NT - PROLIFICIDAD
La prolificidad, o número de nacidos, en un parto se puede expresar como nacidos totales o como
gazapos vivos descartando la mortinatalidad. En los últimos años se ha observado en la síntesis de
datos de gestión técnico económica en España un aumento de prolificidad asociado a un uso más
generalizado de reproductores generados a partir de líneas seleccionadas, alcanzando promedios de
más de nueve nacidos vivos (Ramon et al., 2003; Prieto y Gullón, 2005; Rosell y Pérez,
2005). Varios son los factores que afectan a la prolificidad de las conejas.
Ha habido experimentos para la selección indirecta a través de los componentes del tamaño de camada
(tasa de ovulación y supervivencia embrionaria) o a través de caracteres semejantes (capacidad uterina,
Argente et al., 1997 y Santacreu et al., 2005). También se han utilizado los esquemas de hiperprolíficas,
con elevadas intensidades de selección para constituir líneas sintéticas con elevadas prolificidades (Cifre
et al., 1998). Las últimas tendencias en la selección de líneas madre tienen como objetivo obtener
hembras con vidas productivas más largas (Sánchez et al., 2004) o con menor mortalidad
de la descendencia por su mayor homogeneidad de pesos al nacimiento (Garreau
et al., 2004).
Genética.Cruzamientos
En los caracteres que tienen que ver con la aptitud tienden a observarse ventajas
en los animales cruzados respecto al promedio de las poblaciones parentales,
con mejores supervivencias de los gazapos cruzados (heterosis individual), así como mayores prolificidades de las hembras cruzadas.
Esta ventaja puede ser reducida (ver Tabla 1), aunque en campo hay trabajos que informan de
heterosis de hasta un 20% en el número de destetados (Brun y Saleil, 1994). Koehl y Bouvarel (1994)
ya confirmaban la superioridad trabajando con 'híbridas' para fertilidad, prolificidad y viabilidad de
gazapos. También parece existir heterosis para la longevidad (Piles et al., 2006).
Por el contrario, la falta de animales de reposición y los excesos en autorreposición conllevan
importantes caídas de la producción, aunque suelen ser prácticas comunes en momentos de crisis
sanitarias o de precios de venta (Gullón et al., 2002). La importancia de la reposición para presionar
y forzar la eliminación de hembras es del mismo grado en manejos individuales para eliminar hembras
poco productivas que en manejos por lotes, para evitar huecos por repeticiones (Gómez,
2003).
Tabla 1.- Número de nacidos vivos y
tamaño de camada al destete en dos
líneas y en las correspondientes hembras
cruzadas
Fuente: (Orengo, 2003)
Es necesaria la planificación de la reposición, en términos de suficiente número de animales y de
calidad genética y sanitaria contrastadas. El uso de abuelas y abuelos (animales o semen) de líneas
maternales diferentes que producen las madres cruzadas (llamadas mestizas o mal llamadas híbridas)
es una solución de multiplicación con garantías sanitarias y coste razonable. Un esquema de cruzamiento
a tres vías ha sido la firme propuesta impulsada desde la Universidad Politécnica de Valencia y el
I.R.T.A. (organismos españoles con programas de selección) (Baselga, 2004).
Recría y Edad a la primera cubrición
Si cubrimos a edad temprana penalizamos la vida útil y se aumenta la mortalidad en el primer parto
(Torres y Torres, 1996), pero no vale la pena esperar más allá de los cuatro
meses y medio si trabajamos con animales de formato medio.
La restricción de la alimentación de las conejas durante la recría permite aumentar la capacidad de
ingestión de las conejas en la primera lactación con mayor número de nacidos vivos (Rommers, 2003).
Según Pascual et al. (2002), la recría con raciones fibrosas favorece la ingestión durante la lactación,
produciendo más leche y destetando camadas más pesadas (Cervera et al., 2001), aunque no afecta
al tamaño de camada o a las bajas durante lactación.
