Introducción
Originaria del sur de Himalaya, nordeste de la India, Bangladesh, Afganistán y Paquistán, Moringa oleifera se encuentra diseminada en gran parte del planeta y se introdujo en América Central en 1920. En este entonces se empleó como planta ornamental y para cercas vivas (Foidl et al. 1999 y Carballo 2011). El empleo de árboles y arbustos constituye una de las vías más eficaces para mejorar el suministro y calidad de los forrajes en los sistemas ganaderos (Robinson 1985, Gutteridge y Shelton 1994). En la búsqueda de nuevas especies, esta planta se destaca como promisoria, entre un grupo de árboles no leguminosos, para los sistemas de corte y acarreo, pastoreo/ramoneo, barreras rompevientos y cercas vivas (Folk-Ard y Sutherland 1996). En Cuba, la moringa fue introducida como planta ornamental a inicio del pasado siglo (Roig 1928). Con la introducción masiva a partir de 2011 de este maravilloso árbol en la agricultura cubana, la ganadería cuenta con una nueva alternativa para la alimentación animal, disponiendo de una nueva planta con excelente contenido nutricional y digestibilidad para la alimentación animal y humana. Según Nañez 2014 las perspectivas de la moringa para la agricultura cubana podrían resumirse en sustitución parcial de la importación de cereales y tortas proteicas para la alimentación del ganado, descontaminación de aguas y efluentes, producción de aceite para consumo nacional y exportación, producción de semillas de alta calidad, harina de hojas y miel de abeja, para las necesidades nacionales y de exportación así como producción de rubros de alto valor agregado para la industria bio-farmacéutica nacional.
Debido a su gran plasticidad ecológica, la moringa es capaz de adaptarse a las más diversas condiciones edafoclimáticas. Su valor nutricional y los elevados rendimientos de biomasa, la hacen un recurso fitogenético de importancia en los sistemas de producción, pudiéndose emplear como alimento para diversas categorías de animales (Pérez et al. 2010). Cuba cuenta con un programa nacional de investigaciones para la evaluación, caracterización y utilización de la moringa. Los Principales temas de investigación en ejecución serían: Bancos de germoplasma con materiales foráneos y autóctonos. Crecimiento y relaciones suelo-planta en los ecosistemas prospectados. Siembra y establecimiento. Potencial de producción de biomasa y rendimientos en diferentes variantes agronómicas y de manejo (fertilización, corte, irrigación).Producción y conservación de semillas. Viabilidad, germinación, vigor y pureza, almacenamiento, requerimientos nutricionales, cosecha y mecanización. Podas, cultivo y fertilización orgánica e inorgánica. Mezclado y formulación de raciones para diferentes especies y categorías animales. Conservación: heno, ensilada, deshidratada y molida (harina de hojas), peletizada e incluida en piensos. Digestión , metabolismo , salud y valor nutritivo para rumiantes , cerdos y aves .Sustitución parcial de ingredientes importados en sistemas de alimentación para rumiantes , cerdos y aves Estudios de cadenas de valores y factibilidad técnico económica en la alimentación animal. Manejo integrado de plagas y enfermedades. Incidencia, biología y control de organismos patógenos. Estudios de caso de las principales plagas y enfermedades detectadas en el país. Caracterización química y fito-química del follaje y harina Evaluación como planta melífera De ahí que, el presente trabajo tiene como objetivo analizar los principales resultados agronómicos para la utilización de Moringa oleifera en sistemas agropecuarios en Cuba y otras regiones tropicales y subtropicales donde se emplea esta planta.
Desarrollo
1- Selección del área
Moringa oleifera es una especie de gran plasticidad ecológica, ya que es capaz de adaptarse favorablemente a disímiles ambientes (Pérez et al. 2010) razón por la cual se encuentra localizada en diferentes condiciones de suelos, precipitación y temperatura.
1.1. Clima. Existen reportes de presencia de esta planta en lugares donde las precipitaciones alcanzan niveles entre los 300 y 1500 mm anuales. Se cultiva en regiones áridas y semiáridas de la India, Paquistán, Afganistán, Arabia Saudita y África del Este (Ramachandran et al. 1980, Reyes 2006, Croess y Villalobos 2008). Además, se desarrolla adecuadamente en altitudes de 0 a 1800 msnm (Fred 1992), aunque se obtienen mejores resultados por debajo de 600 msnm (Palada y Chang 2003). Moringa posee un amplio rango de adaptación a diferentes temperaturas. En este sentido, Falasca y Bernabé (2008) plantearon que, en su hábitat natural, las temperaturas medias anuales presentan grandes fluctuaciones. Durante los meses más fríos soporta entre -1ºC y 3ºC, mientras que en los meses más cálidos de 38ºC a 48ºC. Es importante resaltar, que una vez que las temperaturas alcanzan valores inferiores a 10 0C se perjudica el proceso de floración, de manera que en estos casos la propagación se debe realizar por vía vegetativa (por estacas).
