Introducción
El ensilaje es el producto final que se obtiene cuando se conserva un alimento mediante un proceso anaerobio en estado húmedo, en el que intervienen factores enzimáticos y microbiológicos de los cuales depende el éxito o el fracaso de la conservación y por ende la calidad del producto final. El objetivo principal de esta técnica de conservación es mantener el valor nutritivo original, con un mínimo de pérdidas en materia seca y sin que se formen productos tóxicos que puedan perjudicar las funciones productivas y la salud de los animales (Ojeda, 1986). Para evaluar la calidad de los ensilajes los indicadores se dividen en fermentativos y organolépticos.
Indicadores fermentativos
Durante la conservación de un forraje en forma de ensilaje se producen transformaciones en los compuestos orgánicos originalmente presentes en el material. Los indicadores fermentativos fundamentales para evaluar los ensilajes son: materia seca (MS), pH, ácidos grasos volátiles, nitrógeno amoniacal como porcentaje del nitrógeno total.
Materia seca
La materia seca es importante como controladora de la calidad del proceso fermentativo. Vallejo (1995) indica que cuando el contenido de MS en el material a ensilar sobrepasa el 25%, se reduce el nivel de efluentes y las pérdidas de carbohidratos por esta vía; McDonald (1981), además afirma que disminuye las pérdidas por respiración, permite un predominio de las bacterias ácido-lácticas y un pH adecuado. Su valor óptimo para la conservación se sitúa entre 30 y 35% (Ojeda et al.,1991).
Acidez
El pH es un indicador de vital relevancia en el proceso de conservación de un forraje en forma de ensilaje debido a que es una de las transformaciones más radicales que ocurren en el forraje y por su estrecha relación con los procesos degradativos durante la conservación. Es necesario que el descenso del pH ocurra lo más pronto posible para garantizar un hábitat desfavorable para las bacterias clostrídicas y reducir la respiración. Evitando así la proteolisis y la proliferación de los microorganismos indeseables en el proceso (Pezo, 1981; Muck, 1988). El valor de pH está en función de la materia seca del ensilaje y de la proporción que exista entre las proteínas y los carbohidratos solubles, se considera que cuando un ensilaje alcanza valores inferiores a 4.2 se ha logrado su estabilidad fermentativa.
Nitrógeno amoniacal como porcentaje del nitrógeno total
La presencia de amoníaco en los ensilajes está condicionada principalmente al metabolismo de los aminoácidos y los nitratos presentes en la planta por las bacterias. Para poder utilizarlo en los criterios de evaluación se necesita expresarlo como porcentaje del nitrógeno total presente en el ensilaje, lo que da una idea de la proporción de las proteínas que se han desdoblado. En los ensilajes bien conservados se considera como óptima una concentración menor de 7% de nitrógeno amoniacal como porcentaje del nitrógeno total (Ojeda
et al., 1991). Betancourt ( 2001) reportó que el proceso de ensilaje en Leucaena leucocephala transcurrió de manera eficiente como lo mostraron los bajos valores de pH alcanzados (4,3) y los bajos contenidos de N.NH3/Nt (7%).
Ácidos grasos volátiles
Dentro de los ácidos orgánicos formados durante la fermentación, el más importante es el ácido láctico, por la alta acidez que induce en el medio y además por ser el resultado del metabolismo de las bacterias más eficientes y adaptadas entre todas las presentes en los ensilajes, lo que permite cumplir una acción bactericida, conservando mejor el ensilaje (Ojeda et al.,1991). Los principales factores que afectan la concentración de ácido láctico son el contenido de carbohidratos solubles presentes en el forraje aunado a la capacidad amortiguadora que posea. Para obtener una adecuada fermentación láctica se necesita la presencia de tres elementos: un medio ambiente anaeróbico, un sustrato adecuado para las bacterias ácido lácticas y una suficiente cantidad de bacterias de este tipo (Muco, 1988). De allí la necesidad de adicionar azúcares como melaza a los ensilajes, ya que estimulan el crecimiento de las bacterias ácido lácticas (Ojeda et al.(1987) y Luis y Ramírez (1989). El valor mínimo de ácido láctico que requiere un ensilaje agradable y catalogado como de buenas características es de 1.5 a 2% (Esperance et al., 1981). En cuanto al ácido acético, una concentración de 1.8% se considera como excelente, mientras que 6% se estima como muy malo (Ojeda
et al.,1991).