Relación positiva fertilidad / prolificidad
En monta natural, asumiendo que controlamos la receptividad, las conejas que
presentan más
repeticiones (3 cubriciones) tienden a tener menor tamaño de camada (-0,4 gazapos) que las que
sólo tuvieron una cubrición o dos, salvo en las de primer parto en que no se apreciaron diferencias
(Gómez, resultados no publicados).
En inseminación, al asegurar la ovulación, bajas fertilidades del lote suelen ir asociadas con menores
tamaños de camada, por problemas de calidad espermática, como puede ocurrir en procesos de
congelación-descongelación (Mocé et al., 2003).
Monta / IA.
Se han descrito problemas de prolificidad con el uso de machos que presentaban
problemas de fertilidad o defectos genéticos, pero más aún en inseminación cuando las dosis presentaban bajas
concentraciones (p.ej. menores de 4 millones/ml, Viudes de Castro y Vicente, 1997) o problemas
de conservación (p.ej. refrigerado a más de 72 horas, López y Alvariño, 1998) o graves errores de
aplicación de las dosis (Segura et al., 2004). En los centros de inseminación se deben verificar los
parámetros de calidad seminal antes de la expedición de las dosis y, si fuera posible, a pie de granja,
dada su relación con la fertilidad (Lavara et al., 2005).
Efectos estacionales y condiciones de los alojamientos
Se puede observar variación en los tamaños de camada relacionada con el período (estación del año),
principalmente debido a causas térmicas: exceso de calor en verano, frío en invierno y saltos térmicos
diarios puntuales en otoño y primavera. Todos ellos provocan reabsorciones embrionarias, pérdidas
fetales o ambas (Rosell, 2000).
El control de la temperatura requiere buena calidad en el aislamiento (especialmente en cubiertas)
y ajustes de ventilación (ya sea natural o forzada), además de sistemas de calefacción y de refrigeración
(p.ej. paneles evaporativos).
Nº parto (y edad)
Los cunicultores saben bien que las conejas tienden a producir tamaños de camada menores en sus
primeros partos. La prolificidad media puede parecer aparentemente baja cuando la tasa de reposición
es muy alta, al ser mayor el porcentaje de primeros partos en la explotación. Se puede descubrir
de un vistazo separando los datos de primeros partos del resto. Pueden existir diferencias notables
entre granjas en la distribución del numero de partos que alcanzan las conejas
(ver Figura 1).
Figura 1.- Porcentaje de hembras según número de partos acumulado en cinco granjas comerciales
(Barceló, 1999)
Si es posible, debería darse un trato especial a las hembras de primer parto, dado el balance energético
y mineral negativos durante la lactación agravado con una gestación, recomendándose, incluso, la
cubrición postdestete (Xiccato, 1996). Aunque Fortun-Lamothe y Bolet (1998) no encontraban relación
entre el estado corporal o el balance energético de las primíparas y su comportamiento reproductivo
en segunda gestación (ni en tasa de ovulación ni en supervivencia fetal). El solape gestación-lactación
conlleva una menor producción de leche (Parigi-Bini y Xicatto, 1993), penalizando la supervivencia
y el crecimiento de los gazapos. Se puede producir un efecto negativo sobre la segunda camada tras
primeras camadas muy prolíficas. Con datos de una línea seleccionada por crecimiento (Gómez et
al., 2000), la regresión lineal era positiva entre primero y segundo parto con nacidos vivos hasta 9
(+ 0,22) y era negativa considerando los que tenían primeros partos con 10 o más
gazapos (- 0,18).
Efecto alimentación
Dada la importancia de este aspecto, se ha organizado en este mismo simposio
una sesión sobre
Alimentación de la coneja reproductora.
En lactación y, sobretodo si se solapa con gestación, se produce un balance negativo de lípidos,
energía y minerales, con aumento del porcentaje de agua de la coneja (Parigi-Bini y Xicatto, 1993).
Ello puede conllevar consecuencias nefastas sobre el tamaño y peso de la camada al nacimiento en
el siguiente parto (más de un gazapo vivo) y viabilidad de dichas camadas, al presentar los gazapos
menos depósitos grasos.
Sanidad hembras
En la revisión previa a la monta o inseminación deben eliminarse
los animales con signos clínicos,
mamitis y mal de patas, entre otros (Rosell, 2003).