1.2. Suelo. El suelo constituye uno de los factores limitantes en el desarrollo de las plantas, pues posee ciertas características que son determinantes en la mayoría de los casos como es el pH. En este sentido, Reyes (2006) planteó que moringa se desarrolla favorablemente en suelos con pH entre 4,5 y 8, aunque prefiere los neutros o ligeramente ácidos. Requiere además de suelos francos-francos arcillosos. No tolera los arcillosos o vertisuelos, ni los de mal drenaje. Se adapta a suelos duros o pesados y también a suelos pobres franco arenosos. El terreno donde se planta debe poseer buen drenaje, ya que esta planta no soporta el encharcamiento.
2- Siembra y plantación
2.1. Época de siembra. La selección adecuada del momento de siembra constituye un elemento clave en el proceso de establecimiento. En este caso, lo más importante es proporcionarle a la semilla un lecho adecuado, con las condiciones de humedad requerida para lograr un porcentaje de germinación eficaz. Según Reyes (2005), la época óptima varía de acuerdo a la localidad, pero en términos generales, la siembra debe realizarse preferiblemente al inicio del período de lluvias, cuando la humedad del suelo es adecuada para la germinación y el establecimiento del cultivo. No obstante, en áreas que disponen de riego, se puede sembrar en cualquier época del año, siempre que se garantice una frecuencia y volumen de aplicación de agua al suelo que permita la germinación y sobrevivencia de las plantas durante la fase de establecimiento. Algunos técnicos y productores en Cuba cuando disponen de riego prefieren sembrar en el periodo poco lluvioso debido a que se propicia mejor el control de las arvenses y hay una menor incidencia de plagas y enfermedades que atacan a las plantas en sus estadios jóvenes. No se dispone en Cuba de información reportada acerca de investigaciones realizadas sobre la mejor época de siembra para Moringa.
2.2. Métodos de siembra. La siembra se puede realizar tanto por semilla botánica como por estacas. Esto dependerá de algunos factores, entre ellos la disponibilidad de semillas. En determinadas localidades se dificulta la floración, debido a las condiciones del clima y entonces la plantación deberá realizarse por estacas. Es importante conocer que los árboles obtenidos por semillas producen raíces más fuertes y profundas, por lo que en regiones áridas y semiáridas es conveniente la siembra por semillas botánicas.
2.2.1. Siembra por semillas botánicas. En siembras con semillas botánicas la germinación ocurre a los 10 días. Ésta es rápida si se emplean semillas nuevas, pero el porcentaje de germinación decrece a medida que transcurre el tiempo de obtención de las mismas. Las semillas de moringa no presentan periodo de latencia y se pueden sembrar tan pronto como estén maduras, aspecto a tener en cuenta por el productor al comprar las simientes. No obstante, la pérdida de calidad de la semilla durante el almacenaje es un proceso irreversible, que comienza desde el momento mismo de la cosecha. Esto se acrecienta en los períodos de altas temperaturas y humedad relativa, en los que se producen cambios bioquímicos en la simiente y el ataque de hongos e insectos es más frecuente. Por el contrario, las bajas temperaturas favorecen la mayor longevidad de las semillas. Al respecto, Ramos et al (2013) evaluaron el porcentaje de germinación de las semillas de M. oleifera poscosecha (figura 1). Se muestra un decrecimiento significativo de la germinación en la medida que aumentó el tiempo de almacenamiento y el envejecimiento natural de estas semillas fue un proceso lento y progresivo.
Las semillas almacenadas en condiciones no controladas, puede prevalecer ambientes favorables para la proliferación de insectos Carpophilus sp. (Coleoptera-Nitidulidae) y microorganismos (Aspergillus flavus, Penicillus sp., Cladosporium herbarum y Fusarium sp.), los que suelen provocar una reducción importante en la capacidad de germinación así como provocar pérdidas y deterioros de las semillas durante su almacenamiento. Sharma y Raina (1982) plantearon que las semillas de esta especie no requieren tratamientos pregerminativos. No obstante, la germinación se puede favorecer al colocar la semilla 24 h en agua a temperatura ambiente, antes de la siembra. Resultados en Cuba por Padilla et al. (2012a) así lo ratifica. En Brasil, Cardoso et al (2006), estudiaron la influencia de la posición de la semilla y la profundidad de siembra en la emergencia y el desarrollo de las plántulas. La profundidad de 2 cm proporcionó mejor respuesta para el índice de velocidad de emergencia y las semillas colocadas con el ápice hacia arriba produjeron mayor índice de velocidad de emergencia y mayor producción de biomasa aérea.
