Los decomisos causan perdidas de millones de dólares anuales a la industria avícola en todo el mundo e impiden, por consecuencia, que una significativa cantidad de carne llegue al mercado.
Trabajos de investigación y la experiencia práctica han demostrado que aproximadamente una tercera parte de los decomisos se origina del proceso de engorde, una tercera parte de la pre-faena – preparación de los galpones, ayuno, recolección y transporte – y una tercera parte del procesamiento, propiamente. En lo que a la pre-faena se refiere, el trabajo de recolección de los pollos vivos, también conocido por agarre, cargue, pillado y otros, juega un papel clave en cuanto a la preservación de la integridad física de las aves y, de esto modo, reduce, o elimina, la incidencia de decomisos en planta.
Un vez que las aves hayan llegado al peso de faena ellas necesitan ser trasladadas al matadero para ser faenadas. A despecho de la disponibilidad de tecnología para la recolección mecánica de las aves, una solución cara y logísticamente complicada, actualmente y principalmente usada en las empresas avícolas de la Unión Europea, la recolección manual sigue siendo, de lejos, el método de carga más comúnmente usado. Por consiguiente, los equipos de recolección, también conocidos por cuadrillas, son un recurso del cual depende la mayoría de las empresas avícolas alrededor del mundo para recolectar los pollos vivos en edad de faena.
Es intrigante ver que a despecho de la importancia visceral que tienen las cuadrillas para las empresas avícolas – son la única opción de las empresas para mover sus pollos, bien como son los responsables por evitar que, aun en granja, se lastimen los pollos y que, en el matadero, se decomisen las carcasas por los defectos causados – la interface entre ellas y las empresas está establecida en una base tan débil y conflictiva.
El la mayoría de los países las empresas avícolas no poseen sus propias cuadrillas, sino que contratan esto servicio de terceros. Como esta relación cliente-proveedor está pautada por fuertes restricciones de costos, el personal reclutado suele venir del margen de la sociedad, dado que la aptitud física es el único requerimiento exigido por la función. Por consiguiente, para los candidatos al puesto, recolectar pollos vivos es, generalmente, no UNA opción, sino que LA ÚNICA opción de trabajo de que muchas veces disponen.
En retribución por el trabajo duro, sin muchos atractivos y realizados en horarios inusuales se les paga muy, muy poco al día y los beneficios sociales de ley son, en la gran mayoría de los casos, inexistentes así como lo es la ropa de trabajo y los equipos de protección individual – guantes, gafas, botas u otros. Con alguna frecuencia, supervisores groseros y de poca habilidad en el trato con el personal, tornan aun más difícil la vida de estas cuadrillas. No es de sorprender que el turnover y el ausentismo suelen ser muy altos en esta actividad, con consecuencias predecibles sobre la calidad del trabajo y, sobre todo, de la materia prima.
Una empresa que faena 250 mil pollos diarios, de 2,5 kg de peso vivo, maneja un patrimonio, representado por las cargas de pollos vivos, que se acerca a los US$ 625.000 al día. ¿No suena raro que se entregue literalmente en manos de las cuadrillas, cuya gente está expuesta a esto ambiente de trabajo y cobra, a lo mejor, entre US$ 10 y 20 al día, un patrimonio económico de esta magnitud para ser por ellos “administrado” todo los días? ¿Al final que tipo de preocupación con los costos es la que mueve las empresas que, por un lado, priva sus equipos de recolección de mejores condiciones de trabajo y, por otro, entrega esto patrimonio diario en manos de un equipo que quizá poco o nada habilitado y consciente está acerca de su manejo apropiado? Has razonado sobre esto bajo esto punto de vista, antes?
Si hay que bajar la incidencia de decomisos y segunda relacionados a la carga de pollos vivo y, de esto modo, ahorrar millones de dólares anuales a las empresas avícolas en todo el mundo, entonces hay que empezar por las empresas avícolas que tienen de repensar su estrategia y abordaje operacional hacia los equipos de recolección y ponérselos a ellos, y no a los pollos, como su máxima prioridad y, a partir de allí, trabajar consistentemente por ellos.