En nuestra práctica profesional en Clínica ESOR se han presentado con éste el cuarto caso de fractura pelviana, tres en caballos Pura Sangre Inglés, de edades entre los 3 y los 7 años, dos en el Hipódromo de las Américas, uno con un caballo de Salto, y éste cuarto caso con un caballo español, los cuatro con un pronóstico desfavorable. En acuerdo con los Doctores: Almanza y Whitcomb del Departamento de Ciencias veterinarias, quirúrgicas y radiológicas de la Universidad de Davis, California. Históricamente, la incidencia de fracturas pélvicas ha sido considerada relativamente baja. Algunas publicaciones recientes han sugerido que su incidencia es más alta que antes, sobre todo en caballos de carreras “Pura sangre”.
Cualquier raza está expuesta, el medico especialista equino probablemente se enfrentará en algún momento de su vida a un caballo con fractura pélvica. La fractura de pelvis se sospecha cuando en un caballo existe dolor agudo, excesiva sudoración, claudicación (cojera) severa de miembros posteriores con o sin historia de algún trauma conocido, hasta la incapacidad para reincorporarse, la sensibilidad de los posteriores en muchas ocasiones no se pierde.
El diagnóstico definitivo de la fractura pélvica es un desafío en la Clínica ambulatoria. Otras lesiones que deben diferenciarse son: la dislocación pélvica (luxación o subluxación, producto de una caída, un salto o un giro donde hay ruptura de los ligamentos de soporte de la capsula articular), daño de ligamentos sacro iliacos y la osteoartritis sacro iliaca. Así como enfermedades paralíticas ocasionadas por el virus del Herpes equino Tipo 1, el virus del Oeste del Nilo, la Mieloencefalopatia protozoaria equina (EPM), el Tétanos, la estenosis cervical (enfermedad de Woobler) y diferentes encefalitis (EEV, EEE).
Los exámenes clínicos revelan
“crepitación del área”, asimetría pélvica, atrofia muscular, inflamación de tejidos blandos, al principio arrastran los cascos de las patas, junto con el examen rectal anormal constituirán los indicadores primordiales de fractura pélvica; sin embargo, estos hallazgos clínicos en ocasiones están ausentes en muchos caballos con fractura pélvica.
El examen radiográfico es generalmente aceptado como el método más exacto de diagnostico de fractura pélvica. La toma recomendada es la “Ventrodorsal” y bajo anestesia general, otorgando al clínico una imagen más diagnóstica; sin embargo, el riesgo de exacerbación de la fractura es considerable, durante la recuperación de la anestesia. Otra técnica como la “Scintigrafia nuclear” es también útil en el diagnóstico de fractura pélvica; sin embargo, puede ser inconcluyente en la fase aguda de lesión. Además, tanto la radiografía como la scintigrafía nuclear son procedimientos relativamente caros, se necesitan aparatos con alta potencia y requieren el transporte al centro hospitalario.
El ultrasonido, por otro lado, es una modalidad no invasiva que es de fácil disponibilidad para muchos médicos que practican la Clínica ambulatoria. La técnica de evaluación ultrasonografica de la pelvis del caballo está bien conocida; la fractura más común es la del ala del hueso íleon en el caballo de carreras Pura sangre. Estudios anteriores basados en el diagnóstico radiográfico y póstumo revelan que las fracturas pélvicas ocurren en muchos sitios de la pelvis del caballo, por lo que el empleo del ultrasonido del modo transrectal es de vital importancia.
El tratamiento para muchas claudicaciones de lesiones en pelvis, incluyendo fracturas, son
los períodos largos de reposo mínimo de 8 meses, dependiendo de la extensión del daño. La quiropráctica y la acupuntura tienen pobres resultados (no soldan huesos fracturados). En casos donde el caballo está en recumbencia (tirado) y no hay mejoría de los signos clínico, comprometiendo su calidad de vida, una de las decisiones más difíciles a las que un profesional de la medicina se enfrenta es decidir cuando debe terminar la vida de un animal. Muchas de estas determinaciones deben ser hechas en situaciones muy agotadoras y menos oportunas. Con una apreciación verdadera de vida está la responsabilidad de asegurar una muerte humana.", según el DVM Pam Hullinger, y Carolina Stull de Davis, California.
Bibliografía consultada