Plantación por estacas y posturas. Las estacas de moringa cortadas a finales de la época seca, presentan una sobrevivencia de 90%. Para la obtención de estos altos porcentajes de prendimiento, las estacas se dejan enraizar y después se trasplantan al terreno definitivo, el cual debe presentar un buen contenido de humedad. Una vez cortadas las estacas, una buena práctica para su enraizamiento es colocarlas verticalmente bajo sombra y enterrarlas a unos 10 cm en el suelo. En los árboles obtenidos por estacas los frutos aparecen a los 6 meses de la plantación. Los resultados obtenidos en Cuba indican que para producir forraje o semillas, las estacas usadas para la plantación deben tener un diámetro de más de 8.0 cm y una longitud de 1.20 m, mientras que cuando se van a usar como postes vivos la longitud debe ser de 1,5 a 1,8 m. Para ambos propósitos se recomienda cortar las estacas en la fase lunar de menguante al final del periodo seco y su plantación a finales de mayo e inicio de junio, una vez estabilizadas las precipitaciones.
Vivero de posturas de Moringa en bolsas. El Instituto de Biotecnología de las Plantas de La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas en Cuba, ha desarrollado una metodología para la propagación in vitro de la moringa, mediante el corte de esquejes a partir de estaquillas y de un pequeño banco de plantas donantes en el campo. En este sentido, Jiménez y Agramonte (2012), comprobaron que las plantas obtenidas por esquejes y las procedentes del cultivo in vitro presentaron un crecimiento mayor a las obtenidas por estaquillas en la etapa inicial de crecimiento en campo. Este resultado abre la posibilidad de una alternativa de sostenibilidad en la multiplicación intensiva de esta planta multipropósito cuando sean propuestas nuevas variedades o procedencia para su explotación a escala comercial. Cuando no es posible plantar directamente en el suelo, se recomienda utilizar el siguiente método: llenar sacos de plástico con las plántulas, mezclando la tierra del suelo, es decir, 3 partes de la tierra y 1 parte de arena. Plantar dos o tres semillas en cada bolsa a 0,5 cm de profundidad. La germinación se producirá dentro de dos semanas. Se deben retirar las plantas extras del semillero, dejando una en cada bolsa. Las plántulas pueden ser trasplantadas después de cuatro a seis meses cuando llegan a medir (60-90 cm) de alto.
Riego. La Moringa necesita al menos 700mm anuales, aunque hay reportes de lugares del Pacífico de Nicaragua donde con 300mm crece muy bien. Se ha observado un buen comportamiento en lugares con precipitaciones anuales de 2000mm. Las plántulas son susceptibles a la sequía. Una vez establecidos, los árboles jóvenes y en etapa de poste son muy resistentes y capaces de sobrevivir a las sequías, aunque cuando éstas son prolongadas las plantas pueden perder las hojas. Una repuesta similar a la defoliación se produce por el exceso de humedad, inclusive en suelos con buen drenaje interno y superficial. En Cuba, cuando las siembras se realizan durante el periodo poco lluvioso, es una práctica común la aplicación de 200m3 de agua con frecuencia de 2-3 días durante primer mes después de realizada la siembra y 300m3/ha cada 9 días durante el periodo seco (Reyes 2006). Esta frecuencia de aplicación puede variar en dependencia del tipo de suelo, siendo menor en suelos pesados con alta retención de la humedad y mayor en suelos ligeros. Las aguas de desecho de hasta 8,5 de pH, son admitidas lo que la hace una especie idónea para el aprovechamiento de aguas depuradas. En Cuba, González (2012) aplicando aguas residuales depuradas de instalaciones porcinas se obtiene excelente resultados en rendimientos de biomasa y sobrevivencia de las plantas en pequeñas áreas de Moringa sembradas en canteros a una densidad de 100 semillas/m2.
