INTRODUCCIÓN
Bienestar animal es un concepto muy bien definido y reconocido por autoridades internacionales. Una de las primeras definiciones de bienestar animal fue presentada por Broom (1986), definiendo al bienestar animal como “... el estado de un organismo en sus intentos de adaptarse a su ambiente ...”. Esta definición fue ratificada y ampliada por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, 2008), estableciendo, en su Código Sanitario para los Animales Terrestres, que “... el bienestar animal corresponde a la forma en que el animal se ajusta a las condiciones en las que vive ...”. Según la OIE “... un animal está en buen estado de bienestar (según lo indicado por evidencias científicas) si está sano, cómodo, bien nutrido, seguro, capaz de expresar sus comportamientos innatos y si no está sufriendo de estados desagradables, como dolor, miedo y angustia... “. Al final de la presentación de su definición, la OIE (2008) refuerza la propuesta original de Broom (1986) al asumir que “... el bienestar animal se refiere al estado del animal y no al tratamiento que recibe. El tratamiento que un animal recibe está cubierto por otros términos, como el cuidado de los animales, la cría de animales y el trato humanitario...”.
También debe destacarse el creciente interés por la cuestión del bienestar animal en los diversos eslabones de las cadenas productivas pecuarias, como lo demuestra la producción y divulgación de un gran número de guías de buenas prácticas de bienestar de animales de producción en distintos países del mundo. Este interés se despertó principalmente con la finalidad de crear oportunidades para mejorar la eficiencia productiva, promoviendo, por ejemplo, la reducción de las tasas de morbilidad y de mortalidad del ganado (Mellor y Stafford, 2004), la conquista de mercados más exigentes en relación al bienestar animal (More et al., 2017, Waters, 2018) y también por la posibilidad de reducción de problemas de calidad de las canales y de la carne (Paranhos de la Costa et al., 2012).
Para viabilizar un análisis integrado del bienestar animal, es necesario tener en cuenta (concomitantemente) a todos aquellos elementos que tienen potencial para perjudicarlo. Hay algunas alternativas para realizar evaluaciones sistemáticas del bienestar de los animales de producción en esta condición de mayor complejidad, entre ellas el modelo de los “5 dominios del bienestar animal”, descrito por Mellor y Reid (1994). En este modelo, los autores proponen que, para la evaluación del bienestar animal, se debe considerar el estados físico y mental de los animales, siendo que, para el primero, se debe tener en cuenta las condiciones (o dominios) de nutrición, salud, ambiente y comportamiento del animal y, para el segundo, sus sentimientos y emociones, como está ilustrado en la Figura 1. Este modelo puede ser usado para analizar la acción de cada uno de los dominios (de forma integrada o aislada) sobre el estado de bienestar de un determinado individuo. Como ejemplificado por Paranhos da Costa (2016), “… la privación prolongada de alimentos (dominio nutrición) puede perjudicar el bienestar de un animal de una forma directa, debido a una sensación de hambre crónica e intensa, pero también lo hace de forma indirecta, ya que aumenta el riesgo de enfermedades metabólicas y carenciales (dominio de la salud). Estas dos situaciones (aisladas o en conjunto) resultan en estados mentales negativos, derivados de las sensaciones de hambre y debilidad que afectan al animal. Es así que, esa condición de privación de alimento actúa de forma directa e indirecta en la inducción del sufrimiento físico y mental en los animales...”.
Cuando consideramos el bienestar de los animales de producci- ón, además de aportar un componente innovador para definir la calidad de los productos de origen animal (calidad ética), tambi- én damos un paso importante para lograr éxito en la búsqueda de estrategias que permitan el establecimiento de una producción ganadera sostenible. Los objetivos de esta revisión son presentar una visión integrada de los conceptos de sostenibilidad y bienestar animal aplicada a la producción animal y mostrar cómo esta integración puede beneficiar a las cadenas productivas de bovinos de corte y leche.
IMPLICANCIAS DEL BIENESTAR ANIMAL EN LA PRODUCCIÓN ANIMAL SOSTENIBLE
Diversas actividades desarrolladas por las cadenas productivas de la ganadería son blancos constantes de críticas por parte de la sociedad civil organizada. Entre ellas se destacan el uso de la tierra y de otros recursos naturales, la degradación ambiental, la intensificación de los sistemas de producción, la selección gené- tica para la alta producción, el uso de dietas con alto contenido de granos, el uso no terapéutico de antibióticos y la realización de procedimientos dolorosos en los animales (marcado a fuego, castración, desmoche, etc.), además de los procedimientos de transporte y sacrificio de los animales. Es innegable que muchas de ellas son relevantes, por lo que es necesario hacer una profunda reflexión sobre los problemas señalados y buscar soluciones para ellos.
