Por la pandemia del Covid-19, lo más probable es que mucho de lo que hacíamos sufra algunos cambios, y seguramente serán importantes. Ver el desplazamiento de animales, por las grandes ciudades “tomándose” un espacio “propiedad” de los humanos, nos ha hecho recapacitar, por ejemplo, en el daño causado al planeta. Hemos aprendido a valorar el acercamiento con las personas, las muestras de aprecio, etc. La comunicación por medio de internet también tomó gran relevancia, manteniéndonos a flote en varios aspectos, pero, cuándo se trata de una auditoria de Inocuidad ¿Qué tan conveniente es ejecutarla en forma virtual?
Considerando las limitaciones de desplazamiento debido a la cuarentena, y la necesidad de continuar las asesorías con la Industria de Alimentos, hice esa pregunta a Samuel Rognon, especialista de Food Product Integrity (FPI) quien ha realizado auditorías a la Industria de Alimentos, por más de 25 años, en diferentes países. Su respuesta es acertada:
“Me parece bien, aunque hay que ser siempre ético. Las auditorías virtuales carecen de su elemento fundamental: la inspección. Una auditoría sin inspección no puede ser auditoría; es una suerte de verificación documental técnica.
Un sistema de integridad de los alimentos se basa en tres pilares: ciencia, conciencia y eficiencia. La auditoría virtual permite ver los fundamentos científicos, los cuales son necesarios para hacer los justamente necesarios, pero no permite medir el pulso de la educación del Personal, ni concluir sobre la autenticidad de la información registrada. Hay varios casos donde una revisión documental identifica inconsistencias (hemos encontrado una mina de oportunidades con las verificaciones de registros y la revisión de los análisis de peligros), pero la inspección es necesaria para garantizar la confiabilidad de todo el sistema.
Es por eso que, al momento de hablar de las auditorías virtuales, tendré que advertir sobre las limitaciones de esta herramienta, que sería finalmente una actividad de verificación parcial y un seguimiento documental. Es mejor que nada a corto plazo dadas las circunstancias actuales, pero no suficiente a largo plazo.”
Efectivamente, el auditor integral debe tener la habilidad de saber en qué momento migrar de auditoria a inspección, y, cuando se ejecutan inspecciones, el inspector debe tener la habilidad de saber en qué momento migrar hacia la auditoría. En porcentaje aproximado, la auditoria lleva 20% de inspección, y la inspección lleva 20% de auditoria.
Una auditoria implica revisar documentos, registros, es decir, el pasado; mientras que la inspección se asegura en tiempo real, que lo documentado se esté cumpliendo en correcta forma, y eso se consigue por medio de la comprobación en el piso de la Planta.
No conocemos con certeza el tiempo que tomará regresar a la normalidad pero, respecto a las auditorias de Inocuidad, ejecutadas en forma virtual, estimo que no han llegado para quedarse, aunque por el momento, sean mejor que nada.