Fertilización química y orgánica. Moringa posee la capacidad de establecerse bien en la mayoría de los suelos sin adiciones de fertilizantes, pues su amplio y profundo sistema radicular le permite la eficiente absorción de los nutrientes presentes en el suelo (Palada y Chang 2003). Sin embargo, al ser Moringa un árbol con la capacidad de generar elevados volúmenes de biomasa, es preciso tener en cuenta que una alta productividad implica grandes extracciones de nutrientes del suelo. Por lo que se hace necesario un programa de fertilización con el objetivo de mantener producciones estables en el tiempo. Alfaro y Martínez (2008), recomiendan la aplicación de fuentes nitrogenadas, con el objetivo de favorecer la formación de la proteína, lo que constituye el mayor potencial de esta planta. Otras fuentes como estiércol (Alfaro y Martínez 2008) y gallinaza (Uchenna et al. 2013) han sido utilizadas con éxitos. Más recientemente, en Cuba, Lok y Suárez (2014), al estudiar el efecto de la aplicación de diferentes abonos y bioestimulantes en la producción de biomasa y en algunos indicadores agroquímicos en la variedad Supergenius, encontraron que los mejores aportes a la productividad (6.61 t MS /ha) y la fertilidad del suelo (P:136,56 ppm; Ca:1.89 %; Mg: 0.38%; y MO: 0.83%) se obtuvo cuando se aplicó una combinación de 25 t/ha de estiércol vacuno y 20 Kg/ha de EcoMic.
Densidad de siembra. En la producción de forrajes de Moringa, al igual que en el resto de las plantas, se deben tener en cuenta algunos aspectos que favorecen el desarrollo productivo del vegetal. En este sentido, la densidad de siembra constituye un factor determinante. En plantaciones donde la densidad de siembra es muy elevada, se corre el riesgo de una alta competencia entre las plantas por el nicho ecológico, lo que provoca una disminución del rendimiento. En Cuba, la siembra de grandes áreas de moringa indican que el uso de altas densidades de siembra (0.5 y 1.0 millón de plantas /ha) no son aconsejables por las dificultades en el control de las plantas arvenses y el ataque de enfermedades fungosas. En este caso las plantas no desarrollan tallos vigorosos ni enraizamiento profundo que favorezcan la emisión de abundantes y vigorosas ramas secundarias. El crecimiento de las plantas, tal como se aprecia en la figura 2, registró diferencias entre las densidades de siembra y obtuvieron el mayor crecimiento inicial de las plantas sembradas a 10cm (333,333 plantas/ ha). Este comportamiento coincide con lo reportado por Goss (2012), citado por l et al. (2013), donde se registró que a mayor densidad de siembra se obtienen tallos más altos. Sin embargo, en esta investigación, cuando las plantas alcanzaron alturas mayores a 100cm, se obtuvo el mayor crecimiento (P<0.05) en las plantas sembradas a 30cm (111,111 plantas ha-1).
Según Padilla et al. (2014) el empleo de altas densidades de siembra provocan despoblación severa en la medida que se incrementa el tiempo de explotación de las áreas forrajeras. Estos investigadores indicaron que la población disminuyó en el tiempo de 45-46 plantas/m2 en el primer corte, a sólo 11-12 plantas/m2 en el último (70% de reducción). La disminución de la población en el tiempo se debió a los ataques severos de bibijagua (A. insularis) y agentes fungosos principalmente Fusarium sp. también influyeron en este comportamiento, la invasión de arvenses y los daños producidos por los cortes realizados. Los mejores resultados prácticos logrados en Cuba, por productores, en cuanto a rendimiento y persistencia se han conseguido con siembras de alrededor 10 plantas/m2 en surcos separados a 70cm, lo cual ha favorecido el control de malezas mediante tracción animal o maquinaria especializada. En Nicaragua, Reyes (2006) recomiendan sembrar en surcos separados a 40 cm y con 10 a 20 plantas por metro lineal, lo que equivale a 250 - 500 mil plantas/ ha. Según este autor la densidad de siembra a emplear va a estar muy vinculada al propósito productivo que se quiera lograr (tabla 1). Otro aspecto a tener en cuenta con el empleo de altas dosis de siembra es el costo, pues una dosis de 328 kg de semilla, al precio de 41.00 pesos /kg, cuesta unos 13 500 pesos/ha. La experiencia acumulada en Cuba a escala comercial ha comprobado que los mejores resultados se logran con marcos de siembra que oscilan entre 0.7 y 1.0 m entre hileras, donde se garantice sembrar alrededor de 10 semillas/m2. Esto reduce notablemente el costo de establecimiento y facilita el empleo de máquinas e implementos agrícolas, así como la tracción animal, para las labores de cultivo y el control de malezas. Es evidente que la información científica en cuanto a las densidades de siembra a emplear en moringa no es un tema concluido y necesita de investigaciones. No menos importante resultaría encontrar respuestas biológicas de las plantas en el tiempo en cuanto a la persistencia y producción de biomasa/planta y por ha. Cuando se utilizan altas, medias y bajas densidades de siembra en áreas forrajeras para alimento animal.