(1-M) - SUPERVIVENCIA
El mayor número de bajas se produce en los primeros días de vida de la camada, normalmente
relacionado con problemas de los gazapos (inanición, falta de vigor y problemas de termorregulación,
un 52% de las bajas de nacidos vivos según Rosell (2005)), de comportamiento de la madre
(canibalismo, abandono) o patológicos (mamitis o baja producción láctea según Torres et al. (1978)).
La correlación entre número de nacidos totales y mortinatalidad (%) es casi nula (-0,08), y es baja
la correlación entre número de nacidos vivos y la mortalidad durante la lactación (+0,12). Ya hemos
indicado que los gazapos cruzados tienen mayores supervivencias. Un buen manejo del nidal previo
al parto y la revisión diaria del mismo es fundamental. La lactancia controlada
puede reducir la mortalidad en la primera semana, aunque no observan diferencias
a favor ni Le Normand et al. (1994) ni Baumann et al. (2005).
Son también muy recomendables las prácticas preventivas frente a tiña y estafilococias, sin incurrir en
excesos de dosificación. Las hembras que reciben piensos ricos en energía en el preparto y durante la
lactación presentaban menores pérdidas de gazapos durante la primera semana de lactación (Quevedo
et al., 2005). En este mismo simposio se dedica una sesión a Estrategias de manejo
del nido.
ABORTOS. ELIMINACIÓN / MORTALIDAD CONEJAS
Desde el punto de vista de la gestión técnica un aborto es un suceso que provoca, además de la
falta de parto, el alargamiento del intervalo entre partos. También la eliminación de hembras
preñadas o muertas durante la gestación o al parto suponen una merma importante
de productividad de la granja.
Consideramos vida útil de una coneja el período desde la primera monta hasta el último destete. Si
aumenta, se reduce la tasa de reposición necesaria, por lo que habrá menor porcentaje de primeros
partos. La tasa de reposición baja sólo tiene sentido si se mantiene la productividad de las hembras
con la edad y no es por un defecto de efectivos en la recría. La propia presión de la reposición al
alcanzar la edad del primer servicio deberá provocar la eliminación de conejas con criterios sanitarios
y técnicos (que deberían ser los principales).
TEMPUS FUGIT. PRODUCTIVIDAD POR UNIDAD DE TIEMPO
No sólo basta producir en un parto, puesto que al definir la productividad ya hemos indicado la
importancia de la componente temporal. Necesitamos abordar un tema importante como es el intervalo
entre partos o duración del ciclo reproductivo, entendido como número de días entre partos (o mejor
aún, destetes). Podemos expresar la productividad anual como la productividad colectiva multiplicada
por el número promedio de partos o, lo que es igual, a la duración del año dividido
por el intervalo promedio entre partos
P = PIC x NPP = Pi1 x 365/IPP
Básicamente, el intervalo promedio entre partos (IPP) está relacionado
con:
En la Tabla 2 aparece la duración teórica de los intervalos entre partos en una coneja en función del
ritmo (desde intensivo posparto hasta extensivo a 25 días) y en función del intervalo entre servicios
sucesivos, así como de que quede preñada a la primera o que requiera de 1 o 2 repeticiones.
Lógicamente los intervalos mínimos corresponden a la monta posparto y, por tanto, también el mayor
número de partos teóricos por unidad de tiempo.
Tabla 2.- Duración del intervalo teórico entre partos según el ritmo reproductivo, el intervalo entre
servicios y si la hembra repite (No - 1- 2)
Tabla 3 .- Intervalo realista entre partos y partos por año en función del ritmo reproductivo, la
fertilidad como tasa de partos (70-80-90 %) y el intervalo entre servicios (asumiendo palpación a 2
semanas, una tasa de abortos + pérdidas del 4% y que una coneja no aborta dos veces).
A la vista de la Tabla 3, los intervalos entre partos son mayores al pasar de un manejo semi-intensivo
(11días) a uno semi-extensivo cubriendo a 18 días, incluso con importantes aumentos de la fertilidad.
