17 de agosto de 2007
Me doy cuenta, a través de este artículo, de que el problema entre el herrador y el veterinario es a nivel mundial, en todas las partes del planeta creo que se da esta rivalidad que no debería exisitir.
Antiguamente en España, algunos veterinarios tenían clínicas para equinos, en las que contaban con una herrería dedicada a herrar caballos, donde existía la fragua, yunque, y demás utillaje, para llevar a efectos la colocación de las herraduras bajo la supervisión del veterinario. Este oficio era ejercido por un herrador, que bajo la dirección del primero desempeñaba su trabajo, siendo a la vez un colaborador eficaz como auxiliar de clínica, cuando se necesitaban efectuar curas a los caballos que acudían a su consulta. Estoy hablando claro de una época en la que la gran mayoría de las tareas agrícolas se realizaban empleándose como fuerza de tracción, en equinos y también en los bovinos, que tambien se herraban para el trabajo.
Con la revolución industrial y la entrada de la maquinaria agrícola, muchas de estas clínicas veterinarias destinadas en exclusiva a los equinos y también a los bovinos de trabajo, tuvieron que cerrar. El Veterinario buscó nuevos campos para su profesión y el maestro herrador quedó solo, para rebuscarse la vida y aprovechando los conocimientos que como auxiliar había adquirido, no solamente ponía herraduras, sino que efectuaba castraciones, caudotomias, trataba cólicos, endometritis, efectuaba suturas y por supuesto, trataba todo tipo de cojeras, utilizando los conocimientos, que había adquirido durante su trabajo en la herrería. Estos herradores eran buscados por los dueños de caballos, ya que al ser sus servicios mucho más baratos que los de un médico veterinario, no tenían escrúpulos en contratarlos.
Aquellos maestros herradores gozaban de gran prestigio en el mundo del caballo y su opinión era muy tenida en cuenta. Estos maestros herradores, con el tiempo, fueron necesitando aprendices, que les auxiliaran a ellos, en su trabajo, enseñándoles el oficio, muchas veces los auxiliares eran sus propios hijos, para que continuaran con el negocio. Por supuesto la enseñanza que practicaban carecía del conocimiento científico y se basaba en lo que
había aprendido del Veterinario con el que había trabajado.
A partir de aquí, una divergencia cada vez mas acusada, hasta el momento en que la hípica vuelve a aumentar su importancia y por supuesto los propietarios de caballos buscan verdaderos especialista en podología equina... Cuando estos necesitan los servicios de un herrador se encuentran con herradores que aprendieron de esta forma, de otros herradores, y el veterinario le dice que le va a dirigir su trabajo... Cuando no lo mira como a un bicho raro, le dice "- Si Ud. quiere ese tipo de herrado lo hace Ud...." Por supuesto basándose en que el Veterinario no es diestro en el manejo de los utensilios de herrar y no va a poder hacerlo. Cuando yo efectuaba mi licenciatura en la facultad de Veterinaria de Córdoba (España), busqué un buen herrador profesional inglás, que trabajaba en la zona de Andalucía, y cada vez que él pasaba por Córdoba, me pegaba a él como una lapa y observaba todos sus movimientos, el manejo de los instrumentos de herrar. Posteriormente fui auxiliándole y después empecé a herrar yo solo, primero mis caballos después los de amigos y llegó un tiempo en que ya no podía coger más caballos para herrar. Habré herrado unos mil caballos, en frío, a fuego, herrajes normales y herrajes correctivos, en fin, creo que llegué a conocer bastante bien el oficio de herrador. De esta forma, sé que no estoy expuesto a contestaciones como la que expuse anteriomente.
Por fortuna ahora ya hay escuelas de herradores, donde hacen verdaderos profesionales, que en simbiosis con el Veterinario pueden volver a formar ese tande primitivo, en que una profesión complementaba a la otra. Perdonen si mi exposición ha sido un poco larga y tediosa. Un afectuoso saludo.