Altura y frecuencia de corte. La altura de corte unido a la frecuencia de corte va a incidir en la vida útil de las áreas forrajeras así como en la calidad y volumen de la biomasa producida. En este sentido, lo que predomina en los estudios realizados es cortar a una altura 10, 20 y 30cm existiendo coincidencia que la altura de 10cm afecta la producción de biomasa y la población en el tiempo. Hay estudios que indican que el primer corte debe efectuarse a los 5 ó 6 meses después de la siembra, realizar los cortes con machete bien afilado cada 45 días, en la época de lluvia y cada 60 días en la época de seca, a una altura de 20cm del suelo. La Moringa presenta alta capacidad de rebrote y producción de forraje fresco cuando se siembra a altas densidades, aunque la respuesta al corte es negativa cuando el diámetro del tallo es pequeño (5-10 mm), lo cual indica que su capacidad de rebrote es limitada (Reyes 2006). Así, Padilla et al. (2012b) al estudiar la frecuencia de corte de 45 y 60 días empleando una dosis de 100 semillas/m2 en la procedencia criolla de Cuba en un suelo Ferralítico rojo no encontró diferencias significativas en el número de plantas/m2 al inicio y final del experimento para las frecuencias de corte de 45 y 60 día (tabla 2).
Sin embargo, la población disminuyó en el tiempo de 45-46 plantas/m2 en el primer corte, a sólo11-12 plantas/m2 en el último (70% de reducción). Estas altas poblaciones unidas a bajas alturas de cortes dificultan el control de arvenses de forma manual y mecanizada provocando la muerte de las plantas por las plagas y enfermedades. La siembras con altas densidades, un millón de plantas/ha, conllevan un alto gasto de semilla y mano de obra. Según estos investigadores cuando se comparó la producción de biomasa entre el primer y último corte se encontró que el menor rendimiento fue cuando se cosechó cada 45 días. No obstante, en ambas frecuencias de cortes hubo reducción del rendimiento al comparar el último corte con el primero después de transcurridos dos años. Al comparar la producción de biomasa, durante dos años, en el periodo lluvioso y poco lluvioso según frecuencia de corte (tabla 3) en este mismo experimento se evidenció que los mayores rendimientos de forraje en lluvia y el total se lograron con la frecuencia de corte de 60 días. Los bajos rendimientos encontrados en este experimento (7 tMS/ha) están vinculados a los fuertes ataques de bibijagua (Atta insularis) con mayor frecuencia, en el periodo seco, que sólo se pudo realizar un corte por los severos daños que se produjeron por esta plaga El rendimiento del periodo seco fue similar para las dos frecuencias de corte empleadas. En el segundo año de estudio, la frecuencia de corte no afectó el rendimiento en lluvia y el total. Sin embargo, en el periodo seco el rendimiento fue mayor cuando se cortó cada 60 días.
El mejor comportamiento de Moringa oleifera, de procedencia Criolla de Cuba, en la persistencia y la producción de biomasa cuando se cosechó cada 60 días coinciden con otras investigaciones que encuentran una mejor respuesta a mayores frecuencias de corte. Así, (González 2013) en la región Occidental de Cuba, en un suelo Ferrálico Rojo, al estudiar la curva de crecimiento de la variedad Supergenius encontró mejor comportamiento para la producción y calidad de la biomasa a los 90 días.
Poda. La poda constituye un manejo para proporcionar mayor rendimiento. Cuando se cultivan árboles para forraje o para la obtención de frutos éstos se deben podar con el objetivo de restringir el desarrollo de la copa y de este modo promover el crecimiento de nuevas ramas laterales (Ramachandran et al. 1980). Acerca del tema, Nautival y Venhataraman (1987) informaron que al realizar la poda en Moringa se logran de 4 a 8 rebrotes vigorosos por tocón. De forma general, Moringa es un árbol que tiene la capacidad de rebrotar rápidamente (O’Donnell et al. 1994 y Foidl et al. 2011). En plantaciones que se destinan a la producción de semillas, las podas se realizan para controlar la altura máxima de la planta, disminuir las acciones negativas de los fenómenos meteorológicos, eliminar las ramas dañadas, eliminar las ramas bajas que entorpecen el acceso al área y facilitar la recolección de los frutos. Esta práctica propicia la aparición de ramas jóvenes que favorecen la floración y fructificación, las cuales contribuyen a lograr mayores rendimientos de semillas por planta y por ha. La importancia y necesidad de la poda se puede resumir en lograr una estructura de la planta sana, adecuada y equilibrada de sus ramas, de manera tal, que posibilite lograr una eficiente productividad (Farrés et al. 2001 e Iglesias et al. 2014).