En el caso de trabajar con dos lotes, sería posible la equivalencia pasando de un 70 a un 95% de
fertilidad. Es por tanto, casi imposible compensar por esta vía la productividad por hembra y por
unidad de tiempo.
Podemos definir la fertilidad como la probabilidad de que la coneja quede gestante (fertilidad aparente
o apreciada a la palpación) o produzca un parto (fertilidad real) tras un servicio (monta o inseminación).
Para la fertilidad real no cuentan ni los abortos ni las bajas / eliminaciones de hembras fértiles, ni
los errores de palpación. Se considera normal una diferencia de 5-7 puntos entre ambas (Rosell,
2000). La fertilidad es, sin duda, una de las claves del éxito en una explotación, y más cuando se
reduce el número de bandas.
Desde el punto de vista de la mejora, la componente genética de la fertilidad es muy baja y, por
tanto, la selección sería posible pero con respuestas muy lentas por generación (Piles et al., 2005).
De algunos aspectos relacionados con la alimentación ya hemos comentado algunos resultados en
el apartado de prolificidad, además de recomendar la comunicación
Alimentación
de la coneja reproductora.
También el estado sanitario está relacionado con la fertilidad. Las enfermedades respiratorias y digestivas
y el mal de patas reducen el éxito de gestaciones y de nacidos vivos (Rosell, 1996b; Rosell, 2003).
Otros factores de riesgo para la fertilidad son las situaciones de estrés, los extremos en las condiciones
ambientales (calor, humedad, frío, corrientes de aire), así como el fotoperíodo. Un programa de iluminación
16:8 favorece la receptividad y aumenta el tamaño de camada al nacimiento y al destete, mientras que
en el programa 8:16 la fertilidad aumenta (unos 7 puntos más según Theau-Clément y Mercier, 2004).
Duración lactación / Ritmo reproductivo
Surdeau et al. (1978) o Perrier et al. (1982) compararon la fertilidad en monta posparto y monta a
10-11 días sin encontrar diferencias, con un gazapo nacido más y una reducción en el intervalo entre
partos con monta posparto, aumentando la tasa de reposición de hembras. Se da por abandonada
esta práctica de manejo reproductivo.
Los intervalos parto-servicio mayoritariamente utilizados en la actualidad son los que generan un
intervalo teórico entre partos de 42 días, o lo que es lo mismo con servicio a 11 días (82,2% según
Rosell (2005). La edad de destete es variable, entre 28 y 38 días.
Sin embargo, estamos asistiendo a un cambio de tendencia . Por un lado numerosos trabajos
relacionados con destetes precoces (Xicatto et al., 2004), por otro granjas que mutan pasando a
ritmos extensivos de 18 días, o incluso 1 semana más, permitiendo destetes a edades mayores de
40 días. Lógicamente, este hecho supone un alargamiento del intervalo entre partos, que puede verse
aún más agravado si se amplía el intervalo entre bandas, reduciendo el número posible de partos
anuales por coneja. Las ideas que han promovido este cambio (Marco, 2005) han sido:
- Reducir la tasa de renovación anual aumentando la vida productiva
de las reproductoras, así
como reducir la mortalidad de gazapos.
- Disminuir los problemas de enteropatía
en cebadero al destetar gazapos menos inmaduros, que
pueden pasar a consumir piensos menos ‘seguros’ (y más
baratos).
- Con servicios a 18 días, aún inseminamos en el pico
de lactación
y la edad de destete aún puede
conllevar riesgo de EEC. 2 bandas a 24-25 días.
- Con servicios a 25
días y 2 bandas de hembras a 28 días es
posible destetar a edades mayores
de 40 días. Si se trabaja con tres departamentos, es posible hacer
vacío sólo en el departamento
de engorde si destetamos gazapos o son posibles vacíos en los tres
departamentos si destetamos
hembras.
- Las jaulas polivalentes deben permitir la convivencia de hembra
y camada hasta mayores pesos
de los gazapos.
- En el mismo espacio podemos disponer de mayor porcentaje
de jaulas-nido.
- Tiene sentido en explotaciones que no van bien: problemas
mortalidad en engorde.
