Si difícil fue escribir la primera parte, ésta lo será un poco mas, porque como se acostumbra a decir, ahora me
“meteré en las patas de los caballos”. Quisiera recalcar antes de continuar que esta sigue siendo la visión personal de un estudioso y apasionado del tema y no la de un profesional del área, son ellos los responsables de liderar los futuros cambios que beneficien a nuestros caballos, esto representa solo un pequeño aporte o el sentir de los amantes de los caballos y cuyo valor radica en que contiene una valiosa recopilación de información a la cual se suma a la experiencia personal.
Ya vimos parte de la historia del Herrero la cual lamentablemente no ha estado exenta, a lo largo de su historia, de tratamientos agresivos, mutiladores e invalidantes, porqué entonces después de mas de dos mil años todavía seguimos escuchando y leyendo similares controversias, ¿qué pasó con el desarrollo y el progreso de las ciencias? , si ha sido la misma técnica de “clavar herraduras en los cascos ”, que se ha venido repitiendo de generación en generación durante siglos ¿donde radicaría el problema?, ¿qué la hace tan complicada?.
Parece simple clavar una herradura en un casco, solo hay que tener cuidado de no colocar los clavos en zonas sensibles, dicen algunos. Entonces, volvamos a preguntarnos, ¿Porque es tan complicado herrar?, ¿No han sido suficiente mas mil quinientos años de herraje para poder entender algo que se hace rutinariamente cada 40 días , en cuatro cascos por cada caballo?. Al parecer esto va mas allá del simple hecho de clavar. O tal vez el buen Dios no pensó en la posibilidad de colocar herraduras clavadas en los cascos porque su diseño original contemplaba un órgano perfecto en diseño y función.
¿Por qué hablamos de un órgano? Cuando pareciera al ojo no avezado que el casco es una estructura inerte sin mayor función que la de soportar el peso del caballo y permitirle desplazarse. En la tercera parte veremos en extenso el significado de tal interrogante.
Por ahora debemos regresar nuevamente en el tiempo para poder comprender porque tanta controversia sobre este tema. Comenzaremos por algo que parece simple como: ¿cuál es la forma correcta del casco?, ¿cuáles son los ángulos correctos?, ¿es igual un casco anterior (mano) con un casco posterior (pata)?.
En el pasado, se postularon varias teorías que se popularizaron sin haber sido científicamente comprobadas, incluso algunas fueron por largo tiempo establecidas como norma. Entonces, ¿Cómo establecer el correcto ángulo?, ¿Cómo medir un correcto ángulo?, ¿Como es que alguna vez se acepto como correcto un ángulo de 45º ?, y por último ¿Sabemos realmente cuáles son los ángulos correctos?.
Veamos como se inicia esta historia: Los primeros registros sobre la angulación de los cascos se remontan a Simon de Atenas (430AC) y Xenofonte (380AC). Ambos insisten en que no debe existir contacto entre la ranilla (estructura central y posterior del casco) y el suelo.
Xenofonte dice “ .... cuando se compra un caballo... lo primero que se debe observar son sus cascos.... Los talones altos, mantienen lo que es llamada ranilla lejos del suelo, en cambio los caballos de casco corto caminan con la parte dura y blanda del casco al mismo tiempo.......”.
Nótese que no existen cambios frente este argumento por los próximos 2000 años hasta mediados del siglo XVIII todos los autores reconocidos recomiendan un ángulo alto.
En 1556, Blundeville recomienda sacar más material de la pinza o dedo (tercio anterior del casco) que del talón (tercio posterior); los talones deben conservarse altos y fuertes (Smith 1976, v1p.176).
En 1585 Clifford dice recortar muy poco los talones, pero recortar bastante en la pinza (Smith 1976.v1, p.101).
En 1664 Solleysel “ .........
advierte enfáticamente que los talones de los pies delanteros no se deben recortar y se deben mantener fuertes...” (Smith 1776,v.1 p.335). Bridges, (1752 ) también dice “ .....un caballo con talones bajos , solo sirve para el arado. Sin embargo a pesar de todo, puede haber sido el primero en hacer una importante observación en que tal vez, los cascos eran demasiado verticales: “Aquellos pies donde el casco es muy alto, los talones fuertes y la ranilla pequeña , no toleraran bien las travesías sobre caminos rocosos y serán mejores para las praderas”.
Luego sucede algo interesante. Lafosse (1754) rompe con más de 2000 años de tradición y experiencias al recomendar todo lo contrario: Un ángulo bajo, herraduras en formas de media luna y presión en la ranilla. Lafosse decía al recomendar su método que “de esta forma se obligaría al caballo a presionar la ranilla, que es el punto de apoyo del tendón flexor”. Estaba equivocado tanto en la teoría como en la práctica.
La teoría de Laffose de angulo bajo y presión en la ranilla encontró adeptos y retractores. Los master herreros de Paris refutaron públicamente esta técnica de ángulo bajo y herraduras cortas ( Marchaux 1758). Osmer resalta que cuando trató la técnica de Lafosse en sus propios caballos de caza, éstos se resintieron y quedaron cojos de ambas manos, la primera vez que fueron cabalgados. Sin embargo el mismo Osmer preconizaba un angulo bajo, presión en la ranilla y herraduras cortas; pero no tan bajo ni tan cortas (cabe preguntarse entonces, que es, no tan bajo, ni tan corto o no tan alto) de todas maneras la técnica de Lafosse se popularizó. Así también en 1791 , Sainbel el primer jefe del Colegio Veterinario de Londres aprobó y siguió la técnica de Lafosse. Sin embargo Smith, acota “ John Lawrence nos relata que Sainbel deja cojos muchos caballos al bajar los talones tan rápido y comete otros errores en el herraje”(1976,v.II p.184). Posteriormente Sainbel fue reemplazado por Edward Coleman de 1794 a 1839, quien continuó apoyando la teoría del ángulo bajo y presión en la ranilla.