Producción de semilla. Por la importancia que posee la semilla en la propagación de las especies vegetales es de interés conocer cómo se comporta la producción en esta planta. Al respecto, Parrota (2003) señaló que la producción de frutos, durante los primeros dos años de vida del árbol, tiende a ser pobre, sin embargo, a partir del tercer año un solo árbol puede llegar a producir de 600 a 1600 kg de frutos por año. La FAO-OMS (2005) informaron que el contenido de semillas por fruto oscila entre 12 y 25, de manera que cada árbol puede producir de 15 000 a 25 000 semillas por año. Por su parte, Mohammed et al. (2003) obtuvieron rendimientos de 3000 kg de semillas por hectárea, comparable con la soja, que puede alcanzar similar producción. El fruto es una cápsula triangular dehiscente de 20-40 cm de longitud, aunque existen procedencias de la India que alcanzan más de 100 cm. Las semillas son negruzcas, redondeadas y con un tejido a modo de "alas". Aparentemente existen variaciones en los pesos de las semillas de acuerdo a la variedad, desde 3000 a 9000 semillas/Kg. En Cuba, se ha encontrado entre 3600-4000 semillas/Kg (Guerra 2014). Los valores medios aparecen en la tabla 4.
De acuerdo con lo planteado anteriormente, Becker y Nair (2004) recomendaron el marco de siembra de 1.0 X 1.0 m (10 000 plantas/ha) para la producción de semillas, pues en la medida que transcurra el tiempo se deberán eliminar árboles para incrementar el área vital de cada planta y evitar así la competencia entre ellas. En Cuba, la mayor producción obtenida de semillas de esta planta ha sido de 350-450 kg/ha/año. Los arboles viejos con una buena copa en cercas vivas o como jardines son capaces de producir un alto número de capsula.
Plagas
Son disímiles los antecedentes que se tienen acerca de la incidencia de insectos-plaga y enfermedades en Moringa oleifera. Foidl et al. (1999) y Reyes (2005) alegan que son las hormigas o zompopos (Atta spp.) y el gusano medidor (Mocis latipes), las plagas que más afectan las plantas, inmediatamente después de la germinación, las cuales normalmente realizan un ataque y no regresan más al cultivo, aunque éstos aseveran que se requiere implementar medidas de control para disminuir los daños que ocasionan. Desde la década del 80 estudios realizados por Duke (1983) informa varios organismos causantes de plagas, entre ellos menciona: la mosca frutera (Gitona spp.) que infesta los frutos lo que provoca su putrefacción. Así como, diferentes especies de gorgojos (Myllocerus discolor var. variegatus, M. 11-pustulatus, M. tenuiclavis, M. viridanus y Ptochus ovulum) que atacan a las hojas de las plantas jóvenes y tocones recién plantados. También plantea que es atacada por plantas parásitas como Dendrophthoe flacata y en cuanto a microorganismos fitopatógenos, los hongos que atacan la planta incluye: Cercospora moringicola (Mancha foliar), Sphaceloma morindae (Antracnosis), Puccinia moringae (roya), Oidium sp. y Polyporus gilvus. Sin embargo, hay quienes aseguran que moringa es resistente o inmune a plagas y enfermedades (Medina et al. 2007), incluyendo nemátodos fitoparásitos (Cuadras et al. 2012). Esto puede estar dado por algunas aseveraciones emitidas al respecto, donde se plantea la presencia en sus hojas y semillas de sustancias que ejercen un efecto bactericida y fungicida contra plagas y hongos (Anon 2010). En correspondencia con ello, hay evidencias que las hojas de moringa, incorporadas directamente al suelo previenen del ataque del hongo de las plántulas, Pythium spp. (Anon 2001). A continuación se relaciona, en la tabla 5, los insectos-plaga y enfermedades que hasta la actualidad se han detectado, en Cuba, asociados a Moringa oleifera causando algún tipo de daños.
