Ahora que han sido publicados las nuevas directrices, en sustitución de los objetivos del Milenio, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Desarrollo Sostenible 2015-2030, el desarrollo rural retoma importancia y se convierte en eje toral para coadyuvar y contribuir al cumplimento de los mismos, entre los que destacan: 1. La derrota de la pobreza en todas sus formas y en todas partes; 2. La derrota del hambre: lograr la seguridad alimentaria y una nutrición adecuada para todos, y promover un modelo de agricultura sostenible; 3.Asegurar el agua y saneamiento para todos, para un mundo sostenible; 4.Promover un modelo de consumo y producción sostenible.; 5..Promover acciones en todos los niveles para hacer frente al cambio climático; 6.Lograr la conservación y uso sostenible de los recursos marinos, los océanos y los mares; 7.Proteger y restaurar los ecosistemas terrestres y detener toda pérdida de biodiversidad, entre otros. No obstante, cabe una reflexión sobre el desarrollo rural.
Para que exista Desarrollo Rural Sustentable (DRS) debe generar bienestar humano, ambiental y las interacciones entre ambos, encontrarse fuera de las áreas geográficas consideradas como urbanas y utilizar los recursos para satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las de generaciones futuras. El DRS se ha adecuado a los cambios sociopolíticos que han generado diversos paradigmas: el desarrollo comunitario, la modernización agrícola, agentes del desarrollo, la participación-empoderamiento, los medios de vida sostenible, el desarrollo rural integral, el desarrollo sustentable hasta llegar a la nueva ruralidad, cuyos pilares son el capital humano, la equidad y la economía de los recursos naturales bajo un enfoque territorial de desarrollo conformado por las interrelaciones entre el ámbito rural-urbano. En este sentido, Kuhn (1971) menciona que el desarrollo del conocimiento se da en dos sentidos: 1) la aceptación acerca de cómo usar los avances que permiten resolver problemas; y, 2) nuevas teorías, conforme las anteriores pierden su valor predictivo; de igual forma, Engels (1820-1895), establece que los cambios tecnológicos y el modo de producción son los principales factores del cambio social y político. Sin embargo, los indicadores de medición del DRS y la incompatibilidad entre sus parámetros dificulta una evaluación integral (Nijkamp et al., 1990); no obstante éstos permiten generar conocimiento y soluciones al medio rural. Desde un enfoque sistémico, el DRS sería superior a la suma de sus partes ya que cuenta con estructura, componentes, funcionalidad y objetivo. Considerando el enfoque estructural funcionalista (Ryan and Gross, 1942), en el DRS habría ciertas disfunciones a resolver en cada uno de sus componentes. En el DRS, la agricultura es una pieza fundamental, como proceso social y encadenamiento con los sectores transformación y servicios. Empero, en los sistemas actuales requiere de la intervención de energía no proveniente del sistema que reduce la diversidad y le resta estabilidad al mismo (Altieri, 1995); si a esto se agrega la demanda de seguridad alimentaria); el reto es ¿cómo desarrollar un sector rural, con uso racional de los recursos naturales, capaz de generar productos en las cantidades y calidades deseadas con las menores externalidades negativas que permita asegurar un bienestar humano? Si bien, la nueva ruralidad, la bio-economía, genética, alimentos funcionales, recursos fitogenéticos locales e innovación en los procesos han propuesto alternativas, éstas no han logrado su objetivo; ¿Cómo diseñar sistemas que permitan de conciliar lo humano-ambiental-productivo? Desde un enfoque agroecológico (Ruíz, 2006), se ha construido el enfoque en agroecosistemas; el cual es un modelo abstracto y método de investigación que determina la unidad de estudio en diferentes niveles jerárquicos para comprensión holística del sistema desde una perspectiva interdisciplinaria con la finalidad de establecer soluciones a problemas puntuales.
Literatura consultada
Altieri, M. A.1995. El agroecosistema: determinantes, recursos, procesos y sustentabilidad. In: Agroecología: Bases Científicas para una Agricultura Sustentable. 2a. ed. Editorial CLADES. Santiago de Chile. pp: 22-31.
FAO. La agenda de desarrollo post 2015 y los objetivos de desarrollo del milenio. http://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=9&ved=0CFUQFjAIahUKEwiHnqSOw67IAhXBJ5QKHRPhAKs&url=http%3A%2F%2Fwww.fao.org%2Fpost-2015-mdg%2Fhome%2Fes%2F&usg=AFQjCNHa3XhQXpW8m8mjZ3i4Qtfn4n5PRQ&sig2=OR_qkf44AJbJm0zDglJI1A
Kuhn, T. 1971. La Estructura de las Revoluciones Científicas. Fondo de Cultura Económica. Cotín, A. (traductor). México. 8a. reimpresión. 2004. 268 p.
Nijkamp, P., Rietveld P. and Voogd H. Sustainable Development in developing countries. VU University, Institute for Environmental Studies . 1990. pp.35-43.
Ruiz, O. 2006. Enfoque de sistemas y agroecosistemas. In: Agroecología y Agricultura Orgánica en el Trópico. López, O., Ramírez, S., Ramírez, M., Moreno, G., Alvarado, A. (edit). Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia-Universidad Autónoma de Chiapas. Tuxtla Gutiérrez. pp: 27-35.