para moler en la molleja las partículas groseras del maíz respecto al trigo, especialmente en aves jóvenes, y el mayor coste energético del funcionamiento de la molleja con moliendas groseras pueden ser causas posibles de esta diferencia en el efecto final (Abdollahi et al., 2018).
Los posibles efectos del tamaño de partícula sobre la productividad y la salud del TGI se reducen con la granulación, por lo que la importancia de la molienda y el tipo de molino utilizado es menor con piensos granulados (Amerah et al., 2007b; Naderinejad et al., 2016). Abdollahi et al. (2011) observaron que el paso del pienso a través de la parrilla de granulación redujo la proporción de partículas groseras (> 2,0 mm) y aumentó el de partículas finas (< 0,075 mm), reduciéndose considerablemente el tamaño medio de las partículas y mejorando la homogeneidad.
3. Presentación del pienso
La granulación es un tratamiento que, mediante temperatura, fricción, presión y reducción del tamaño de partícula, mejora la productividad de las aves (Jensen, 2000; Frikha et al., 2009; Abdollahi et al., 2011). Los beneficios de la presentación en gránulo se atribuyen a un aumento en el consumo de alimento, menor desperdicio de pienso, menor capacidad de selección y mejora de la palatabilidad (Bennett et al., 2002; Brickett et al., 2007; Serrano et al., 2012). La granulación disminuye el peso relativo y el contenido de la molleja y reduce la longitud del intestino (Nir et al., 1994 y 1995) en comparación con los piensos en harina.
El volumen relativo del pienso y la cantidad de partículas excesivamente finas que producen rechazo son menores en piensos en gránulo sin finos que en piensos en harina, lo que reduce el tiempo y trabajo dedicado a la alimentación y favorece el consumo voluntario por parte de las aves (Skoch et al., 1983). Los pollos alimentados con harina dedican alrededor del 15% del tiempo disponible en alimentarse frente a un 5% en aquellos alimentados con gránulo (Jensen et al., 1962; Behnke y Beyer, 2002). Una reducción del tiempo y frecuencia de alimentación conlleva un mayor tiempo de descanso, por lo que el gasto energético del ave disminuye. No obstante, se debe tener en cuenta que un gránulo de mala calidad reduce considerablemente los beneficios obtenidos mediante la granulación (Zatari et al., 1990).
4. Conclusiones
La granulación reduce la cantidad de polvo y disminuye el desperdicio de pienso, lo que resulta en una mejora en los índices de conversión en pollos de engorde. Sin embargo, la reducción del tamaño de partícula asociada a la granulación puede perjudicar los procesos digestivos, especialmente en piensos basados en trigo. Por otro lado, una molienda grosera en piensos en harina favorece el desarrollo de la molleja, con lo que se mejora la digestibilidad de los nutrientes y la salud del TGI de las aves. A destacar que el tipo de molino utilizado y las materias primas utilizadas, así como la edad del pollo y su estado sanitario deben tenerse en cuenta en el proceso de fabricación de los piensos.