En Cuba, la bibijagua, Atta insularis Guérin (Hymenoptera:Formicidae) constituye en la actualidad uno de los organismos que más afecta la sobrevivencia de las plántulas de Moringa oleifera. El insecto provoca la defoliación de sus hojas y ramas jóvenes las que con posterioridad carga hacia sus cuevas o bibijagüero para utilizarlas como medio de sustrato para la producción de un hongo del cual se alimenta. En siembras de moringa (Valenciaga et al. 2012), detectaron ataque de un pequeño scolítido que penetró en los tallos de la planta consumiendo sus tejidos internos. Este ataque permitió la entrada, de forma secundaria, de otros insectos y de microorganimos fitopatógenos que provocaron pudrición y muerte de las plantas. En Cuba, se han detectado frutos de moringa afectados por la mosca frutera, Gitona sp. (Diptera: Drosophilidae) (de la Maza et al. (2014) considerado la principal plaga del fruto de la moringa en casi todas las regiones del mundo. La hembra adulta introduce su ovipositor en el fruto, depositando sus huevos en el interior de los mismos, al eclosionar los huevos, salen las larvas, cuya morfología es característica típica del orden, vermiforme sin cabeza y sin patas. Éstas se desarrollan y alimentan del mesocarpio del fruto provocando pudrición en su interior con afectación a sus semillas. La apertura realizada por la mosca posibilita también la entrada secundaria de otros agentes nocivos que invaden el interior del fruto, tales como: larvas y adultos de coleópteros, larvas de lepidópteros, ácaros y microorganismos fitopatógenos que aceleran la afectación del fruto (Valenciaga 2014, datos inéditos). Para contrarrestar los organismos nocivos en moringa se recomienda establecer barreras vivas complejas para campos colindantes del cultivo y sustituir paulatinamente las barreras vivas de esta planta por otras. Además, del saneamiento sistemático, manejo del suelo y diseñar un plan de aplicaciones de insecticidas en la etapa de fructificación de la moringa, para proteger las vainas del ataque de la mosca frutera. Investigaciones de Alonso et al. (2012) detectaron a los 22 días, después de la siembra de moringa, la aparición de dos patógenos fungosos (Colletotrichum demathium y Fusarium sp.) en la variedad Supergenius, con índices de infestación superiores al 50%, que provocaron la devastación de la plantación. Se determinó, en condiciones de siembras en organopónico, la presencia de una gama de géneros de hongos tales como: Colletotrichum, Alternaria, Curvularia, Fusarium, Cladosporium, Phoma, Helminthosporium y Cercospora (Castellanos et al. 2012). Dentro de las medidas de control para evitar afectaciones fungosas en moringa se recomienda aplicaciones previas del antagonista Trichoderma harzianum cepa A-34 (Alonso et al. 2012). Al constitutir Trichoderma un hongo que actúa sobre los hongos patógenos García y Padilla (2012) lo recomiendan en dosis de aplicación al suelo a razón de 40 L/ha ó 10 kg diluidos en agua cuya aplicación se deberá realizar en el último pase de grada. En cuanto a las semillas se exhorta que sean sumergidas en agua por 5 minutos y se seque extendida a la sombra o se deje para escarificar la semilla por el método de inmersión por 24 horas en agua a temperatura ambiente. Este es un protector contra los hongos patógenos que evitaría la pérdida de viabilidad de la semilla por esta causa.
Consideraciones Generales
Se reconoce que la moringa es una planta que tiene una alta plasticidad ecológica y se adapta bien en disimiles condiciones de clima y suelo. No obstante, los factores edafoclimáticos tienen una alta incidencia en el rendimiento y la vida útil de las explotaciones forrajeras de este cultivo. No prospera en suelos inundables y tanto la sequía como el exceso de lluvias en suelos fértiles y bien drenados provocan la caída de sus hojas. A ello se une la alta susceptibilidad al ataque de plagas y enfermedades que, en ocasiones, aparecen de forma oportunista, con efectos devastadores sobre el cultivo. Las semillas gámicas tienen buena germinación recién cosechadas, alrededor del 90 %, pero esta decrece con el tiempo, siendo más crítico cuando se almacenan a temperatura ambiente. El empleo de este tipo de semilla para la siembra es exitoso y da origen a plantas con sistemas radiculares profundos, que garantizan árboles más vigorosos, resistentes a factores climáticos desfavorables. Además, se reconoce que se puede reproducir por semilla vegetativa, pero las estacas deben ser cortadas preferiblemente en la fase lunar, de cuarto menguante, al final del periodo seco, cuando tengan un grosor superior a 8 cm de diámetro y deben plantarse cuando las lluvias se estabilizan al inicio del periodo lluvioso con el fin de favorecer la aparición de abundantes y vigorosos brotes o ramas secundarias. Los métodos de siembra y plantación de la moringa pueden variar de una región a otra, según la disponibilidad de máquinas e implementos adecuados que disponga el productor primario para acometer las labores de siembra y cultivo. La experiencia lograda en los últimos años en Cuba, con la introducción y explotación de esta planta en áreas ganaderas de