10 de octubre de 2007
Estimado Rubén.
Es muy acertado su comentario, y me lleva a exponer, hacia el foro, mi punto de vista, como herrador.
Personalmente, me intereso mucho en el buen trato hacia animal, tanto por parte de sus propietarios y cuidadores como por parte de los prestadores de servicios hacia el caballo. Se pueden apreciar, permanentemente, los descuidos que usted nombra.
Desde mi oficio, se percibe muy bien el trato que recibe el animal entre herraje y herraje. Aunque mi trabajo es sólo levantar los pies y trabajar en ellos, con sólo hacer eso, percibo muy bien de qué forma es tratado el caballo entre tiempos. En determinados lugares debo, cada vez, amansar nuevamente al caballo, debido a que luego de ser herrado pasa, nuevamente, al trato diario, que no siempre es bueno.
Reafirmando lo que usted dice, los propietarios deben prestar atención en el trato que se les da a los caballos desde que son potrillos hasta que mueren, ya que por un caballo, sobre todo de deporte, pasan muchas y diferentes manos, y cada trato es diferente, debiendo el caballo adaptarse al dueño, al cuidador, al que lo alimenta, a la visita, al entrenador, al veterinario, al herrador, etc. Desde mi punto de vista, es responsabilidad del propietario contratar y educar a la gente idónea, con el fin de que su caballo reciba el mejor trato posible, siempre y cuando, el propietario sea partícipe de un buen trato hacia su caballo.
Los herradores, para poder realizar un buen trabajo, necesitamos que los caballos sean mansos y tranquilos. No siempre ocurre, por ello es importante que el herrador conozca sobre amanse y sobre la conducta general del caballo como especie.
Acabando la habilidad comienza la violencia. Mientras más conocimientos tengamos los herradores, de más herramientas dispondremos para tranquilizar un caballo antes de comenzar a herrarlo. Y no necesariamente con químicos. Esto nos ayuda, además, a preservar nuestra integridad física.
Por suerte y desgracia, he conocido una gran cantidad de artimañas violentas, utilizadas para inmovilizar caballos. Todas ellas por falta de conocimiento y por falta de voluntad para adquirir dichos conocimientos. Además, se ven muchas personas dedicadas al caballo por obligación circunstancial y no por amor a él. Estas personas deben ser especialmente educadas y controladas, con el fin de que al caballo le llegue el mejor trato posible.
El buen trato hacia el caballo no es la acción de tratarlo bien, sino el resultado de dicha acción. Esto es visible desde mi profesión, ya que me obliga a permanecer largo tiempo en un mismo establecimiento. Y se puede ver que no siempre, los caballos, reciben el mismo trato cuando se encuentra el propietario en frente que cuando no está.
Es trabajo del propietario analizar la conducta y evolución del caballo y no de los prestadores del servicio. Un caballo que fue entregado manso por el domador y luego de haber sido herrado cambió su conducta, es porque la forma de trato del herrador no condice con la del domador. Existe una falla en contra del caballo.
Por otro lado, los herradores debemos saber con qué caballo trabajaremos, y qué tipo de amanse o trato se le dio previamente. Esto ayuda a prever cualquier tipo de reacción por parte del caballo. Es una forma de evitar accidentes y de no modificar el comportamiento del caballo de forma negativa.
Que los herradores, domadores y veterinarios trabajen de forma continua en un establecimiento, desde que los caballos nacen, ayuda a que los caballos se acostumbren a ellos, a que ellos se interrelacionen, manteniendo un trato uniforme y a que sean más controlados, al menos el resultado de su trato hacia el caballo.
Cuando los herradores participan del amanse de las patas del caballo, desde que es potrillo, mediante pequeños recortes regulares, se facilita el trabajo en el futuro, porque cuando el caballo es pesado y tiene más fuerza, ya estará manso y conocerá el trabajo. Además, tomará al herraje y al herrador como algo normal.
Rubén, le envío un cordial saludo.
Daniel Anz