CEBO.
De la madre a la venta
El porcentaje que sobre el total del coste de producción supone la alimentación es del 49-53% (Leyún
(1994) y Rosell (1995) citados por Rosell (1996)), especialmente centrada en la fase de cebo. La
rentabilidad de un engorde se basa en la supervivencia de los gazapos y en el aprovechamiento de pienso.
Normalmente, el índice de conversión se expresa como resultado global, calculando el cociente entre
el total de kilogramos de pienso consumidos en la explotación y numero de kilogramos de gazapos vivos
vendidos. En granjas medianas, una décima de diferencia puede representar varias toneladas de pienso.
Diferentes autores (García et al., 2002; Ramon et al., 2004; Rosell y Pérez, 2005) han recogido las
mejoras producidas en este índice según los programas de gestión técnica. Este índice sintético recoge
tanto la fase de engorde como la parte relacionada con la productividad de las hembras.
Se han realizado numerosísimos trabajos sobre la nutrición en esta fase de la vida del gazapo, al
ser la fase de mayor consumo de pienso en las explotaciones y la de mayores pérdidas económicas
por episodios de enteropatía. Tras el trabajo de Gidenne et al. (2003), algunos estudios se han
orientado al racionamiento de pienso, directa o indirectamente mediante restricción de acceso al
agua (Verdelhan et al., 2004).
En los últimos años hemos asistido a la insistencia en la recomendación de realizar vacíos sanitarios
para mejorar el estado sanitario de las explotaciones. Un vacío sanitario efectivo precisa de una
escrupulosa limpieza, seguida de una tajante desinfección y de algunos días de descanso (2-7 días)
para el departamento. A primera vista puede parecer que se penaliza así la productividad de la
instalación y, de hecho es así, si no existieran problemas patológicos que precisaran de esta operación
preventiva. Son las granjas tipo dúo las que mejor se adaptan al vacío sanitario (Rosell, comunicación
personal).
VISIONES NUMERICAS
La intención inicial de esta comunicación era emular la labor de análisis desarrollada en trabajos como
los de Paillole (1986) o Koehl y Amand (1990), que analizaban los resultados de gestión técnica de
diferentes explotaciones, ya para detectar los puntos débiles de las explotaciones, ya para poner en
evidencia las estrategias de aumento del margen, o mejorando la productividad de la hembra, o
intensificando el manejo. En aquel momento, la tendencia era esta última, incluso asociada a una
reducción del potencial técnico y un aumento de las tasas de mortalidad (1981-1983).
También analizando datos de gestión, ya a principios de los 90, Roustan (1992), propuso una expresión
trabajando con datos de la RENALAP relacionando los componentes de la productividad por jaula (Y):
Una expresión similar, con datos del programa GESCON (García et al., 2002), y tomando la evolución
de los índices, quedaría como:
Y = 0,28 X1 + 5,2 X2 + 12,1 X3 + 0,75 X4 – 1,49 X5 – 124
Siendo también los componentes cuya variación es más explicativa la de la sobreocupación, seguido
de la prolificidad y de la mortalidad en el engorde (Gómez, datos no publicados).
Con otras perspectivas, Armero y Blasco (1992) estimaron los pesos económicos de diferentes
caracteres a utilizar en un índice de selección. Ellos utilizaron de entre las funciones de beneficio la
de INGRESOS-COSTES. Con los datos de 1991, el aumento de un parto más al año suponía un peso
de +16,5 ¤, el aumento del tamaño de camada en un gazapo suponía un incremento de +12,8 ¤, la
reducción de 0,1 unidades del índice de conversión +1,43 ¤ y el aumento de 1 g/d en la velocidad
de crecimiento supondría +1,13 ¤.
Una comparación mejor de los pesos económicos podría hacerse a igualdad de variación producida
(por ejemplo el 10% de una desviación estándar del carácter). Así, una variación de +0,3 gazapos
por parto, supondría un aumento de 3,8¤, una reducción del índice de conversión de 0,04 puntos un
aumento de 0,58 ¤, y un aumento de la velocidad de crecimiento de 0,8 g/d un peso de 0,90 ¤ (a
partir de Armero y Blasco (1992) y Orengo (2003)).