forma masiva, indican la necesidad de seguir profundizando en la búsqueda de métodos prácticos que propicien las labores de cultivo para el control de arvenses y que disminuyan en lo posible el ataque de plagas y enfermedades, que constituyen las causas fundamentales de la limitada persistencia de las áreas forrajeras de moringa. Las densidades de siembra a utilizar van a depender del propósito productivo, forraje o semilla. La mayor información disponible para la producción de forraje está vinculada con el uso de altas densidades de siembra y se repite mucho la información. De ahí que será necesario despegar incógnitas del comportamiento en producción de forraje cuando se empleen dosis de siembras bajas y medias para este propósito productivo. En este sentido, será necesario realizar investigaciones y trabajos prácticos empleando métodos y densidades de siembra que se ajusten a la trocha de las máquinas e implementos que predomina en nuestra región y que propicien el control de arvenses de forma mecanizada. La experiencia práctica ha demostrado que cuando se emplean canteros para la siembra, con densidades de 0.5 y 1.0 millones de plantas/ha, la sobrevivencia de las plántulas se ven muy afectadas por la invasión de arvenses. Su control manual limita mantener las áreas forrajeras limpias, además de encarecer los costos de establecimiento. También influyen en la vida útil y productiva de este cultivo el ataque de plagas, principalmente la bibijagua (A.insularis). El hongo Fusarium sp. también ha causado daños de importancia económica. En cuanto a altura y frecuencia de corte se ha hecho un cliché informando que el primer corte debe efectuarse a los 5 ó 6 meses después de la siembra, realizar los cortes con machete bien afilado cada 45 días, en la época de lluvia y cada 60 días en la época de seca, a una altura de 20cm del suelo. Es cierto que frecuencias y alturas de cortes bajas o medias van a propiciar una mayor calidad de biomasa, pero no se debe obviar que estos criterios provienen de estudios cuando se emplean altas densidades de siembra y el cultivo se maneja con propósitos productivos en la pequeña escala. De ahí que nos cabe la inseguridad qué va a suceder en el tiempo con la productividad y vida útil de las áreas forrajeras cuando se someten a bajas alturas y frecuencias de corte. Esta incertidumbre se hará más evidente en la medida que se trabaje a una mayor escala y obligue a realizar un uso racional de la mecanización para incrementar la productividad y abaratar los costos de producción principalmente en el control de arvenses. Las anteriores valoraciones conllevan a pensar que será necesario proyectar investigaciones con frecuencias y alturas de cortes que permitan a esta planta expresar su potencial genético y una mayor persistencia de las poblaciones en el tiempo sin comprometer el valor nutritivo de la biomasa producida. La poda en áreas destinadas a la producción de semilla se realiza para controlar la altura máxima de la planta, disminuir las acciones negativas de los fenómenos meteorológicos, eliminar ramas dañadas y eliminar las ramas bajas que entorpecen el acceso al área y facilitar la recolección de los frutos. Esta práctica propicia la aparición de las ramas jóvenes que favorece la floración y fructificación, las cuales contribuyen a lograr mayores rendimientos de semillas por planta y por ha. En árboles cultivados para forraje admite muy bien las podas, para promover el crecimiento, después de aplicadas estas rebrotan vigorosamente, produciendo nuevos renuevos por tocón que propician mejorar el volumen y calidad de la biomasa producida. En cuanto a la producción de semilla, la moringa tiene un alto potencial de producción. Sin embargo, a pesar de las bondades de esta planta existen pocos investigaciones científicas en Cuba y otras regiones tropicales de América Latina y el Caribe donde se den recomendaciones precisas de distancias de siembra, requerimientos nutricionales, momento de cosecha, protección fitosanitaria de las plantas y la semilla así tecnologías para la cosecha y post cosecha de la semilla. Ello implica la necesidad de priorizar investigaciones científicas en este campo. Teniendo en cuenta los antecedentes de Moringa oleifera en cuanto a su incidencia y daños provocados por insectos-plaga y enfermedades y la rápida aparición y sintomatología de daños, detectadas en Cuba, en sus distintas fases fenológicas del cultivo, a raíz del incremento de las áreas de siembra de esta planta en el país. Se recomienda el monitoreo frecuente del cultivo y la búsqueda de alternativas de control agroecológicas para regular sus poblaciones y por ende sus daños lo cual posibilitaría obtener los beneficios que brinda la planta. La información brindada en esta conferencia no constituye una norma técnica para la agrotecnia de la moringa, ni fue ese el propósito. Nos sentiremos satisfechos si en alguna medida este material le sirve de guía para su trabajo técnico como productor o docente mientras que nuevas investigaciones den repuesta a muchas incógnitas que todavía existen en el tema tratado.
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