ERIOCHEM
22 de diciembre de 2014
El entrenamiento de intervalos es un tipo de entrenamiento físico que consiste en una serie de ejercicios de baja a alta intensidad intercalados con períodos de descanso. Los períodos de alta intensidad son anaeróbicos, mientras que los períodos de recuperación involucran una actividad aeróbica de menor intensidad.
Cuando estudiamos la guía para el entrenamiento de intervalos de distintas intensidades con su proporción temporal de carga de trabajo y descanso de M. Conley (Bioenergetics of Exercise and Training. In T.R. Baechle and R.W. Earle. Eds. Essentials of Strength Training and Conditioning. 2nd ed., p. 83. Champaign, IL: Human Kinetics. 2000) surge similitud con el sentido común de que cuanto más intenso sea el período de carga, este debe ser de menor duración y debe existir mayor tiempo proporcional de descanso, e inversamente, cuanto menos intenso sea este período, este debe ser de mayor tiempo de duración y su tiempo proporcional de descanso debe ser más parecido al de la carga.
La tabla de M. Conley esencialmente postula cuantitativamente, que cuanto más intenso es un ejercicio de fuerza, se necesita un mayor tiempo relativo de recuperación y cuanto más largo es el intervalo de carga de trabajo, se necesitará también un mayor tiempo para su recuperación. Entonces el entrenamiento de los fosfágenos (fuerza explosiva) debe hacerse en un 90-100% de la máxima potencia del deportista y durante 5 a 10 segundos, para descansar de 12 a 20 veces ese intervalo (12 veces para 5 segundos y 20 veces para 10 segundos). Ocurre que con menos de 5 segundos no se alcanza a producir la señal biológica del músculo-tendón-articulación para que se ordene su adaptación biológica. Proceso por el cual un tejido expuesto a una inteligente sucesión de esfuerzo-descanso, donde el cansancio clínico sufrido el día del trabajo de la fuerza, produce una contractura muscular controlable, que debe ser descontracturada con un sutil descanso hecho trabajando solo la flexibilidad y la coordinación, antes de volver a exigirla con una nueva carga de trabajo de la fuerza. Puede esperarse que en 10 semanas de entrenamiento se produzca el 80% de la mejora de la fuerza que pudiese lograr ese protocolo (generalmente a los seis meses se obtiene casi el 100% de lo que esa genética permite), con un tejido muscular mejor adaptado para soportar esa exigencia física, que sea capaz de trabajar más sin lesionarse y de recuperarse más rápidamente de la lesión subclínica que produce el cansancio del día de trabajo de la fuerza.
Tan importante como la intensa acción de la fuerza en sus contracciones y descontracciones al 90-100% de su potencia muscular, es la soltura o relajación muscular y mental a la cual se debe realizar la reposición de todo el ATP y fosfágenos que se pueda reponer en el intervalo de descanso siguiente a la carga de trabajo. Pues si un atleta queda tenso, su músculo sigue expuesto a un grado de fuerza, y es muy importante que pueda descansar lo más posible, para tener la mayor fuerza cuando deba volver a realizarla. O sea, que es vital que pueda pasar sin alterarse de un gran esfuerzo a una alta relajación muscular y viceversa, para que sea capaz de desarrollar la fuerza en alto grado que necesita su deporte. La fuerza que sea capaz de desarrollar depende de la calidad de su descanso muscular y de su relajación muscular, tanto en el intervalo de descanso del día en que trabaja la fuerza, como en los días de recuperación de su contractura.
Cuanto mejor calidad de descanso en soltura, tanto mayor potencia podrá realizar ese músculo. Nunca un deportista temperamental, que generalmente se encuentre tenso e irritable, puede ser muscularmente muy poderoso.
El entrenamiento de intervalos de alta intensidad fomenta que el progreso del entrenamiento se haga en intensidad y no en volumen (tiempo) de trabajo, lo que ayuda a la salud del caballo, ya que los trabajos aeróbicos largos pueden producir más lesiones, que los anaeróbicos cortos. El cansancio muscular al cual se debe llegar en cada entrenamiento de la fuerza es el producido por la carencia del ATP intramuscular por consumo y baja reposición, a tal grado, que hace fallar la voluntad del caballo para mantener un esfuerzo continuo de alta intensidad.
Convivir con las contracturas producidas en el día del entrenamiento de la fuerza, obligará al otro día a extremar el trabajo de calentamiento, para que se sufra menos cuando entrene su flexibilidad y coordinación en un entrenamiento aeróbico (20-35% de la máxima potencia), con un intervalo de 3 minutos, para descansar 1 vez ese intervalo a un trote suave.