Bracy Clark a pesar de haber leído los estudios de Xenophonte y muchos otros textos históricos que promovían un ángulo alto y sin presión en la ranilla, y a pesar de no tolerar a Coleman , preconizó el contacto de la ranilla con el suelo y por lo tanto un ángulo bajo.
White (1802) es el primero en establecer que el ángulo del casco debería tener un numero específico o grado. En su libro muestra un casco sobrepuesto en un medidor de ángulos con una inclinación exacta de 45 grados, destacando que éste es el ángulo correcto. De aquí en adelante muchos autores, repitieron el mismo error: Goodwin (1820), Hodgson (1849), Herbert ( 1859) and Fitzwygram (1861), cada uno especificaba 45 grados como el ángulo correcto. Es importante hacer notar que ninguno de estos autores era herrero por lo que es poco probable que alguno haya herrado un caballo alguna vez.
J.W.Winters, llega a preconizar al ángulo mas bajo en su libro “ El caballo en salud y enfermedad” publicado en 1852, recomienda 32 grados en las manos y 35 grados en los posteriores.(Glade y Salzman 1985)
A pesar de toda esta controversia concerniente sobre al ángulo del casco, nadie se preocupó de medir los angulos durante el herraje, no es sino a fines del siglo XIX, donde Fleming es el primero en mencionar, el diseño de un instrumento que permitiría medir los ángulos durante el herraje, sobre lo cual acota “hasta ahora se coloca el caballo en una superficie plana y se observa desde unos pasos de distancia para determinar los ángulos. Sin embargo para llamar la atención sobre esta materia y evitar errores, he contribuido con un pequeño instrumento (1872,p44)”. Fleming fue además el más racional al sugerir que entre 50 y 60 grados sería un rango apropiado para el ángulo del casco.
Lungwitz creía que el ángulo del casco, debía igualar el ángulo de la cuartilla, no importando cuan bajo fuera este ángulo. De los caballos con que Lungwitz (1891) experimentó solo 3 tuvieron ángulos mayores de 50 grados y dos tenían angulos de 36 grados.
Desde Lungwitz hasta hace poco tiempo hubo pocos cambios o mejoras en el entendimiento de los ángulos del casco. Sin embargo solo en los últimos 25 años se han sugerido algunas reconsideraciones.
Canfield(1966) sugiere que el ángulo adecuado debería fluctuar entre 45 y 65 grados y que el ángulo de la cuartilla y el hombro debieran coincidir. Adams (1974), recomienda seguir el ángulo de la cuartilla, pero no menor a 45 grados.
Emery, Miller, y Van Hoosen ( 1977), recomienda que solo el hombro debería ser usado como guía , ya que la cuartilla esta sujeta a cambios que la hacen poco confiable.
Jaime Jackson (1991) es el único que basa sus estudios en caballos no domésticos, estableciendo que el rango debiera ser entre 45 y 65 grados, respetando el crecimiento del casco en salud respecto de la posición de la tercera falange.
Bueno esto solo representa un resumen escueto de uno solo de los parámetros para establecer la adecuada forma del casco. A través de los siglos se han usado muchos métodos, algunos racionales y otro populares para establecer estas angulaciones como : el sonido que emite el casco, como se ve el casco, la presión en la ranilla, grados específicos, un rango de grados, el ángulo de la cuartilla, un rango de ángulos de la cuartilla, el ángulo la cuartilla y del hombro, solo el ángulo del hombro, el ángulo de la tercera falange, etc. Estos factores no se pueden considerar aislados de otros que tambien modulan el crecimiento del casco, como: el desarrollo de las diferentes estructuras del casco, el balance, los aplomos, la dieta, las condiciones climáticas, el tipo de terreno, la actividad diaria, la disciplina deportiva, la época del año, las condiciones de estabulado y las lesiones. Analizarlos, entenderlos y relacionarlos en detalle me llevo mucho tiempo por lo cual los dejaremos para otras ocasiones ya que no es el objetivo primario de este artículo.
Solo para concluir queda claro entonces que por mas de 1800 años de registro del herraje se recomendó un ángulo alto sin presión en la ranilla. Posteriormente por casi dos siglos se recomendó un ángulo bajo con presión en la ranilla. En los últimos treinta años como resultado de una mayor investigación se inclinó la balanza nuevamente hacia un ángulo alto sin presión en la ranilla, para finalmente en los diez años más recientes volver a considerar un ángulo bajo con presión en la ranilla pero estas vez sustentado en una mayor evidencia científica junto con un acabado y detallado manejo de las estructuras del casco. Demás esta mencionar que existen más de cuatro escuelas o técnicas de herraje, diferentes formas de balance e innumerables técnicas de tratamientos con herrajes correctivos.
¿No les parece todo esto un poco o mejor dicho muy confuso?, no es difícil concluir entonces porque a la fecha no existe un consenso claro sobre un tema que parecía mas simple, razón por la cual debemos continuar la búsqueda de evidencias con fundamento teórico práctico que no ayuden a dilucidar cual el es la real forma armónica del casco de nuestro caballo, y cual es la forma correcta de mantenerlo en salud, lo cual, me lleva a pensar una vez mas que si de
Herrar se trata, tal vez estuve
Errado demasiado tiempo.
Para ver la parte I Click aquí http://www.engormix.com/s_articles_view.asp?art=1801