Para cualquier propietario, jinete, entrenador o criador de caballos, la sola mención de la palabra navicular refiriéndose a alguna lesión de su caballo provoca, al menos un estremecimiento. Para algunos significa el comienzo del fin, una sentencia de muerte , una muerte anunciada o el comienzo de un largo camino de tratamientos que, en muchos casos sino en la mayoría, solo serán una ayuda transitoria antes del inevitable final.
¿Por qué es tan terrible el navicular o por qué genera tanto daño hasta el punto de invalidar a un caballo? Muchas personas no profesionales ni siquiera saben de qué se trata cuando se habla del navicular, pero todos lo han escuchado mencionar más de una vez.
¿Qué es el navicular? Lo describiremos de forma sencilla y simple: es un hueso pequeño que no podemos ver ni palpar, ya que está ubicado en la zona posterior e interna del casco, cuya función más conocida es la de actuar como una polea soportando grandes presiones en cada paso que da el caballo, ya que sobre él se desplaza y apoya el tendón flexor profundo (TFP). El TFP es el encargado de flexionar la extremidad en el momento de realizar el impulso del caballo, también ayuda a otros tendones a sustentar el peso de jinete y caballo, incrementados por la fuerza del impacto en el momento de realizar la caída de un salto e impulsarlo nuevamente al siguiente paso.
El hueso navicular es considerado también como una especie de válvula que regula la irrigación indirectamente, ya que en la medida en que se ve afectado también se disminuye la irrigación de la tercera falange y del casco.
Amarillo Tendón Flexor Profundo -Nº 4 Hueso Navicular Nº 3 Tercera Falange - Nº 8 Ranilla - Nº 9 Cojinete digital
Muchos caballos, principalmente los de uso deportivo, se ven afectados por la llamada enfermedad del navicular, naviculitis crónica o aguda, podotrocleosis, podotrocleitis o simplemente síndrome navicular , ¿por qué tantos nombres para una sola afección? Primero diremos que su acertado diagnóstico es muy difícil, el área donde se ubica el navicular está rodeada de otras estructuras importantes como arterias, articulaciones, tendones y ligamentos que también pueden verse afectadas, por lo que determinar exactamente dónde se ha producido la lesión es muy difícil, sobre todo en sus primeras etapas, ya que la sintomatología es similar. Los exámenes complementarios como radiografías sólo sirven en etapas ya avanzadas del problema. A esto se agrega que la etiopatogenia (causas) y los tratamientos son muy variados. Si nos remitimos a la literatura, un texto contradice al otro, muchas investigaciones y nuevos resultados se publican día a día, lo cual hace más difícil entender la enfermedad y su tratamiento. Entender el problema en su esencia es lo más importante para poder desarrollar, aplicar y llevar a cabo un tratamiento exitoso.
También existen divergencias en la opinión de veterinarios y herradores sumándose hoy día los que promueven el manejo natural del casco (Barehoof), también con una opinión distinta. Entre tantas diferencias es difícil encontrar el norte del problema y amalgamar una solución.
Por considerarme en la actualidad parte de estos últimos, después de haber sido también partícipe de las otras escuelas, mi opinión sobre el tema se basa en los conocimientos y la filosofía de los cascos sin herradura.
Liderando las investigaciones que estudian el funcionamiento de los cascos naturalmente formados, se encuentra el Dr. R.Bowker de la Universidad Estatal de Michigan.
El Dr. Bowker ha determinado que el "primer impacto con los talones" es la condición principal para la adecuada función del casco y, más importante aún, para el buen desarrollo de éste. Explicándolo de una forma sencilla, cuando el casco impacta en el suelo primero con sus talones, la pared se expande y la suela o palma cóncava desciende, lo cual aumenta el volumen del estuche córneo de una forma considerable. Este cambio repentino de volumen crea un vacío que succiona la sangre dentro del casco, este flujo de sangre no sólo sirve para nutrir los tejidos vivos del casco, sino que también actúa como un importante amortiguador hidráulico del impacto. Esto crea confusión con lo que tradicionalmente se ha enseñado, que consideraba la ranilla como una bomba de presión que al comprimirse en el impacto impulsa la sangre hacia la parte superior del casco, considerando además que las venas de las extremidades no poseen válvulas antirretorno. De cualquier manera que se explique, lo importante es que hoy día sabemos con seguridad que los cascos colaboran en la circulación sanguínea y en la absorción del impacto.
Con los conocimientos actuales podemos decir que la compresión de la ranilla no es una función aislada, sino que forma parte de todo un proceso que se produce en el casco, lo que implica la expansión y deformación de la pared, el descenso de la suela, el desplazamiento de la tercera falange dentro del casco y el posterior retorno de todas las estructuras a su posición y forma original; que todo este proceso se produzca de forma armónica y equilibrada es lo más difícil de conseguir.
