En un
artículo anterior que publiqué en Engormix, presenté las diferentes opiniones que existen sobre las causas del calentamiento global en las últimas décadas, y también llamé la atención de los lectores sobre la opinión de investigadores que niegan que la actividad humana en los últimos 150 años es la principal causa de ello. Según estos investigadores, el calentamiento global es parte de un proceso cíclico de millones de años, en el que el mundo se calienta y se enfría de forma intermitente, en ciclos de cientos y miles de años, debido a los cambios que ocurren en el sol y sus interacciones con los océanos y la tierra. Simplemente estamos en un período de calentamiento después de un largo periodo de hielo, sin poder predecir su intensidad y duración. Lo que sí sabemos es que la flora y la fauna de la tierra han sobrevivido a estos cambios a lo largo de los años e incluso han evolucionado en todo el planeta. En mi artículo anterior planteé la idea de que si los investigadores que apoyan este enfoque tienen razón, entonces, en lo que respecta a la cría de ganado, hay espacio para desviar los enormes presupuestos que el mundo gasta para reemplazar las fuentes de energía "contaminantes" por "limpias", para invertirlos en el desarrollo de herramientas que permitirán la cría de animales en condiciones más cálidas. En este artículo, pretendo refutar la opinión pública predominante, en el sentido de que la agricultura, y especialmente la industria ganadera, se encuentran entre los principales contribuyentes al calentamiento global, principalmente por el gas metano que emiten a la atmósfera.
Los gases que contribuyen al efecto invernadero se dividen en gases de efecto invernadero directo, cuya presencia en la atmósfera incide directamente en el aumento de la temperatura de la tierra, y gases de efecto invernadero indirectos, que contribuyen al efecto invernadero tras las reacciones químicas atmosféricas. El impacto de cada uno de estos gases se estima en base a dos características: el potencial de calentamiento (GWP: Global Warming Potential) y la duración de su permanencia en la atmósfera (vida atmosférica). El valor GWP representa el coeficiente de emisión para convertir las emisiones en valor de CO2 (equivalente de CO2). Las emisiones del sector agrícola consisten en gases directos (dióxido de carbono CO2, metano CH4 y óxido nitroso N2O) y gases indirectos (amoniaco NH3, y dióxido de azufre SO2). En este artículo me referiré únicamente a los efectos de los gases directos, cuyo potencial de calentamiento se puede ver en la Tabla 1.
Tabla 1 - Potencial calorífico y tiempo de permanencia en la atmósfera de los gases de efecto invernadero emitidos directamente por el sector agrícola y la industria bovina y ovina.
El metano constituye aproximadamente el 10% de todos los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera, y el 45% proviene de la agricultura. En otras palabras, el gas metano que proviene de la agricultura aporta aproximadamente el 5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero a la atmósfera y la participación de la industria ganadera no supera el 3%. Lo que es más importante es el hecho de que alrededor del 95% del carbono del metano emitido por el ganado a la atmósfera es devuelto al suelo y atrapado por las plantas, quedando sólo el 5% "atrapado" en la atmósfera.
La emisión de metano a la atmósfera por el ganado está en el centro de la crítica actual en el mundo, que considera a estas industrias como las principales responsables del "efecto invernadero" y el “calentamiento global”, y todos los daños que se derivan. Esta actitud puede tener un impacto extremadamente negativo en el futuro de las industrias agrícolas y especialmente en los sectores del ganado vacuno y lechero. La mayor parte del gas metano que llega a la atmósfera pasa un proceso de descomposición química por oxidación, permanece en la atmósfera por un tiempo relativamente corto y entra en un "ciclo biogénico" que involucra la unión del carbono a las plantas en el suelo, lo que hace que su "efecto de calentamiento" es mínimo, y por tanto, este metano puede considerarse un gas "sostenible". El carbono proveniente del metano se une a las plantas, que luego se utilizan como alimento para el ganado, cuya digestión es la fuente del gas metano emitido a la atmósfera. Hay un cierre del círculo aquí, y todo esto está sucediendo, con poco o ningún efecto sobre la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. En general, existe casi igualdad en la relación entre la cantidad de metano emitido a la atmósfera por el ganado y el que es absorbido por la vegetación, lo que significa que la contribución del gas metano de origen bovino al efecto invernadero es muy bajo. Hoy nos resulta claro que, cuando se habla de la contribución de la ganadería al calentamiento global, el término equivalente de CO2 es engañoso e irrelevante.
La cuestión planteada en este artículo es de suma importancia en lo que respecta al sistema digestivo de los rumiantes, por su capacidad única para digerir la celulosa vegetal, que es el principal "aglutinante de carbono" en la naturaleza y la principal fuente de alimento de todos los rumiantes. Aproximadamente dos tercios de la tierra relevante para cualquier actividad agrícola se define como "tierra marginal" que, por razones de calidad de suelo o limitaciones topográficas, no son aptas para el cultivo agrícola intensivo y solo se pueden utilizar para el pastoreo. Se ha descubierto que la capacidad de "fijación de carbono" de los pastos, así como de los campos donde se cultivan y cosechan forrajes con frecuencia, no es inferior a la de los bosques, e incluso los supera (la capacidad de fijación de carbono es directamente proporcional al crecimiento de las plantas y frecuencia de pastoreo o recolección). Estudios recientes en Estados Unidos e Italia sobre las emisiones de gases de efecto invernadero en los procesos de cría de ganado han encontrado que la cantidad de dióxido de carbono generado por la descomposición del metano emitido por el ganado a la atmósfera no solo no aumenta las concentraciones de gases de efecto invernadero, sino que también las reduce. Las emisiones de carbono del ganado en los procesos de producción son aproximadamente un 30% menores que la cantidad de carbono fijado en el proceso de pastoreo y cultivo de forrajes, por lo que el ganado no aumenta la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera sino que también la disminuye.
Otro punto que me gustaría plantear en este artículo es el creciente cambio de las personas hacia el veganismo, al tiempo que renuncian a consumir productos animales. Parte de esta gente lo hacen por la contribución de la cría del ganado al calentamiento global. En muchos casos estas personas están actuando (consciente y quizás inconscientemente) en contra del "orden de su conciencia" y me gustaría aclarar este punto aquí. La transición humana al veganismo y la completa evitación del consumo de productos animales reducirá la liberación anual por persona de 0.8 toneladas de CO2 a la atmosfera, solo la mitad de lo emitido en un solo vuelo transatlántico al año. El mantenimiento de un automóvil privado o el encendido de un aire acondicionado en verano y calefacción en invierno, liberarán a la atmósfera una cantidad considerable de dióxido de carbono que excede decenas de veces más que no comer carne y consumir productos lácteos. El dióxido de carbono emitido en este caso provendrá de la quema de combustibles fósiles y va a permanecer en la atmósfera durante muchos años y contribuir realmente al calentamiento global. Dejemos que esos veganos se detengan primero con estas actividades !
En conclusión, la agricultura en general, y la ganadería en particular, no solo no contribuyen al calentamiento global, sino que incluso ayudan a reducirlo. Es deseable que todos aquellos que se dedican a ganarse la vida con la agricultura y especialmente los criadores de ganado vacuno y lechero, estén familiarizados con estos datos y tengan cuidado de transmitirlos a su entorno inmediato.