El Médico Veterinario Carlos Barroso vuela miles de millas junto a los caballos y ahora sueña con tener una clínica de veterinaria equina.
Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Perú, México, Estados Unidos de costa a costa, Sudáfrica, España, Francia, Bélgica, Irlanda, Alemania, Emiratos, Arabia y Japón son sólo algunos de los países donde Barroso viajó con caballos de carrera, siempre contratado como attendant horse.
Barroso, se ilusiona con instalar una clínica de veterinaria equina en su ciudad natal: Venado Tuerto; mientras tanto, continúa acompañando en los aviones a los caballos que van o vienen desde el exterior.
La de asistir a los caballos cuando están en vuelo es una tarea de gran responsabilidad; sedantes siempre a mano y ojos abiertos están en el abecedario del oficio.
Barroso nunca tuvo mayores problemas, y eso que trasladó a centenares de caballos. “Apenas un cólico a bordo y, por suerte, no pasó nada”, apunta, y toca madera.
“Ahora, cuando vuelo, me pongo más nervioso que en la época que recién comenzaba. Será por la responsabilidad que tengo. Antes, de más joven, uno le ponía el pecho a cualquier cosa y a veces no la pensaba.”
Barroso acaba de llegar de Dubai, adonde fue a llevar a Medal of Honor, el ganador del último Gran Premio Félix de Alzaga Unzué. De paso, fue al hipódromo de Nad Al Sheba para ver el debut en los Emiratos Arabes de Mr. Pensky.
En su agenda, el veterinario ya tiene fecha para un próximo viaje a los Estados Unidos, esta vez para traer desde allí algunas yeguas madres.
“Pude conocer muchos lugares del mundo y me di cuenta de que la gente de turf tiene el mismo idioma en todos lados”, dice quien trabajó desde 1989 hasta 1992 como veterinario en Sudáfrica.
“La profesión de veterinario te obliga a estar actualizado permanentemente; uno nunca termina de estudiar. Acá, en nuestro país, tenemos muy buenos profesionales, pero nos faltan métodos de diagnóstico, como tienen los norteamericanos; ellos tienen mucha más tecnología.”
Para Barroso, el caballo de carrera de los próximos 50 años no saldrá de un laboratorio y está seguro de que será más rápido que el actual, por el perfeccionamiento de las cruzas de sangre.
El hombre que de pibe acompañaba en un tráiler a los caballos de su padre en sus viajes a las cuadreras es el mismo que ahora acompaña a otros caballos en los aviones. “Mi viejo era mi ídolo, pero cuando comencé a atenderlo como veterinario, sus caballos dejaron de ganar”, dice, y enseguida larga otra carcajada.