El Dr. James Rooney del Colegio Americano de Patólogos Veterinarios se ha especializado en el estudio de los cambios del hueso navicular. Se sabe que caballos con cambios en el hueso navicular pueden ser totalmente asintomáticos, mientras que caballos sin cambios aparentes en el navicular presentan cojeras severas y dolor en la zona posterior del casco. Se ha asumido durante mucho tiempo que lo que primero ocurre es el daño en el hueso navicular, ya sea por alguna lesión o enfermedad degenerativa, falta de riego sanguíneo o como resultado de la reacción del organismo frente a presiones exageradas, no naturales o desequilibradas. A pesar de que lo anterior es en parte correcto, a la luz de los conocimientos actuales podemos considerar esta teoría de la enfermedad degenerativa como errónea.
Siguiendo esta teoría, se ha afirmado durante mucho tiempo que el dolor del síndrome navicular sería causado por la fricción del TFP (Tendon Flexor Profundo) sobre la superficie del ya dañado hueso navicular, pensado que el roce con la superficie rugosa o áspera del hueso es lo que causaría el daño en el tendón.
Sin embargo en miles de biopsias realizadas, el Dr. Rooney encontró que el fibrocartílago alrededor del TFP y el hueso navicular estaban siempre dañados si es que el hueso navicular estaba afectado. Por el contrario no encontró ¡ni un solo caso! en el que hubiera un daño inicial del hueso y los tejidos del tendón flexor profundo estuvieran sanos. ¡Ni un solo caso en miles de biopsias!
Esto demuestra que el orden en el que se produce el daño es:
Primero se afectado el fibrocartílago alrededor del hueso navicular ( como comienza cualquier artrosis), después se ven afectados los fibrocartílagos alrededor del TFP, seguidamente el propio TFP y finalmente el hueso navicular es dañado por la superficie rugosa que se genera en el TFP.
¿ Cómo ocurre el daño ? ha sido una eterna interrogante . El Dr. Rooney reprodujo el impacto del casco al tocar el suelo en una máquina de laboratorio, utilizando para ello extremidades de caballos muertos. Cuando este primer impacto era con las pinzas del casco logró simular el proceso que da inicio al remodelado del hueso navicular. En una descripción simple vemos que durante el desplazamiento normal (primer impacto con los talones), el TFP comienza a aumentar su tensión según va desplazándose todo el miembro del caballo hacia delante sobre el casco, hasta que el casco abandona el contacto con el suelo (punto de salida o de quiebre) en cuyo momento el casco se flexiona hacia atrás y el TFP se relaja. Sin embargo si el primer impacto es con la pinza del casco, es necesario que el TFP esté contraído para que se produzca esta forma de contacto con el suelo, seguidamente y de una forma brusca se produce el impacto del talón lo que aumenta de una forma brusca la tensión sobre el TFP, que se verá nuevamente incrementada en el siguiente desplazamiento de todo el miembro por delante del casco y nueva partida del mismo.
En resumen, lo que tenemos en un primer impacto con los talones es una tensión de polea seguida de una relajación del tendón, en cambio en un primer impacto con las pinzas tenemos una doble tensión en la polea (una inmediata a la otra), seguida de un intervalo muy corto de relajación, ya que el TFP debe contraerse nuevamente para dar el siguiente paso y hacer que el casco caiga de nuevo con las lumbres; este proceso se repite secuencialmente dependiendo directamente de la frecuencia del paso. De esta forma se ejerce una fuerza exagerada sobre la polea del navicular sobrepasando el límite diseñado por la naturaleza para estas estructuras: TFP, hueso navicular , articulaciones, músculos y ligamentos afectados. Si sabemos, que esto se produce en cada batida del caballo, bastaría multiplicar la frecuencia con que esto ocurre en toda la vida del caballo, dependiendo de su actividad, para entender porque la vida deportiva de muchos caballos se ve truncada en un corto plazo.
Clásico Primer Impacto de Pinza
Las causas que producen un primer impacto con las pinzas son variadas, siendo las principales el dolor en la zona de apoyo de los talones y algunas alteraciones de conformación del casco
Si a lo anterior agregamos el factor superficie (más dura implica mayores impactos) , el factor herradura (disminución de la absorción del impacto en más del 80%), y el factor conformación y desarrollo del casco ( frecuentemente atrofiado por un herraje temprano, antes de los cinco años), podemos cerrar un circulo vicioso que atenta contra las estructuras fundamentales para el funcionamiento correcto del casco.
Por lo tanto, en lugar de pensar que una pieza del engranaje perfectamente evolucionado con la ayuda del buen Dios ha fallado, deberíamos plantearnos en que hemos fallado nosotros o que responsabilidad directa e indirectamente nos atañe, antes de culpar a un pequeño hueso que sólo ha tratado de funcionar de la mejor manera posible en las peores condiciones que le podemos ofrecer.
Respondiendo a la pregunta al titular el artículo, en mi modesta opinión el navicular es inocente .