Los ácidos propiónicos, isobutírico, butírico, isovalérico y valérico, son producidos únicamente por el metabolismo de bacterias indeseables, razón por la que constituyen los mejores indicadores para determinar la calidad fermentativa de los ensilajes. En los ensilajes bien conservados estos ácidos no deben estar presentes, ya que ello indica que se han producido proliferaciones de las bacterias clostrídicas, principalmente del grupo proteolítico. Estas bacterias metabolizan los aminoácidos liberados por la solubilización de las proteínas y le dan mal olor y sabor a los ensilajes, además promueven la formación de amoníaco el cual por su poder neutralizante, impide que el pH se estabilice y alcance valores bajos. Sin embargo, se consideran como aceptables concentraciones de ácido butírico inferiores a 0.1% y como muy malas las superiores al 2%, mientras que para el resto de los ácidos sólo se admiten trazas (Ojeda et al.,1991). Betancourt ( 2001), evaluando microsilos de Leucaena leucocephala encontró que el patrón de fermentación fue de tipo láctico, los contenidos de ácido láctico y ácido acético están dentro del valor mínimo considerado como óptimo (1,5 a 2%) y (0,7 a 1,8%) respectivamente, para que el ensilaje sea agradable y de buenas características.
Indicadores organolépticos
Esta es una evaluación basada en la apreciación subjetiva de la calidad de un ensilaje a través de los sentidos. Los parámetros a considerar son: olor, color, textura y grado de humedad. La exactitud de este método está sujeta a la experiencia del evaluador y a sus posibilidades para clasificar los rangos intermedios dentro de las categorías establecidas entre muy bueno y en descomposición. Los rangos de evaluación de acuerdo con las características organolépticas se presentan a continuación.
Excelente calidad
Color: verde aceituna
Olor: agradable, de fruta madura,
Textura: el forraje conserva todos sus contornos definidos, se aprecian sus vellosidades si las tenía el forraje original, las hojas permanecen unidas a los tallos.
Humedad: no humedece las manos al ser comprimido dentro del puño, con una presión normal se mantiene suelto el ensilaje.
Buena calidad
Color: verde amarillento, los tallos con tonalidad más pálida que las hojas.
Olor: agradable, ligero olor a vinagre. No deja residuos en las manos al ser tocado.
Textura: el forraje conserva todos sus contornos definidos, se aprecian sus vellosidades si las tenía el forraje original, las hojas permanecen unidas a los tallos.
Humedad: No humedece las manos al ser comprimido dentro del puño, con una presión normal se mantiene suelto el ensilaje.
Regular calidad
Color: verde oscuro. Tallos y hojas con igual tonalidad.
Olor: ácido, con fuerte olor a vinagre. Deja en las manos un permanente olor a manteca rancia característico de ácido butírico.
Textura: las hojas se separan fácilmente de los tallos; los bordes del forraje aparecen mal definidos; las hojas tienden a ser transparentes; muy amarillos los vasos leñosos.
Humedad: al ser comprimido en el puño gotean efluentes, con tendencia a ser compactado y formar una masa.
Mala calidad
Color: casi negro o negro.
Olor: desagradable, con olor putrefacto a humedad. Deja un olor a manteca rancia en las manos, el cual permanece por horas.
Textura: no se aprecia diferencia entre hojas y tallos, los cuales forman una masa amorfa, jabonosa al tacto.
Humedad: destila líquido efluente, se compacta con facilidad y llega a tomar la forma deseada.
Bibliografía
Betancourt, M. 2001. Efecto de la melaza, ácido fórmico y tiempo de fermentación sobre la ensilabilidad de la Leucaena leucocephala. Trabajo de grado. LUZ Facultad de Agronomía. Luz Maracaibo, Venezuela. 84p.
Esperance, M.; Ojeda, F. & Cáceres, O. 1981. Marco fermentativo, valor nutritivo y producción de leche con hierba pangola ensilada con ácido fórmico o miel. Pastos y Forrajes. Revista de la EEPF “Indio Hatuey”. Matanzas, Cuba. 4:237.
Luis, L. ; Ramírez, M. 1989. Efecto de la adición de azúcares sobre la Flora microbiana de ensilaje de Chloris gayana cv Callide. Pastos y Forrajes 12(3):279-283.
McDonald, P. 1981. The biochemestry of silaje. U.K. , J. Wiley. 226p.
Muck, R. 1988. Factors influencing silage quality and their implications for management. J. Dairy Sci. 71(11): 2992-3002.
Ojeda, F. 1986. Estudio de los aditivos químicos para la conservación como ensilajes de cuatro gramíneas tropicales. Tesis presentada en opción al grado de candidato a Dr. En Ciencias Agropecuarias. ICA-ISCAH. La Habana, Cuba. 224p.
Ojeda, F.; Esperance, M.; Luis, Lissette, 1987. Ensilajes de Pastos Tropicales. Pastos y Forrajes. 10:189 .
Ojeda, F.; Cáceres, O.; Esperance, M. 1991. Conservación de Forrajes. Editorial Pueblo y Educación. 80p.
Pezo, D.1981. Ensilajes de forrajes tropicales. En: Producción y Utilización de Forrajes en el Trópico. Compendio. Turrialba, C. R., CATIE. p. 141-154 (Serie Materiales de Enseñanza nº 10).
Vallejo, M. A. 1995. Efecto del premarchitado y la adición de melaza sobre la calidad del ensilaje de diferentes follajes de árboles y arbustos tropicales. Tesis Mag. Sc. Turrialba, C.R., CATIE 115p.