El 4 de noviembre de 2024, el Lic. Biol. (PhD) Gerardo Marchesini, profesional argentino con vasta experiencia en el sector, asumió la dirección del Instituto.
“Soy un apasionado emprendedor, investigador e inventor, con una larga trayectoria en la creación de innovaciones basadas en la ciencia y la tecnología”, explica el Lic. Biol. (PhD) Gerardo Marchesini, nuevo director nacional del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Designado por la Junta Directiva, Marchesini asumió el 4 de noviembre de 2024 y desempeñará su cargo por dos años, con posibilidad de renovación por dos años más.
¿DÓNDE NACIÓ?
Yo nací en Villa Allende, un pueblo en la zona de las sierras de Córdoba, en Argentina. He vivido en diferentes países debido a mi recorrido académico y profesional, y eso me dio la posibilidad de conocer Uruguay, donde resido actualmente.
¿CÓMO FUE SU FORMACIÓN ACADÉMICA?
Me gradué como biólogo en la Universidad Nacional de Córdoba y obtuve un doctorado en Bioquímica Analítica, aplicada a alimentos, piensos y medioambiente, en el Instituto de Seguridad Alimentaria (Rikilt) de la Universidad de Wageningen y en la Vrije Universiteit Amsterdam en Holanda.
Fui Marie Curie Industry Fellow, lo que me permitió realizar investigaciones de alto nivel y vincularlas a la industria. Posteriormente, completé un posdoctorado en el área de nanociencias aplicadas a sensores para la industria de agroalimentos, salud humana y animal, en el Joint Research Centre de la Comisión Europea. También obtuve una maestría en Gestión y Administración vinculada a la biotecnología en IE Business School en España.
¿QUÉ HITOS DESTACARÍA DE SU CARRERA PROFESIONAL?
Mi carrera profesional me permitió trabajar en los diferentes eslabones de la cadena de valor de la innovacion: desde la generación de conocimiento, en la apropiación y transferencia a las empresas, en la financiación con capital de riesgo y en la financiación de quienes financian todo esto que son los fondos multilaterales.
Como parte de mi tesis doctoral, trabajé en el Instituto de Seguridad Alimentaria (Rikilt) en Holanda, donde desarrollé métodos y nuevas estrategias para detectar compuestos bioactivos. Mi interés en entender la parte física de ciertos instrumentos que utilizaba me llevó a Italia, donde trabajé para el Joint Research Centre.
Posteriormente, di un salto en mi carrera, al asociarme con un investigador y fundar una compañía. Fue una experiencia muy rica, ya que, al ser científicos, cometimos todos los errores que podíamos cometer como empresarios. Eso me empujó a comenzar un MBA en la IE Business School en Madrid, para aprender más de negocios tecnologicos y cómo gestionarlos. Después, me invitaron a participar del armado de un fondo de inversión e incubadora científica en Argentina.
Fue un punto de quiebre, en el que decidí volver a mi país y ayudar a implementar esta propuesta. Pasé de la ciencia, a ser emprendedor y luego a financiar emprendedores científicos. Estuve seis años en ese rol, y con un presupuesto de 30 millones de dólares y un gran equipo ayudamos a formar 15 empresas basadas en ciencia. Tres de esas 15 eran con emprendedores uruguayos y en esa etapa conocí el país y su entorno académico y científico.
Luego me mudé a Luxemburgo para trabajar en el Fondo Europeo de Inversiones, donde mi tarea era buscar e invertir en fondos que apoyaran empresas basadas en las ciencias de la vida. Posteriormente, comencé una consultoría con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde trabajamos para dar forma a un proyecto entre Uruguay y la Universidad Nacional de Seúl y, junto al BID, también me ocupé de hacer un estudio para mapear el entorno científico de INIA e identificar oportunidades para innovar para que más ciencia llegue a los productores y al mercado. Finalmente, en noviembre de 2024, asumí como director nacional de INIA.
¿QUÉ VISIÓN TENÍA DE INIA PREVIO A SU INGRESO COMO DIRECTOR?
Siempre consideré que tenía una potencialidad enorme, pero que la cantidad de cosas que uno ve desde afuera, no son las mismas que hay internamente. Con esto me refiero a que hay una abundancia de conocimiento e innovaciones muy grande, pero que tienen una visibilidad limitada. Este no es un problema solo de INIA, la mayoría de los institutos de investigación que conocí en la región tienen esta característica. Por eso, creo que hay trabajar para que se sepa el rol fundamental que cumple INIA para el sector, la sociedad, la economía y el ambiente del país.
¿CUÁLES SERÁN LOS PILARES DE SU GESTIÓN?
Ciencia, comunicación e innovación, esos son los tres grandes ejes que guiarán mi gestión en este nuevo rol. Me gusta pensar la ciencia y la innovación como un proceso continuo. Donde la investigación utiliza recursos para generar conocimiento que, en el proceso de innovación, son transformados en recursos nuevamente. Me interesa especialmente que INIA siga desarrollando ciencia de alta calidad y que esto se potencie, generando masa crítica robusta y de valor.
También considero que es clave comunicar lo que hacemos. Hay que ser y parecer, las dos cosas. Vamos a trabajar junto al área de comunicación, los directores de sistemas y áreas para darle más visibilidad al Instituto y a esos aportes que quizás no se ven tanto desde afuera. Finalmente, para completar el círculo, el tercer eje será lograr más innovación generando o vinculándonos con las herramientas para que la institución pueda transferir y valorizar más activamente los conocimientos que genera.
A nivel interno, sé que INIA cuenta con personal altamente capacitado y con equipos de primer nivel que son la base del desarrollo científico-tecnológico. Es por eso que me interesa trabajar de forma muy cercana.
Mi forma de gestión es de puertas abiertas, es decir que siempre estaré a disposición para escuchar ideas, soluciones creativas e iniciativas con impacto.