Pero ¿cuál es la relación entre el bienestar animal y la producci- ón pecuaria sostenible? Hay dos formas de responder a esta pregunta: la primera y quizás la más fácil de comprender, aborda la cuestión del bienestar animal como una preocupación ética, que puede favorecer o restringir el consumo de alimentos de origen animal teniendo en cuenta las formas en que los animales han sido criados o sacrificados. Como enfatizó Dawkins (2017) en la conclusión de su artículo, “… la promoción del bienestar de los animales de producción puede generar dividendos, haciendo que el bienestar animal sea el socio bienvenido en lugar de oponerse a la salud y a la producción ganadera eficiente “. Según la autora, en este caso “... el bienestar animal es, al mismo tiempo, una ética conductora con consecuencias económicas y un motor económico con peso moral ...” y, por lo tanto, se convierte en “... un componente necesario para la producción sostenible de alimentos ... “.
Por otro lado, la cuestión del bienestar animal también puede ser considerada como un elemento central del concepto de sostenibilidad, ya que influye y es influenciada por cada uno de los tres pilares de la sostenibilidad. Ellos son: la preocupación por la preservación de los recursos naturales, el mantenimiento de comunidades saludables y la promoción de la vitalidad econó- mica. Por ejemplo, hay una tendencia común a muchos países Latinoamericanos, de intensificar el engorde de bovinos, manteniendo a los animales en régimen de confinamiento al aire libre, generalmente con altas densidades de alojamiento.
Esta condición, de alta densidad, causa estrés a los animales y resulta en la degradación del ambiente del confinamiento y de su entorno debido a la formación de polvo o acumulación de barro y heces, aumentando la concentración de gases nocivos (p.ej., amoníaco, dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno) que aceleran la degradación de las condiciones del ambiente (Gustafsson, 1997, Bunton et al., 2007, Mader, 2011, May et al., 2012, Preece et al., 2012). En esta situación, queda caracterizado un ciclo de efectos negativos, que empieza con el estrés causado por las condiciones de alojamiento de los animales (alta densidad) y que resulta en una progresiva degradación ambiental, empeorando las condiciones del ambiente y también el bienestar de los bovinos y de la gente que trabaja o vive cerca del confinamiento. Para completar el cuadro de pérdidas, hay evidencia científica de que, bajo estas condiciones, los animales tienen más problemas de salud y se fe afectada la ganancia de peso (Macitelli, 2015), determinando una reducción de la rentabilidad del negocio (Lima- Montelli et al., 2018).
Con ganado lechero se puede seguir la misma estrategia para evaluar el potencial impacto que los problemas de bienestar animal tienen sobre los indicadores de sostenibilidad. Por ejemplo, tal como está ilustrado en la Figura 3, cuando las vacas lecheras sufren con el estrés por calor (involucrado en el dominio del ambiente), pueden ocurrir cambios en su comportamiento, con una importante reducción en el consumo de alimentos y presentación de respiración jadeante. Dependiendo de la intensidad y duración del estrés, la situación puede evolucionar hacia problemas metabólicos y fisiológicos que reducen la eficiencia de utilización de los nutrientes (dominio de la nutrición), aumentando todavía más el estrés, que a su vez resulta en la reducción de la respuesta inmune de los animales, tornando los animales más susceptibles a enfermedades que, a su vez también, necesitan ser tratadas, lo cual generalmente se realiza con la utilización de antibióticos. En este caso, cuando la leche de una vaca enferma no es comercializada, resulta en pérdidas económicas para el sistema; pero, muchas veces esta leche con residuos de antibió- ticos es consumida por humanos, resultando en riesgos para la salud de toda la población (Aalipour et al., 2015, Gajda et al., 2017). Además, hay evidencias de que los bovinos estresados producen más metano por unidad de alimento ingerido (Lloch et al., 2016), causando, por lo tanto, mayor impacto ambiental. Es así que, también en este caso, queda claro que hay una relación directa del bienestar animal con los tres elementos clave de la producción sostenible.
Cabe destacar que para promover el bienestar de los animales de producción es esencial reconocerlos como seres sintientes y, por lo tanto, merecedores de consideraciones éticas, que deben tenerse en cuenta al definir las estrategias de crianza y de manejo. Por ejemplo, en la producción de bovinos sigue siendo frecuente el uso de ciertas prácticas de manejo que son claramente aversivas para los animales, como la marcación a fuego, la castración y el desmoche sin el uso de anestesia o analgesia. Es necesario trabajar para sustituir estas prácticas o hacerlas menos aversivas para los animales. Para hacer esto posible, es necesario expandir nuestros conocimientos sobre la biología de los animales de producción, desarrollar nuevas tecnologías y definir límites éticos para orientar sobre cuáles procedimientos de producción y manejo deben ser recomendados en códigos de buenas prácticas de bienestar animal y cuáles deben ser prohibidos. Está no es una tarea fácil, es necesario establecer un nuevo paradigma para la producción animal y dedicar tiempo y atención al desarrollo de estas nuevas técnicas de producción, teniendo en cuenta los principios de la sostenibilidad y del bienestar animal.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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