Este tipo de entrenamiento se realiza con un jinete liviano y un caballo bien descontraído, con dos marcas que permitan cronometrear un pique desde el trote un 90-100% de la máxima potencia, de no más de 10 segundos de duración, con un error de 1 centésima de segundo, y descansando inmediatamente al trote durante 3 minutos, hasta realizar el próximo pique; cuando el caballo comienza a producir un mal tiempo con respecto al inicial, siendo este nuevo tiempo una desviación estandar de la media, más lento que el inicial, se detiene el trabajo (los trabajos deben ser hechos sin pegarle al caballo: para poder comparar los tiempos) y se lo enfría con 10 minutos de trote, para lavar el ácido láctico remanente de su musculatura. La historia de de tiempos desarrollados en la misma distancia, con el mismo tiempo de recuperación, a partir de que puedan realizarse seis piques en una sección podrán emplearse para evaluar la resistencia anaeróbica que el caballo puede desarrollar. Uno podrá evaluar (tratando de disminuir diferencias de temperaturas y de condiciones de pista), cuanto es el mejor tiempo empleado, cual es su promedio y su desviación estándar; a medida que su sistema biológico sea capaz de reponer mayor cantidad de ATP, entre cada pique, tardará más piques en acusar cansancio, haciendo que mejore el tiempo del pique más veloz, de su promedio y disminuya la desviación estándar de las seis medidas consecutivas (es importante contar con una barrera electrónica para disminuir el error de cronometraje).
El peligro del sobreentrenamiento, que disminuye el rendimiento, está relacionado con la falta de descanso necesario, o con una actividad física demasiado intensa para su descanso, donde las fibras, tendones y articulaciones no llegan a descontracturarse antes de aplicar la nueva carga de trabajo de la fuerza; una fibra contracturada es menos larga que cuando está lisa o sin contractura, por lo que su músculo ha perdido parte de su capacidad de tracción y por ende ha disminuido su potencia muscular. Los desgarros pueden producirse cuando se cree que se tiene la potencia para realizar un ejercicio y el sistema músculo-tendón-articulación realmente aún no la posee por estar contracturado. El tiempo necesario para que sane la lesión por sobreentrenamiento hará perder gran parte de las adaptaciones de la fuerza, que tanto trabajo y tiempo costaron conseguir. También, hay cierto tipo de contracturas producidas por excesivo trabajo, que ordenan al músculo a que su próxima generación sea sin adaptaciones a la fuerza (la naturaleza puede protegerse de estar expuesta a una situación donde pueda deteriorarse seriamente -como el hacer fuerza cuando se está lesionado-). Los mensajeros del dolor impiden biológicamente toda adaptación a la fuerza, por lo que una zona dolorida tardará cerca de un mes en convertirse en una totalmente no adaptada a la fuerza, por más que se administren analgésicos, aceleradores metabólicos, anabólicos y otras drogas.
Una vez lesionado un sistema músculo-tendón-articulación, no hay camino más veloz para su recuperación que el curarlo con plasma enriquecido en plaquetas o con células madres y el descanso adecuado para reparar tejidos y, cuanto menos grave sea la lesión, más rápida se podrá curarla. Pues cuanto antes se cure, más tejido adaptado, anterior a la lesión, se contará para iniciar el nuevo plan de entrenamiento y menos tiempo se tardará en regresar a la condición previa a la lesión. Siempre es más rápido curar una disfunción y evitar que por trabajo indebido se transforme en lesión, que curar esa futura lesión (en el caso que se pudiese hacerlo).
Los entrenamientos emplean más del 75% de la potencia muscular se conocen como un entrenamiento de intervalos de alta intensidad (High Intensity Interval Trainig -HIIT-) y el que usa el 100% es además un entrenamiento de piques (Spring Interval Training -SIT-). Naturalmente, el SIT es el que usa intervalos de trabajo más cortos, porque nadie puede estar al 100% sin perder rendimiento durante más de 10 segundos.
El caballo puede entrenar sus tendones, adaptándolos para que sean menos flexibles y más fuertes, para así potenciar la transmisión (vía tendón) de la fuerza del músculo al movimiento de la articulación (ya que cuando se estiran desaceleran la tracción del músculo sobre la articulación). Esto se ha utilizado desde 1960 con la pliometría, conocida como "entrenamiento de saltos" o "plyo" y, que por su intensidad es un entrenamiento de piques (Spring Interval Training -SIT-) apto para desarrollar músculos y tendones con fuerza explosiva, aumentando su velocidad y potencia.
En la temporada, a raíz de que hay que introducir la carga deportiva de la competencia (esa semana se suplanta el trabajo de fuerza por la competencia) y, solo se trata de mantener la fuerza adquirida en el intenso trabajo de pretemporada.
Es importante que en el entrenamiento de intervalos de alta intensidad el día del entrenamiento de la fuerza posea una exigencia cardiovascular (frecuencia cardíaca) similar a la de la competencia, para que ese entrenamiento sea el adecuado y más saludable para esa exigencia.