CONCLUSIONES
Es necesario disponer de información veraz sobre la situación de la granja, así como de valores de
comparación calculados a partir de explotaciones con similar sistema de producción.
Hay
que fomentar los grupos de gestión técnico económica.
Se precisan tasas de sobreocupación mayores del 120% para empezar a ser competitivo y para
alcanzar productividades por jaula que nos permitan poder aumentar la rentabilidad de la explotación.
Valores altos de sobreocupación pueden ser compatibles con menores fertilidades.
La fertilidad es más importante al reducir el número de bandas y al extensificar el ritmo reproductivo.
Un aumento de fertilidad del 10% reduce el intervalo entre partos 2 días en monta semanal, 6 días
en banda única a 42 días y 3 días en 2 bandas de 55-56 días.
No
se conoce con detalle ni la evolución de la fertilidad ni de la prolificidad
en el tiempo tras el parto, que podría permitir
maximizar la productividad por servicio. (ver
MANEJO DE
LA CUBRICIÓN PARA OPTIMIZAR
RESULTADOS PRODUCTIVOS)
Las mejoras en prolificidad deben venir de la mano del uso de hembras cruzadas. Los programas
de mejora siguen avanzando en la mejora genética del tamaño de camada (ver
MORTALIDAD
EMBRIONARIA). Es necesario poner en práctica los avances en nutrición, tanto durante el período
de recría como hasta alcanzar el final de la primera lactación (ver
ALIMENTACIÓN
DE LA CONEJA REPRODUCTORA).
Para reducir la mortalidad en el nido, además de los avances en nutrición de las madres, hemos de
conjugar las prácticas de lactancia controlada y homogeneización de camadas. (ver
ESTRATEGIAS
DE MANEJO DEL NIDO).
La tendencia que parece existir retrasando el ritmo reproductivo y aumentando la edad de destete
no se explica en términos de fertilidad o prolificidad ni de productividad individual de las hembras,
sino que se asienta en un mejor aprovechamiento de las jaulas polivalentes, al poder trabajar con
una sola banda de cebo y una menor mortalidad de los gazapos en engorde por su mayor madurez
al destete, además de permitir un mayor número de jaulas con nido en las mismas instalaciones.
Hay mucho que decir sobre el período de cebo. Con objeto de reducir la mortalidad de gazapos en
este período hay diferentes experiencias con restricción de agua / pienso durante el engorde con
resultados prometedores.
Se precisa un mayor número de estudios con datos reales sobre cuáles son los factores cuya
variación permite explicar mejor las diferencias de rendimientos entre las explotaciones.
Finalmente, no podemos olvidar otros aspectos que conlleva nuestra actividad, como la necesidad
de activar todos los mecanismos de prevención para evitar una crisis de seguridad alimentaria, con
sistemas de trazabilidad que van a seguir avanzando técnicamente. Las explotaciones deben protegerse
del medio ambiente en igual medida que debemos proteger al medio ambiente de nuestras explotaciones.
Por último, hemos de hablar de la satisfacción del consumidor que, aunque generalmente ignorante,
exige que se cumplan las normativas de bienestar animal en granja con tanto rigor como las normativas
de higiene en los mataderos homologados.
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, al comité de lectores afortunados por mejorar la redacción y el contenido de este
trabajo. A C. Torres por convertirme en gestor, a O. Rafel por enseñarme lo que es una jaula, a J.
Ramon por inculcarme la productividad por unidad de tiempo, a J. Orengo por hacerme creer que
le enseñaba y a J. Rosell por saber leer y escribir buscando precisión y exactitud. Finalmente, a
algunos cunicultores anónimos que debieran ser protagonistas por la propuesta y adopción de mejoras
técnicas o de manejo previamente a su constatación y contrastación científico-técnica.
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Presentado en el XXXI Symposium de la Asociación Española de Cunicultura en Lorca (Murcia) en mayo de 2006 y publicado en la revista de la ASESCU (Boletín de Cunicultura nº 145:12-23