Siempre se debe perseguir un objetivo claro al desvasar o herrar un casco, se debe tener grabado en nuestra mente la imagen de un pie ideal, universal.
Esta imagen, a su vez, debe ser muy flexible para adaptarla a cada caballo, de acuerdo a su conformación y a lo que él nos pide mediante la información que revela en su casco. En otras palabras, se debe tener en cuenta que cada caballo posee su pie ideal.
No todos los cascos son iguales, estos varían en forma y tamaño, dependiendo de la genética del animal o de cualquier afección que puedan tener.
La forma del pie posterior tiende a ser ovalada y pequeña. La del anterior tiende a ser redondeada y ligeramente más grande. Estas formas también varían de acuerdo a cada animal y al medio donde viven.
No todos poseen las manos perfectamente redondas ni las patas perfectamente ovaladas. Existen caballos con la forma de las manos semejante a la de las patas, y no está de más decir que en este caso el herrador debe respetar esa forma. La herradura debe forjarse respetando la forma del casco.
En caballos con buena conformación, aplomos correctos y cascos sanos, trabajo mucho con la simetría porque es lo que me asegura la uniforme distribución de las fuerzas que convergen en el pie y en todo el miembro. En cambio, cuando me encuentro con caballos que, por contar con una conformación deficiente y aplomos incorrectos, presentan cascos asimétricos, respeto la asimetría para respetar, a su vez, los defectos del propio caballo.
Si un caballo presenta defectos, no se debe pretender pasarlos por alto. Se los debe tener en cuenta y trabajar en ellos sólo con el fin de ayudar al caballo a llevarlos de una forma más cómoda, pero sin intenciones de hacerlos desaparecer cuando ya están establecidos en él.
Pretender simetría en un pie que no es simétrico significa generar palancas indebidas que pueden llegar a acentuar los defectos que provocaron tal asimetría.
Se dice que se hierra el caballo cuando el herrador busca corregir un defecto, teniendo en cuenta, siempre, que las correcciones se deben realizar respetando los tiempos de maduración de los huesos o cuando son sólo de cascos.
En cambio, se dice que se hierra el pie cuando no se pretende corregir o cuando se utiliza el herraje como medio de estabilización de defectos.
Cuando me refiero a un pie ideal en un caballo perfecto hablo de un pie simétrico, adaptado a ese caballo individuo con conformación perfecta y aplomos perfectos. Es un pie que respeta todos sus ángulos y líneas, con relación a la conformación natural del propio caballo.
Las asimetrías son adaptaciones de los cascos que se deben a lesiones o deformaciones, producidas en alguna parte del cuerpo del caballo. Las mismas son compensaciones que desarrolla el caballo de forma natural para poder llevar su defecto de una forma más cómoda. Es trabajo del herrador tenerlas en cuenta durante las estabilizaciones de desviaciones, con el fin de ayudar al caballo a conseguir esa comodidad buscada.
Las deformaciones se presentan, normalmente, en los miembros. Pueden ser congénitas -de nacimiento- o adquiridas por alguna lesión provocada durante la vida del animal.
Las figuras muestran un pie que soporta y distribuye las fuerzas en forma equilibrada, es decir, un pie bien balanceado en un caballo de conformación normal.
Las fotos muestran dos casos de dos manos con forma ovalada y no redonda. Esto está definido por la genética del caballo y su conformación. Es el pie ideal para ese caballo.
Existen otros casos donde el pie se deforma respondiendo a circunstancias ajenas a la genética y conformación del caballo. En estos casos, el herrador sí debe herrar al caballo y no al pie.
En un caballo correcto, cuando el pie es visto de frente y de abajo, se lo debe poder dividir en dos mitades iguales. A su vez, la corona debe mostrarse paralela al piso.
Viéndolo de costado, el ángulo de la pared dorsal del casco debe corresponder al ángulo de la cuartilla. Siempre se dijo que el eje cuartilla-casco debe ser totalmente recto, como se ve en el dibujo, pero la realidad es que en los caballos correctos se presenta con cierta concavidad, es decir que siempre se muestra con un muy leve quiebre hacia atrás. Las 3 falanges no se muestran perfectamente alineadas. Esta forma permite mayor amortiguación y menor estrés en las articulaciones durante la pisada.
Cuando existen asimetrías en un casco, existen desequilibrios que el caballo debe compensar mediante el traslado del peso del cuerpo hacia un lado o hacia otro. En un pie desequilibrado hay zonas que soportan más presiones que otras y afectan a los huesos, ligamentos y tendones. Aparecen dolores y afecciones visibles a corto plazo, además de trastornos que se exteriorizan después de un determinado tiempo.
Los desequilibrios llevan a que el caballo cuente con desequilibrio corporal, disminuyendo notablemente su rendimiento físico y mental.
Estimada Andrea, gracias por contactarse.
Un casco encastillado es sólo la manifestación de un problema.
Hay que saber que si existe una posibilidad de solucionar un casco encastillado, será a través de un tratamiento que intervenga de forma directa en la causa.
Por ejemplo: Un caballo que ha sufrido una lesión en alguna zona del miembro, al no pisar por dolor, el casco del miembro afectado se encastillará, por el simple hecho que no trabaja; en otras palabras, se atrofia. Para solucionar el casco encastillado hay que curar la lesión, y el caballo hará el resto si lo considera viable y necesario. De lo contrario, continuará encastillado.
Existe una gran variedad de causas para la encastilladura; por accidentes, golpes, lesiones, congénitas, por retracción de músculos, por músculos más desarrollados de un lado que otro, etc. etc.
Sin importar la causa, lo importante a saber al pretender llevar a la normalidad un casco encastillado, es que nunca se debe intervenir en la consecuencia –casco encastillado– sino en la causa –problema que ocasionó la encastilladura–
Las herraduras especiales o intervenciones que pretenden abrir el casco a la fuerza, se realizan sólo porque existe el desconocimiento de un simple concepto; y ese concepto reside en trabajar en la causa y no en la consecuencia.
Existen caballos –y son la mayoría– que tienen cascos encastillado desde hace muchos años, y este tipo de caballos viven perfectamente con tal problema, de hecho, por no generar dolores, deja de ser un problema para el animal. Normalmente, los problemas surgen cuando el podólogo pretende normalizar el casco en un intento de cumplir con un propio deseo; y ese deseo es ver un caballo perfecto en un animal que no lo es.
Es muy importante que el 90 %, aproximadamente, de los caballos adultos con cascos encastillados, son y serán encastillados. Es obligación del propietario del caballo y su podólogo, aceptar su caballo con tal defecto; porque pretender cambiarlo provoca problemas y dolores.
Personalmente, no conozco ningún caballo con cascos encastillados que al recortarle correctamente sus cascos presente dolores, por lo contrario, conozco muchos casos de dolores en caballos con cascos encastillados que provienen de intervenciones equívocas por parte del podólogo.
Al recortar cada casco, hay que cumplir con la información visible, propia y natural del caballo, que dicho casco ofrece. Y tanto el casco normal como el encastillado poseen dicha información, correspondiente a los límites naturales de corte. Un límite natural de corte se encuentra entre lo que pertenece al caballo y lo que debe quitarse porque ha crecido.
Al respetar dicha información natural, se respeta, a su vez, los deseos y necesidades del caballo; porque, sólo el caballo sabe, de forma exacta, qué necesita para su condición actual, que en este caso, es estar encastillado.
Le envío un cordial saludo.